Capítulo 13💀
ADELINE IVANOVA
Siento la desesperación de llegar a Milán y encontrar a mis hijos, es como si estuvieran sacrificando una parte de mi al ponerlos en riesgo. Mis bebés y yo somos uno solo y no puedo siquiera pensar en que les pongan un dedo encima.
Sé que Khlaus fue por ellos y no tengo dudas que hará lo que sea para mantenerlos a salvo pero no puedo quedarme tranquila, soy su mamá y debo estar ahí.
—Khlaus no responde—expresa Keegan.
Mi mandíbula se tensa y trago saliva sin decir una palabra, solo intento convencerme de que ya están los tres juntos y que Kataleya lo está torturando por dejarla sola.
Falta poco tiempo para llegar a la ciudad y aunque por dentro estoy desesperada, por alguna razón aquellas emociones de forma interna.
—¡Maldito hijo de puta!—espeta Keegan cerrando de un golpe la laptop.
Pongo mi atención en él y aunque quiero preguntar la razón de su reacción mi corazón me da un previo aviso.
—A ver—digo mientras tomo la laptop.
Abro la pantalla y trago grueso al ver la imagen de un madreado Elliot.
Es como una maldita cucaracha.
Presionó el botón y observo atentamente el video.
"La señora Adeline Ivanova o la autodenominada Reina me declaró la guerra, no solo a mi sino a todos los clanes que decidan estar a mi favor. Les recuerdo que esta misma mujer que acaba de iniciar una guerra entre mafias que no había hace décadas, es la misma que ha llegado hace unos pocos años a revolucionar todo y jodernos con sus estúpidos actos"
Mi cuerpo se tensa completamente al escucharlo, puedo ver en su mirada el odio que acumula.
"Le haré un favor al mundo y voy a jugar su propio juego, a partir de ahora le pongo un precio millonario a la persona que me traiga la cabeza de la Reina"
Yo le he declarado la guerra pero él acaba de iniciar algo muy grande y por más balas que mi cuerpo soporte siento mucho miedo por mis hijos, acaba de ponerme a todo un mundo criminal machista en contra.
Ninguno quiere ver a una mujer reinar.
Todos ellos odian mi presencia en la mafia desde el primer día que supieron de mi existencia, he cometido errores y más de uno desea hace años acabar conmigo. Son hombres inseguros, avariciosos y putos machistas en contra de una mujer que les hace temblar el culo.
—Realmente no entiendo porque todavía no le arranque la cabeza a ese maldito francés—espeta Keegan furioso.
Cierro la laptop y suspiro dejándola a un lado.
Siento el calor del tacto de Keegan tomar mi mano y mi cuerpo reacciona, trago saliva y giro mi rostro para mirarlo a los ojos compartiendo una mirada especial.
—Estaremos bien—pronuncia con seguridad.
El azul de sus ojos se encuentra con los míos y trago saliva nuevamente cuando su expresión me transmite tranquilidad y seguridad pero al mismo tiempo hay algo dentro de mi que me dice que no será fácil.
—Le dije justamente eso a mi padre antes de que lo asesinaran frente a mi—susurro en un tono roto.
La mandíbula de Keegan se tensa.
He cortado el momento tierno, lo sé. Pero no pude evitar decirlo, las imágenes no dejan de repetirse en mi mente.
Su mano izquierda se coloca en mi mejilla dándome una leve caricia mientras me observa profundamente a los ojos, Keegan es como mi otra mitad y ni siquiera hace falta que le diga en palabras lo que siento porque él lo sabe perfectamente con tan solo mirarme.
Su expresión es de rabia junto con tristeza y lo observo intentando descifrarlo pero no puedo. Simplemente reconozco la empatía que brota de él en este momento, haciendo mi dolor suyo y poniéndose en mi piel.
Vuelve a acariciarme con la yema de sus dedos y cierro los ojos por unos segundos.
—Perdón por no haber evitado que te hagan tanto daño, preciosa—pronuncia en un tono bajo y dulce.
Su tono, sus palabras, su mirada... todo eso se vuelve una mezcla que logra hacer que las lagrimas caigan por mi mejillas sin previo aviso.
En verdad le duele verme así.
—No tienes que pedirme perdón—susurro mientras trago saliva y seco mis lagrimas.
Él se incorpora y mira al frente, noto su cuerpo tenso y su mirada perdida. Es como si estuviera reclamándose a sí mismo todo esto, todo lo que me han hecho y lo que está sucediendo.
Me arrimo a él y abre su brazo de inmediato dándome paso a pegar mi cuerpo en su pecho. Me abraza y me acurruco en él disfrutando de la sensación que eso me provoca. Siempre he podido convivir sin cariño, afecto y demostraciones físicas pero ahora es diferente, simplemente necesito del calor humano dr las personas que amo para recordarme que estoy a salvo.
Han sido meses escandalosos desde que mi vida volvió a la realidad al llegar a Rusia y realmente necesitaba esto. Abrazar a Keegan, sentir su calor, volver a tener un poco de lo que siempre tuvimos.
Grecia me hizo probar un sabor diferente que se volvió adictivo en tan solo segundos.
Lo que vivimos en Grecia me hizo desear una familia.
Mi propia familia.
Joder, ni siquiera me creo que lo esté diciendo.
La Adeline del pasado estaría diciéndome lo débil e idiota que sueno por desear algo tan típico y empalagoso.
De todas formas, ya lo somos.
Ellos son mi familia.
—No te sientas culpable—hablo sin moverme—. Soy una loca caótica, no te lo pongo fácil el mantenerme a salvo pero siempre serás mi príncipe azul.
Puedo apostar que Keegan está sonriendo en este momento, esa sonrisa llena de ego y carisma.
—¿Tu príncipe azul es muy guapo y sexy cierto?—inquiere juegue ton y sonrío.
Keegan siendo Keegan.
Y no hay nada que me de más tranquilidad que eso.
—Mmm quizás no está tan sexy, debería verlo sin camisa.
Suelta una risa tan sincera que me eriza la piel oírlo.
KHLAUS PETROV
Salgo de la maldita tienda y todo mi cuerpo se tensa, miro hacia todos lados intentando encontrar algún rastro de ellos pero no lo hay. Me acerco a la camioneta y me abren la puerta trasera para que entre pero por alguna razón siento que irme solo empeoraría las cosas.
Tienen que estar aquí.
Retrocedo y comienzo a caminar hacia la esquina, hay poca gente en las calles pero siento varias miradas sobre mi, llego a la esquina y me freno en seco observando detenidamente a mi alrededor el panorama de las otras esquinas.
No creo en las mierdas del futuro y esas cosas pero hay una maldita sensación dentro de mi que me dice que están muy cerca mío. Es como si mi cuerpo me obligara a no irme porque en cualquier momento podrían aparecer.
Camino una calle más, observando cada vidriera de las tiendas para ver que no estén dentro, trago grueso y dejo que mi instinto me guíe.
—¡Papiii!—grita una delicada y dulce voz.
Me detengo en seco y trago grueso antes de voltearme e intentar controlar la reacción de mi cuerpo a ese grito.
Giro y veo una melena dorada y unos ojos azules intensos correr hacia mi a toda velocidad, me pongo de cuclillas y abro mis brazos esperándola con una sonrisa que ni siquiera yo puedo controlar.
Mi princesa diabólica corre hacia mi y es todo lo que veo.
La envuelvo en mis brazos y cierro los ojos sintiendo su aroma a bebé que me devuelve los sentidos. Abro los ojos y antes de que pueda preguntar por él, aparece Khalid corriendo hacia mi, extrañamente Kataleya se hace a un lado dándole el espacio a su hermano y dejando que mis brazos también lo envuelvan a él.
Me siento completo con ellos y puedo sentir un alivio que recorre todo mi cuerpo, los abrazo y desearía no tener que soltarlos más.
Luego de unos largos segundos me pongo de pie y me encuentro con los ojos de Kaia, su cabello platinado está algo desprolijo y su mirada se ve diferente. Hay algo en ella diferente.
—Me alegra mucho que estén a salvo—pronuncio mirándola a los ojos.
Nunca he sido un hermano pegajoso o más bien nunca he sido de demostrar cariño a nadie, ni siquiera a Kaia que es mi hermana pequeña. Mi padre siempre me ha hecho mantener mi imagen como hombre de la familia y es lo que he sido para mis hermanos.
Kaia sonríe con cierta calidez y me da tranquilidad saber que ya me conoce y sabe que he dicho mucho más con esas simples palabras.
Mis hermanos siempre han sido mi responsabilidad y lo más importante, me faltaría una parte de mi si algo les pasara. Soy yo quien tiene que proteger de ellos y me siento un inútil cada que no puedo cumplirlo.
Mi cuerpo se relaja totalmente al tenerlos aquí conmigo.
—Papi, te extrañe mucho—expresa Khalid con una mirada profunda.
A Khalid no le gusta el drama cómo a su hermana, él tiene su personalidad muy definida aún siendo tan pequeño y cuando expresa algo es porque realmente lo siente.
Acaricio su mejilla corriendo algunos rizos que caen por su frente y sonrío.
—Yo también te extrañe mucho—hablo seguro y me da una sonrisa—. A ambos los extrañé mucho—agrego dándole una mirada a Kata.
Ella parece algo celosa pero de todas maneras no se resiste y habla.
—Yo también—responde a la defensiva.
Sonrío y no puedo creer que estás pequeñas cosas sean parte de mi vida, realmente no puedo creer que sean tan mágicos al punto de cambiar todo con sus presencias. En verdad me habría encantado no haberme perdido ni un solo día de vida desde que nacieron.
Me incorporo y caminamos los cuatro hacia la camioneta que nos espera, los mellizos caminan cada uno de mis manos y Kaia nos sigue a un costado.
Adeline Ivanova me hizo padre y es algo que jamás creí que sería el mejor regalo de mi vida.
Una vez dentro del auto y con sus respectivos cinturones de seguridad, me relajo y busco la mirada de Kaia que está a mi lado. No ha hablado mucho. Los últimos años Kaia ha cambiado bastante y a veces quisiera indagar más de ella y lo que sucede en su mente pero no quiero atosigarla y romper su privacidad, demasiado tiene con cargar con todo lo que nuestra familia implica. No quiero volverme mi padre.
Kaia merece toda la libertad que tiene y hacer de su vida lo que se le plazca, vivirla cómo quiera, aceptando su apellido o no. Mientras sea feliz, estaré bien con eso.
Solo nos tiene a Keegan y a mi y no quiero que sienta que ni siquiera eso tiene.
—Llegué por ellos y luego de haber caminado algunas calles Kata no dejó de insistir en que tú irías al lugar de juegos—habla en un tono seguro—. Entonces decidí volver y ella te vio de inmediato.
Explica tranquila y la escucho atentamente hasta que mis ojos visualizan una parte de la pistola que lleva en su cintura. No me inmuto pero ella se da cuenta y coloca su mano allí para luego desviar su mirada.
—Gracias por mantener a mis hijos a salvo—le digo en un tono tranquilo.
No me mira.
—Son mis sobrinos, obvio que iba a hacerlo.
Su respuesta no es la más afectiva y me parece bien, ninguno de los dos somos de estar en esto de los hermanos sensibles y demostrativos.
Simplemente sabemos ser así.
Trago saliva y apoyo mi cabeza hacia atrás cerrando los ojos por unos segundos intentando buscar un poco de tranquilidad que por el momento es escasa, saco mi celular y marco el número de Keegan.
—Khlaus dime que están contigo—pronuncia de inmediato la voz de Adeline desde el otro lado.
Aclaró mi garganta y coloco el celular en mi oreja mientras observo a la ventanilla.
—Sí, estamos en el auto, están aquí—respondo dándole la tranquilidad que necesita.
Su tono de voz me muestra lo intranquila y afectada que está.
—Joder, me ha vuelto el alma al cuerpo—pronuncia acelerada—. ¿Kaia está bien?—inquiere preocupada.
—Si, está aquí también. ¿Tú cómo estás?
Soy un idiota enamorado y se que no es el mejor momento pero me da un poquito de rabia el sentirla distante y no ser su mayor preocupación.
—Estoy bien, estamos en Italia—habla—. Pásame con los niños porfa.
Trago grueso y estiro mi mano para darle el celular a Khalid y Kataleya que lo toman de inmediato.
—¿Estás celoso de tus propios hijos?—inquiere Kaia en un tono divertido.
Olvidé que la tengo pegada a mi lado.
Le doy una mirada seria y me incorporo fingiendo una actitud madura y segura.
—No digas estupideces—pronuncio en un tono ronco.
Ella ríe y la ignoro por completo.
Los niños se pasan todo el camino felices hablando por llamada con ella y Keegan, se les nota muchísimo lo que la extrañaban y lo mucho que necesitan verla. Adeline corta llamada y me devuelven el celular, nos encontraremos en unos minutos. Keegan sabe la ubicación para ir a nuestra propiedad en Milán, así que cada uno irá directo allí.
Necesito tenerla cerca, verla, escucharla, sentirla...
Que todos estemos juntos.
Después me ocuparé del bastardo de Elliot.
Ahora solo necesito a mi Reina a mi lado.
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