Capítulo 7: Conexión (✔️)
— ¿Ackerman? —pregunté en voz alta. De inmediato se me vino a la cabeza el capitán.
Seguí leyendo el primer párrafo:
Información Inicial:
Los Ackerman, es un linaje creado por el hombre hace muchísimo tiempo para resguardar la seguridad inicialmente sólo del Rey Fritz y su familia, pero cuando este estaba a punto de fallecer, negoció con este clan que finalmente aceptó encargarse de la seguridad de toda la descendencia de la familia real generación tras generación, convirtiéndose posteriormente así en una tradición.
Esta creación surgió de múltiples experimentos de ciencia titán, que tenía como objetivo darle a un humano todas las capacidades que tenía un titán, pero sin llegar a convertirse físicamente en uno. Cuando lograron el éxito, se le ordenó a este primer hombre del clan a formar una familia y a tener descendencia, para así ampliar su población y linaje. La mezcla de los genes de los Ackerman con genes de humano común, hicieron que través de la generaciones el gen se debilitara cada vez más, llegando a un punto en que el poder sobrehumano solo se activaba cuando el individuo en cuestión se encontrara en una situación de peligro de muerte, o en algún episodio emocional fuerte.
Años más tarde por razones que se desconocen, comenzaron a ser perseguidos y asesinados, bajando considerablemente el porcentaje de población del clan.
—Ahora me calza un poco del porqué de la fuerza sobrehumana del capitán Levi.... —dije un poco incrédula.
Aun no podía procesar del todo esta información. ¿Sería verídica? ¿Cómo es que mis padres estaban al tanto de todo esto? A pesar de esto, sentía una curiosidad abrumadora sobre el origen del linaje del pelinegro. Sonreí para mis adentros. Sabía que las cosas no podían ser tan perfectas como parecían, y sentí como si finalmente le hubiera descubierto un punto débil.
Estaba a punto de retomar la lectura cuando un grito desgarrador me sobresaltó. Reconocí al instante que provenía de Eren. Salí apresuradamente de mi habitación y descendí rápidamente las escaleras en dirección a los calabozos, ubicados en el sótano del antiguo cuartel general, ya que por seguridad el tenia que dormir en ese lugar. Al abrir la puerta de una patada, noté que el supuesto vigilante nocturno de Eren brillaba por su ausencia.
— ¡Eren! —Grité mientras me acercaba a él. Estaba claro que estaba teniendo una pesadilla horrible.
— ¡MAMÁ! —Gritaba dormido, su cuerpo se movía violentamente—. ¡No te la comas, maldita! ¡Mamá! ¡ESPERA!
— ¡Eren, despierta! —Instintivamente me senté en el borde de la cama y abracé su pequeño cuerpo para evitar que se hiciera daño con sus movimientos bruscos de brazos y piernas—. ¡ES UN SUEÑO!
En ese momento, sentí una especie de sacudida eléctrica que recorrió todo mi cuerpo y pareció envolver también al de Eren. Pocos segundos después de esta extraña conexión, el menor se calmó y volvió a dormir como si nada hubiera ocurrido. Noté lágrimas que escapaban de sus ojos cerrados.
Lo miré por un instante sin dejar de abrazarlo, recordando que, a pesar de su exterior valiente, seguía siendo un niño, y sentí la responsabilidad de protegerlo a toda costa.
— ¿Qué demonios está sucediendo aquí? —exclamó el capitán desde detrás de mí. Petra y Gunther también estaban presentes, aparentemente alarmados por los gritos del menor.
—Eren tenía pesadillas, señor... no hay nada de qué preocuparse —expliqué, tratando de calmar la situación.
—Ah... ¿y ahora eres una especie de madre? Te avisaré cuando los demás soldados tengan pesadillas también —me espetó el capitán con total falta de expresión en su rostro.
En ese momento, caí en la cuenta de que todavía seguía abrazando a Eren y me separé de él lentamente para no despertarlo.
—Aléjate de él, podría ser peligroso —me advirtió Gunther con una mirada fría, mientras Petra asentía en silencio—. Está mostrando inestabilidad.
—Tranquilos, solo fue una pesadilla —aseguré mientras tomaba su manta y lo arropaba, cubriendo sus hombros. Luego, noté que Eren estaba sudando y su rostro parecía enrojecido—. Creo que tiene un poco de fiebre.
Coloqué mi mano sobre su frente para confirmar mis sospechas.
— ¿Puedo quedarme? —le pregunté al capitán, expresando mi deseo de quedarme al menos hasta que su fiebre disminuyera.
—No, deja que Petra y Gunther se ocupen de él —respondió con frialdad.
Suspiré, dándome cuenta de que no tenía sentido discutir con el cuando estaba de tan mal humor. Asentí y me dirigí hacia la puerta.
—No te preocupes, estará bien —me consoló Petra con una sonrisa mientras colocaba un paño frío sobre la frente de Eren.
Salí del lugar y comencé a subir las interminables escaleras que conducían a los diferentes pisos, con el capitán siguiéndome en silencio. Durante ese ascenso, tuve la impresión de que él no confiaba en mí en lo más mínimo y por eso no permitía que interactuara demasiado con Eren. Tal vez aún recordaba el momento en que me había visto con el pelicastaño en las celdas, lejos de la vista de los oficiales, antes del juicio.
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A la mañana siguiente, me preparé y bajé a desayunar. Tenía la sensación de que el día prometía ser agotador, y pensé en lo agradable que habría sido estar con Nanaba, Mike y Gelgar en lugar de estar aquí. ¿Qué estarán haciendo en este momento? ¿Me extrañarán?
Cuando abrí la puerta del comedor, me sorprendió ver que solo el capitán estaba en la mesa, bebiendo su té de la manera peculiar que solía hacerlo.
—Buenos días... —saludé tímidamente, mirando a mi alrededor— ¿y los demás?
—Fueron a buscar leña. ¿Te molesta que solo esté yo? —respondió secamente.Sentí que tenía ganas de pelear, pero no le iba a dar en el gusto.
—Oh, no, claro que no —mentí, aunque en realidad me incomodaba bastante.
—Eren fue con ellos, despertó mejor —añadió, tomando un sorbo de su taza—, por si querías saberlo.
Me serví un poco de pan con galletas y me preparé una taza de café caliente. Hice todo esto en silencio, ya que me sentía intranquila al estar a solas con alguien con quien no tenía la mejor relación. Sin embargo, sentí que era el momento perfecto para confirmar lo que había leído en el cuaderno de mi padre la noche anterior.
—Capitán... —comencé, y noté que su mirada se posaba sobre mí, aparentemente sorprendido por el hecho de que yo iniciara una conversación— ¿cuál de sus padres tenía el apellido Ackerman?
Un incómodo silencio llenó el comedor. Me lamenté por ser tan directa, pero en realidad no sabía cómo abordar el tema de manera más convencional con él.
— ¿Cuál es el problema? —bufó, su expresión se tornó más áspera—. Primero cuestionas mis órdenes, luego eres insolente, y ahora de repente quieres saber acerca de mi familia —ironizó—, eso no me lo esperaba.
Mordí mi pan con frustración y tomé un sorbo de mi té. Necesitaba tranquilizarme, o todo mi esfuerzo por establecer una relación sería en vano y no conseguiría la información que necesitaba.
—Pienso que es una buena manera de conocernos y comenzar con el pie derecho —mentí descaradamente, mientras miraba fijamente mi taza para evitar el contacto visual.
El capitán levantó una ceja.
— ¿Y preguntar por mi apellido es cómo empezamos con el pie derecho? —respondió, cuestionando mi elección.
Toqué mis sienes, sintiendo la creciente tensión en la conversación, y lo miré con impaciencia.
—Maldición, ¿va a decirme o no? —finalmente, mi autocontrol cedió, y mis nervios llegaron a un punto crítico.
—Mi madre, ¿contenta? —respondió finalmente con un tono de exasperación.
— ¿Cómo se llamaba? —insistí.
— ¿Qué demonios importa eso?
Observé su expresión, notando su confusión. Era comprensible, yo estaría igual en su lugar.
— ¿Tuvo algún episodio traumático que lo marcara de alguna manera? —continué, esperando obtener más información.
—Sí, que me ordenaran trabajar contigo en MIS misiones —dijo frunciendo el ceño—, eso fue realmente traumático. En serio, eres...
No supe por qué, pero la tristeza me invadió al darme cuenta de que no había sido su decisión el tenerme en su grupo. Todo había sido resultado de órdenes superiores... Si hubiera sabido eso antes, tal vez no habría tomado la decisión de unirme a esta misión. Sin embargo, me recordé a mí misma que mi principal razón para estar allí era Eren, y eso era lo que más importaba en ese momento.
Nuestra conversación se interrumpió cuando la puerta se abrió de golpe, silenciando inmediatamente al capitán.
— ¿Pasa algo malo? —preguntó inocentemente Petra, quien entraba cargando un montón de leña en sus brazos, ajena al ambiente tenso.
Me dio la impresión de que había estado escuchando detrás de la puerta.
—No, nada.
El capitán se levantó de su asiento y abandonó la sala sin decir una palabra. Después de que cerró la puerta tras de sí, noté la mirada de Petra. Parecía un poco molesta.
—Deberías habernos acompañado a buscar leña... nos hicieron falta manos —me dijo en tono de reproche mientras dejaba la madera en la mesa—. Me pregunto por qué el capitán no quiso que te despertáramos...
La miré sorprendida y me encogí de hombros. No tenía ni la más mínima idea a qué se refería. Pude percibir una fuerte ola de celos por su parte, pero no sabía cómo explicarle que no tenía nada de qué preocuparse. Opté por mantenerme en silencio.
El día continuó sin problemas, al menos para mí. Hacia la mitad de la mañana, Hange llegó y parecía que comenzarían algunos experimentos con Eren para conocer mejor sus habilidades. Mientras tanto, yo continuaba con las tareas de limpieza en el patio y sus alrededores.
Llegada la noche, decidí unirme al Levi Squad para disfrutar de unas cervezas y relajarnos. Esto, por supuesto, sin la presencia ni de Eren ni del capitán, por razones obvias.
—Es bueno que te hayan asignado con nosotros —comentó Oruo mientras tomaba un sorbo de su vaso—. Aprenderás mucho de nosotros.
—No puedes decir eso —lo interrumpió Eld—. Ella tiene mucha más experiencia que todos nosotros juntos.
—Es cierto —intervino Petra—. Solo tiene un par de años menos en el regimiento que el capitán Levi.
Sentí que me estaban llamando vieja y un tic nervioso comenzó a hacer temblar uno de mis ojos. "Un par de años menos" parecía tan poco en comparación con la verdadera diferencia de edad que yo tenía con el pelinegro.
—Entonces, dado que llevas más tiempo aquí que nosotros... —tomó aire y habló en un tono bajo, como si compartiera un secreto— ¿es cierto lo que dicen sobre el mito de superiores y subordinados? —preguntó Oruo con tono pícaro.
—¿Mito? —pregunté con curiosidad. No sabía por qué, pero presentí que lo que iba a escuchar sería algo inquietante.
—¿Te refieres al mito de los turnos nocturnos? —preguntó Gunther, quien había permanecido en silencio hasta ese momento—. Oruo, no seas idiota, son solo rumores.
—¿De qué mito están hablando? —pregunté impacientemente.
—Pues se dice que, sin importar el regimiento, si estás de servicio nocturno y un superior te toca el hombro, es porque debes atenderlo... ya sabes, en la habitación.
Petra y yo nos quedamos heladas al mismo tiempo mientras Oruo soltaba una risilla traviesa. Era la primera vez que escuchaba algo así. ¿Servicio nocturno? ¿De verdad?
—¡Pero qué tonterías son esas! —le replicó Petra a su compañero, visiblemente sonrojada—. Todos los regimientos son muy serios en su trabajo.
—Pero siguen siendo humanos —se defendió—. Que el capitán no te haya tocado nunca el hombro no significa que no exista o que no lo haga.
Oh,oh. Grave error, tocó fibra sensible.
Petra se puso de todos los colores posibles y le lanzó una mirada furiosa a su compañero de equipo. Si las miradas pudieran matar, Oruo habría quedado muerto en el suelo.
—Por tu expresión, supongo que no has tenido la experiencia —me dijo Eld aliviado—. Sabía que eran solo rumores.
Permanecí en silencio. Eld tenía razón; nunca había presenciado nada que hiciera que sospechara de conductas inapropiadas. Empecé a pensar que quizás no era lo suficientemente atractiva para los superiores. Reí ante mi propio pensamiento debido a las cervezas. En nuestro mundo, pensamientos como esos tenían poco valor.
En las primeras horas de la madrugada, después de unas cuantas horas de charla y risas, nos retiramos a nuestras respectivas habitaciones, vencidos por el cansancio y el alcohol. Había sido una noche realmente agradable, y confirmó mi creencia de que esos pequeños momentos de alegría aliviaban en gran medida el estrés de nuestra vida cotidiana.
Estaba a punto de entrar en mi habitación cuando percibí una presencia detrás de mí. Antes de darme la vuelta, una mano se posó con delicadeza en mi hombro. Me giré de golpe y me sorprendí al ver al capitán Levi.
— ¿C-Capitán?
Sentí como mi alma abandonó mi cuerpo y como mi corazón dejó de latir por algunos segundos. Al instante, recordé la conversación que había mantenido con mis compañeros horas antes. Todo encajaba: la mano en el hombro, las horas de la noche, el término superior y subordinado, y su mirada profunda. Mis piernas comenzaron a temblar ligeramente, y tragué con dificultad. Traté de mantener la calma y la compostura, ya que había innumerables razones por las que el capitán podría buscarme a esa hora, ¿verdad?
— ¿Por qué me miras así? —Me preguntó con una mirada penetrante—. Supongo que, con tu tiempo en el regimiento, sabes lo que esto significa.
— ¡N-No puedo! —Le respondí sin pensar.
Maldición, maldición, maldición. No cabía duda, ¿por qué justo hoy? ¿Por qué todo esto ahora? Ni siquiera tenía a alguien cerca a quien pudiera pedir ayuda.
No podía aceptar una situación como esta, incluso si se trataba de una orden. No estaba dispuesta a satisfacer deseos mundanos y carnales de nadie, y mucho menos del capitán. Si ya teníamos una relación complicada en la vida cotidiana, ¿qué podía esperar en una habitación? No pude evitar ruborizarme al considerar ese último pensamiento. No estaba borracha, pero el alcohol en mi sangre había alcanzado un nivel considerable, lo que hacía que mi rostro se enrojeciera aún más.
— ¿Cómo que no puedes? —Me preguntó el capitán con una expresión sombría.
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