Capítulo 16 : Expedición (✔️)


¿Qué estaba pasando?

Confusión, pánico, muerte.

Mis manos y mi cuerpo estaban completamente empapados de la sangre de titán. Dado que los encuentros con los titanes eran frecuentes, nunca había tiempo suficiente para que los restos se evaporaran por completo. Estaba exhausta.

Nunca imaginé que las cosas tomarían un giro tan drástico durante esa expedición. En un momento, los titanes empezaron a aparecer en cantidades tan abrumadoras como nubes en el cielo, y eso fue lo que me hizo perder de vista a mi escuadrón.

Ahora me encontraba galopando, totalmente desorientada y sola, en dirección al grito de Eren. Si mi oído no me fallaba, Eren se había transformado.

¿Titán hembra? ¿Intento de captura? ¿Va tras Eren?

La información que había recopilado a lo largo del agotador viaje para llegar a donde se encontraba Jeager era escasa. Al notar que mis cuchillas perdían filo, decidí anclarme a los imponentes y frondosos árboles gigantes para avanzar sin tener que preocuparme de que uno de esos monstruos saliera a devorarme.

Grande fue mi sorpresa al encontrarme con el comandante Erwin y los demás después de avanzar unos metros. Parecían observar cómo algunos titanes se devoraban algo.

—Estás viva, me alegro —me dijo Mike en cuanto toqué una rama firme donde él se encontraba. Yo lo miré aterrada por la escena, y él volvió su mirada a lo que había captado mi atención—. Intentamos capturar a un titán excéntrico, titán hembra, pero al parecer se ha escapado.

— ¿A qué te refieres con que se escapó? —No sé por qué, pero nada de lo que estaba sucediendo me daba buena espina.

Escuché a mis espaldas que el comandante llamaba por mi nombre y me giré.

—Por favor, dirígete donde está Eren para ayudar al escuadrón de Levi, necesitarán apoyo. —me ordenó con un tono que difícilmente se podría cuestionar. Aunque quería seguir escuchando lo que sucedía con Mike, me dio la leve impresión de que no debía saber más en ese momento—. ¿Tienes suficiente gas para alcanzarlo?

Asentí y sin titubear, me dirigí por intuición hacia la dirección ambigua que me había indicado Mike.

¿Estarían todos a salvo? ¿Los reclutas de la 104? No me había cruzado con ninguno hasta ahora, y eso me tenía intranquila. No podía negar que un miedo desproporcionado, sin justificación aparente, se apoderaba de mí. Por un momento, sentí que mis manos temblaban.

Estaba tan absorta en mis pensamientos que me tambaleé un poco al sentir la tierra vibrar de una manera espantosa; Eren estaba luchando con algo muy cerca.

— ¡Eren! —Grité, como si esperara que me respondiera— ¿dónde es...

Y de repente lo vi.

Sentí que el tiempo a mi alrededor se detenía. ¿Era ese Gunther? Me acerqué casi por inercia para confirmar lo que mi corazón se esforzaba por negar. Era un miembro del escuadrón del capitán Levi, y estaba sin vida, aún anclado en su Equipo de Maniobra Tridimensional . Se podía distinguir claramente una herida fatal de...

¿Cuchillas?

Sin poder evitarlo, se me llenaron los ojos de lágrimas, pero reprimí todo aquello al recordar la clara orden que se me había encomendado. Retrocedí dudosa unos pasos, sin querer despegar mi mirada de aquel que, algún día, fue mi camarada. Tomé impulso y seguí mi camino, perturbada aún por el tipo de herida que tenía.

¿Será que lo que intentó decirme Mike sobre la titán hembra era que se había transformado de nuevo en un ser humano? ¿Y que aquel excéntrico era como Eren? No, no podía ser cierto. No podíamos permitir tener a alguien con las habilidades de Jeager como enemigo. Si ese fuera el caso, ¿cuál sería la razón de la enemistad?

En un momento determinado, al dar el salto de un árbol a otro, mi mirada involuntariamente se dirigió hacia el suelo.

Mis ojos se abrieron de par en par, expresando una mezcla de sorpresa y pánico que se había instalado en mis entrañas desde el descubrimiento de Gunther.

Era Petra.

—No, no, no, no —repetí frenéticamente mientras descendía hacia su posición. Estaba estampada contra un árbol— ¡Petra! ¡Petra! —era evidente que estaba muerta, víctima de una compresión violenta en sus órganos vitales.

"Si no vuelvo, ¿lo cuidarías por mí?"

"Vas a regresar Petra, y lo cuidarás Tu."

Intenté tocarla, como si de alguna manera eso pudiera despertarla.

Sentí que estaba perdiendo el control. La sorpresa fue aún mayor al girarme y descubrir en los alrededores que Eld y Oruo habían corrido la misma suerte. Todos, a escasa distancia, yacían inertes, inmóviles y fríos.

No tenía problemas en reconocer mis debilidades, y ahora, sin poder evitarlo, comencé a sollozar. A pesar de todo, era humana; esa era mi base. No podía pretender tener pensamientos fríos cuando la realidad era otra. No era tan fuerte como un Ackerman, ni tan indiferente como un titán.

— ¿Qué haces?

Me sobresalté al reconocer aquella voz. Con la manga de mi chaqueta, limpié rápidamente todo rastro de lágrimas y me volteé. Ahí estaba el capitán con una expresión vacía; fue fácil descifrar que él ya llevaba unos minutos de haber hecho el hallazgo.

—El comandante me envió para apoyar...—en ese momento me sentí una inútil—pero parece que llegué tarde... —sentí que mi voz comenzaba a quebrarse de nuevo. Pero de inmediato, el capitán tomó mi brazo fuertemente, obligándome a ponerme de pie.

—Aún estoy yo, y necesitaré ayuda. Lo que menos necesito ahora es un soldado débil que lloriquee.—Me miró con ojos penetrantes, y aunque sus palabras eran duras, su mirada transmitía una mezcla de determinación y preocupación.

Fruncí mis cejas y estaba a punto de responderle, pero tenía razón. Sabía que tenía que recomponerme rápidamente para poder ser de utilidad en ese momento crítico. El pelinegro seguía siendo parte del escuadrón, y mis órdenes eran apoyar; por lo tanto, eso era exactamente lo que haría.

—Yo iré por Eren.— me dijo mientras volvía a anclarse a un árbol.—Tú te encargaras de llevar sus cuerpos a donde están los caballos y así retirarnos. Pide ayuda a los reclutas cercanos.

Mi corazón se contrajo dolorosamente. No era una tarea que hubiera elegido de forma voluntaria en ese momento, pero alguien tenía que hacerlo.

—Está bien...

—No tenemos mucho tiempo, así que debes darte prisa. —Un estruendoso ruido de fondo proveniente de los gritos ensordecedores de Eren nos alertó, y ambos quedamos en estado de alerta. Los gritos aumentaron en intensidad— Nos vemos afuera.

Y sin más, se desvaneció entre los grandes árboles, que permanecían inmóviles, testigos silenciosos de aquel infierno que luchábamos por eliminar. Miré hacia atrás y allí estaban, inmóviles... de forma inconsciente me decepcionó el verlos en la misma posición en la que los encontré minutos atrás, como si mi ser interno aún deseara con todas sus fuerzas que se incorporaran.

Así era la muerte, nunca era fácil aceptar que esos pulmones jamás volverían a llenarse de aire, o esos ojos a brillar intensamente.

Solté una pequeña risa, todo era tan irreal. Sentía que estaba a punto de enloquecer.

¿Realmente estaba hecha para esto?

Con una de mis manos, tapé la mitad de mi rostro, como si eso aliviara de alguna manera la pesadez y la horrible sensación que se estaba formando en mi interior.

Mi madre compartió el mismo destino que ellos tiempo atrás. Esto significaba que nada había cambiado en todos estos años; todo seguía exactamente igual. Ni siquiera Eren había logrado alterar el curso natural de las cosas.

¿Entonces?

—Estamos aquí — Me sobresalté al escuchar la voz de la única persona que necesitaba en ese momento. Alguien mucho más fuerte, que con su determinación siempre lograba eclipsar mi debilidad — Te ayudaremos.

Nanaba se acercó a mí y me abrazó. Un abrazo breve pero reconfortante que revitalizó todas mis fuerzas.

—Pongámonos a trabajar —Contestó Gelgar a mi espalda mientras comenzaba apilar los cadáveres de nuestros camaradas — no tenemos mucho tiempo.

Y así lo hicimos.

                                                      ******************************

—Bien, ya estamos preparados —Hange suspiró mientras cubría el último cuerpo de la fila—. Solo nos falta esperar a Eren, Levi y Mikasa.

Aunque estábamos casi todos reunidos en ese lugar, se sentía como si no hubiera nadie. La atmósfera estaba cargada de una pesadez anímica horrible,  cada uno sumido en sus propias reflexiones sobre lo acontecido en esta expedición.

El agotamiento y el estrés eran palpables en el aire. A pesar de estar físicamente presentes, todos parecían estar muertos espiritualmente, marcados por las duras experiencias vividas.

Después de algunos minutos, los soldados faltantes ya se habían reunido finalmente con nosotros, y el teniente Levi se encontraba informando todo lo sucedido al comandante. Me sorprendió notar que el capitán cojeaba, ¿le había pasado algo grave? El ruido de la carreta que estaba a mi lado me sacó de mis pensamientos, y me acerqué por curiosidad. Era Mikasa quien se encontraba acomodando a Eren, que yacía inconsciente sobre la madera.

— ¿Se encuentra bien? —le pregunté para ayudarla a salir de ese trance obsesivo que tenía sobre sí. Al ver que me asentía débilmente, la animé — tranquila, ya está a salvo y estará bien.

—Discúlpame. —La miré dudosa, no sabía de qué me estaba hablando — por mi culpa el capitán se lastimó el pie.

—Oh...—entonces, eso fue lo que había sucedido, reflexioné. Tomé un sorbo de agua de mi cantimplora y le sonreí, no sé cómo, pero lo hice — no te preocupes, ese hombre sana muy rápido, más rápido que un titán.

Los dejé a solas y comencé a prepararme para el regreso; gracias a Dios, pude ubicar a mi caballo sin problemas.  Cuando comencé a preparar mi montura me percaté a lo lejos que el capitán estaba al lado de los cuerpos de su escuadrón...Me partió el alma ver quilla escena. Luego el pelinegro le arrancó el emblema del cuerpo de exploración, a uno de ellos, seguramente de Petra, para guardarlo en su bolsillo.

Él se dio cuenta de que lo estaba mirando, y yo giré bruscamente mi cabeza, sentí que estaba violando un momento demasiado personal.

—Son unos tontos...— comentó el soldado que se encontraba a unos metros de mí. Ambos en nuestros caballos, listos para marcharnos. — Aquellos dos soldados fueron a solicitar al comandante que regresemos por el cuerpo de uno de sus compañeros, ¡qué irresponsables!

—Si estuvieras en su lugar, también lo pedirías — le dije hastiada; lo último que necesitábamos en ese momento eran personas apáticas. — Es una lástima que se lo hayan negado... —susurré casi para mí al ver la expresión de esos dos jóvenes después de hablar con el comandante.

El viaje de regreso se inició. A pesar de que todo transcurría sin inconvenientes aparentes, la sensación general era como si estuviéramos en modo automático, sumidos en una atmósfera desoladora en la que parecía que no se podía hacer nada para cambiarla.

— ¡Titanes! —Gritaron. La bengala roja no se hizo esperar, y todos nos pusimos en alerta.

Aunque no era sorprendente, resultó impactante darse cuenta de que aquellos titanes habían sido atraídos por los mismos soldados que, desobedeciendo las órdenes del comandante, habían ido en busca del cuerpo de su camarada.

— ¡Idiotas! — se escuchó. — ¡a toda velocidad!

— ¡Se están acercando más! — Gritó un camarada que estaba al mando de una de las carretas.

La situación a nuestro alrededor era desfavorable para maniobrar, y no encontraba ningún lugar adecuado para anclarme. A pesar de ello, me preparé para saltar de mi caballo e intentar detener al menos a uno; sin embargo, segundos antes de llevar a cabo mi plan, noté que los cuerpos estaban siendo arrojados desde las carretas.

— ¡¿Qué diablos están haciendo?! —les grité indignada, sintiendo la urgencia de golpearlos.

— ¡Es una orden del capitán! —me contestó uno de los dos soldados que realizaban la tarea. Sus semblantes reflejaban la incomodidad de la situación; claramente no querían hacerlo, pero sentían que era necesario para sobrevivir y escapar de la amenaza — ¡tenemos que hacerlo! —se repetía más para convencerse a sí mismo, de manera casi mecánica — ¡Vamos! ¡Sigue tirando más!

Noté que el capitán disminuyó la velocidad de su caballo para llegar a mi altura, pero desde el otro extremo de la carreta. Cruzamos miradas y en sus ojos pude discernir claramente el mensaje de "no vayas a hacer una estupidez, sigue las órdenes".

El siguiente cuerpo en desaparecer entre las enormes piernas de los titanes fue el de Petra Ral y todo alrededor pareció congelarse en el tiempo. Alcancé a observar la expresión del capitán, demostrando que tampoco era lo que quería, pero que no había otra opción; sentí su dolor.

— ¡Sigan adelante! —alcancé a escuchar, y con algunas lágrimas en mis ojos obedecí.

Unos cuantos kilómetros más adelante, habíamos perdido de vista aquellos titanes, y nos detuvimos a reorganizar la formación antes de volver definitivamente a las murallas. Ya no podía descifrar qué era exactamente lo que sentía; me encontraba anestesiada, y solo me dedicaba a mirar el cielo encima de mí mientras envidiaba en silencio a las nubes que se desplazaban tranquilas sin preocupaciones.

—Esta es una prueba de que ellos vivirán —escuché decir al capitán a lo lejos. Me di la vuelta y noté cómo estaba hablando con el soldado responsable de lo sucedido, que ahora, aún más abatido, había perdido a otro camarada más—al menos para mí. —Y le entregó la insignia de la Legión de Reconocimiento — es de Iván.

Cuando se subió nuevamente a su caballo y estuvo lo bastante lejos del soldado afectado, me crucé en su camino para detenerle.

— ¿Por qué le mintió? Aquello no era de Iván.

—El necesita esperanzas, para poder seguir con su camino. —Me miró sin expresión alguna — da igual de quien sea aquella insignia, representa a todos.

Y sin más, pasó por mi lado y se marchó.

— ¡Vamos a partir!

La atmósfera que rodeó nuestra llegada a las murallas estuvo cargada de desolación. Cada paso hacia el interior de la ciudad parecía pesado, como si lleváramos el peso de nuestros fracasos a cuestas. Las miradas de los ciudadanos que se cruzaban con nosotros eran un mezcla de incredulidad y desilusión.

Las críticas llovían sobre el regimiento, como si cada palabra fuera un recordatorio amargo de nuestras derrotas. El desprecio se reflejaba en los gestos de aquellos que alguna vez confiaron en nosotros. Era un regreso marcado por el error, y no había manera de ocultar la amargura que se había arraigado en cada uno de nosotros.

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La noche se extendía con una serenidad agradable, como si el universo mismo intentara compensar la tormenta que carcomía en nuestro interior. Después de dos días desde nuestro retorno, la fatiga física había desaparecido, pero la agotadora carga mental persistía entre todos nosotros.

Decidí salir a pasear por el regimiento, sumergiéndome en la atmósfera nocturna. Me sentía extraña al volver a estar allí luego de tanto tiempo viviendo en el antiguo cuartel.  La Luna, en su plenitud, derramaba su luz sobre la escena, creando un ambiente mágico que chocaba con la realidad infernal que atravesábamos en ese momento como institución.

En un acto casi inconsciente, levanté la vista hacia la ventana principal del cuerpo de exploración y noté la figura solitaria del capitán Levi. Sin iluminación artificial, solo la luz lunar revelaba su presencia. Parecía contemplar el firmamento con una mirada perdida, y una extraña angustia se apoderó de mi ser. Sin entender completamente por qué, me dirigí hacia su despacho sin un plan definido.

Toqué la puerta dos veces, sin obtener respuesta, y decidí abrirla. La habitación estaba sumida en la oscuridad, iluminada solo por el resplandor lunar. El capitán permanecía de espaldas, como si intuyera mi presencia.

— ¿Puedo pasar?

— ¿Sirve de algo que te diga que no?

Cerré la puerta con cuidado, sumergiéndome en la penumbra de la habitación. Me aproximé con seguridad hacia la ventana donde el capitán Levi estaba inmerso en sus pensamientos. A pesar de haber enfrentado los horrores de la expedición, encontraba una extraña fortaleza interior que me impulsaba a actuar con confianza. Tal vez era la conexión que sentía, más allá de la típica relación entre capitán y subordinado, o al menos eso creía ingenuamente.

— ¿Cómo está...? —mordí mi lengua, consciente de la estupidez de mi pregunta.

—Las pérdidas que sufrimos como legión fueron lo suficientemente grandes como para crear un terremoto dentro de la misma... —susurró. Sorprendentemente, mi pregunta no pareció molestarle, y su respuesta no llevaba rastro de ironía — Erwin y todos los responsables fuimos convocados a responder ante los tribunales, y Eren... tendrá que ser entregado a las autoridades.

Bajé la mirada hacia el suelo, enfrentándome a un escenario caótico que parecía no tener consuelo ni palabras de aliento.

— ¿Qué... qué cree que suceda? —mi voz apenas era un susurro, reflejo de mi propia confusión—. Lo único que sé es que no podemos permitir que le hagan daño a Eren Jaeger.

El capitán Levi, por primera vez desde que entré a la habitación, giró la cabeza para mirarme.

— ¿Por qué tienes esa fijación con Eren?

—Capitán, usted también lo sabe. Jaeger es la clave, es la llave de nuestra libertad —le dije, utilizando una explicación que, aunque no revelaba mi verdadero motivo, era válida para la causa—. Lo que es Eren es casi un milagro... no podemos permitir que nada le pase.

El capitán suspiró cansado y volvió su mirada hacia las afueras, su tristeza era latente. Aunque su expresión podría engañarme, sus ojos no mentían.

—L-lo siento por... la pérdida de su escuadrón... —confesé finalmente, sintiendo la necesidad de ofrecerle mis condolencias. Aunque en realidad no sabía cuánto ayudaría eso.

— Créeme que ellos están mejor que nosotros en estos momentos... adem-

No pude contenerme y me lancé a abrazarlo. A pesar de su capacidad para actuar con frialdad como capitán, bajo esa fachada reconocí al ser humano que también sentía. Podía verlo, podía ver a ese hombre llorando en silencio por sus camaradas caídos.

—Créame que hubiera dado mi vida por salvar a su escuadrón si hubiera llegado a tiempo —confesé entre sollozos—. Perdóneme, yo era parte de su equipo también y le fallé.

—Eres igual que ese mocoso —susurró mientras correspondía milagrosamente a mi abrazo, sin apartarme—. Como le dije a él, nadie sabe lo que hubiera pasado con otra elección. Nunca sabremos el resultado si las cosas hubieran sido diferentes. A lo mejor hubiera sido peor y los hubiéramos perdido a ustedes o a más.

Lo abracé aún con más fuerza, sintiendo que mis lágrimas eran más bien las suyas. Estaba llorando en su lugar, expresando su pesar y lágrimas.

Después de unos momentos, él se volteó, me tomó de los hombros y me separó cuidadosamente para poder verme a la cara, que no estaba en las mejores condiciones de glamour que digamos después de llorar.

— Quiero saber si puedo confiar en ti.

La pregunta me tomó por sorpresa. Quería responderle de inmediato que sí, pero tenía lo del libro y todo aquello que me causaba un terrible temor. ¿Si él se enterara, seguiría esta conexión? ¿O me vería quizás como un monstruo más? Todas aquellas dudas resonaron fuertemente en mi sien.

Quería corresponderle el sentimiento de confianza, así que en ese instante decidí que le contaría lo del libro.

—Sí, puede —comenté con firmeza—, pero hay algo...

De pronto, en medio de la penumbra, sentí su mano cálida posarse con suavidad en mi barbilla. Fue como si esa simple caricia rompiera el hilo del tiempo, sacándome de mi transe interno. Lentamente, se acercó hacia mí, sus ojos penetrantes no dejaban de contemplar los míos en la oscuridad, y nuestros labios se juntaron nuevamente en un suave contacto.

Este beso no era la igual al anterior, ya que este era uno calmo, lleno de dulzura y complicidad.

Oh Dios mío... esto estaba pasando otra vez. Por lo que la certeza de que no había sido un sueño el de la última vez fuera del comedor me envolvió con fuerza.

Y se lo correspondí.

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Perdón lo emo del capítulo pero era necesario jajajaja, espero no tardarme tanto para la próxima -no confíen en mi - un abrazo a todos, ya que realmente no pensé que esta historia loca tuviera seguidores.

Nos leemos.

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