Interludio 2 - Donde el albino terminó
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En toda su vida Lincoln Loud nunca había esperado huir de casa por que sus padres y hermanas lo maltrataban. Es más, nunca espero si quiera que las personas que mas amaba en el mundo lo terminarán tratando cómo una peste, una alimaña, un ser de lo más despreciable que solo merece el peor trato.
Tuvo que soportar ese abuso por unos meses hasta que decidió que lo mejor era irse de casa. En fin, nadie lo necesitaba allí y su ausencia no haría más que hacer felices a su... ¿Familia? ¿Eso era una familia?
—Ya no se ni que pensar... —Susurró Lincoln.
El albino se encontraba en una sala de espera, debía esperar a que Miriam hablará con su amiga doctora o científica o lo que sea que haya dicho que era para que lo atendieran.
—No puedo creer que aceptará hacer esto... —Se encogió más en su asiento y puso sus manos sobre sus partes. —¿Habrá sido buena idea aceptar? —Se preguntó por onceava vez.
No sabía si la extraña propuesta de su "Salvadora" fue no se... Algo que una persona cuerda le propondría a alguien. Pero de algo si estaba seguro.
—Ella debe haber sufrido igual o peor que yo —no cabía duda que él sentía un poco de lastima por el pasado que ella tuvo que pasar, sea cuál sea.
Volteó su vista a la puerta del consultorio de la doctora, allí se encontraba Miriam con la doctora. Llevaba allí como diez minutos y saldría en cualquier momento.
Solo le quedaba esperar y esperar hasta que ella saliera, dijera que podía pasar y todo acabaría o ¿Empezaría?
—¿Por que acepté hacer esto? —Levantó la vista al cielo esperando una respuesta.
Pero nada, aun así no sabia por que aceptó esa extraña propuesta de la castaña. Tal vez para ser alguien en la vida o quién sabe.
Lincoln había sido llevado a un lujoso edificio en dónde se le trato muy bien, se le dio comida, ropa y un lugar en donde podía dormir.
Miriam esa mujer de extraño comportamiento lo trataba como un rey y solo con chasquear sus dedos hacía que sus sirvientes lo atendieran de una forma amable y muy servicial.
—Disculpe, esto puedo hacerlo solo jeje —detuvo a una sirvienta al ver que esta lo seguía al baño en donde el albino iba a darse una refrescante ducha de agua caliente.
La mujer solo le hizo una reverencia y procedió a retirarse.
Pasó una semana en donde gracias a los tratos que recibió, se sintió vivo nuevamente, cómo nuevo, como una mejor persona, aunque.
—Un segundo, ¿Querer tener tiempo para mí, me hace mala persona? —Se preguntó recordando los tratos que le dieron sus hermanas y padres.
Se tiró de espaldas contra la suave cama matrimonial que tenía en su habitación, fue entonces que se dio por vencido, los recuerdos dolorosos nunca lo abandonarían, podía dejar a su familia atrás pero no su pasado.
¿O tal vez si?
(¡Slap!)
La puerta se abrió de golpe y una feliz mujer castaña entró a la habitación.
—¡Holaaaaaa Linkyyy! —Saludó Miriam. —¿Cómo está mi chica favorita? —Preguntó con emoción.
Lincoln iba a responder de forma amable pero...
—Por última vez señorita Miriam, soy chico —la corrigió él con los nervios de punta.
La mujer soltó una leve carcajada que incómodo un poco al muchacho, procedió a quitarse su abrigo y sus lentes quedando únicamente usando una camiseta sin mangas color negro esta era tan pequeña que dejaba su vientre al descubierto, dejó sus cosas por allí y se acercó a Lincoln. Se sentó en la cama y le hizo señas de que se sentará a su lado.
El albino así lo hizo.
—Ya se que eres niño, niño —le informo ella.
—¿Entonces por que...
—De eso vengo a hablar contigo —lo cortó ella. Lincoln puso total atención. —Lincoln Loud... —Lo llamó ella con semblante serio, observándolo fijamente a los ojos. Lincoln asintió. —¿Te gustaría ser alguien en la vida? —Preguntó con seriedad sujetándolo de los hombros.
—E-eh...
—¿Te gustaría olvidar las cosas malas que tus hermanas y padre te hicieron? —Lincoln abrió los ojos como platos. —¿Te gustaría ser alguien nuevo? ¿Te gustaría hacer lo que quisieras sin tener que pedirle permiso a alguien? ¿Te gustaría tener todo a tu disposición con solo chasquear tus dedos?
Con cada pregunta el ritmo cardíaco del chico se aceleraba, ¿Acaso Miriam quería adoptarlo? ¿Sería bueno o malo?
¡Claro que sería bueno, sería lo mejor que le pudo haber pasado desde el asunto de la mala suerte y debería ser un idiota para no aceptar!
—¡Acepto todo lo que usted señorita Miriam me ofrezca! —Gritó eufórico interrumpiendo a la mujer.
Esta ignoró esos modales y simplemente junto sus manos muy complacida.
—¡Perfecto! —Exclamó ella feliz. Lo abrazó del cuello con uno de sus brazos y mientras miraban al frente, ella dijo. —Entonces esta decidido. Lincoln Loud después de que la doctora te haga la cirugía y te conviertas en mujer, ¡Serás mi protegida y heredera de todo lo que tengo! —No aguantó más y abrazo al chico con todas sus fuerzas.
Por su parte Lincoln estaba, ¿Cómo decirlo?
Ah si, en shock.
—¿... Qué? —Fue todo lo que pudo decir después de oír semejante cosa. —¿¡QUEEEEEE!? —Pego un grito horrorizado asustando a la mujer y haciendo que esta se separará de él.
—¿Qué pasa Linc? —Preguntó preocupada.
Lincoln empezó a caminar en la habitación, empezó a marear a Miriam al poco rato.
—Ya detente, me da náuseas tan solo verte dar tantas vueltas —Miriam puso una mirada cansada al ver que este se quejaba en voz baja como si estuviera lamentando algo.
Fue entonces que el chico se le acercó y la observó con una sonrisa algo perturbadora.
—¿Es broma no? —Preguntó él.
Miriam abrazó la almohada del chico y le habló.
—¿Lo de convertirte en chica para que seas mi heredera? —Preguntó ella y sin esperar respuesta. —No, es muy cierto y como ya aceptaste entonces...
—¡AAAAAAH! —El grito de Lincoln la hizo callar.
—Oyeeee —se quejó ella tapándose los oídos con sus manos. —Qué ruidoso eres. —Lo reprendió por la educación tan mala que tenía.
—P-pero, ¿Cómo? —Preguntó él, tenía lágrimas en su ojos.
La mujer rodó los ojos y decidió tranquilizarlo o sino, iban estar así toda la noche.
—Cómo te dije, necesito que te vuelvas mujer para que seas mi heredera, por que por desgracia para ti, la fundadora de la familia no acepta chicos como herederos así que... —Se levantó y se acercó a Lincoln, se puso de pie frente a él y lo tomó de los hombros. —¿Aceptas o no? —Preguntó seria.
Lincoln obviamente iba a decir que no, pero Miriam lo veía venir y saco un as bajo su manga.
—En caso de que no aceptes, puedes volver con tus padres y hermanas —le dijo ella sin darle mucha importancia al asunto.
Fue entonces que la mente de Lincoln se quedó en blanco, poco a poco se puso a hacer memoria y empezaba a recordar cómo sus hermanas por ser mujeres obtenían todo lo que querían, mientras que él por ser hombrecito debía aguantarse solo por que los hombres no lloran, tal y como lo decía su padre mientras usaba su delantal rosa y esperaba a que su programa favorito "El barco de los sueños" iniciará.
Lincoln bajó la mirada, a veces el quería tener cosas solo para él. A veces solo quería tener tiempo para él, a veces solo quería ser el centro de atención, solo él, solo él, solo él...
—Esta bien... —Susurró.
La castaña escucho bien y esbozó una enorme sonrisa pero para estar segura y molestarlo decidió preguntar.
—¿Qué dijiste? No te escuche —ella se agachó un poco y puso su mano cerca de su oído para escuchar mejor.
—¡Qué aceptó! —Respondió levantando la voz con algo de enojo para después cruzarse de brazos y darle a espalda a Miriam.
Esta soltó una sonora carcajada al verlo molesto, debía admitirlo, se veía muy adorable.
Un rato después, Miriam había mandado a traer a alguien. Según ella para ayudarlo a sentirse cómodo.
Lo único que le pregunto fue...
—¿Y lo has usado alguna vez? —Preguntó Miriam señalando las partes del chico.
El albino se puso más rojo que un tomate al escuchar semejante cosa.
—¿¡Qu-Qué!? —Preguntó muy nervioso.
Miriam se exaspero mucho por la actitud tan débil del chico.
—Tomaré eso cómo un NO —dijo ella. Sacó su celular y marcó un número. Se puso a hablar con alguien del otro lado de la línea a los pocos segundos. —Si hola, ¿Puedes decirle a Mariana que venga?... —Preguntó Miriam. —Si, gracias. —Colgó y se dirigió a Lincoln. —Solo debemos esperar.
—¿A quién? —Preguntó con una ceja levantada.
—Ya lo veras jeje... —Le aseguró Miriam.
Lincoln trago saliva al ver la sonrisa diabólica de la mujer.
Un rato después.
La puerta de la habitación se abrió lentamente y una chica de tal vez catorce años, de largo cabello negro, tez blanca, vestida con un gran abrigo entró a la habitación sin pedir permiso.
Lincoln la observó mejor, parecía tener la misma altura que su hermana Luan.
—Ah, hola buenas noches señora Miriam —Saludó la chica, al hablar su acento era español.
Miriam se le acercó y le dio un abrazo a la chica.
—Qué bueno que llegas Mariana —dijo Miriam. —¿Cómo está el clima allá afuera?
—Puff, muy frío para mi gusto —se quejo la española.
Mientras esas dos hablaban, Lincoln simplemente se mantenía callado, no quería interrumpir su platica. Debía esperar hasta que Miriam lo presentará.
—¿Él es el chico de la mala suerte del que me hablaste? —Preguntó Mariana fijando su atención en Lincoln.
Este obviamente desvío la mirada un poco triste, solo faltaba que alguien más lo considerará una plaga.
—Jajaja si, ¿Qué estupidez no? —Habló Miriam con tono divertido.
La española también rió.
—Jajaja si, en mi vida había escuchado de gente tan ignorante y poco civilizada —mencionó la chica acercándose a Lincoln.
Este se puso nervioso, viéndola de cerca se veía muy bella y eso lo ponía muy nervioso.
—Lincoln —lo llamó Miriam. —Te quiero presentar a Mariana, es española así que... —Soltó una leve risa. —Di hola, Siri jajaja. —Bromeó.
Mariana puso la mirada cansada y le tendió la mano a Lincoln para estrecharla. Lincoln la estrecho con mucho nerviosismo.
—¿Y que edad tienes? —Preguntó ella examinándolo con la vista.
Lincoln trago antes de responder.
—Once, casi doce... Jeje —sonrió de forma nerviosa.
La chica volteó a ver a Miriam con una ceja levantada, está simplemente se encogió de hombros mostrando una sonrisa nerviosa también.
—(Suspiro) —Soltó ella. —Bueno, no acostumbro a trabajar con muy jóvenes pero ya que. —Dicho esto se quitó el abrigo dejando al descubierto la ropa que usaba.
Lincoln abrió la boca lo más que pudo al ver la minifalda azul que la chica usaba, además de la pequeña blusa negra sin mangas que ella traía puesta, su ropa era tan reveladora que dejaba gran parte de sus largas piernas al descubierto y también gran parte de su vientre.
—Los dejare solos jeje —Miriam se retiró de allí lo más rápido que pudo.
En ese momento Lincoln Marie Loud sintió el verdadero terror.
—¡No, espera no se...
(¡Slap!)
—Vaya —Lincoln no pudo decir nada, pues Miriam ya se había ido.
—Oyeeee Lincoln —lo llamó la chica.
Lentamente se dio la vuelta y la encontró acostada en su cama, mirándolo de forma seductora.
—Se que no debo presionarte, pero no me gusta esperar —mencionó ella con un extraño tono coqueto.
No sabía cómo rayos había llegado hasta aquí, y mucho menos como iba a salir de esta, aunque ya no se podía.
—Muy bien Lincoln, en el momento en el que introduzca tu miembro en mi intimidad dejarás de ser virgen, ¿Entendiste? —Habló ella para estar segura.
Mariana se encontraba desnuda sobre Lincoln, el cuál estaba también desnudo. Ya estaba en posición para comenzar a tener relaciones, solo faltaba introducir el miembro del tímido chico en su interior.
El albino asintió mientras cubría su rostro con sus manos para ocultar su vergüenza, en verdad no sabia como llegó a esto.
La chica tomó eso como una luz verde y empezó a descender poco a poco hasta que su intimidad chocó con la del chico y poco a poco empezó a introducirla hasta el fondo.
Un rato más tarde
—¿Estas bien? —Preguntó Mariana al cansado chico que estaba acostado a su lado.
Lincoln la volteó a ver con dificultad, no sabia que tener sexo era tan agotador y tan sofocante.
Le asintió a la chica con una débil sonrisa para hacerle saber que estaba bien.
—¡Genial! —Exclamó ella con una sonrisa. —Son mil ochocientos dólares, más la propina. —Extendió su mano hacia Lincoln esperando recibir su pago.
Lincoln simplemente abrió la boca lo más que pudo, fue entonces que se dio cuenta de que Miriam le pidió una prostituta por teléfono.
Este simplemente se cubrió el rostro con la sábana muy lentamente evitando ver a la chica a la cara.
(¡Slap!)
—Listo Lincoln —Miriam salió de la habitación para llamar al chico sacándolo de su trance. —Es tu turno.
Lincoln no muy seguro de lo que estaba a punto de hacer, se levantó de su asiento y siguió a la mujer hasta el interior del consultorio.
Este era como cualquier otro consultorio médico. Con extraños aparatos corto punzantes sobre las mesas. Con equipo médico de última generación usado para curar personas y muchas otras cosas más, incluso una extraña doctora con atuendo de cirujana de color blanco muy manchado de sangre, viéndolo fijamente con esos ojos tan penetrantes e intimidantes cómo si fuera una asesina en serie lista para...
Lincoln tembló al darse cuenta de que era observado por una mujer de cabello negro con atuendos blancos con la cara cubierta solamente dejando sus ojos amarillos descubiertos, los cuáles observaban al tembloroso albino que tenía enfrente.
—Hola Lincoln —saludó la mujer con una voz tan seductora que le quitaba lo terrorífico al asunto... O lo empeoraba.
—Hola... —Saludó él con voz temblorosa.
La mujer le señaló un asiento vacío invitándole a sentarse.
Lincoln obedeció y tomó asiento.
—Yo iré por unos tragos, tú encárgate del resto, Cinder —dijo Miriam al momento de salir de la clínica.
La doctora no le presto atención y simplemente se acercó a Lincoln para examinarlo.
Después de un arduo chequeo para ver si estaba bien de salud, se dirigió a él.
—Quitate toda la ropa —pidió ella.
Lincoln desvío la vista y empezó a quitarse la ropa hasta quedarse en ropa interior.
—Toda, Lincoln —señaló ella su ropa interior.
Este se sonrojo de inmediato. Pero ya no podía dar marcha atrás. Con lentitud se quitó su ropa interior blanca, en casa siempre le gusto andar en ropa interior, pero no desnudo. Tenía su dignidad.
—Muy bien, hora de deshacernos de ese miembro, Lincoln.
Lincoln trago saliva al ver la enorme jeringa con anestesia que ella traía en sus manos, además de que sacó un bisturí de un cajón con el que se suponía le cortaría sus partes íntimas.
—Rayos...
Fue lo último que Lincoln dijo antes de que todo comenzará.
–"Recuerda Lincoln, perder tus partes solo te hará más fuerte... Además de que será el primer paso para convertirte en alguien poderosa" —No, lo último que hizo fue recordar lo que Miriam le dijo hace unos días.
Más tarde.
Lincoln estaba en una cama observando el techo. Después de una cirugía de casi diez horas, estaba débil, somnoliento por la gran cantidad de morfina que usaron en él y sobre todo, muy frágil.
Levantó la sábana para ver su entrepierna, en donde ahora había un profundo agujero que estaba conectado a su vejiga para que pudiera orinar por allí y hacer otra cosa más, pero eso Miriam le dijo que lo descubrirá algún día, cuándo tuviera novio y este quisiera llegar más lejos en la relación.
Obviamente eso lo aterro y mucho.
—¡Buenos días Lincoln! —Saludó Miriam al entrar a la habitación.
El albino rápidamente dejó de verse sus partes y la intentó saludar pero algo pasaba... No tenía voz.
—Ops, lo siento Linc, mientras dormías le pedí a Cinder que te hiciera una cirugía en la garganta para regular tu voz para hacerla sonar cómo una chica —le informó ella.
Lincoln se llevó las manos a la garganta y se asustó un poco.
—Nah, descuida —lo tranquilizó ella. —Dijo que no te hizo mucho, que de todas maneras tu voz ya era muy chillona y eso jeje. —Se burló ella.
Lincoln se puso serio, le hubiera dicho algo pero no podía, en ves de eso.
(¡Slap!)
Le dio un almohadazo en la cara.
—Ya, no te enojes —lo calmó ella.
Los días pasaron y luego semanas en dónde Lincoln tuvo que someterse a muchas pruebas rigurosas.
—Que difícil es peinar el cabello cuando es largo... ¡Agh! —Se quejaba él mientras se peinaba frente al espejo.
Tuvo que dejar que le aplicarán algo para que su cabello creciera más largo y luego echarse algo más para que creciera más rápido, pero lo malo es que le incomodaba mucho andarlo así de largo.
Poco a poco empezaba a dejar su pasado atrás.
—Ahora te llamarás Linka Andreu —le dijo Miriam entregándole su nuevo certificado de nacimiento.
—¿¡Qué!? —Gritó la albina con horror al ver que ya no estaba certificada como una Loud.
Sin duda alguna, un enorme cambio para el cuál no estaba lista aun.
—Descuida pequeña —Miriam la abrazó por la espalda. —Conozco un par de profesionales que te ayudarán a acostumbrarte a tu nuevo nombre.
—¿Quiénes son? —Preguntó ella con tristeza.
—Ya lo veras —le aseguró ella.
—Muy bien, cuando yo diga "Hola señorita Linka", usted debe decir "Hola" —le dijo uno de los guardaespaldas de la mujer, esos que conoció esa noche cuándo se encontró con Miriam la primera vez.
—Esta bien, de acuerdo —contestó ella ya decidida.
Ambos se asintieron entre sí y el que habló, se preparo para la prueba.
—Hola señorita Linka —saludó él. Pero Linka volteó a un lado y a otro cómo si buscará a alguien más. —Hola señorita Linka. —Intentó nuevamente el sujeto.
Linka se acercó al que estaba a su lado y le susurró.
—¿A quien le habla este loco? —Le preguntó.
—¡AAAAAAH! —Ambos soltaron un gran suspiro de cansancio, esto les tomaría demasiado.
Los días pasaron y poco a poco se iba enterando de los secretos que escondía Miriam.
—¿¡Eres la líder de una organización criminal!? —Gritó exaltada la albina.
—Si, eso dije —aclaró Miriam con cansancio, a veces le cansaba la actitud llorona y quejosa de la chica.
Linka parecía que iba a ahogarse con su propia respiración, si hubiera sabido esto desde un principio, seguramente se hubiera negado a venir con ella.
¿O no?
—¡Relájate! —Ordenó la mujer ya molesta. —Ahora ven, debes aprender cuál será tu trabajo en el burdel de prostitución que tenemos, no harás mucho pero... Será un buen comienzo jeje.
Linka no tuvo de otra que hacer lo que la castaña le ordenaba, ya no podía dar marcha atrás.
—"En casa deben estar pasándola de lo lindo" —Pensó con molestia mientras escuchaba a la mujer que la sacó de las calles.
El día que Miriam tanto espero, por fin llegó. Ese día en donde al fin tendría a alguien a quien podría llamar hija.
Caminaba de un lado a otro en la habitación mientras esperaba a que la chica que moldeo a su imagen, entrará por esa puerta.
—¿Dónde estará? —Se preguntó ella. Ya habían pasado como dos horas desde que ella se fue de compras, dos meses desde que se sometió a la cirugía y seis meses desde que la rescató de la calle.
Pero hoy todo cambiaría.
—¡Ya llegué! —Se anunció Linka al momento de entrar por la puerta de entrada.
Miriam se emocionó al verla, la albina estaba vestida con una blusa naranja, una falda azul, zapatos rojos con medias blancas y además de que su hermoso cabello largo se veía muy bien cuidado con un broche naranja en su cabello además usaba unos lentes igual a ella y tenía una radiante sonrisa en su rostro.
La castaña se llevó las manos a la boca por la impresión, estaba impactada al ver que su plan resultó a la perfección.
—¡Linka! —Corrió a abrazarla.
La albina la recibió con cariño. Después de todo, no se sentía tan malo ser una chica, aunque aún se confundía mucho cuando iba al baño, esperando encontrar a su amiguito en sus pantalones o con eso de que los cromosomas "X" y "Y" no cambian por nada del mundo y por eso seguirás siendo lo que eres desde que naces hasta que mueres, pero ignorando todo eso, se sentía bien.
—Jeje esa soy yo, no gastes mi nombre —bromeó ella.
Miriam rió también por lo dicho, al separarse de su hija adoptada le fue a mostrar en donde comenzaría a trabajar para así comenzar a aprender sobre el negocio.
Una semana después.
Linka se encontraba atrás de un mostrador en lo que parecía ser un edificio con tonos rojizos, al igual que muchos muebles muy lujosos de también tono rojo y todo muy bien cuidado.
La albina sonreía y mantenía su vista al frente apoyada sobre el mostrador mientras esperaba a que algún cliente llegará o que alguna de las trabajadoras apareciera.
—Buenos días Linka —saludó Mariana al entrar por la puerta. —Te vez mejor de chica jeje. —Se acercó a darle un beso en la mejilla a la jefa encargada del lugar.
—Jeje hola Mariana y tú te vez super —la alagó también para después saludarla con un beso en la mejilla.
Y así después de conversar por unos minutos, Mariana se retiró del lugar dejando sola nuevamente a la chica que antes solía ser un chico, pero que ya no lo era y que ahora tenía una nueva vida.
¿Qué dirán sus verdaderos familiares al darse cuenta?
—Que aburrido... —Linka soltó un bostezo por tanto esperar a que alguien viniera.
Si, debería esperar allí hasta que algún cliente apareciera, eso fue lo que Miriam ordenó.
—Rayos, no puedo creer que se me acabará la gasolina —se quejó Carol mientras caminaba de vuelta a su auto con un bote que contenía un galón de gasolina en su mano.
Tuvo que dejar su auto a mitad del desierto y caminar un largo camino para buscar una gasolinera, comprar combustible y regresar a su auto.
Al llegar vertió la gasolina en el tanque y se dispuso a irse de allí, pero al darse la vuelta su susto fue enorme al ver a la mismísima Leni Loud de pie frente a ella. La rubia de los Loud estaba toda sucia, no traía sus lentes, había perdido un zapato y miraba con odio a la chica que se atrevió a dejarla casi inconsciente en medio del desierto.
—L-Leni... H-hol...
—¡Eres una perra malnacida! —Gritó Leni al momento de abalanzarse sobre la otra rubia para darle su merecido.
—¡AAAAAAH! —Gritó Carol al momento en que ambas rodaban por una pequeña colina de arena en medio del desierto.
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