Capitulo 14: Celos (✔️)


Nos dirigimos a toda velocidad hacia la ciudad en cuanto nos enteramos del incidente. Al llegar, nos recibió el caos, inundado  por los sollozos de Hange, que resonaban como un lamento desgarrador. En el suelo, yacían los cuerpos ya esqueletizados de quienes alguna vez fueron Bean y Sawney.

Reí amargamente, incrédula de que acabara de nombrarlos por sus nombres.

—No alcanzaron a ver quiénes eran, pero llevaban equipos tridimensionales —informó Eld, acercándose a mí.

— ¿Qué? —me sorprendí. ¿Por qué alguien de aquí querría hacer eso? — Quizás eran personas incómodas con su presencia, tenían miedo.

—Quizás... ¿quién sabe? —respondió Oruo con un tono reflexivo.— al menos a mí me daban escalofríos esas cosas.

De repente, percibimos una presencia detrás de nosotros; era el comandante Erwin. Se acercó lentamente y, en voz baja, nos preguntó:

— ¿Quiénes creen ustedes que es el enemigo?

Un momento de desconcierto se apoderó de todos nosotros; intercambiamos miradas de confusión entre nosotros mientras el silencio reinaba. Al no obtener respuesta, el comandante Erwin esbozó una sonrisa enigmática y se retiró, dándose media vuelta.

Quedamos allí, preguntándonos qué podría significar su misteriosa pregunta.

—Oí, nosotros también nos vamos. Esto queda en manos de la policía militar —ordenó el capitán mientras se alejaba junto con el comandante.

Pasadas algunas horas desde el trágico asesinato, Hange estaba aún en la enfermería bajo los cuidados de Moblit, quien le proporcionaba una hierba relajante para aliviar el estrés. Al salir de la enfermería después de percatarme que la científica quedaba en buenas manos, me dirigí hacia la ciudad para reunirme con mis compañeros y buscar su compañía.

Al llegar a la base, divisé a Nanaba y Gelgar a lo lejos. Sus semblantes reflejaban seriedad debido a la situación, pero al encontrarse con mi mirada, sus rostros se iluminaron con una camaradería que tanto extrañaba. Me encaminé hacia ellos con paso decidido.

— ¡Ey! —Gritó Gelgar. Mi corazón se llenó de alegría al verlos— ¡Es como si hubieran pasado años! ¿Cómo estás?

Me acerqué corriendo y abracé a Nanaba. Oh, cómo había extrañado sus abrazos reconfortantes.

— ¿Cómo va todo por allá? —Me preguntó con su sonrisa dulce de siempre—. Menos mal que nadie te vio en la ceremonia o hubieras estado en serios problemas.

— ¿Estuviste en la ceremonia? Ahora todo tiene sentido. —Respondió Gelgar

Todos nos volvimos y descubrimos que Mike estaba detrás de nosotros, con los brazos cruzados y una expresión neutral. Nadie entendía cómo había aparecido allí de la nada. Seguramente ya había escuchado toda la conversación anterior.

—El capitán Levi me dio permiso...

El líder de escuadrón bufó. Nunca era fácil engañarlo, y mucho menos a mi nivel de novata.

—Claro, es por eso que se agarraron a puñetazos cuando volviste.

— ¿Qué? —preguntaron al unísono Nanaba y Gelgar, sorprendidos.

— ¡No fueron puñetazos! —intenté explicarme—, pero eso no importa. ¿Cómo sabes todo eso?

—La pregunta sería ¿quién no lo sabe?

—Pues yo no sabía —replicó Gelgar.

—Reformulo la pregunta entonces —dijo Mike mientras tomaba aire—, ¿quién de la alta jerarquía del regimiento no lo sabe?

Gelgar rodó los ojos al escuchar la referencia "Alta Jerarquía"

— ¿¡Qué!? ¿No me digas que hasta el comandante lo sabe?

—Fue el primero en enterarse. Por favor, piensa antes de actuar.— me regañó firme y asentí mientras Gelgar soltaba unas risilla de fondo.

Me llevé la mano a la cara. Qué vergüenza tan grande. ¿Cómo podría ahora mirar al comandante a los ojos? Ni siquiera quería imaginar cómo se había enterado, aunque ya tenía un sospechoso y conencé a tener pensamientos vengativos.

—Cambiando de tema —Mike me sacó de mis pensamientos asesinos—. Como sabes, pronto habrá una nueva expedición fuera de los muros.

—Sí, lo tenía en cuenta. ¿Ya es oficial? —estaba emocionada; hacía mucho que no participábamos en una expedición.

—Sí, pronto Levi te dará las instrucciones.

—Espera, espera —dije confundida—¿Por qué no tú? Estaré en el mismo escuadrón que ustedes ¿no?

Todos guardaron silencio, aquello significaba un incómodo y rotundo "NO". La frustración me invadió y, sin pensarlo mucho, me di la vuelta decidida a encontrar al pelinegro. Nadie, absolutamente nadie, podía prohibirme estar en mi propio escuadrón.

La extraña interacción con el capitán en el antiguo cuartel me había dejado completamente desconcertada. No entendía por qué había sucedido pero yo simplemente no pude oponer resistencia. El beso carecía de sentido, considerando los roces y confrontaciones que habíamos experimentado a lo largo de toda nuestra relación. Lo más probable es que haya visto a esa tal Isabel reflejada en mi cara, y eso explicaría su comportamiento.

¡Y ahora, quizás, quería que estuviera en su escuadrón para proteger mi rostro que, según él, le recordaba a ella! No, eso sí que no. Tenía mi propia vida, mi propia identidad, y mis ojos eran auténticos y solo míos.

**************************************************

Llevaba más o menos una hora  buscándolo y no había rastro del pelinegro. Cada rincón del cuartel parecía ser el equivocado, y la impotencia crecía con cada paso que daba. Finalmente, mis ojos se posaron en un grupo de soldados que conversaban cerca de la pileta central. Decidí acercarme, esperando encontrar alguna pista sobre el paradero del esquivo capitán.

Al llegar, la conversación se detuvo momentáneamente, y pude sentir las miradas curiosas y el murmullo de comentarios apenas audibles. Traté de ignorar la atención no deseada y me dirigí directamente a los soldados.

— Disculpen, ¿han visto al capitán Levi por aquí? Necesito hablar con él —pregunté, intentando ocultar la urgencia.

Los dos jóvenes me miraron con diversión, como si compartieran algún secreto entre ellos. ¿Acaso también estaban al tanto de mi enfrentamiento con el capitán Levi? No, no podía ser posible.

— No creo que a esta hora lo encuentres —dijo uno de ellos con una sonrisa burlona.

Los mire confundida, incapaz de entender el motivo de su risa.

— Es la hora en que está con el comandante —añadió el otro entre risas. La confusión se apoderó de mí, sin comprender cuál era la gracia.

— Ah, entonces lo iré a esperar fuera de la ofici...

— Se demorarán mucho —me interrumpió el primero. Cuando notaron mi expresión de desconcierto, continuaron con su tono misterioso—. Al parecer, no tienes idea de los rumores, pobre chica.

Fruncí las cejas, irritada, y me acerqué al que había hablado, tomando el cuello de su camisa. Estaba enfadada y odiaba que me hicieran esperar, más aún con esa actitud de secretismo.

—Habla o de verdad que descargaré mi instinto asesino contigo.

— ¡Sí! ¡Sí! ¡Lo que pasa es que existen rumores de que el capitán tiene una relación carnal con el comandante y a esta hora es cuando se encierran en su oficina! ¡Ya suéltame!

Lo solté de inmediato, y él cayó al suelo.

¿Qué? ¿Qué tonterías son esas? ¿El capitán con el comandante? Me reí internamente por esa estupidez; yo no era de las personas que se dejaban influenciar por ese tipo de comentarios.

Pero y si... ¡Ay no! Detente ahí, cabeza loca.

— Aunque... —el otro soldado al fin habló— También dicen que el capitán tiene de amante a Jeager, que lo hace trizas en las noches en el calabozo.

—Yo no creo eso —le respondió el otro, como si estuvieran hablando de un tema súper normal. Yo estaba aterrada. — El comandante Erwin pone en cuatro al capitán todos los días...

Al escuchar esas palabras, mi rostro se tornó de un rojo intenso, mezcla de confusión y vergüenza. ¿En qué tipo de conversación absurda me había involucrado? ¿Y por qué estaban inventando esas cosas?

— ¡Ey! ¡No digas esas cosas frente a una chica! ¡Idiota!

OK SUFICIENTE.

—G-gracias por NADA. —Decidí alejarme antes de que siguieran difamando estupideces sin sentido.

Traté de bloquear todo pensamiento de lo que acababa de escuchar y me dirigí de inmediato a la oficina del comandante, con la intención de esperar al capitán y discutir sobre el tema del escuadrón.

Al llegar, encontré la puerta cerrada, indicando que el comandante estaba ocupado o en una reunión importante. Me acerqué con cautela y coloqué mi oído en la puerta, intentando discernir si había alguien dentro, pero apenas se escuchaban sonidos. Incluso, llegué a hacer un leve ruido para verificar, pero al no obtener respuesta, me alejé. La idea de tocar la puerta me generaba ansiedad, así que opté por sentarme en las sillas del corredor para esperar.

Mientras aguardaba, mis pensamientos daban vueltas incontrolablemente. ¿El capitán y el comandante? ¿Con Eren? Ay no, ya basta. Odiaba tener una mente tan ansiosa, siempre dándole vueltas a todo. Este defecto siempre había sido parte de mí; solía reflexionar excesivamente sobre las situaciones, como si mi mente tuviera vida propia.

—No...Espera....

¿Que fue eso?  Había logrado escuchar algo dentro de la oficina. Me acerqué nuevamente a la puerta. Eso me confirmaba que el comandante no estaba solo. Pero nadie me aseguraba que era el capitán.

—Levi, ¿te gusta?

OK. Sí, era él.

¿Te gusta que? ¿De qué estarían hablando? ¿De té? si, seguro que sí.

—y dime, ¿cómo se siente? ¿Te duele?

Bueno, creo que era hora de irme, o de verdad mi cabeza se volvería mi peor enemiga con lo que escuchaba desde fuera. Me levanté rápidamente del asiento y me dirigí con paso robot a la salida.

Cuando salí del edificio, el cielo se teñía lentamente de tonos anaranjados y dorados, creando una paleta de colores vibrantes que anunciaba el atardecer. A pesar de la cálida temperatura, las suaves brisas equilibraban en el ambiente, proporcionando un pequeño alivio al calor.

Mientras avanzaba, divisé al Levi's Squad reunido alrededor de la pileta central en medio del cuartel. Petra, con su mirada penetrante, me fulminó con un gesto de desaprobación peligrosa. Desde el altercado con el pelinegro, no había intercambiado palabras con ella.

Un suspiro escapó de mis labios mientras decidía quedarme con ellos, aguardando la eventual aparición del capitán.

Pasaron unos veinte minutos antes de que el capitán saliera.

—Qué bueno que estén aquí, vayan por Eren y preparen sus cosas, que volvemos al antiguo cuartel —ordenó.

Mientras los demás asentían y se dispersaban para cumplir con la tarea asignada, yo permanecí en mi lugar. La mirada del capitán se posó en mí, y su gesto expresaba claramente "¿Y tú qué?".

— ¿Podemos hablar un momento? —solicité, y en respuesta, él se cruzó de brazos, indicándome que podía hablar. — a solas.

Mi deseo de privacidad con él no encajaba bien con la bulliciosa plaza principal del regimiento.

Pasamos al comedor, y debido a que aún no era la hora de la cena, el lugar se encontraba despejado, sin la presencia de ningún soldado.

Estaba muy nerviosa por lo sucedido en el cuartel, sin saber muy bien cómo reaccionar o qué hacer. Además recordar lo que había escuchado detrás de la puerta me avergonzó aún más... Me sentí pésimo al darle importancia a rumores tontos, pero mi mente era muy frágil. Lo único que podía hacer por el momento era no tocar el tema beso.

Al sentarnos, opté por ir directo al grano, como era mi costumbre.

—En la expedición quiero estar con mi escuadrón.—No podía mirarlo directamente, ya que aquella decisión era sumamente subjetiva y cargada de sentimentalismo, sintiéndome vulnerable al admitirlo—. Creo sinceramente que seré más útil colaborando con ellos...

— ¿Es a causa de Petra?

Abrí mis ojos de golpe.

—No, no, por supuesto que no — ¿Era tan evidente el comportamiento de Petra hacia mí?— simplemente me siento más en sintonía con Mike y los demás.

En realidad, si me ponía a pensar, tener una misión con Petra en ese estado también era peligroso. No sé, los celos podrían hacerle tomar la decisión de no ayudarme en un momento crítico y terminar muriendo en manos de un titán por culpa de ella. Ya había pasado una vez.

El capitán pareció meditarlo un momento y luego dirigió su mirada hacia mi.

—Está bien, como quieras —Me dijo con una expresión serena y sonreí en respuesta—, pero bajo dos condiciones. Primero, regresarás con nosotros al antiguo cuartel de inmediato para comenzar el entrenamiento para la expedición —asentí con entusiasmo, eso no me molestaba en absoluto— y segundo, te comprometes a no volver a husmear detrás de las puertas.

¿Cómo es que...? Me enrojecí de vergüenza.

— Seguro piensas que soy un ser de otro planeta o algo así —me dijo con naturalidad—. En todas las cosas que te he descubierto es porque simplemente ya sé cómo piensas, y puedo predecirte. El único soldado que iría y no entraría por alguna razón desconocida, eres tú.

—Lo siento, s-s-solo quería conversar de esto. —dije tartamudeando, nerviosa—. Además, como se estaba demorando mucho, pensé que lo que estaría hablando con el comandante sería importante y no quise interrumpir.

No podía decirle que no entré porque pensaba que lo tenían en cuatro.

Después de unos arreglos más con el capitán, pudimos dejar oficialmente a cuál escuadrón pertenecería en la expedición. Se sentía bastante extraño hablar con él después del beso afuera del comedor, como si nada hubiera pasado.

¿Cómo tendría que manejar la situación? ¿Quizás Solo había sido un desliz y ya? Pues esa opción no me dejaba satisfecha para nada.

Esa noche partimos de vuelta al antiguo cuartel, y antes de eso, con alegría, le avisé a Mike que estaría junto él y  a los demás. La expresión en su rostro reflejó sorpresa y satisfacción, lo cual me hizo sentir aliviada y emocionada al mismo tiempo.

***************************************

Llegamos al antiguo cuartel muy tarde, en la madrugada. Después de guardar los caballos en el establo, nos reunimos todos para disfrutar de un té antes de retirarnos a descansar. La atmósfera era tranquila, es lo que pensaba yo, y tras lavar las tazas, me dispuse ir  mi habitación. Fue en ese momento cuando me sorprendió encontrarme con Petra sentada sola en el comedor, como si de alguna manera me bloqueara el paso a la salida.

— ¿Petra? ¿Qué pasa? —Sabía lo que ocurría, pero preferí hacerme la tonta—. Pensé que ya te habías ido a dormir.

Ella cerró los ojos y los abrió de golpe para mirarme. Era una mirada desafiante.

—Dime —su tono era neutral, se notaba que hacía un esfuerzo enorme por ser amable—, ¿cuándo te casarás con el líder Mike?

Alcé ambas cejas, en señal de sorpresa. De repente, miles de recuerdos inundaron mi mente, recordando los acontecimientos de los días anteriores cuando Mike vino a visitarme. La situación se revelaba como un auténtico desastre, y todo por culpa del capitán, bueno y no podía negar que mía también.

— ¿Por qué lo haría? —pregunté un poco fastidiada, en realidad ya estaba comenzando a cansarme.

— ¿Porque se aman, no? Dime, ¿cuándo?

Bufé con cierta irritación y solté un suspiro audible. Era innegable que su actitud en ese momento me resultaba molesta, y, al hacer un mea culpa, reconocí que se debía al cambio de circunstancias. No podía eludir la verdad sobre el beso con el capitán; aunque aún no había reflexionado a fondo sobre lo sucedido, era incapaz de hacer como si nada hubiera pasado.

— Dime, que yo ame a una persona, ¿significa que nos tenemos que casar? Que pasaría si no es mutuo ? No deberías obligarle, ¿no?

Mis palabras estuvieron cargadas de intención, y era consciente de que tendrían un impacto profundo en ella. La miré con una expresión de desafío, sabiendo que mis palabras resonarían en lo más profundo de su ser. Sus ojos reflejaron rabia, y su desconfianza hacia mí crecía cada segundo que pasaba. Resultaba increíble que estuviera lidiando con problemas con otra soldado por un hombre. Sin embargo, entendía que el corazón no siempre seguía las órdenes que uno intentaba imponerle.

— Yo me iré en unos días porque la expedición la haré con mi escuadrón —insistí al ver que no respondía. Tal vez eso la calmaría un poco—. No tendrás que ver mi cara en mucho tiempo y podrás estar tranquila.

La pelirroja se levantó de su asiento, cerró los ojos y suspiró. Parecía como si estuviera tomando conciencia de la situación y de lo ridícula que estaba siendo.

— ¿Qué hacía él en tu habitación a esa hora? ¡Responde! —me preguntó elevando la voz. Parecía que su lucha interna por dejar de lado esa tontería no había sido ganada.

— Estábamos discutiendo. — le recalqué con honestidad. Era la simple verdad.

— ¿Uno arriba del otro? ¿Qué forma de discutir es esa? —Comentó molesta— si es así, yo también quiero discutir con él.

Rodé los ojos con exasperación mientras masajeaba mis sienes. La situación se estaba saliendo de control. Necesitaba detener esa estupidez antes de que escalara a niveles insostenibles, pero me sentía perdida en cómo hacerlo. Petra estaba mostrando sus verdaderas garras, y mi posición era totalmente desfavorable.

— Petra, yo...

— ¡Yo estoy enamorada de él! —gritó, interrumpiéndome—. ¡Yo daría mi vida por él! ¿Y qué obtengo a cambio? —golpeó la mesa con ambas manos en señal de frustración—. Obtengo que existan rumores de que el capitán liga con todos ¡menos conmigo!—apretó sus puños con rabia—. ¿Con Eren? ¡Por favor! ¡No me hagan reír! ¡Él es un monstruo!¡No estaría con alguien que no fuera humano!

Algo positivo de toda esta situación era que, finalmente, Petra se había sincerado conmigo. Sin embargo, en ese momento, sentí la brecha enorme que nos separaba. Por un lado, estaba viendo a una caprichosa niña pequeña haciendo pataleta, y, en la otra esquina, estaba yo, que no necesitaba intimidar a otras mujeres para ser honesta con un chico. ¿Serían mis años los que marcaban la diferencia?

— ¿Y ahora va a tu cuarto... a discutir? —volvió a hablar, bufándose. Sentí como si en cualquier momento Petra pudiera partirme la cara con un golpe.

De pronto se abrió la puerta del comedor.

Era el pelinegro, que venía con un vaso para llenarlo de agua. Su expresión parecía demasiado inocente para mi gusto, y algo me decía que había estado escuchando detrás de la puerta. ¿Él me dice que no lo haga nunca más? ¿Pero él sí puede? La ironía de la situación me hizo sonreír para mis adentros.

—Petra... ¿por qué estás malinterpretando las cosas? Ella ya te dijo que estábamos discutiendo.

La colorina además de quedar colorada como el fuego mismo, lo observó  confundida.

— Ella quería desobedecerme e irse de este lugar, y por eso estábamos forcejeando —volvió su mirada hacia mí— de verdad que yo te desagrado mucho ¿no? nunca nadie me había hecho un desaire tan evidente como para querer irse de mi escuadrón.

Quedé paralizada. Nunca pensé que el capitán fuera tan honesto con ella para ayudarla a que cambiara de perspectiva. Bueno, en realidad, solo le estaba revelando media verdad. Si bien ese suceso en concreto fue así, el beso después había sobrepasado cualquier lógica.

—Es cierto. —dije, dándole la razón. Ella volvió su mirada hacia mi— ¿No crees que si hubiera sido algo más yo hubiera luchado de esa forma hasta romperme el brazo de nuevo?

La colorina pareció meditarlo y se calmó. Creo que ahora vendría la vergüenza de su vida y se mataría a disculpas conmigo.

—Capitán... yo... quiero que tenga la confianza necesaria conmigo para ir a visitarme a mi cuarto cuando quiera.

El mayor quedó perplejo; sin duda, esa afirmación que se podía interpretar en muchos sentidos, no se la esperaba para nada. Su expresión mostró que estaba en serios problemas para contestar. Según mi opinión, desde que llegue al cuartel pude concluir que Petra simplemente no era de su gusto como mujer, porque de ser así, ya hubieran formalizado mucho antes. Y quizás, como Petra jamás tocó el tema directamente con el , pues ahora el pelinegro no tenía idea de cómo rechazarla por el cariño que le tenía.

Esa era mi teoría. Podía estar equivocada.

De repente, me di cuenta de que en ese preciso instante mi presencia resultaba incómoda, así que aproveché ese momento para escurrirme y distanciarme del peligro.

Mi vida antes de llegar aquí era notablemente tranquila y enfocada en lo profesional. Ahora, me encontraba inmersa en un mar de situaciones vergonzosas, carentes de sentido y en trivialidades... Pero a pesar de todo, siento que me divierto. ¿Estaré desviándome de mi objetivo principal, que es asegurar la libertad de la humanidad? ¿Es incorrecto encontrar disfrute en las cosas más simples y triviales?

Me encaminé hacia mi habitación en busca de un momento de reflexión. Jamás había compartido esto con nadie, pero si alguien me preguntara cuál es mi sueño, confesaría que es el de tener una familia. Puede sonar patético, lo tengo claro, especialmente en estos tiempos donde ese anhelo parece carecer de sentido. Pero siendo honesta, es mi deseo más profundo. Creo que por eso luchamos contra los titanes, para forjar una sociedad que permita tiempos mejores con la posibilidad de vivir una vida pacífica y tener una familia a la cual amar.

Al sentarme en el borde de la cama, recordé el libro de mi padre y una expresión de dolor se dibujó en mi rostro. Había estado evitándolo todo este tiempo, resistiéndome a seguir leyéndolo, pero sabía que era mi obligación. Tomé el libro entre mis manos y continué leyendo desde donde lo había dejado cuando lo compartí con Mike.

Notas 2:

Como expliqué en la nota anterior, el Dr. Jaeger nos ofreció convertirte en un Ackerman, uno mucho más fuerte que el corriente, a cambio de que protegieras a toda costa a su futura descendencia.

Aceptamos porque queríamos asegurarnos de que tuvieras muchas más probabilidades de sobrevivir que los demás.

Todo sucedió la mañana del 5 de octubre, cuando apenas tenías 3 años. Grisha llegó con algo que parecía ser una inyección con una composición desconocida. Le preguntamos qué contenía y nos explicó que era una solución con un porcentaje específico de líquido cefalorraquídeo del primer Ackerman. Nunca supimos realmente cómo lo había conseguido. Esta solución que te inyectaría era una mezcla de líquido CR del primer Ackerman junto con un porcentaje de suero de titán real.

Jaeger nos aseguraba que serías tan poderosa como para sobrevivir en el mundo en el que estabas creciendo. Estábamos muy emocionados al darte este poder, que, sin querer, sentíamos como un milagro debido a que nadie más podría tenerlo de la forma en que nos estaba llegando.

Pero algo salió mal.

Tragué saliva al leer lo último y tomé aire; tenía que hacerlo.

Al inyectarte esa solución, tu cuerpo experimentó una corriente eléctrica muy intensa y te convertiste en un pequeño titán, pero un titán con inteligencia y muy consciente.

¿Era una broma, verdad?

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