Capítulo 15: Preparativos (✔️)
— ¡Grisha! ¿¡Qué demonios ha pasado!?
Ambos padres estaban aterrados al ver lo que se había convertido su hija, un titán pero totalmente consciente, ya que se podía ver el miedo en sus ojos mientras corría aterrada por la pequeña habitación, sin comprender por completo por qué había cambiado de esta manera.
—Maldición —respondió el doctor mientras observaba la jeringuilla.
— ¡Dinos qué está pasando! —gritó la madre mientras intentaba acercarse a la pequeña criatura.
—Creo que hubo un error en el porcentaje del suero de titán —dijo finalmente el castaño. Ambos padres quedaron atónitos. —Lo más probable es que el cálculo fue incorrecto y coloqué demasiado suero de titán.
— ¿Y qué demonios significa eso? ¿Se quedará así el resto de la vida? ¡Maldición, Grisha! —maldijo el padre.
—No, claro que no, ella está consciente o ya nos habría devorado —el doctor pareció buscar algo y se topó con el ETM de la madre—. Saiko, préstame una de tus cuchillas.
La mujer, asustada pero sin dudar, se la entregó.
— ¿Qué vas a hacer?
Grisha no contestó y se abalanzó contra el titán pequeño, quien, asustado, seguía corriendo por aquel lugar. Entre la desesperación por huir, aquella criatura chocó con toda su cara contra la pared, quedando aturdida, momento que aprovechó Jeager para subir sobre ella.
— ¡Tranquila! ¡Solo te sacaré de ahí! —gritó Jeager mientras, con la cuchilla, cortaba su nuca y sacaba a la pequeña niña.
Cuando la infante estuvo en los brazos del doctor Jeager, abrió rápidamente sus ojos y con ambas manos lo lanzó lejos, muerta de terror.
Los padres quedaron congelados por lo que acaban de presenciar. Su hija sacó una fuerza inexplicable para lanzar lejos al dueño de su inmensurable miedo. De pronto, desorientada, hizo contacto visual con sus padres, estiró sus manos y comenzó a llorar para que la tomaran en brazos. Saiko fue en su dirección y la abrazó fuertemente.
— ¿Estás bien, Grisha? —le preguntó el padre mientras ayudaba al doctor a levantarse.
—Sí, eso creo... —dijo mientras se sacudía el polvo de la ropa— Esto es interesante... Se convirtió en titán, pero además adquirió el poder de un Ackerman, tiene ambos...
— ¿Cómo que ambos, idiota? ¡Se supone que no se convertiría nunca en un monstruo como lo hizo!
—Lo siento por eso, la mezcla que hice fue errónea, pero ya no podemos hacer nada...
El padre y el doctor quedaron mirando a la pequeña bebé que se encontraba en los brazos de su madre, llorando a mares por el susto. De repente, Jeager se percató de algo muy importante y se acercó.
— Saiko, muéstrame su cara —le pidió a la mujer. Esta obedeció y se dio cuenta de que tenía una gran herida en su rostro— Esta herida... se la hizo cuando chocó contra la pared en forma de titán...
— Sí, ¿y qué tiene? —preguntó ansioso el padre.
— Que siendo ahora un humano-titán debería regenerarse y no parece hacerlo...
— ¿Qué dices?
..........
.......
....
..
.
Luego de aquel episodio, llegamos a la conclusión de que no te convertiste por completo ni en Ackerman ni en un titán. No eres ni uno ni lo otro. Eres una mezcla que no existe en ningún lugar. Eres única, por lo tanto, tienes habilidades titánicas muy diferentes a los demás.
En la próxima nota, detallaré las características de tu poder. Solo léelo cuando estés lista.
Cerré el libro de golpe.
Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas de forma automática, sintiendo cómo el peso de la verdad se abatía sobre mí. Me tapé la cara con ambas manos y comencé a llorar, dejando tristeza se apoderaran de mí.
Eso quería decir que aquella vez con Camus... fui yo. Por eso estaba tan aterrado y con ganas de matarme. Me sentí engañada al darme cuenta de que mi alivio por no parecerme a Eren no tenía fundamento; obviamente, no me parecería a él porque soy algo totalmente diferente, soy otra cosa que ni siquiera tiene nombre. ¿Humana? ¿Ackerman? ¿Titán? ¿En qué clase entro yo? ¿Monstruo?
Se me heló el corazón al recordar lo último que me había dicho Petra.
¡Por favor! no me hagan reír! ¡Eren es un monstruo! ¡El capitán no estaría con alguien que no fuera humano!
¿Por qué recordaba ese momento en un instante así? Un dolor opresivo se instaló en mi pecho, y las lágrimas brotaban sin cesar.
La desesperación se apoderó de mí al cuestionar si con esto alguna vez podría construir una familia. ¿Qué diablos habían hecho mis padres conmigo? Estaba destrozada. Aunque sabía que el contenido del libro sería doloroso, nunca imaginé que encontraría algo que me afectara tan profundamente. Buscaba consuelo en la idea de que eran mentiras, pero la certeza de que mi padre no haría bromas sobre algo tan crucial me hundía aún más. No había escapatoria de la horrible realidad que ahora conocía.
—¡¡Titanes!!
Me sobresalté al escuchar la estridente campana de alerta que resonaba, señal inequívoca de la proximidad de titanes. Me puse de pie rápidamente aún tambaleante por el golpe emocional que acababa de recibir. Con gestos automáticos, me sequé las lágrimas y me acerqué a la ventana para intentar divisar algo en la oscuridad.
La escena fuera de mi cuarto tomó un giro aterrador cuando un ojo de titán se adhirió al cristal, transmitiéndome una sensación de horror. ¡El titán estaba sobre el cuartel! En ese instante, me paralicé al enfrentarme a la magnitud de la amenaza. Sin siquiera tener puesto mi equipo de maniobra tridimensional, me vi inmovilizada ante la presencia hambrienta del titán que me observaba con deseo.
La situación cambió abruptamente cuando el iris del titán perdió su enfoque y la criatura, de unos cuatro metros de altura, cayó al vacío. Fue entonces cuando identifiqué a Oruo como el responsable de derribar al coloso.
Cruzamos miradas a través del vidrio, y con determinación, Oruo propinó una patada a la ventana, abriéndola de par en par.
— ¿Qué estás haciendo? ¡Baja de inmediato! ¡Necesitamos ayuda! —exclamó con urgencia, instándome a sumarme a la lucha contra la amenaza que se cernía sobre nosotros.
Asentí con temor y me dirigí en busca mi EMT. A pesar de sentirme emocionalmente abrumada, realicé las acciones mecánicamente, sin sentirme en sintonía con la situación. Mi mente no estaba en condiciones para afrontar la emergencia, pero la obligación de luchar por la supervivencia del grupo prevaleció.
Al salir al jardín, me encontré con una visión aterradora: una horda de al menos ocho titanes rodeaba el antiguo cuartel. La Levi Squad ya estaba en movimiento, mientras yo permanecía estática en el suelo, observando la escena como si todo ocurriera en cámara lenta. Al contemplar a esos titanes, la pregunta resonó en mi mente:
¿Por qué rayos se mueven en la noche?
— ¿Qué estás hacien...? — Al mirar a mi derecha, me di cuenta de la presencia del capitán, quien había aterrizado apenas unos segundos antes. Sin embargo, se quedó en silencio al ver mi expresión.
Debo decir que mi cara lucía horrible por llorar minutos antes.
— Tch, yo me encargo, ve adentro —murmuró, indicándome que dejara la confrontación en manos de los soldados que se encontraran más dispuestos.
Observé cómo el capitán tomaba impulso nuevamente para enfrentar a un titán de tamaño mediano. Un sentimiento de inutilidad se apoderó de mí, al darme cuenta de que no podía contribuir significativamente en ese momento crucial. Consciente de mi falta de concentración y el potencial riesgo que representaba para mis compañeros, decidí seguir la indicación del capitán.
Me encaminé rápidamente hacia el establo para cuidar a los caballos, quieres eran un elemento crucial para la sobrevivencia en las llanuras.
Cuando llegué al establo, me encontré con Eren, que ya estaba preparado.
— ¡Ey! ¿Cómo va t...? —comenzó a decir, pero Eren se quedó en silencio al ver mi rostro— ¿estás bien?
—Sí, sí, solo es estrés —mentí, tratando de ocultar la tormenta emocional que estaba experimentando—. ¿Qué haces acá?
—Estoy esperando la orden de Hange para entrar en acción.
Lo observé con curiosidad, pero no profundicé en la conversación. Ambos permanecimos en el establo, observando la intensa lucha que se libraba a pocos metros de nosotros. Me sentí cobarde al refugiarme en el establo mientras otros arriesgaban sus vidas afuera. De repente, presenciamos cómo un titán pequeño que había escalado la torre más alta se soltaba y comenzaba a caer en dirección al establo. ¡Caería en el techo y derrumbaría todo!
— ¡Mierda! ¡Maldito gusano! —Grité fuerte mientras de manera obligada me ponía en operación para matarlo.
— ¡Eren ahora! —escuché decir a Hange.
De forma instantánea, Eren salió corriendo del lugar. Mordió su mano, y en cuestión de segundos, se transformó en un titán enorme, rugiendo con fuerza al realizar la metamorfosis. Permanecí perpleja, observando de cerca al titán de Eren por primera vez. Era una visión impresionante. Con un golpe contundente, el castaño destrozó a la criatura que caía en picada, salvando así al establo y, por supuesto, a mí.
La imagen quedó grabada en mi mente, y me di cuenta de que, a diferencia de Eren, nunca me había transformado de manera voluntaria. La única excepción fue la vez que Camus me vio, pero fue porque mi vida estaba en peligro y no recordaba absolutamente nada. Ahora entendía que, si evitaba estar sola y fuera de peligro, podría vivir una vida normal sin que nadie descubriera que era un experimento de laboratorio. Podía ocultar ese poder titánico hasta mi muerte, porque estaba decidida a no usarlo en combate. Nadie se enteraría, y moriría como una humana más.
Cuando todo terminó, comenzaron los informes e investigaciones para entender cómo y de dónde habían aparecido tantos titanes y además, de noche. Afortunadamente, no hubo bajas.
Aunque me sentía más calmada, mi alma, si es que tenía una, seguía doliendo.
Nadie me preguntó nada más esa noche. La única opción que me quedaba era dormir y tratar de recuperar la poca cordura que me quedaba.
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Al día siguiente, me desperté con la energía de un zombi y me encaminé hacia el comedor para el desayuno. Como de costumbre, me levanté tarde y acabé comiendo sola. Sabía que tenía tareas relacionadas con el establo para ese día, así que, una vez terminado el desayuno, me dirigí hacia allí.
Mientras me acercaba a mi destino, noté a Eren charlando con algunas personas. Parecían ser sus amigos. ¡Ah! Eran los nuevos reclutas, presentes para la entrega de sus uniformes. Mi entusiasmo se desvaneció un poco al notar que eran pocos. Eren me vio y me instó a acercarme, presentándome a sus amigos.
—Hola a todos —saludé con una sonrisa. Me presenté y noté al niño rubio que se despidió de su abuelo años atrás, un evento que me había dejado una profunda marca; ahora, finalmente, tenía la oportunidad de conocerlo.
—Ellos son Mikasa, Armin, Sasha, Connie, Jean, Betrohl, Reiner, Christa e Ymir —los presentó el joven— somos todos del 104.
Recibí amables saludos de todos.
—Disculpa, Armin —lo llamé emocionada. El chico se volvió y me miró—. Te has convertido en un buen soldado, eso me alegra —le dije con una sonrisa. Armin se sonrojó ligeramente.
Me aparté rápidamente de él para evitar que pensara que era extraña o algo por el estilo; a diferencia de él, yo sí lo había visto antes.
—Eren, ¿y tú estás bien? —La chica de cabellos oscuros le tomó ambas manos preocupada—. Ese enano maldito se pasó de la raya, me las va a pagar.
—Ey, Mikasa, ¿hablas del capitán? —dijo Eren, asegurándose de que no se escuchara demasiado alto—. No hables tan alto.
No pude evitar soltar una carcajada.
—Tienes mis respetos —comenté, y la chica me miró—. Todos lo piensan, pero nadie se ha atrevido a decirlo —añadí guiñándole un ojo—. Te felicito, Mikasa...
—Ackerman, Mikasa Ackerman —corrigió con una sonrisa.
—¿Qué? —quedé perpleja por unos segundos— ¿Ackerman?
¿Sería otra descendiente? Me sorprendió encontrar a otro tan rápido. ¿Cuántos quedarían? ¿Sería igual de fuerte que el capitán? Creo que con estos nuevos reclutas iba a averiguar muchas cosas más.
Dejé a Eren con sus amigos y me dirigí a la entrada del establo, donde justo venía saliendo el pelinegro con su caballo.
—A ver si te ríes también cuando termines de limpiar este chiquero.
Rodé los ojos, pero no me arrepentí de nada. Me gustó saber que él había escuchado cuando lo llamaban "enano maldito".
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Estábamos a un día de iniciar la nueva expedición, y todos estábamos llenos de ansiedad. Los días anteriores habían sido agotadores debido a los entrenamientos y las capacitaciones sobre las diversas tareas a realizar. Me involucré activamente en varios entrenamientos con los nuevos reclutas, y me llevé muy bien con la chica llamada Sasha Braus. Encontré que tenía una personalidad bastante similar a la mía, a excepción de su amor por la comida, por supuesto.
Sin embargo, ese día no estaba programado ningún tipo de entrenamiento, solo era un día para descansar. Aproveché el momento y me dirigí al jardín a tomar un poco de aire junto a las mesas de madera. Amaba ese lugar; desde allí, se podía contemplar todo el horizonte, donde predominaba el verde en diferentes tonalidades. Reflexionaba sobre la posibilidad de que fuera la última vez que pudiera disfrutar de ese paisaje.
La verdad no sería tan terrible si no regreso , podría llevarme mi secreto a la tumba.
El ambiente estaba lleno de una tensa energía , pero ese momento de tranquilidad me permitía apreciar la belleza del entorno antes de la misión.
— ¿Está todo preparado? —Una voz me sacó rápidamente de mis reflexiones triviales. Volteé hacia un lado y vi que Petra había llegado con dos tazas de té, ofreciéndome una. Dudé por un momento, temerosa de que pudiera ser veneno.
—Gracias —finalmente sucumbí al delicioso aroma del té. Si moría al beberlo, al menos sería una muerte con sabor agradable—. Creo que sí...
La relación con Petra se volvió bastante tensa después de lo ocurrido en el comedor. Sin embargo, no la culpaba; en el fondo, sabía que actuaba así por lo que sentía. Los sentimientos eran difíciles de controlar en la mayoría de los casos.
Aunque no puedo negar que sentía curiosidad por saber qué le respondió el capitán a Petra esa vez en relación a su petición de entrar a su habitación.
— ¿Sabes? Puede parecerte extraño, pero quiero disculparme.
Oh, eso no me lo esperaba.
—Los celos y la desesperación me nublaron. —volvió a hablar.
— ¿Desesperación por qué? — Sin haberlo planeado, mi voz sonó molesta.
—Por casarme. —Me confesó—. Mi intención era casarme antes de esta expedición, porque si no vuelvo, al menos habría cumplido mi sueño.
Esa confesión me atravesó como mil flechas de cristal directo al corazón. Sin pensarlo, ella tenía un sueño similar al mío. Al ver que yo no hablaba, ella continuó.
—Me sentí tan feliz al encontrar a un hombre que finalmente llamara mi atención que me desesperé por cumplir ese sueño con él —tomó un sorbo de té—, pero supongo que ese anhelo y sentimiento solo fue de mi parte...
Me quedé en silencio por algunos segundos. Aquello confirmaba que el capitán había rechazado sus sentimientos.
—No te culpo —le dije finalmente con un tono más tranquilo—. Los sueños y anhelos están hechos para cumplirse, ¿no? y debes luchar por ellos, por lo menos intentarlo.
Lo que le dije en realidad lo pensaba. Uno tiene que arriesgarse a cumplir sus sueños, intentarlo para no quedarse con la sensación de ¿qué hubiera pasado si...? Si yo perdiera la vida mañana, creo que, a diferencia de Petra, yo no había hecho nada para acercarme ni siquiera un poco a mis metas.
—Si no regreso, ¿cuidarías al capitán por mí? — me preguntó con una voz suave, mientras me dirigía una mirada completamente transparente.
La observé detenidamente, notando que su expresión era totalmente diferente a lo que había visto antes. No era ni una sonrisa ni una mueca de desagrado. Experimenté una sensación extraña y verdaderamente sentí escalofríos.
— No digas tonterías, Petra. Vas a regresar, y serás tú quien cuide de él —le respondí con una sonrisa—. No estoy aquí para cuidar ancianos.
Ambas soltamos una carcajada. Sin embargo, a pesar del momento ligero, una sensación de intranquilidad se apoderó de mí. Algo en el aire me susurraba que la expedición del día siguiente no iba a ser fácil. La brisa de esa tarde, fría y carente de cualquier tipo de sentimiento, me dejó con una sensación incómoda. Odiaba esa neutralidad, esa falta de vida en el viento.
Maldición, cómo detestaba leerlo.
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