Capítulo 22💀
ADELINE IVANOVA
—Son niños Khlaus—expreso un poco molesta.
Él mantiene su mirada sobre mí y esa pequeña y casi invisible sonrisa persuasiva.
—Es solo una pequeña y diminuta herida, ni siquiera les dolió—responde excusándose.
Ruedo los ojos y decido no darle más atención al asunto, me ha molestado, son mis hijos y ni siquiera me han dicho que sería de esa manera.
De todas maneras estoy sorprendida de Kata y Khalid, ellos se comportaron como si todo este mundo fuera rutinario para ellos y la verdad es que ambos se han criado lejos de cualquier cosa que tenga que ver con la mafia, los he metido en una cajita de cristal lejos de Rusia y aún así quedé helada al verlos hoy...
Tienen cuatro años joder, Kataleya ni se ha quejado al cortar su dedo con una maldita daga.
No sé cómo reaccionar al respecto.
Suspiro e intento no cargar mi mente más de lo que ya está.
La fiesta fluye como si nada mientras que la mayoría se encarga de disfrutar todos los excesos y comodidades que le ha dado el Pakhan. Otros siguen al asecho observándome a mí y a mis hijos.
Sé perfectamente que hay un infiltrado de Elliot, lo conozco perfectamente.
—A Ava no le agrada mucho el ambiente, de todas maneras la entiendo, nací aquí y aún me cuesta adaptarme a estas fiestas—aparece Kaia con una sonrisa.
Me giro hacia ella y mantengo mi expresión neutral.
—Estoy preocupada por ella—expreso con la voz entrecortada.
—Está bien, está jugando con los mellizos y...
Suspiro
—No me refiero a eso Kaia—hablo agotada—. Los mellizos se han adaptado rápido pero ella... joder para ella es muy difícil, su padre no está aquí, es un mundo oscuro y desconocido—mi voz se hace cada vez más frágil—. Y su mami, ha desaparecido de un segundo para otro y al volver a aparecer su familia ya no estaba, es solo una niña.
Trago grueso e intento recomponerme de inmediato, no puedo permitirme verme así frente a todos ellos.
Son como lobos esperando la fragilidad de su presa.
Kaia acaricia mi hombro con delicadeza y su mirada azul llena de esa luz que aún porta su alma me hace sentir acompañada.
—Eres la mejor madre, es complicado y diferente para Ava pero ella lo entenderá y tú eres más importante que cualquier rutina o lugar, esa niña te ama con toda su alma y en ella se refleja lo buena madre que has sido—habla suave mientras me mira a los ojos.
Asiento con la cabeza mientras respiro hondo.
—Tengo miedo—confieso.
Kaia me observa.
—¿De qué?—pregunta enarcando una ceja.
Trago grueso y fijo mi vista en la nada intentando controlar todos mis sentidos al hablar de esto.
—Que la historia se repita, que de repente me convierta en Lidian y Ava en Adeline—hablo en un tono bajo.
Kaia entiende a lo que me refiero de inmediato y siento un vacío en el pecho que me invade.
No quiero ser Lidian, no quiero que ninguno de mis hijos sea yo. Esa Adeline que ha sentido el vacío de una madre toda su vida, que ha tenido que sanarse sola y convivir con la idea de que las madres sí tienen hijos favoritos y no puedes hacer nada al respecto. Esa misma que se ha roto decenas de veces y tenía que fingir que todo iba bien para no molestar.
—No quiero que Ava se sienta excluida, que sienta que no pertenece a la misma familia y que comience a hacerse preguntas como ¿y si no me quiere? ¿Y si quiere más a ellos dos? ¿Y si solo es mi tía y no me ha querido como una madre?
Siento mi pecho subir y bajar frenéticamente.
Kaia de para en frente mío y apoya sus manos sobre mis hombros.
—Oye, respira—habla con paciencia—. Eso no pasará, y dentro tuyo sabes perfectamente que no eres y nunca serás como Lidian. La has criado como tu hija y aún así también fuiste una excelente tía, he visto con mis propios ojos como los tratas a los tres y eso créeme que no todas nacen para ser la madre que tú eres—expresa mirándome fijamente a los ojos.
Trago saliva y Kaia me abraza.
No soy muy fan de los abrazos pero sin dudas Kaia es una de las pocas personas que no me cansaría de abrazar, tiene ese brillo especial que te ilumina aunque no se lo pidas. Es una persona hermosa y ni sus hermanos ni yo estamos a la altura de ella. Se merece el mundo entero.
Es la mejor tía que mis hijos pudieron haber tenido y estoy muy segura que si tuviera que entregarlos para protegerlos una vez más volvería a dárselos a ella.
Es mi mejor amiga.
El abrazo es profundo y por alguna razón puedo sentir esa sensación de no estar lidiando con mis emociones sola, pude hablar, pude contarlo y me sentí muy acompañada.
Me separo de ella y su hermoso rostro esboza una sonrisa cálida.
—Perdón por no respetar el espacio personal de la reina, soy un poco rebelde—pronuncia divertida.
Rio y ella igual.
—Eres una idiota.
En medio de un cambio de energías positivas siento como unos pequeños duendes aparecen para abrazar mis piernas.
Bajo mi mirada y veo a Kata y Ava.
Me pongo de cuclillas a su altura y ambas me observan con una sonrisa hermosa.
—¿En verdad eres una reina mami?—pronuncia Ava emocionada mientras toquetea mi corona.
—Claro que lo es—replica Kata.
Sonrío.
—Si y ustedes dos son unas princesas hermosas—respondo agradable.
Kataleya sonríe y Ava arruga su nariz.
—Pero yo no tengo una corona como Kata—reclama un poco molesta.
Un nudo se carga en mi garganta.
Soy una idiota.
—¿Cómo que no? ¿Olvidé dártela? Lo siento mucho Ava, soy una distraída—se acerca Kaia hablando y la miro confundida.
De la nada la rubia saca una corona de diamantes muy similar a la de Kata, mis sentidos se alteran y solo tengo ganas de llorar. Kaia le coloca la corona en la cabeza a Ava y ella salta contenta.
—¿Te gusta mami?—inquiere y sus ojos avellanas me invaden.
—Me encanta—expreso aún con el nudo en mi garganta.
Me incorporo y vuelvo a respirar hondo.
Le doy una sonrisa a Katia y estoy a punto de agradecerle cuando una voz me interrumpe.
—Buenas noches Reina—expresa una voz femenina.
Mi expresión se vuelve seria de un segundo a otro y mantengo mi postura firme mientras que mis ojos se encuentran con una mujer de unos cuarenta años o al menos eso es lo que aparenta, sus ojos azules intensos me invaden y trago grueso.
Tiene una sonrisa en el rostro y me observa como si esperara una reacción de mi parte.
Su cabello es negro, lacio y muy largo. Lleva joyas y viste un vestido negro muy llamativo, la observo detenidamente y me doy cuenta que es la primera vez que la veo.
¿Una mujer aquí?
No tiene pintas de ser "la esposa de"
Automáticamente me pongo a la defensiva e intento mostrar autoridad, esbozó una simple y casi inexistente sonrisa mientras la detalló con la mirada. Su aura es... diferente.
—Buenas noches—respondo seca.
Su mirada se desvía hacia las niñas que segundos después se van corriendo.
—¿Cuál es tu nombre?—inquiero seria.
Aclara su garganta y vuelve a mirarme a los ojos, como si acabara de reaccionar.
—Lo siento, no me he presentado—habla con un raro acento—. Mi nombre es Alessandra o como me suelen llamar "la dama"—expresa en un tono seguro.
La dama...
Joder, pertenece a la cosa nostra.
¿Por qué no había oído hablar de ella?
Que carajos hace aquí.
Le doy una mirada a Kaia y compartimos complicidad.
No me gusta para nada.
—No había oído hablar de ti—pronuncio.
Su mirada... hay algo que me llama mucho la atención.
Sonríe irónica y me repasa con la mirada una vez más.
—Me gusta mantener mi perfil bajo fuera de mi territorio—responde—. Yo si he oído hablar mucho de ti, bueno, eres la reina.
Sonrío falsamente.
—En estos momentos debo estar siendo nombrada en muchas partes del mundo—habló fingiendo un tono de diversión.
El clima es realmente incómodo.
Su mirada se encuentra con la mía y los segundos son eternos pero una curiosidad dentro de mí no me permite dejar de observarla y al parecer a ella le pasa lo mismo.
Su perfume es dulce, tanto que me asquea un poco.
Sin dudas es una mujer que le gusta llamar la atención.
Está por abrir la boca pero finalmente sonríe y se queda callada, segundos después extiende su mano y noto su perfecta manicura. Mi mirada firme recae nuevamente en ella y me tardo unos segundos en finalmente estrechar su mano.
Quito mi mano y ella aclara su garganta incorporándose nerviosa.
—Siento la molestia, no podía perderme la oportunidad de conocerte—dice esbozando una vaga sonrisa.
Estoy a punto de hablar cuando la presencia de tres hombres nos invaden.
La dama de gira y al notarlos siento como su cuerpo expresa nerviosismo y una mínima incomodidad, es más como... sorpresa.
Keegan y Khlaus acaban de llegar junto a un hombre que grita su nacionalidad por todas partes. Sus ojos son de color miel, su cabello castaño oscuro y una perfilada barba que le da su toque especial.
Me arriesgaría a decir que tiene la edad de Vladimir Petrov, aunque sin dudas se ve mucho mejor que él.
Viste una camisa blanca con un pantalón de seda azul marino en conjunto con el chaleco, no lleva moño y aún así se ve muy elegante.
Trago saliva y mi mirada se encuentra con la de Khlaus el cual me evade.
El hombre extiende la palma de su mano con seriedad pero aún así tiene algo que lo hace ver ¿amable?
Mi mirada intimidante se encuentra con la suya.
Tardo unos segundos en extender mi mano y finalmente deposita un casto beso sobre ella para luego mirarme a los ojos con una peligrosa sonrisa.
—È un piacere conoscerla, regina—pronuncia con un característico acento.
Por supuesto que es Italiano, tiene esa vibra que tienen todos los italianos. Sin embargo ella no expresa lo mismo.
—Grazie—respondo amable.
Él se coloca al lado de ella y envuelve su cintura con su mano.
Es el capo de la cosa nostra.
Trago saliva y me incorporo, giro a mi lado para encontrar complicidad en Kaia pero noto que ya no está, supongo que ella si pudo escapar de este incómodo momento.
Le doy una mirada a los hermanos Petrov y noto que por alguna razón está situación está siendo igual de incómoda para ellos que para mi.
Aclaro mi garganta y aprovecho el momento.
—Un placer conocerlos—pronuncio seria.
Esbozo una escasa sonrisa y comienzo a caminar alejándome de ellos, segundos después aparecen Keegan y Khlaus detrás mío.
Me freno y respiro hondo mientras me giro para tenerlos de frente.
—Eso ha sido muy incómodo—expreso soltando el aire acumulado—. Además nunca había oído hablar de ella, no parece ser simplemente la mujer del capo...
Comienzo a hablar como una chismosa mientras ellos me observan en silencio.
—Solo disfrutemos el momento—habla Khlaus.
Trago saliva y ruedo los ojos.
—Te ves jodidamente hermosa—pronuncia Keegan con su tono sensual.
Sonrío y mis ojos se encuentran con los suyos.
—Ustedes están muy ardientes, menos mal que no hay mujeres en la mafia porque sino...
—¿Por qué sino que?—inquiere Khlaus provocativo.
Sonrío.
—Me pondría muy celosa—confieso.
El pakhan envuelve mi cintura atrayéndome hacia ellos y siento mi piel erizarse, la química vuelve a ser vibrante y puedo relajarme aunque sea unos minutos y fingir que lo más preocupante que tengo en este momento es no caer en la tentación de los Petrov.
Sus aromas me envuelven y me trae demasiados recuerdos.
Muerdo mi labio inferior mientras sonrío y los observo a ambos.
—Yo creo que deberíamos recordar viejos tiempos y ponerle un poquito de peligro a esta fiesta, ¿no creen?—propone Keegan en un tono deseoso.
Joder.
La química y la piel jodidamente ardiente que tengo con ellos dos no tiene nivel de comparación.
—Pues, estamos para complacer a la reina—agrega Khlaus siguiendo el juego de su hermano.
Siento como sus miradas penetrantes y ardientes me invaden y provocan miles de sensaciones dentro de mi.
Keegan coloca la palma de su mano en mi espalda baja y siento como mis sentidos se alteran aún más. La tensión sexual es demasiada y el contenerme lo hace más provocativo.
—Maldita sea—expreso con la respiración agitada.
Ambos sonríen y mi mundo se altera.
No podría resistirme a esas jodidas miradas, esos aromas, esas sonrisas... simplemente no podría resistirme a los hermanos Petrov y creo que es algo que me sucederá toda la jodida vida.
Respiro hondo e intento mirar hacia otra parte pero mi respiración está agitada, siento el calor de sus cuerpos sobre el mío y es tanta la tensión que ni siquiera me importa que estemos rodeados de personas.
—Los odio—digo divertida mientras vuelvo la mirada a ellos.
Noto el entusiasmo que desbordan ambos al oír mi respuesta.
—Vamos—expreso dominante.
Comienzo a caminar y ambos caminan detrás mío, las miradas están puestas en nosotros pero me importa una mierda sinceramente.
Estoy jodidamente excitada.
Caminamos saliéndonos del foco de la gente, nos dirijo a la zona de los establos, aquí no hay mucha luz y a esta hora no vendrá nadie.
Abro la puerta del establo más grande y ellos me siguen sin pretextos.
Keegan cierra la puerta detrás de él y eso me hace perder el control por completo.
Envuelvo a Khlaus con mis brazos de inmediato y su boca me atrapa besándome desesperadamente, Keegan se nos une y lo beso con la misma intensidad. Nuestras respiraciones están agitadas y es como si nos estuviéramos deseando por mucho tiempo.
Me separo un segundo de ellos y me quito la corona para dejarla a un costado.
La química es imparable y siento como sus tactos queman en mi piel.
Keegan me besa el cuello por detrás mío y siento como mi cuerpo se debilita entregándome por completo, Khlaus me quita delicadamente el vestido hasta quedar solo en ropa interior, mi cuerpo está ardiendo claramente y no soy capaz de sentir el frío del establo.
Apoyo mi espalda sobre el pecho de Keegan cerrando los ojos mientras me entrego a sus ardientes besos, trago saliva y mi cuerpo se altera cuando siento a Khlaus quitándome la ropa interior, la desliza suavemente por mis piernas y mi respiración comienza a agitarse aún más cuando Keegan comienza a masajear mis pezones.
Trago grueso y bajo mi mirada para ver la imagen perfecta y adictiva de Khlaus Petrov arrodillado ante mí a punto de meterse en mi intimidad.
Mi pecho sube y baja frenéticamente mientras que me sorprende besando mi zona de placer, coloco mi mano sobre su cabeza y tomo su cabello con fuerza mientras ahogo los gemidos que me provoca su lengua.
Maldita sea.
Keegan continúa besando mi cuello de una manera exquisita y siento que mi cuerpo podría pertenecerles más a ellos que a mi. Cierro los ojos y me dejo llevar por completo, Khlaus está dándome el oral más rico de toda mi maldita vida. Siento como mi piel arde y todos mis sentidos están alterados.
Los necesitaba, joder, los deseaba.
Toda la mierda se borra de mi mente y mi única preocupación en este momento es que tan rápido me voy a venir.
Suelto un jadeo de placer y abro los ojos para girar mi rostro y encontrar la boca del pelinegro que lleva sus pupilas dilatadas, lo beso desesperadamente y su lengua se encuentra con la mía. El oxígeno se vuelve escaso y aún así me siento más viva que nunca.
Mis piernas flaquean y muerdo mi labio inferior conteniendo los malditos gemidos.
Trago grueso y cierro los ojos disfrutando completamente.
Al abrirlos nuevamente me encuentro con Khlaus frente a mi, relame sus labios y con mechones de su sexy cabello rubio sobre su frente sudada y una sonrisa provocativa me mira a los ojos.
Hago un paso al costado colocándome frente a ambos y siento que mi cuerpo podría derretirse en cualquier momento si me siguen mirando de esa manera. Sus respiraciones están alteradas y puedo reconocer sus miradas lascivas de inmediato.
Comienzo a quitarle la ropa a Keegan el cual se vuelve demasiado accesible como si fuera un muñeco que me pertenece, su torso queda desnudo y paso la yema de mis dedos lentamente por su pecho hasta sus abdominales sintiendo como su piel está ardiente tanto como la mía en este momento. Desabrochó su pantalón y no me tardo mucho en quitárselo, me deja a la vista la enorme erección y siento el cosquilleo en mi intimidad que me vuelve loca.
Muerdo mi labio con fuerza y le doy una mirada llena de deseo.
Me giro a Khlaus y hago lo mismo con él, hasta tenerlo a ambos en ropa interior justo en frente mío. El deseo y la lujuria crece demasiado, no puedo dejar de observar sus erecciones detrás de una tela que al parecer no está siendo muy resistente.
Miles de pensamientos sucios aparecen en mi mente en pocos segundos.
Trago grueso y me arrodillo ante ambos tomándolos por sorpresa.
—Joder...—expresa Keegan casi como un gemido incluso antes de que haga algo.
Sonrío provocativa y comienzo a bajarles el boxer pero no hago mucho esfuerzo ya que al parecer están deseosos y lo hacen por mí. De un segundo a otro me encuentro con dos miembros erectos y de un tamaño que logra enloquecerme, creo que en este momento acabo de recordar porque tenemos dos hijos.
Tomó cada uno en mi mano y siento como sus cuerpos se tensan por completo, mis suaves manos comienzan a masajearlos al mismo tiempo volviéndolos locos de placer. Rozo sus puntas con mi lengua de forma lenta y provocativa mientras escucho sus respiraciones fuera de control.
Sonrío y levanto mi cabeza para mirarlos, está perfecta imagen será un gran recuerdo mental sin dudas. Los petrov hundidos de placer y lujuria entregados completamente a mi.
Vuelvo mi vista a lo importante y comienzo a subir y bajar mis manos sobre sus troncos mientras que mi lengua se desliza por sus puntas. La dureza claramente se siente sobre mi mano y eso me enloquece, sin previo aviso comienzo a meter los dos miembros en mi boca al mismo tiempo, o bueno, lo que logra caber.
—Adeline...—expresa entre jadeos el pakhan.
Continúo y mi saliva comienza a deslizarse por sus penes, separo mi boca de ellos y relamo mis labios para luego ponerme de pie nuevamente.
No pasa un segundo que me arrasan como depredadores viniendose a mí logrando empujarme hasta la pared, nuestros cuerpos están hirviendo y mi deseo aumenta cada jodido segundo.
Me besan desesperados y los dejo que hagan lo que quieran con mi cuerpo, dándoles ese privilegio de entregarme completamente solo a ellos.
Mi piel se eriza y disfruto cada maldito segundo.
Khlaus toma el control y abre mis piernas levantando una de ellas para colocarla sobre su cintura.
—Los dos Khlaus—expreso casi sin fuerzas—. Los quiero a los dos.
Me hago entender de inmediato porque de un segundo a otro el que está contra la pared es el, listo para entrar dentro de mi. Keegan se nos une de inmediato y se coloca detrás de mí.
Trago saliva al sentir su roce.
Ambos se preparan y siento mi cuerpo se vuelve una gelatina, ni siquiera los tengo dentro y ya estoy jodidamente excitadisima.
—¿podrás con nosotros preciosa?—susurra Keegan en un tono egocéntrico y provocativo.
Sonrío.
—Ya pude, ¿o no?—replico.
Muerdo mi labio inferior con fuerza y los siento penetrarme lentamente al mismo tiempo, un gemido se escapa de mi boca y me encuentro con la mirada de Khlaus extasiada.
Maldita sea.
Es muy... intenso pero no se compara con nada ni nadie.
Las embestidas aumentan su ritmo y siento como mis pezones se endurecen cada vez más, cierro los ojos y me entrego totalmente al placer. Todos mis sentidos están alterados y los jadeos no desaparecen.
Envuelvo el cuello de Khlaus con mis brazos y nuestras miradas se encuentran mientras que mi boca se abre intentando ahogar los gemidos. Sus ojos celestes me invaden y me siento en el jodido paraíso.
Siento el calor de nuestros cuerpos aumentar cada vez más en conjunto, todos mis sentidos están alterados y siento como mis piernas se debilitan cada vez más.
—Joder—gimo.
Continúan cada vez más exquisito, rápido... trago grueso y siento como el orgasmo se hace cada vez más cercano.
Ambos comienzan a besarme el cuello mientras me penetran y disfruto cada jodido segundo.
Mi respiración está agitada y se vuelve cada vez más frenética, apoyo mi rostro en el hombro de Khlaus y un fuerte gemido se escapa de mi boca al mismo tiempo que ambos me llevan al clímax y exploto de placer.
Respiro hondo y trago grueso para luego recomponerme.
Khlaus baja mi pierna y me pongo de pie en cuanto salen de mi. Keegan da un paso hacia atrás y en cuanto me mantengo de pie los tengo frente a mí con sus respiraciones agitadas y las gotas de sudor en sus rostros.
Sonrío.
—Extrañé demasiado esto—expreso agitada.
El pelinegro no se aguanta y de un momento a otro lo tengo encima mío besándome nuevamente.
Sin dudas le correspondí.
Aún estoy demasiado excitada.
Lo guío hacia un banco que está en una esquina, lo obligo a sentarse y antes de hacer otra cosa lo vuelvo a besar mientras que esa mirada profunda de color azul como el cielo en las noches me observa deseosa.
Me subo a horcajadas de él y abro mi boca lentamente mientras lo adentrarse dentro de mí poco a poco, me toma con ambas manos de la cintura mientras que nuestro contacto visual es demasiado intenso. Comienzo a cabalgarlo y todo su cuerpo se tensa hundiéndonos en el placer, acaricio su cabello con mis dedos y mis caderas comienzan a moverse más rápido.
—Adeline...—expresa Keegan entre jadeos.
Levanto mi rostro sin dejar de moverme y veo a Khlaus a un lado. Me observa y bajo mi mirada a su miembro que aún sigue erecto, muerdo mi labio inferior y lo tomo con mi mano derecha mientras comienzo a masajearlo, sus pupilas se dilatan y lo observo tragar grueso.
Realmente no sé cuánto tiempo nos pasamos aquí dentro follando como malditos conejos pero sin dudas nos hemos sacado las ganas.
Ahora estamos aquí, acostados en el piso del granero completamente desnudos, mientras todo un mundo de gente nos espera allí afuera. En este momento este es el lugar más cómodo y reconfortante para mí, recostada en medio de los dos hombres que han cambiado mi vida para siempre.
Silencio. Solo hay silencio.
Keegan acaricia mi cabello mientras que Khlaus juega con mi mano.
Y algo tan simple se siente jodidamente bien.
¿En qué momento se volvieron mi lugar seguro?
—Quiero esto para siempre—susurra Keegan en un tono ronco.
Trago saliva mirando al techo.
—Ya lo es—habla Khlaus tajante—. ¿O no mi amor?
Siento una opresión en el pecho al oírlo.
Mi amor
Se siente tan raro escucharlo llamarme así pero al mismo tiempo me gusta, son emociones encontradas.
Respiro hondo y me siento en un agobio que ni siquiera yo sé manejar, sé a lo que se refieren y lo que me están pidiendo. Si lo quiero pero es que... hay tantas cosas que resolver ahora mismo,no lo sé.
—Deberíamos volver—habló e intento ponerme de pie pero Khlaus me tira hacia él.
Caigo arriba de su pecho y nuestras miradas se encuentran.
—Responde—pronuncia como si supiera lo que pasa por mi mente ahora mismo.
Trago saliva y pongo los ojos en blanco.
—¿Qué quieres que te responda?
Su rostro está serio.
Khlaus es como un maldito vidente, siempre descifra absolutamente todo.
—Dinos que será para siempre—pronuncia firme.
Giro mi rostro y veo la mirada expectante de Keegan, ambos me observan intensamente y lo único que puedo hacer es tragar saliva.
Por supuesto que es para siempre, lo ha sido desde el jodido momento en que entraron a mi vida, desde el segundo en que me di cuenta que era completamente suya y que sin importar los años, las guerras, las personas, sin importar nada más siempre serían ellos.
Y lo saben perfectamente.
Se los dije en Grecia y se los dice mi mirada cada vez que los miro a los ojos.
Pero acá la pregunta es otra y ninguno de los tres se anima a hablar claro, no quiero mentirles, no quiero prometerles algo que en dos días se volverá una decepción, no quiero decirles algo que no podré cumplir... porque quiero que sea real, quiero que esta vez todo entre nosotros sea real y sincero.
—Es para siempre, claro que lo es—pronuncio seria—. Pero...
Él no me deja hablar, como si supiera lo que iba a salir de mi boca me calla con un beso para luego ponernos de pie y comenzar a vestirse como si nada.
—Los niños seguramente nos están buscando—habla mientras se viste.
Keegan hace lo mismo pero en silencio y me quedo allí parada intentando asimilar lo difícil que será esto, los tres los sabemos y es por eso mismo que están fingiendo como método de negación.
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