Capítulo 8: Transformación (✔️)


— ¿Cómo que no puedes? —preguntó con un semblante bastante sombrío, sus ojos perforando los míos.

Permanecí paralizada, primero por sentir su intensa mirada fijamente sobre mí y luego por la escasa distancia que tomó, invadiendo mi espacio personal. Mi corazón parecía latir tan fuerte que creí que podría salir por mi garganta en cualquier momento.

Entonces, lo solté, una mentira que escapó de mis labios sin pensar, pero era todo lo que tenía en ese momento:

—Yo... no puedo... porque estoy enamorada —mentí, tratando de mantener la compostura— y soy fiel a mis sentimientos.

Inmediatamente me mordí la lengua, sintiéndome como una completa idiota. ¿Cómo podía ser tan tonta? ¿Qué me hacía pensar que un capitán desertaría de sus órdenes solo porque una soldado estaba enamorada? Suponiendo incluso que le importaran los sentimientos de una subordinada, estaba claro que eso no sería su prioridad en ese momento.

—Oh... te felicito —respondió con la misma expresión inexpresiva—, pero eso no es una razón para que te saltes la guardia nocturna.

De repente, todo cobró sentido y una expresión de comprensión se apoderó de mí.

— ¿Guardia nocturna? —pregunté, finalmente entendiendo lo que estaba sucediendo.

Mi corazón dejó de latir tan rápido y la sangre volvió a mis extremidades. Sentí como mi cara se convirtió en el de un burro.

—Hoy tienes turno de noche en la guardia, ¿o crees que solo porque tuviste una pequeña fiesta te vas a librar de tus responsabilidades? —el capitán me recordó con un tono de voz firme.

En ese momento, caí en la cuenta de mi error. Me rasqué descuidadamente la cabeza y mi rostro se llenó de vergüenza.

—Oh... eso —murmuré, sintiéndome completamente estúpida. Había malinterpretado por completo la situación. Había asumido lo peor cuando, en realidad, el capitán Levi simplemente me estaba recordando mi deber en la guardia nocturna.

Solté una risa nerviosa, sintiéndome la reina de las bobas. No era de las mujeres tímidas o inexpertas en asuntos amorosos-pasionales, porque había tenido novios anteriormente, pero este era un caso diferente porque se trataba de un superior ¿no?

—Claro, se me había olvidado por completo —dije, tratando de disimular mi vergüenza—. Disculpe, subiré enseguida.

Pero lo que me confundía era que, a pesar de haber aclarado el malentendido, el capitán Levi seguía manteniendo la misma expresión y la misma distancia de mi. No se había alejado ni un centímetro. El silencio llenaba el lugar, y podía sentir su respiración en mi rostro. La tensión en el ambiente era palpable, y no sabía cómo manejar la situación.

Ejem...¿Acaso necesitaba algo más?

—No es de mi incumbencia pero, ¿quién es el desafortunado?—me preguntó. — ¿quién es el desafortunado que tiene tu atención?

Su pregunta me tomó totalmente por sorpresa y casi se me cae la mandíbula al suelo ¿Por qué quería saber quién tenía mi atención? ¿Qué importancia tenía para él? ¿Acaso sospechaba que mi excusa de estar enamorada era solo una artimaña para evadir mi turno nocturno?

— ¿Acaso es Eren? —insistió, viendo mi falta de respuesta.

Me sentí ofendida por su insinuación y respondí de inmediato, tratando de aclarar la situación.

— ¡Claro que no! —le repliqué con firmeza— ¡es un niño!

A pesar de mi negación, la mirada del capitán Levi seguía inquisitiva, como si buscara encontrar la verdad detrás de mis palabras. Me sentía atrapada en su mirada penetrante y no sabía qué más decir. No podía darle un nombre, ya que mi excusa era una mentira, y temía que él intentara verificar cualquier información que le proporcionara, sin importar si era real o no. El capitán era impredecible, y su capacidad para averiguar la verdad me aterraba.

El capitán finalmente se separó de mí, mostrando una expresión de resignación y tomando una distancia más prudente. La tensión disminuyó ligeramente con su distancia, lo que me permitió recuperar la calma.

— ¿Por qué quiere saber eso? —me atreví a preguntar, sintiéndome un poco más tranquila.

— ¿Acaso no me preguntaste por mi familia? ¿No fuiste tú la que dijo que era necesario este tipo de preguntas para conocernos más y empezar con el pie derecho?

Mordí mi lengua en señal de frustración al darme cuenta de que mis palabras anteriores habían sido utilizadas en mi contra. Al fin y al cabo había sido yo la que había iniciado este juego de preguntas personales.

Sus palabras dejaron claro que  estaba comprobando si mi interés en acercarme a él era genuino o simplemente un intento de obtener algo más.

— ¿O solo lo dijiste para sacarme información? —preguntó con un tono acusatorio, desvelando sus dudas respecto a mis verdaderas intenciones.

Me sentí atrapada en mis propias mentiras, y una punzada de remordimiento se apoderó de mí. Había insinuado que podríamos mejorar nuestra relación, pero sabía que eso era altamente improbable, dado el choque constante de nuestras personalidades conflictivas.

Sin embargo, no podía permitir que el capitán Levi desconfiara de mí, ya que necesitaba obtener información vital sobre los Ackerman de él para descifrar el contenido del libro que mi padre me dejó.

—La persona que me interesa es Mike —mentí descaradamente, eligiendo un nombre al azar dentro de mi cabeza— desde hace mucho tiempo... ¿alguna otra pregunta?

El pelinegro me observó con una mirada analítica, como si estuviera tratando de detectar cualquier indicio de verdad en mis palabras y evaluar la sinceridad de mi respuesta.

—Oh, pobre hombre —comentó en tono neutro, revelando que no parecía darle mayor importancia a mi respuesta falsa.

Fruncí el ceño, preguntándome a qué se refería con "pobre tipo". No podía entender por qué consideraba desafortunado a alguien por tener sentimientos como los míos. A pesar de todas mis imperfecciones, no veía que mis emociones fueran motivo de compasión.

—Ve inmediatamente a la azotea, ya estás con retraso. — Me ordenó. Luego se dio la vuelta y su figura se desvaneció en la obscuridad camino hacia su habitación.

Cuando ya no había rastro de él en el lugar, respiré hondo y me dejé caer al suelo, apoyando mi cabeza en la fría pared. Maldición, ¿que había sido todo eso? ¿Traería alguna consecuencia lo que había dicho? ¿Me habrá creído?...pestañeé con fuerza y suspiré, no tenía sentido seguir pensando estupideces. Después de lavarme la cara decidí rápidamente subir  a lo más alto del castillo para hacer la guardia como tenía que ser.

Cuando llegué al lugar, me puse en formación y me maldije infinitas veces por haber tomado alcohol esa noche, porque tenía un sueño de los mil demonios y me estaba costando mantenerme despierta. La obscura noche estaba en calma y aún quedaban un par de horas antes que saliera el sol.
Me senté en unos pilares de piedra para mirar el gran horizonte delante de mí para ver si divisaba algún titán...pero comencé a relajarme al enfocarme en las infinitas y hermosas estrellas que cubrían todo el cielo. Estaba  luchando con todas mis fuerzas para poder mantener los ojos abiertos, pero cada vez fue más y más difícil.

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—¡No, esto salió mal!—exclamó mi padre visiblemente alterado mientras se sostenía la cabeza entre las manos.

Mi madre, por otro lado, me tenía en brazos, y sus ojos estaban llenos de lágrimas. La angustia era evidente en su rostro.

—¿Qué le sucederá ahora?

Yo me encontraba en un estado de confusión y debilidad extrema. No podía hablar ni moverme, solo podía observar mientras la sangre fluía de mis brazos. Mi única necesidad en ese momento era descansar.

En medio de esta situación, la pregunta desesperada de mi madre resonaba en el aire:

—¡Grisha! ¡¿Qué diablos pasó?!
.........

.....

...
..
.

Sentí a lo lejos los cantos de los pájaros mientras la luz del sol empezaba a filtrarse a través de mis párpados cerrados. Los rayos cálidos inundaron mis ojos, y sonreí instintivamente al sentir su agradable calidez...

¿Espera QUÉ?

Abrí los ojos de par en par, y me encontré tumbada como un monstruo en uno de los bloques de piedra de la muralla, con la boca totalmente abierta.

¡Maldición, me había quedado dormida!

Una sensación de pánico y urgencia se apoderó de mí mientras me ponía de pie de un salto. No podía creer que hubiera faltado a mis responsabilidades de una manera tan deplorable. ¿Qué hora sería? ¿Habría pasado algo importante mientras dormía? ¿Alguna horda de titanes que no divisé? Me apresuré a acomodar mi uniforme y bajé rápidamente las escaleras en dirección al comedor, imaginando todos los escenarios catastróficos que podrían haber ocurrido.

Cuando finalmente llegué y abrí la puerta del comedor principal, no pude evitar gritar.

— ¡EREN! —mi voz resonó en el comedor, llena de alarma.

— ¿Si?

Me di cuenta de que todos estaban tranquilamente tomando su desayuno, sin que se hubiera producido ningún incidente. Todos estaban vivos y sanos. Todos me miraron extrañados, excepto el capitán.

—Buenos días. No fui a buscarte al final de tu turno porque pensé que podrías necesitar descansar un poco —me dijo Eld con una sonrisa amable—. Debe haber sido difícil hacer guardia después de lo de anoche.

Me sentí como la basura más inútil del mundo. Mis compañeros habían depositado su confianza en mí y yo los había decepcionado, aunque ellos no tenían conocimiento de mi error.

—Buen trabajo —dijo Petra con una sonrisa mientras me entregaba mi desayuno.

Durante la mañana, me mantuve apartada de los demás y en silencio. Sentía una abrumadora culpa, como si no mereciera el trato amable de mis compañeros. Me dediqué a buscar leña y limpiar los alrededores como una forma de penitencia personal, y juré que nunca volvería a permitir que algo como lo de la noche anterior volviera a ocurrir.

A pesar de estar ocupada con las tareas de limpieza, sentía ansiedad ya que nos habían informado por la mañana que esa tarde comenzarían los experimentos con Eren y sus desconocidos poderes de titán. Obviamente, no estaba invitada y me tenía que conformar con los comentarios de pasillo y la incertidumbre sobre lo que estaba ocurriendo en el interior del cuartel.

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Habían pasado un par de horas de la tarde cuando vi que Hange se dirigía hacia mí. En ese momento, me encontraba ensimismada en mis pensamientos mientras cortaba algunos arbustos, una tarea en la que me desenvolvía sorprendentemente bien.

— ¡Hey! ¡Hola! —exclamó Hange.

Me acerqué a ella con una sonrisa.

— ¡Hange, tanto tiempo! —saludé con alegría— ¿cómo va todo?

Hange parecía inusualmente seria, lo cual me sorprendió, ya que no era común verla en ese estado.

—He... No muy bien —respondió con una expresión pesimista—. No tuvimos éxito con Eren; no logró convertirse en titán. Nuestra idea de que se mordiera la mano no dio ningún resultado...

—Vaya, entonces eso no es el detonante —comenté cruzándome de brazos.

Hange asintió con pesar.

—Exacto. Todavía estoy tratando de averiguar cuál podría ser el detonante adecuado —dijo mientras se llevaba las manos a la cabeza y suspiraba con resignación—. El pobre quedó con la mano hecha pedazos. Mañana cambiaremos de estrategia y lo llevaremos a una pequeña misión, porque quizás una situación de peligro real podría activarlo.

Sonreí.

Había sido una buena idea estrechar lazos con Hange, ya que sin pedírselo, solía mantenerme informada sobre la mayoría de las situaciones. Teníamos una gran confianza mutua y no dudábamos en decirnos las cosas tal como eran. Sin embargo, como sus experimentos eran confidenciales para la mayoría de los soldados, nunca daba por hecho que compartiría sus resultados conmigo.

—Bueno, tengo que ir por leña con Moblit antes de volver al regimiento. Levi me lo ordenó como castigo por mi teoría errónea —me comentó Hange mientras hacía un puchero, y yo rodé los ojos ante "su castigo"—. ¡Nos vemos pronto!

La observé alejarse y reflexioné brevemente sobre la apariencia ambigua de Hange, que siempre me había hecho dudar si era realmente una mujer. Pero rápidamente sacudí la cabeza y me sumergí en mi tarea, consciente de la banalidad de mis pensamientos.

Cuando comenzó a caer la tarde, el capitán nos propuso tomar el té en las mesas de madera colocadas en el exterior del antiguo cuartel general. La idea me pareció excelente, ya que la tarde estaba espléndida. El clima era agradable, con cielo despejado, hermosas nubes y una brisa suave que no parecía traer malas noticias. Había cuatro mesas distribuidas por el patio, cada una con sus respectivas sillas. Al llegar, me senté junto a Petra, quien ya estaba disfrutando de su té.

—Qué agradable se siente —me dijo Petra mientras se dejaba envolver por el reconfortante aroma del vapor— podría estar así por siempre.

En ese momento, sentí una brisa inusual y abrí los ojos de golpe. Pocos segundos después, una corriente de aire tibio pasó a través del cabello de Petra mientras disfrutaba de su merienda. Me inundó una sensación de inquietud, ya que la brisa era inusualmente cálida. El sonido de las hojas revoloteando a lo lejos en medio del silencio no hizo más que aumentar mi malestar.

—Finalmente terminamos por despertar al capitán con nuestra fiesta de anoche, ¿verdad? —dijo Petra, soltando una carcajada. Sin embargo, mi expresión seguía siendo confusa, lo que la sorprendió. — ¿Eh? ¿Acaso no lo viste? Él también hizo turno de guardia anoche.

— ¿El capitán? ¿Y por qué?

— ¿De verdad no te lo topaste allá arriba? —Preguntó sorprendida. Sentí que podría descubrir mi vergonzosa falta, pero no podía mentirle. Al ver que no contestaba, prosiguió— Por la mañana, Eld lo encontró bajando de la azotea, y le comentó que había hecho el turno de noche de guardia porque nuestro alboroto lo había desvelado... —Petra me miró un momento con duda, como si creyera que le estaba ocultando algo— Pensé que se habían encontrado...

Quedé perpleja. ¿Por qué el capitán subió? ¿Y si me había visto durmiendo? ¿Y con la boca abierta? ¡Qué vergüenza!

—N-no, no lo vi... La azotea es grande, pudo estar en cualquier lugar escondido... ya sabes cómo es él —le dije, tratando de ocultar toda mi cara tras la taza y el vapor mientras tomaba un sorbo de té.

En apenas unos segundos, Eld y Gunther se nos unieron. Se sentaron a nuestro lado y comenzaron una plática cotidiana, mientras Eren y Oruo ocupaban la mesa próxima a la nuestra. Mientras todos a mi alrededor parecían disfrutar de su compañía y del té, yo no podía dejar de dar vueltas en mi mente a las razones del capitán para ir a la azotea la noche anterior. ¿Y si sabía de antemano que me dormiría y que no cuidaría la base como correspondía? No... Rápidamente descarté esa teoría, ya que si ese hubiera sido el caso, simplemente me habría despertado de una patada. ¿Entonces? ¿Me dejó dormir? ¡Claro que no! No es el tipo de persona que te permite dormir en medio del trabajo.

— ¡Heichou! ¡Venga aquí con nosotros! —Petra le dijo alegremente al capitán.

Cuando él llegó a nuestra mesa, lo miré de reojo con recelo, tratando de adivinar sus intenciones para haber hecho la guardia nocturna anterior. Sin embargo, me sorprendió ver que ya me estaba observando cuando lo hice. Enseguida, me volví hacia otro lado, sintiéndome un poco avergonzada.

—Oi... —escuché a mis espaldas, y me ericé.

El capitán no alcanzó a terminar su frase, ya que fuerte estruendo interrumpió la apacible tarde de merienda al aire libre. La explosión fue tan violenta que volé por los aires pero gracias a mis reflejos y equipo de maniobras tridimensionales  pude caer de buena forma.

— ¿QUÉ FUE ESO? —escuché decir a Gunther. Todo el ambiente estaba inundado de un denso vapor.

— ¿QUÉ ESTÁ SUCEDIENDO? —gritó Petra. No podía ver a nadie en ese momento. Sólo oía sus gritos que venían por todas partes.

A medida que el vapor se disipaba, comencé a divisar a mis compañeros uno por uno, hasta que finalmente pude apreciar el escenario completo. Quedé horrorizada con lo que vi. Eren estaba sobre una masa titán en forma de brazo con su mano empuñada, paralizado por el miedo, mientras que el capitán hacía de muralla entre Eren y el Levi Squad. Nunca olvidaré sus expresiones despiadadas y llenas de agresividad con las que miraban a Eren en ese momento.

— ¡HEICHOU, ALÉJESE, ES PELIGROSO! —gritó un perturbado Eld.

—Cálmense todos, atrás —les ordenó el pelinegro, tratando a toda costa de proteger al menor.

— ¡EREN! ¡¿POR QUÉ DIABLOS TE TRANSFORMASTE SIN AVISAR?! —le recriminó Gunther.

— ¡NO SÉ QUÉ ESTÁ PASANDO! —le contestó Eren de la misma forma. El mismo estaba horrorizado por su repentina transformación y trataba a toda costa de liberar su brazo de aquella masa.

Cuando vi que el equipo de Levi se acercaba peligrosamente a Eren, ignorando las órdenes del capitán, tomé mis cuchillas con determinación y comencé a dirigirme hacia ellos con el objetivo de impedir que dañaran a Eren, incluso si eso significaba herirlos.

Todo iba bien hasta que me di cuenta de lo que estaba pensando hacer.

Espera, ¿cómo que atacar a mis compañeros? Me detuve de golpe. ¿Qué me estaba pasando? Me sentí confundida y solté mis cuchillas por precaución. Miré mis manos y estaban temblando.

¿Qué diablos estaba pasando?

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