—¡¿POR QUÉ?! ¿Por qué me hiciste esto, padre?— decía mientras lo tomaba del cuello de su pijama, intentando con todas mis fuerzas despertarlo de ese sueño eterno que comenzaba a invadirlo. Aún no podía creer lo que me acababa de confesar en su lecho de muerte. "¡¿A qué te refieres con que debo proteger a Eren Jeager?! ¡¿QUIÉN DIABLOS ES?" le pregunté gritando. Rogaba con todas mis fuerzas tener el tiempo suficiente para escuchar esas respuestas de sus propios labios, pero eso no sucedió. Él simplemente cerró los ojos para abandonar este mundo cruel que nos tocó vivir. "¡PADRE!"

Desperté de un brinco, con el corazón martilleándome en el pecho y la respiración agitada.Aquellas pesadillas recurrentes se encargaban de recordarme una y otra vez el episodio atroz que supuso la pérdida de la única familia que me quedaba: mi padre.

Han transcurrido ya varios años desde aquel fatídico suceso, pero la verdad es que aún no he logrado asimilarlo por completo. Después de su partida, tomé la decisión de convertirme en un soldado de excelencia y me uní al Cuerpo de Exploración. ¿La razón detrás de esta elección? Buscaba, desesperadamente, sentirme útil. Puede sonar patético, pero enfrentar la muerte en cada misión no me importaba en lo más mínimo, pues ya no quedaba nadie en este planeta para extrañarme, ni un hogar al que regresar. El regimiento se convirtió en mi refugio, en la única constante que quedaba en mi vida, y en todo lo que tenía.

Siguiendo mi rutina habitual, me levanté temprano en la mañana y me dirigí directo a la ducha. El contacto con el agua fría me hizo estremecer, pero era el único antídoto efectivo para sacudirme completamente de la pereza. Después de un desayuno rápido, me encaminé, como cada día, hacia el lugar donde se encontraba mi superior encargado de las misiones.
Había pasado un tiempo desde que me uní al Cuerpo de Exploración, y gracias a mi destacado desempeño en misiones previas, me asignaron al escuadrón liderado por Mike Zacharius. En este equipo, contaba con la compañía de dos camaradas leales: Nanaba y Gelgar. Ya habíamos compartido un año de trabajo conjunto, y y realmente me sentía en familia.

—Oh, bueno días—Dijo Nanaba con una sonrisa al verme. — como siempre madrugando ¿verdad?

—Creo que dormir no es lo mío —respondí con una sonrisa. Luego, con una mirada sarcástica hacia Gelgar, agregué—Me encantaría ser tan madrugador como tú, Gelgar—Este comentario provocó una expresión de orgullo en su rostro.

—Solo te falta práctica.

—Buenos días a todos—Anunció nuestro líder de escuadrón, Mike Zacharius, mientras me volteaba para verlo. Su mirada imperturbable y seria, que siempre lo caracterizaba, no revelaba emociones—Hoy no tendremos ninguna misión, ya que me han asignado una tarea junto a otros miembros del regimiento.

Un escalofrío me recorrió.

Cada día, sin excepción, me sumía en misiones fuera de los muros. Las misiones eran mi escape, mi antídoto contra la soledad y los demonios que acechaban en los momentos de ocio. Resulta irónico, lo sé, considerando que el mundo fuera de los muros era aún más despiadado, pero al menos en las misiones mi mente se concentraba en la lucha contra los titanes. Esto significaba mantenerme alerta en todo momento, sin darle oportunidad a mis pensamientos de tomar el control.

—¿Por qué?—pregunté, dejando que mi nerviosismo y angustia se filtraran en mi voz, lo que atrajo las miradas de todos hacia mí. —¿Estás seguro? ¿Ninguna misión en absoluto? ¿No hay rutas de suministros que necesiten vigilancia o algo por el estilo?

Mike suavizó su expresión, como si comprendiera la razón detrás de mi desesperación, pero lamentablemente no había nada que pudiera hacer por el momento.

Con la mirada fija en el suelo durante unos segundos, me di cuenta de que no tenía más opción que resignarme. Me vería obligado a encontrar actividades de emergencia, como ayudar en la cocina o en el cuidado de los caballos.

—Oi Mike, Erwin pregunta si tienes el expediente que necesitaremos...—dijo una voz muy suave pero muy autoritaria a la vez.

—Oi, Mike. Erwin pregunta si tienes el expediente que necesitaremos...

Una voz suave pero inmensamente autoritaria se escuchó, interrumpiendo nuestra conversación. Todos nos volvimos hacia la fuente de esa voz, y ahí estaba él: el Capitán Levi Ackerman, un individuo sumamente peculiar, por decirlo de alguna manera. Su estatura contrastaba notablemente con su temperamento explosivo y su personalidad, digamos, singular. Con su cabello azabache y sus ojos oscuros, portaba una presencia sombría, y su aspecto siempre impecable y formal lo hacía destacar de inmediato. Sin duda, era alguien que no pasaba desapercibido. A pesar de todas estas características, su mera presencia me intimidaba, y debo admitir que nunca había tenido más contacto con él que un simple saludo. Quizás debería estar agradecido de haber sido asignado al mismo escuadrón que Nanaba y Gelgar.

Mike me dirigió una mirada analítica y, sorprendentemente, esbozó una sonrisa, algo a lo que no estaba acostumbrado a ver. Si en ese momento hubiera estado masticando un pedazo de pan, sin duda me habría atragantado al instante.

"Levi, parece que no podré unirme a la misión con ustedes," declaró mi líder de escuadrón sin titubear, apartándose para dar paso al Capitán y permitirle unirse a nuestro círculo.

— ¿Qué?" El capitán alzó una ceja con incredulidad.—¿De qué estás hablando?

—La verdad, ando un poco estreñido...— murmuró el pelirrubio con un tono serio, dejándonos a todos con una expresión confusa. Nadie sabía si estaba haciendo una broma o hablando en serio, así que decidimos mantener silencio.— pero te puedo recomendar a esta soldado.

Fue en ese momento que experimenté el verdadero terror. Ni siquiera los titanes habían logrado infundirme tanto miedo como la mirada que el capitán me dirigió. No podía discernir si era una mirada de desprecio, de indiferencia, de desconfianza, o quizás una mezcla de las tres.

—¿Estás demente?— inquirió el pelinegro con voz seca y directa. —Ni se te ocurra pensar que llevaré a un novato en una misión como esta.

La poca autoestima y confianza que me quedaba se fueron al carajo al escuchar esas palabras, pero mantuve mi rostro imperturbable.

—Levi, ya lleva dos años en el regimiento— intervino Mike con una seguridad que yo ya no poseía.—Hablaré con Erwin...

—Haz lo que quieras, pero que Hange se haga responsable— respondió el capitán, antes de darse la vuelta y marcharse sin más.

Permanecí observándolo unos segundos mientras se alejaba. Luego, volví mi mirada de terror hacia mi superior.

—¡Mike! ¿Por qué hiciste eso?— Ahora mis manos temblaban de verdad, y me costaba hablar con claridad. En presencia de Mike, Nanaba y Gelgar, nunca me avergonzaba de mostrar mi nerviosismo o torpeza, dado que habíamos compartido tanto tiempo juntos que la confianza entre nosotros era inmensa.—¿Qué voy a hacer ahora? No estoy a la altura de una misión lleno de... veteranos.

—Eres más capaz de lo que crees— afirmó Mike con una sonrisa. Sin embargo, me pareció que sus palabras contenían un atisbo de desafío.—además, ¿no querías ir a una misión?

—Creo que esta será una valiosa experiencia para ti— agregó Nanaba, tratando de infundirme algo de tranquilidad. —Trabajar con otros soldados te ayudará a crecer.

—¡No le pongas tanto!—intervino Gelgar.—Al fin y al cabo, trabajas con veteranos como nosotros todos los días. ¿Qué diferencia hay entre ellos y nosotros, eh?"

Rodé los ojos. En el fondo, sabía que las diferencias eran notables...

Pasaron un par de horas y me proporcionaron todos los detalles de la misión. La tarea que se me encomendó no parecía ser tan diferente de las que estaba acostumbrada a realizar junto a Mike y los demás, lo que me permitió respirar con más tranquilidad. Nuestra misión consistía en despejar una sección de una zona que sería utilizada más tarde en una expedición.

Cuando llegó la hora, me dirigí a buscar a mi caballo y me preparé frente a las imponentes puertas que, para mí, representaban la promesa de libertad.

En el mismo lugar, divisé a lo lejos lo que llamaban el "Escuadrón de Levi", un grupo selecto de soldados de élite elegidos personalmente por el Capitán. Sentí admiración por aquellos soldados...Si algún día yo llagara a tener mi propio escuadrón ¿Me pregunto cómo se llamaría? No alcancé a responderme ya que fui sacada bruscamente de mis pensamientos cuando el viento gentilmente me acarició el rostro, recordándome la brisa de la que mi madre siempre hablaba y que consideraba como un signo de buena suerte.

De repente, una voz bulliciosa rompió mi ensimismamiento.

—¡Tú eres del escuadrón de Mike!— exclamó la voz.—No pareces estar nerviosa en absoluto, ¿verdad?—

Voltee a ver y vi a una gran soldado reconocida, un miembro de élite como el Capitán Levi. Sus ojos destellaban con energía y vivacidad.

—Soy Hange Zoe, en esta expedición estarás bajo mis órdenes. Si necesitas ayuda, no dudes en pedirla...—añadió con una sonrisa cálida, guiñando un ojo de manera juguetona.—Aunque según lo que nos comentó Mike, no creo que necesites a alguien pendiente de ti.

Oh, por Dios, ¿qué habría dicho Mike a todos ellos? Tragué con fuerza y, justo cuando me disponía a responder, se escuchó el característico sonido que precede a la apertura de las puertas. Apreté las riendas con firmeza y me incliné hacia adelante.

"¡Soldados, adelante!" vociferó el comandante Erwin para marcar el inicio de la misión.

Al abandonar las murallas, noté una brisa inusual, algo que me resultó extraño. Miré al cielo y me pareció que hasta las nubes tenían movimientos extraños, lo que me dejó con una incómoda sensación. Sin embargo, no podía permitirme distraerme en ese momento, así que simplemente dejé de pensar en ello y me concentré en lo que tenía que hacer.

A medida que la tarde se desvanecía y la noche se aproximaba, regresamos exhaustos a las murallas. Habíamos sufrido algunas bajas, pero la misión había sido exitosa. Sin embargo, nadie estaba preparado para la terrible noticia que nos aguardaba al llegar, una noticia de la que nunca pude recuperarme por completo.

"Los titanes han atacado y han invadido el interior del Muro María."

"¿Qué?"