Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 5
Después del largo día de su llegada a Saint Rose Nyx había dormido como un bebé. Cuando había llegado a su habitación Val aún no estaba así que pudo hacer una llamada a sus madres antes de irse al fin a su cama. Cuando despertó a la mañana siguiente por el despertador de su teléfono Val estaba dormida en su cama.
No se había despertado por la alarma de Nyx y ella estaba segura de que la de Val aún no había sonado. No sé atrevió a molestar a la chica. Tal vez sus clases empezaban más tarde.
Se fue al baño con el que comunicaba su habitación y se dio una ducha rápida, se lavó los dientes y se peinó. Se había llevado una muda de ropa al baño para cambiarse allí mismo. Al salir Val estaba sentada sobre su cama frotando sus ojos y con el móvil en la mano.
—Buenos días —saludó la aún adormilada chica.
—Buenos días —le respondió Nyx dejando su pijama dentro del armario.
No se molestó en doblarlo, simplemente lo arrojó dentro y cerró. Su siguiente paso fue ponerse a hacer su cama. Para Val no pasó desapercibida la expresión hastiada.
—¿No te gusta hacer la cama?
—Me parece una tontería si la voy a deshacer de nuevo en unas horas —se encogió de hombros—. Pero mis madres siempre han sido muy insistentes con este tema. Aunque ahora no están aquí para darme la lata siento como si me observaran y fueran a llamarme cabreadas en cualquier momento si la dejo hecha un desastre.
Val rió levantándose de su sitio. Fue a su propio armario a coger la ropa que se pondría ese día.
—Así que... tienes dos madres —Val no la miró al preguntar eso, se mordió el labio nerviosa sin saber si había hecho bien en mencionarlo o no.
—Sí, madres adoptivas.
—Oh, ¿nunca has conocido a tus padres biológicos?
Cerró la puerta del armario y se giró para mirar a su compañera. Nyx no la miraba, aún centrada en la tarea de estirar las sábanas de su cama.
—Murieron en un accidente cuando yo aún era muy pequeña.
La cara de Val enrojeció.
—Yo... lo siento no debí preguntar. Ha sido descortés por mi parte.
—No te preocupes.
Se instaló un silencio incómodo entre ambas. Val fue arrastrando los pies hasta el baño y se detuvo justo antes de entrar.
—Lamento lo de tus padres, comprendo lo que se siente —Nyx alzó la cabeza para mirarla, Val tenía su mirada fija en la puerta del baño—. Tenía una hermana mayor que falleció cuando yo tenía doce y aunque han pasado diez años aún es doloroso.
—Vaya —ahora era Nyx la que parecía haberse quedado sin palabras.
—¡No quiero quitarle importancia a lo de tus padres! No lo tomes de esa manera, por favor —se apresuró a aclarar, Nyx pudo ver que estaba avergonzada cuando al fin la miró a la cara—. Pero bueno, quiero que sepas que entiendo lo que es pasar por eso. Si alguna vez quieres hablar... ya sabes.
—Yo no tengo hermanas ni hermanos —contestó Nyx—, pero también lo siento.
Val le sonrió y cerró la puerta del baño. No tardó en escucharse el agua de la ducha correr.
Nyx terminó de hacer su cama rápido y cogió un bolso blanco donde echó la llave de la habitación, un cuaderno, un estuche pequeño, su monedero y su móvil. Se marchó de allí antes de que Val saliera del baño.
Su primera parada del día sería la cafetería, donde desayunaría algo para coger fuerzas para otro largo día. Ese era también su primer día, no en Saint Rose, pero si de clases. Luego le tocaría buscar dónde estaba su aula, y viendo el tamaño de la academia no sería nada fácil.
Levesque estaba sola en la habitación al salir del baño. Suspiró y dejó su pijama doblado bajo la almohada de su cama. Agarró el teléfono, no tenía mensajes. Entró al chat de Kiran y vio que los mensajes que le había enviado la noche anterior aún no tenían respuesta.
Lo había esperado toda la tarde pero no había aparecido, la única noticia que tuvo de él fue un escueto mensaje de que la reunión del consejo se alargaría. Probó suerte una vez más esa mañana:
»¿Qué tal la reunión de ayer, acabasteis muy tarde?
Lo envió, se quedó mirando la pantalla unos segundos antes de decidirse a enviar uno más.
»¿Nos vemos en la cafetería?
Agarró una mochila de cuero marrón apoyada a un lado de su cama. Ya tenía el portátil y algunos materiales más detro preparados para su primer día de clase. Cogió la llave de su habitación del cajón de la mesita de noche y cerró la puerta con esta al salir.
Para cuando llegó a la cafetería Kiran aún no había respondido sus mensajes. Le apenó un poco pues pensaba que podría hablar con él antes de clase.
Con un par de rebanadas de pan tostado, unos pequeños envases de mermelada de melocotón y una taza de café bien cargado se sentó en una de las mesas vacías de la cafetería. Por las mañanas el lugar solía estar menos concurrido que por las tardes. Cada alumno se levantaba a horas diferentes dependiendo de sus horarios o sus rutinas, por lo que coincidían menos de ellos en los desayunos.
—Val, buenos días.
Paró de untar la mermelada y miró a la chica que se sentaba con ella en la mesa.
—Buenos días, Charlotte.
—¿No está Kiran contigo? Siempre soléis desayunar juntos.
—No sé nada de él desde ayer por la tarde —admitió dándole un mordisco a su tostada—. Es como si se hubiera esfumado —siguió con la boca llena.
—¿Reunión del consejo?
Val asintió mientras tragaba.
—Me lo imaginaba. Estar en el consejo tiene ventajas, pero bajo mi perspectiva no son tantas como los problemas que trae.
Charlotte Brown había sido convocada como miembro del consejo a finales del año pasado. Una chica responsable, trabajadora y analítica. Además, era buena en las finanzas, hubiera sido perfecta como tesorera. Sin embargo, había rechazado el puesto que el mismo Quentin le había ofrecido casi al instante.
Charlotte y Val se habían hecho buenas amigas después de que la estudiante de protocolo y organización de eventos ayudara a Charlotte a organizar el cumpleaños de Víctor, su pareja, el año anterior. Si bien había estudiantes que venderían su alma al mismísimo diablo por conseguir un puesto en el consejo este no era su caso.
La respuesta de Charlotte en aquel momento la había dejado muy pensativa: «No soy un perro al que puedas ponerle una correa».
Eso le hizo cuestionarse qué tanto poder tenía realmente el consejo estudiantil en Saint Rose. Y peor, qué tan atrapado en ese grupo estaba su novio, a quien no le habían dejado decidir como a la chica frente a ella.
—Oye, si Kiran aparece por algún lado ¿por qué no os venís esta tarde los dos con Víctor y conmigo a la ciudad? Quiero hacer unas compras y vamos a aprovechar para dar un paseo y tal vez cenar por allí. Podríamos hacer una cita doble.
—Se lo comentaré.
No estaba segura hasta qué punto Kiran estaría libre ese día. O si siquiera daría señales de vida.
—Escríbeme cuando lo sepas.
Al terminar de desayunar se cruzaron con Víctor saliendo de la cafetería así que Charlotte se fue con él. Su teléfono vibró al recibir un mensaje, se apresuró a abrir el chat al ver que era de Kiran.
»Kiran: Perdona que no contestara antes, la reunión terminó casi a las diez de la noche y me quedé dormido nada más llegar a la habitación.
Mientras leía ese mensaje le llegó otro más.
»Kiran: Creo que ya no llego para desayunar juntos, acabo de levantarme, pero si quieres podemos vernos para comer a medio día.
Val sonrió al saber que al menos estaba bien. Tecleó una respuesta rápido, como si temiera que si tardaba mucho Kiran volviera a desaparecer.
»¡Claro!
»Por cierto, Charlotte nos ha invitado a ir esta tarde a la ciudad con ella y Víctor. ¿Te apetece?
Se mordió la uña del pulgar esperando una respuesta.
»Kiran: Creo que no tengo clases esta tarde, y tampoco nada del consejo, así que por mí perfecto.
Se alegró de que aceptara la propuesta. Hacía mucho tiempo que no habían podido tener una cita o un simple momento de tranquilidad.
Le envió un sticker de una nutria mandando un corazón y guardó de vuelta su teléfono en el bolsillo de su chaqueta. Tal vez el primer día no fue muy bueno, pero eso significaba que la cosa solo podía mejorar.
Cuando la profesora dio por finalizada la clase Nyx aún estaba apuntando las últimas cosas de la pizarra. La mujer cogió su portátil y sus libros y salió del aula dejando solos a los pocos alumnos que había. Nyx había llegado a contar unos quince, y eso que habían dado una de las materias troncales que varios alumnos que estudiaban en la rama de sanidad tenían.
Cerró su libreta y la guardó en su bolso junto al resto de sus cosas. Algunos alumnos hablaban entre ellos, consiguiendo sus primeras amistades de clase.
Se puso el bolso al hombro y se dispuso a salir del aula desinteresada. La mayoría de los que estaban allí solo compartían una o dos asignaturas con ella de todas formas. Solo había dos chicos más que estudiaban farmacia como ella, y era la única en nutrición y dietética de primer año. Si al final iba a dar la mayoría de clases sola no tenía mucho sentido intentar darle una buena impresión al resto.
O eso pensaba cuando un chico se paró frente a ella antes de que saliera por la puerta. Le dedicó una suave sonrisa que Nyx no le pudo devolver antes de hablar.
—Hola, perdona que te moleste, pero como eres de primero supuse que te interesaría —el chico le extendió un folleto—. La profesora me pidió que los repartiera al acabar la clase, son todos los clubes que hay en Saint Rose. No son obligatorios, pero siempre está muy bien compartir algo que te gusta con más gente.
Nyx lo ojeó por encima. La verdad es que la variedad de clubes era increíble: observación de aves, robótica, baloncesto, equitación, música, arte, cine, astronomía, y la lista seguía.
—Al lado de cada club viene el lugar donde se realiza, durante toda la semana habrá puertas abiertas para que los alumnos de primero puedan probarlos y elegir el que más les guste a lo largo del mes —terminó de explicar el chico.
Se mantuvo en silencio mientras Nyx leía el folleto, esperando por si tenía alguna duda.
Ella había investigado un poco todo aquello antes de ir hasta allí. Sabía que los clubes eran una importante forma de crear relaciones en la universidad ya que eran los mejores sitios para conocer también a alumnos de otros cursos. Ya había barajado algunas posibilidades respecto a ello.
—Gracias —dijo guardando el folleto en el bolsillo de su rebeca.
—Por cierto, soy Sae Han, también soy de primero así que espero que podamos llevarnos bien.
Ya sabía cómo se llamaba. Se había quedado con los nombres de todos sus compañeros cuando se habían presentado al inicio del día. Si no se equivocaba Sae estudiaba medicina, por lo que solo compartían dos clases.
—Tu eres... ¿Nyx? —dijo en tono de pregunta no muy seguro.
—Sí.
—Pues ha sido un placer, espero que te vaya bien eligiendo club.
Sae se despidió de ella dedicándole de nuevo una suave sonrisa. Había sido sincero cuando había dicho eso, Nyx lo había sentido, y eso que ella solo había dicho dos palabras en toda la conversación.
Vio que Sae se acercaba a otros compañeros y les extendía también los folletos. Era demasiado dulce para lo que se esperaba de alguien de la Casa de la Serpiente.
Había recibido un mensaje de Julieta esa mañana preguntándole a qué hora terminaban sus clases. Al ver que coincidían le sugirió que comieran juntas, aunque Nyx estaba segura que más que una sugerencia era una orden.
Por la tarde volvía a tener clases, pero con un descanso de tres horas a medio día no veía ningún problema en que se reunieran un rato. Lo que estaba sucediendo era tan diferente a lo que Nyx se había imaginado que pasaría cuando llegara a Saint Rose, que ahora todos esos planes que había hecho en su cabeza parecían estúpidos. Jamás llegó a pensar que alguien allí decidiría hablar con ella. Siempre había tenido una imagen muy clara de los alumnos como jóvenes arrogantes, narcisistas y caprichosos, pero Julieta y Lyon no habían resultado ser así, y no solo ellos. Aquellos dos chicos a los que Lyon guió por la universidad también parecieron amables, incluso alguien de la Casa de la Serpiente como Sae parecía serlo.
El problema era ese «parecían». ¿Eran así de verdad o solo era una máscara bajo la que escondían su verdadera forma de ser? En su cabeza no le encontraba sentido a que gente así hubiera sido criada en las mismas casas que cometieron pecados tan atroces en el pasado.
La cafetería no estaba aún muy llena, por lo que no le costó localizar a Julieta que agitaba su brazo en el fondo para que la viera. Ella ya tenía su comida en la mesa así que Nyx fue a por su almuerzo primero.
—¿Qué tal tu primer día?
Nyx ni se había sentado aún cuando Julieta preguntó.
—Eh, bien, supongo.
—¿Qué tal tus profesores, y tus compañeros? ¿Has hecho amigos nuevos? —entonces se llevó la mano al pecho como si estuviera dolida— ¿Ya vas a cambiarme por otra?
Nyx arqueó una ceja, Julieta rió.
—Eres peor que mi madre.
El teléfono de Julieta sonó cuando le llegó un mensaje. No se metió a verlo, simplemente lo leyó cuando la pantalla se encendió al recibirlo.
—Es Lyon —dijo—. Acaba de terminar también sus clases, dice que ya viene.
—Ahora que lo pienso, no os pregunté qué estudiáis aquí.
Solo había tocado ese tema con Val desde que había puesto un pie en la universidad. Y eso que se suponía que era a lo que iban allí, a estudiar.
—Ingeniería ambiental. Me gusta y además me será de ayuda cuando me ocupe de la organización de mis padres, mi carrera perfecta.
—¿Y Lyon?
—Aún me sorprende cuando pienso que ese papanatas está estudiando una carrera universitaria —rodó los ojos—. Ciencias forenses.
—Vaya, parece una carrera complicada.
—Lo es, ahí donde lo ves es un maldito genio, es el mejor estudiante que han tenido en ese grado en la última década.
Julieta lo decía con un poquito de rabia y tal vez envidia. Podía entenderlo. Lyon no daba la apariencia de ser un gran estudiante, más preocupado por quién ocuparía su cama esa noche que por un examen.
—Dijiste —habló de nuevo Nyx tras unos minutos de comer en silencio— que Lyon pertenecía a la Casa de la Liebre.
Julieta asintió mirando su plato de comida, como si ya se temiera a donde quería llegar.
—Pero si no me equivoco, esa casa...
—Esa casa está formada por una secta de asesinos —completó la frase que Nyx no se atrevía a soltar—. Sicarios, mercenarios, ladrones, espías, todo eso. Lo sé. No es ningún secreto.
Por el tono de voz seco de Julieta, Nyx se arrepintió un poco de haber sacado el tema. La chica rubia dejó los cubiertos que sostenía sobre el plato aún con comida. Puso sus manos sobre la mesa encogiendo los dedos. Su expresión era seria.
—¿Lyon te parece un asesino despiadado?
No era la imagen que Nyx tenía de él, no.
—Su familia...
—Su familia es la regente de una casa de asesinos, lo sé. Es lógico pensar que por ello debería ser el criminal más despiadado de todos ellos, pero no es así.
Nyx se limitó a mirar a Julieta que había cambiado su tono de fastidio anterior por un tono autoritario. Ese sarcasmo e ironía al hablar de la carrera de Lyon había desaparecido dejando solo un reguero de seguridad y sinceridad.
—Lyon se dedica a lo que se dedica, no es algo que él haya elegido, pero tampoco lo va a dejar y yo lo comprendo. La Casa de la Liebre siempre se ha encargado del trabajo sucio, han sido contratados por todas las casas a lo largo de la historia para ello. Son los emperadores del bajo mundo —entonces Julieta se giró para mirar a su amiga, era como si sus ojos pudieran ver a través de su alma—. Pero créeme cuando te digo que Lyon no le haría daño a alguien que no se lo mereciera. Tiene su propio código, su propia moral y ética. Puede que solo nos conozcamos desde hace un año, pero sé que eso es suficiente para estar segura de que valora la amistad más que nadie. Somos sus amigas y nunca dejaría que algo de su casa nos afectará por mucho que otros no crean eso.
Era como si Nyx pudiera sentir el remordimiento, el odio, la frustración y todo lo que Julieta sentía al ver su expresión y como apretaba los puños. No sabía qué había sucedido entre ellos dos el año pasado porque no estuvo allí, pero si algo estaba claro es que la confianza que se tenían era muy fuerte. O al menos así lo veía Julieta.
¿Qué pensaría Lyon al respecto?
—Los miembros de la Casa de la Liebre son bastante marginados en Saint Rose por el miedo que muchos estudiantes tienen. No pienso hacer lo mismo que ellos, soy mejor que eso.
Con eso Julieta dio por finalizada la conversación. Nyx tampoco insistió en ella.
—Admiro tu determinación —soltó Nyx en un susurro.
Julieta iba a decir algo pero entonces la puerta de la cafetería se abrió de golpe asustando a los que estaban allí comiendo. Lyon estaba allí de pie, con el ceño fruncido, parecía muy cabreado.
Barrió la cafetería con la mirada desde el umbral de la puerta y cuando vió a Julieta y Nyx se dirigió directamente a ellas. Los estudiantes se apartaban de su camino al ver su expresión. Los alumnos que estaban en la mesa de al lado de las chicas incluso se cambiaron de sitio al ver que iba hacia allí.
Una vez que estuvo frente a sus dos amigas se quedó de pie frente a la mesa. No cogió comida, tampoco tomó asiento. Se limitó a mirar fijamente a Julieta.
—Julieta —su voz fue firme, incluso sorprendió a Nyx.
No sé había imaginado que Lyon podía adoptar esa actitud. Julieta por su parte siguió comiendo como si nada, sin apartar la mirada.
—Me debes una explicación.
Aún estaba en clase cuando Julieta había terminado las suyas. Lyon había recibido esa mañana el mensaje de su amiga para que los tres comieran juntos, él tuvo que avisarla de que llegaría un poco más tarde.
Miraba cada dos minutos la hora en su ordenador abierto. El tiempo no pasaba y la clase no podía ser más aburrida, para colmo se había despertado tarde esa mañana y no había tenido tiempo de desayunar, estaba hambriento. Cuando miró la hora por décima vez en los últimos quince minutos Chitoh rió tratando de no llamar la atención de la profesora. Lo cual era difícil dado que solo estaban cuatro en clase.
—¿Tienes prisa?
—Tengo hambre —dijo echando la cabeza sobre la palma de su mano—. Y esta clase es soporífera.
—Ya... la señora Gordon es buena profesora, pero balística no es la asignatura más divertida.
—No sé yo si "divertida" sea un adjetivo que usaría para cualquier clase de este grado.
Chitoh rió de nuevo. La criminalística era una rama de estudio curiosa, pero muy complicada. Muchos en la Casa de la Liebre y de la Cabra optaban por ella, pero la mayoría de ellos se daban por vencidos en su primer o segundo año. Habían empezado más de diez aquel grado y ya solo quedaban cuatro.
No era capaz de imaginar esas universidades que albergaban miles de estudiantes en una misma carrera. ¿Una clase de cientos de personas? Para alguien educado en casa o en centros privados de la Casa de la Liebre eso era algo que solo vería en las películas. Incluso Saint Rose era incapaz de aceptar a tantos alumnos, había muchas carreras diferentes, muchas especialidades y un único edificio. El centro educativo más privado que podía existir.
—Os voy a adjuntar el enlace para que podáis entrar a la página —decía la profesora centrándose en la pantalla de su propio ordenador.
Lyon aprovechó eso para apoyar la cabeza ahora sobre la mesa derrotado. Para haber sido tan solo el primer día habían dado una teoría muy densa. Ahora lamentaba no haber aprovechado más sus vacaciones de verano.
—Oye esta noche vamos a reunirnos en la habitación de Yuh y Yurkeh, vamos a hacer una pequeña fiesta para celebrar el nuevo curso.
Lyon giró la cabeza para mirar a Chitoh nada más escuchar la palabra «fiesta».
—¿Comparten habitación?
—Sí, por eso podemos hacerla sin molestar a nadie.
—¿Quienes?
Era una pregunta un tanto abierta, pero Chitoh sabía a lo que se refería. Se lo pensó un poco antes de contestar.
—Además de ellos y de mi, Rohko, Rodh y Fei.
Lyon arqueó una ceja, parecía que iba a decir algo más después de nombrar a Rune pero no lo hizo. Levantó la cabeza para mirarlo fijamente, Chitoh desvió la mirada.
—Estará Garreau, ¿verdad?
Chitoh intentó negarlo, pero la mirada de Lyon le hizo saber que no le creería.
—Si, lo invitó Rodh.
—Sabes que no lo trago.
—Ya, pero también es de la Casa de la Liebre, es el novio de Rodh y se lleva muy bien con Yurkeh, uno de los anfitriones. No hay mucho que se pueda hacer.
Lyon suspiró dándose por vencido. Chitoh lo miró con curiosidad.
—¿Entonces...?
—Supongo que me pasaré, para ver el ambiente al menos.
Chitoh sonrió satisfecho con la respuesta.
—Pero si me empiezan a dar ganas de cortarle el cuello a Garreau me iré. Ese tío es insoportable.
—Puedes traerte a tu ligue de turno si quieres, para hacerle competencia a él y Rodh.
—No creo que Riker acepte venir, ayer me dijo que tenía planes con Kirk y Skywalk, y Julieta no se rebajaría a eso solo por hacerme un favor.
Chitoh esta vez no pudo contener la risa.
—Silencio por ahí atrás —les llamó la atención Eva Gordon.
—¿Y qué hay de Mayr?
Lyon se tensó al escuchar el apellido de Sierra.
—¿Qué pasa con ella? —preguntó más a la defensiva de lo que le hubiera gustado.
—Oh venga, desde el año pasado te ha estado rondando, está claro que está interesada en tí —Chitoh no pareció notar su tono—. Es guapa, seguro que le podrías dar en las narices a Garreau.
—Mejor no.
Chitoh se quedó extrañado por su respuesta. Se encogió de hombros y volvió a atender a Gordon cuando empezó sus explicaciones de nuevo. Aunque soltó un último comentario:
—Si cambias de opinión puedes pedirle a Julieta que hable con ella, son compañeras de cuarto este año.
Eso dejó en trance a Lyon el resto de la clase.
Julieta no le había dicho nada al respecto. En ningún momento había mencionado que era la nueva compañera de habitación de la puñetera Sierra Mayr. Ella sabía perfectamente lo importante que era para él ese dato y no se lo había dicho.
Tenían que hablar.
En cuanto la clase terminó recogió todas sus cosas a toda velocidad. Se despidió de Chitoh y fue directo a la cafetería donde sabía que estaría su amiga.
La gente se apartaba al verlo pasar por los pasillos. Alguien de la Casa de la Liebre enfadado nunca era una buena señal. Lyon ni se fijó en la gente que lo miraba con una mezcla de miedo y curiosidad, su mente estaba puesta en llegar a donde Julieta estaba.
Al llegar no le costó mucho encontrarla en una mesa al fondo junto a Nyx. Se paró frente a la rubia y habló:
—Julieta. Me debes una explicación.
—¿Sobre qué?
La tranquilidad y el pasotismo que demostraba Julieta en ese momento lo estaba sacando de quicio. Nyx movía la mirada del uno al otro sin atreverse a decir nada, o sin tener la necesidad de decirlo.
—¿Tal vez sobre el hecho de que tu nueva compañera de cuarto es Sierra y no me habías dicho nada?
—Porque sabía cómo te pondrías.
—¿Y como me pongo?
—Como un puto histérico, siéntate de una jodida vez y baja la voz.
Lyon bufó, lanzó la mochila sobre una silla vacía de mala gana y se sentó frente a Julieta.
—No es como si yo pudiera elegir a mis compañeras de habitación, sabes. ¿Crees que si pudiera hubiera elegido pasar todo un año con Glacia Vessal sobre mi espalda?
—Pero haberme dado un aviso sobre ello no te hubiera matado, me he tenido que enterar por otra persona en lugar de por tí —parecía que el hecho de que Julieta le hubiera ocultado algo le dolía más que la mentira en sí—. Vais a pasar todo un año juntas, me hubiera enterado de todas formas ¡y podría haberme enterado de una forma aún peor!
—Vale, está bien, tu ganas. Lo siento.
Julieta dejó los cubiertos sobre la mesa de nuevo y ahora sí puso toda su atención en el chico.
—Desde que la vi en el cuarto ayer supe que me esperaba otro año de mierda. Pero no sabía cómo decírtelo, solo estaba esperando al momento oportuno. No me esperaba que te enterarás antes de que yo te lo contara.
Lyon suspiró y alzó la cabeza mirando al techo.
—Perdón —Julieta había dejado de lado su actitud obstinada del principio—. Pero quiero que sepas que he evitado todo el rato el tema y que no le he hecho caso.
—No sé si es un buen momento para esto —interrumpió Nyx—, pero ¿quién es Sierra y qué pasa con ella? Digo, si se puede hablar de eso.
Julieta miró a Lyon quién volvía a mirarla a ella. Negó con la cabeza.
—Claro, no había caído en que tú no la conoces, ha debido de ser un espectáculo lamentable sin contexto.
—Un poco.
Sinceridad ante todo.
—Sierra Mayr es una chica de la Casa de la Liebre, de tercero también, igual que Lyon. Es su ex.
—¿Todo ese drama de telenovela tan solo por una exnovia?
—No es solo porque sea mi exnovia —negó Lyon—. Verás, la familia de Sierra es de Austria, pero debido a unos negocios que estaba haciendo con la mía en Liechtenstein se mudaron allí cuando Sierra y yo teníamos unos diez años. Fuimos muy unidos de niños, cómo era la expresión... Como uña y carne.
—E imagino que esa amistad luego evolucionó hasta el punto en el que empezasteis a salir.
Lyon asintió recargando su cabeza sobre la mano. No las miraba a ellas, sino a algún punto del paisaje que se veía por las ventanas de la cafetería.
—Empezamos a salir a los trece y como era de esperar después de una amistad tan cercana todo nos fue bastante bien, incluso a nuestros padres les hizo mucha ilusión que estuviéramos juntos. ¿Qué mejor que eso? Literalmente nuestros padres tenían negocios juntos y eran amigos desde hacía años, y ambos éramos de la misma casa. Sierra era la persona a la que más había querido en mi vida.
—Me sorprende que alguien que parecía asentar la cabeza tan jóven ahora sea el mayor casanova de la universidad.
—¿Verdad? ¡Es de locos! —saltó Julieta— Cuando me lo contó pensaba que se estaba quedando conmigo.
—Julieta —le llamó Lyon la atención.
—Perdón.
—El caso es que nuestra relación duró unos tres años.
—¡Es que además duraron años!
—¡Julieta!
—Ya me callo.
Daba igual que Lyon hubiera llegado hasta allí enfadado con Julieta. La dinámica de ambos no había cambiado en absoluto. El enfado de Lyon había desaparecido por completo, y Julieta trataba de animarlo a su manera, arrepentida por haber provocado todo aquello.
—Cuando pasamos de la secundaria al bachillerato los padres de Sierra volvieron a mudarse a Austria, y Sierra con ellos.
—¿No seguisteis vuestra relación a distancia? —Nyx nunca había estado en una relación, pero sabía que había muchas parejas que estaban en esa situación.
—Yo quería, sabía que las relaciones a distancia son un coñazo y muchas veces no acaban del todo bien, pero estábamos en países vecinos y podíamos visitarnos más o menos regularmente. Pero Sierra no pensaba lo mismo. Dijo que no quería tener una relación a distancia, que esas cosas no funcionaban, y rompió conmigo el día antes de marcharse. Nunca volvió a hablar conmigo, no contestaba mensajes, no cogía llamadas, como si me hubiese bloqueado completamente de su vida. Nosotros estábamos bien hasta que se enteró de que volvían a Austria y su actitud cambió totalmente. De repente era como si nunca le hubiera importado una mierda.
—¿No te dio nunca una explicación?
—A parte de lo de que no quería llevar una relación a distancia nada más.
Nyx miró a Julieta sin saber muy bien qué decir. Esta se encogió de hombros. Ella ya sabía todo eso, ya le había dicho a Lyon en su momento lo que pensaba al respecto.
—Admito que me dolió bastante la ruptura, más de esa manera... y puede ser que ahí es donde decidiera no tener más relaciones serias.
—Ahí te convertiste en un picaflor.
Lyon hizo una mueca que fue suficiente confirmación para Nyx.
—Si alguien como Sierra, que era la persona en la que más confiaba me había destrozado de esa manera, ¿de qué sería capaz otra persona? No me apetecía pasar por eso de nuevo así que durante todo mi bachillerato solo tuve algunos rollos con este o aquella. Aunque después de dos años en los que tuve tiempo de asimilarlo todo empecé a llevarlo un poco mejor, y hasta me animé a intentar empezar de nuevo al entrar a Saint Rose.
—Un fracaso total —dijo con una sonrisa triste Julieta.
—Total y completo —Lyon se llevó las manos a la cara apretándola con frustración.
—No sé si quiero saber...
Pero Nyx ya había abierto la caja de Pandora.
—Cherise Blossom —mencionó Julieta.
Lyon se revolvió incómodo.
—No sé cómo fui capaz de salir con ella, durante tres meses —recalcó con su voz lo de los tres meses.
—Cherise es una de las personas más irritantes que te puedes echar a la cara —explicó Julieta.
—Me pareció guapa y al principio era amigable, se mostró interesada en mi desde el primer día y dije: por qué no. Debí de haberme lanzado por la ventana del último piso y eso hubiese sido mejor idea.
—Tóxica, controladora, arrogante, narcisista y competitiva a niveles destructivos —enumeró Julieta con los dedos—. Y eso son sus mejores características. Poco a poco se le fue cayendo la máscara risueña y amable.
—Por lo menos me di cuenta de que era autodestructiva a tiempo y rompí con ella. No le sentó muy bien.
—Puso a Lyon de hijo de puta para arriba.
—Ahí creo empezaron los rumores de que me acostaba con toda persona que se me cruzara por delante. Cherise sabía que mi época de bachillerato no había sido la más ejemplar. Al menos esos rumores los supe usar luego a mi favor —sonrió.
—Y ahí pasaste a ser el mujeriego que todos conocemos —concluyó Nyx.
—Umm no exactamente —contradijo Lyon—. En el segundo semestre de mi primer año llegué a la conclusión de que tal vez mi problema eran las mujeres, así que... probé a intentarlo con un hombre. Empecé a salir con un chico de la Casa del Tigre, Iggie Loo.
—Seguro que lo has visto por los pasillos, pelo verde que le tapa parcialmente la cara, una bufanda...
Nyx pudo ubicarlo con la descripción de Julieta. Se lo había cruzado en un par de ocasiones por los pasillos y estaba segura de que estaba en la cafetería el día anterior cuando conoció a Lyon. Esperaba no estar equivocándose de persona.
—Creo que sí.
—Pues empecé a salir con él como por febrero y nos fue bastante bien la verdad, llegué a pensar que de verdad era que no estaba hecho para salir con mujeres, porque a diferencia de lo que pasó con Cherise con él me fue bastante bien.
—Hasta que empezó el segundo año —suspiró Julieta dejándose caer en el respaldo de la silla, Lyon la imitó—. En aquel entonces yo ya había entrado a Saint Rose y Lyon e Iggie eran básicamente la pareja del momento.
—¿Y qué pasó?
—Sierra pasó —la voz de Lyon se notaba exasperada.
—Sierra había estudiado su primer año de universidad allí en Austria, pero para su segundo año y el resto decidió venir a Saint Rose. Así que imagina que sorpresa fue para Lyon encontrarla en Saint Rose al llegar y ver que se acercaba para hablarle como si nada después de tres años sin dar señales de vida.
—¿Pero te dio al menos una explicación al reencontrarnos? No sé, había pasado de ti por años, no puede simplemente llegar y hacer como si nada.
—Pues lo hizo —aseguró Lyon—. Aunque cuando vio que me sentía incómodo trató de darme una vaga explicación que no me convenció demasiado. No quería parecer rencoroso a pesar de que sí que estaba enfadado así que digamos que le di el beneficio de la duda.
—¿Volviste con ella? —preguntó Nyx con horror.
—¿Qué? ¡No! Por supuesto que no. Además, yo estaba con Iggie.
—¿Entonces?
—Quedamos como amigos, aunque Sierra no pareció muy conforme con eso y bueno, alguna que otra vez intentó algo conmigo. Al final todo acabó mal porque yo estaba confundido, no estaba en mi mejor momento, e Iggie lo notó, luego tuve que contarle lo que tuve con Sierra y... se jodió nuestra relación.
—Me acuerdo de eso. Ibas por los pasillos como alma en pena —Julieta rodó los ojos—. Fue más o menos tras la ruptura que empecé a hablar con él porque me dio pena.
—Gracias por tu sinceridad —contestó Lyon con sarcasmo.
—¿Te liaste con Sierra o algo así mientras aún estabas con Iggie?
La pregunta de Nyx tenía sentido. Una persona a la que Lyon había querido tanto regresaba y parecía querer intentarlo de nuevo, Lyon había admitido que estaba confundido... Podía haber caído y que Iggie se enterara.
—No, es que Iggie siempre ha sido una persona que prefiere evitar los conflictos. Busca estar en paz y tranquilidad, y en caso de estar con alguien que sea una relación en la que predomine la seguridad —explicó Lyon levantándose de la silla—. Y yo en aquel momento seguridad era lo último que tenía. Iggie prefirió dejar la relación para que yo me aclarara primero y reorganizara mi vida y mis prioridades. Supo que lo último que yo necesitaba en ese momento era una relación amorosa complicada. No acabamos mal, fue más una ruptura de acuerdo mutuo, de hecho aún nos llevamos bastante bien —aseguró con una sonrisa—. A día de hoy sigo sin resolver mis asuntos con Sierra, cada vez que hablo con ella me siento peor así que prefiero evitarla. Sé que no es una solución definitiva pero por ahora así lo prefiero. Tengo mucha hambre, voy a coger algo.
Lyon se alejó en dirección a la barra donde los cocineros le servían la comida a los alumnos. Notó que extrañamente la ira que había sentido al correr por los pasillos buscando la cafetería había ido desapareciendo desde que llegó a la mesa. Normalmente sus peleas o enfados con Julieta no duraban mucho, pero eso había sido realmente rápido en comparación con las otras veces. Ahora que se alejaba y lo pensaba con tranquilidad se sentía extraño.
Se giró con la bandeja en la mano para mirar a las dos chicas que seguían hablando con tranquilidad en la mesa. Qué día tan raro.
El sonido de las balas había cesado. Kiran seguía metido en la cama con su hermanita pequeña que lo abrazaba asustada mientras sollozaba. Se escucharon pasos apresurados subiendo por las escaleras y Kiran se asustó aún más, al menos Alea parecía no haberlos notado.
No sabía qué debía hacer. ¿Tenían que esconderse, salir corriendo, gritar? Solo quería que sus padres estuviesen allí con ellos.
La puerta de la habitación se abrió de golpe sobresaltado a los dos infantes. Kiran pudo relajarse al ver que se trataba de su madre. La mujer tenía una expresión de pánico total, pero al ver a sus dos hijos se calmó.
—¡Mamá! —gritó Alea extendiendo sus pequeños brazos hacia su madre.
La mujer corrió hacia ellos para asegurarse de que estaban bien. Al tener de nuevo a su madre cerca Kiran al fin pudo relajarse un poco y entonces las lágrimas por el miedo salieron sin control. Su madre los abrazó a ambos y limpió sus lágrimas con una ternura que Kiran agradeció.
Los ruidos y golpes que venían de la planta baja regresaron haciendo que la mujer se pusiera alerta. Los niños seguían sin entender nada de lo que pasaba.
—Rápido, nos tenemos que ir —avisó la mujer.
Cogió a su hija menor en brazos y a su hijo mayor de la mano. Salieron de la habitación en dirección a las escaleras. Un denso humo subía hacia la planta de arriba mientras que se podía ver demasiada luz abajo para ser plena noche. Conforme bajaban cada vez hacía más calor y en cuanto llegaron abajo vieron las llamas por todos lados.
—¡Nahaliel, cariño! —gritó la mujer buscando a su marido.
Alea había escondido la cara entre el hombro y el cuello de su madre. Temblaba del miedo y Kiran no podía evitar sentir una profunda pena por ella. No le gustaba ver a su hermana así.
Un hombre con una máscara dorada salió de una de las habitaciones. La madre paró en seco apretando el agarre en sus hijos, dio unos pasos para atrás con la intención de esconderse en la primera sala que encontrara, pero el hombre enmascarado giró la cabeza hacia ellos.
Kiran pudo apreciar la cabeza de dragón plasmada en la máscara. Cómo el dorado brillaba bajo el fulgor del fuego y esos ojos verdes de reptil los atravesaban.
El hombre enmascarado levantó una pistola apuntando hacia ellos. La madre se agachó intentando proteger a sus hijos, lista para el disparo. Sin embargo, cuando este sonó fue el propio hombre el que cayó al suelo muerto por una bala y no su madre.
—Kaela.
Era su padre. Su padre había disparado al hombre y los había salvado. Corrió hacia ellos para ver si todos estaban bien.
—Tenemos que irnos, rápido, mis hombres se ocuparán de los dragones.
La mujer se lavantó tan rápido como pudo y siguió su carrera hacia la puerta de la casa. El padre se quedó atrás, disparando de vez en cuando para cubrirlos mientras huía. Kiran lo perdió de vista entre el humo y el fuego.
Su madre y ellos llegaron a la entrada. Kalea abrió la puerta, pero al hacerlo el marco superior cedió. Kiran no sabía muy bien qué había pasado en esos instantes de shock, pero él había quedado atrapado dentro de su casa con la salida bloqueada por escombros ardiendo. Su hermana y su madre no estaban con él, y su padre no había regresado. Ya no se escuchaban los disparos.
Se despertó cubierto de sudor frío y con la respiración agitada. Miró a su alrededor asegurándose de que estaba en su habitación en Saint Rose, a salvo. No había fuego, no había disparos. Pero seguía estando solo.
Esta vez Val no estaba con él.
Miró a la cama de al lado. Gamma aún dormía profundamente en ella. Que suerte que no lo hubiera despertado, si no ahora estaría quejándose de que no lo dejaba dormir, y eso era lo último que Kiran necesitaba ahora.
Cogió su móvil y miró la hora, eran las cinco de la mañana. Pasó la mano por su cara, ya no iba a poder dormirse de nuevo.
Se levantó de la cama y se dirigió al baño. Ya que estaba aprovecharía para salir a tomar un poco el aire.
Hoy hemos podido apreciar el primer día de clase de algunos de los personajes, también se ha desvelado qué estudian y algunos de sus compañeros de clase. Además, hemos tenido el pequeño sueño de Kiran que nos completa un poco el suceso del inicio del primer capítulo.
Parece que algunos misterios empiezan a moverse lentamente. Tal vez pronto tengamos más respuestas.
Espero que hayáis disfrutado de este nuevo capítulo ^^
~Nova/Dreamer ♥
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top