Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 4

Hubo algunos aplausos después de que el director se presentará frente a los alumnos. Luego el teatro fue invadido de nuevo por el silencio.

—Estoy encantado de poder recibir a nuevos jóvenes prometedores entre estos muros este año otra vez. Saint Rose es un centro que se enorgullece por su diversidad y las enormes oportunidades que ofrece a sus estudiantes, los chicos de primero conviviréis con nosotros por cuatro años que espero que sean de los mejores de vuestras vidas, mientras que los chicos y chicas de cuarto comenzarán hoy su último año aquí.

Nyx miró de reojo como todos estaban completamente atentos a las palabras del director. Hasta Lyon y Julieta guardaban silencio y no sé perdían ni un movimiento del hombre.

—Quiero que sepáis que tanto yo como el subdirector, Astero Black, estamos aquí para ayudaros en todo lo que necesitéis —William miró hacia el lugar donde el mencionado subdirector se encontraba.

El hombre de pelo blanco y gafas oscuras no cambió su expresión seria. Asintió ante las palabras del director dándole la razón pero no intervino.

—Si tenéis algún problema podéis reportarnoslo, claro que también hay un equipo elegido por la propia institución para apoyar y servir a los estudiantes. Saint Rose cuenta con un maravilloso y eficaz consejo estudiantil, la representación de los alumnos en reuniones oficiales. Podéis acudir también a ellos para cualquier duda o necesidad que tengáis, para transmitirles cualquier propuesta o queja y que ellos nos las hagan llegar.

Esta vez Julieta soltó una mezcla de bufido y risa. Parecía no estar muy de acuerdo con las palabras del director en este caso.

—Me gustaría pedir al delegado del consejo y al subdelegado que subieran al escenario y así ellos mismos puedan contaros un poco más sobre sus labores con la universidad.

Dos chicos se levantaron de sus asientos entre el mar de estudiantes y caminaron hacia el escenario entre aplausos. El director y los profesores también aplaudían, este primero incluso se había echado a un lado para dejarles espacio frente al micrófono.

Julieta y Lyon no lo hacían.

Nyx reconoció al primero de los chicos, Quentin Cinquedea, lo había visto también en la cafetería durante el almuerzo, él era el delegado del consejo estudiantil. El que lo acompañaba por otro lado era nuevo para ella. No lo había visto antes.

—Hola a todos, mi nombre es Quentin Cinquedea, soy el delegado del consejo estudiantil de Saint Rose y próximo heredero de la Casa del Dragón.

—Qué presentación tan humilde.

Julieta puso los ojos en blanco y Lyon le chistó mandándola a callar. El teatro estaba tan en silencio que podrían escucharla.

—Mi nombre es Kiran Vipersson, soy el subdelegado y miembro de la Casa de la Serpiente —se presentó el chico que lo acompañaba.

A Nyx se le encogió el corazón al escuchar ese nombre. Alguna vez había conocido a alguien con ese mismo nombre, alguien que había sido muy cercano a ella.

Fueron las únicas palabras que Kiran dijo. Quentin tomó la palabra por el resto del tiempo que permanecieron en el escenario.

El pequeño discurso se centró en informar sobre la misión del consejo estudiantil como representación de los estudiantes, la importancia del mantenimiento del orden en la universidad y dejar claro quién mandaba allí. Claro que eso último de una manera indirecta, aunque el mensaje quedó bastante claro para la gran mayoría.

Quentin y Kiran bajaron del escenario dejando la palabra de nuevo al director.

Nyx casi se quedó dormida mientras que William Toddsforth hablaba sobre la forma de evaluación en Saint Rose y como cada profesor tenía plena libertad para impartir su materia de la forma que prefiriera. También mencionó por encima las normas más importantes que todos debían cumplir mientras estuvieran allí. Lo que más llamó su atención fue el toque de queda a las diez de la noche.

Podían salir de la universidad siempre que quisieran pero para cuando las verjas se cerrarán a las diez de la noche todos los alumnos debían volver a estar dentro. Si se descubría que alguien se había saltado la norma podía ser sancionado de diversas maneras, con trabajo extra para la universidad, el impedimento de volver a salir por un determinado tiempo o incluso, si el comportamiento era reincidente, la expulsión de Saint Rose.

Se lo tomaban muy en serio.

Las puertas no se volverían a abrir hasta las siete de la mañana del día siguiente. Además, los alumnos podían regresar a sus casas en época de vacaciones y festivos, como por ejemplo en navidad, o quedarse en la universidad ese tiempo si así lo preferían. Saint Rose llevaría a cabo diferentes actividades para aquellos que optarán permanecer dentro de sus muros. Claro que lo que no se podía hacer era viajar fuera de la isla en época de clases, solo si era por fuerza mayor, ya fuera por enfermedad de un familiar o algún tipo de celebración importante como un nacimiento o una boda.

Si la razón del viaje no era algo de eso el alumno o alumna no tendría permiso para realizarlo y tendría que esperar al siguiente festivo que concediera la universidad para marcharse. Parecía ser que esto lo hacían para evitar la falta sistemática de alumnos a las clases.

Antes de finalizar al fin con la ceremonia que más bien había sido un discurso, el director mencionó que en la página web de la universidad había un apartado con todas las reglas y aconsejaba echarle un vistazo. Y así, deseándoles un feliz curso a todos, dio por finalizado el acto.

Cuando el director se marchó y los profesores se levantaron de sus asientos sobre el escenario, las voces y conversaciones volvieron a inundar el teatro. El silencio sepulcral que habían mantenido todos durante la ceremonia desapareció por completo.

—Aburrido eh —le dijo Julieta al ver su cara somnolienta—. Todos los años es igual, así que tendrás que soportar otros tres discursos de estos.

—Que suerte la mía.

Julieta rió y se levantó de su asiento. Nyx la imitó, aunque realmente no tenía claro qué haría ahora que todo eso había terminado.

—Chicas, me voy con los nuevos para enseñarles todo esto —dijo Lyon—. ¿Nos vemos en la cena?

—Claro, y tranquilo, fiera —Julieta le dio una palmada en la espalda a su amigo—. Esos dos son chicos de primero, novatos. Tómatelo con calma, no vayas a espantarlos con tu libido alto.

—No prometo nada.

Lyon salió por el lado contrario de la fila de asientos al de Julieta y Nyx. Arion y Sol ya lo esperaban en el pasillo, este primero lo recibió con una sonrisa y pareció agradecerle de nuevo que se tomará las molestias de ser su guía.

—Espero que Lyon no corrompa a esa cosita de luz —dijo Julieta mientras salían del teatro—. Los alumnos de primero son tan adorables e inocentes cuando llegan por primera vez... al menos la mayoría de ellos.

—¿Eso soy para tí? ¿Adorable e inocente? —le preguntó Nyx arqueando una ceja.

—Por supuesto. Aunque también eres un poco seca —Julieta la abrazó sin pensarselo.

A Nyx no le gustaba demasiado el tipo de afecto que implicaba contacto físico, pero por esta vez la dejó hacer. Se sentía en deuda con esa chica que la había estado ayudando tanto desde que llegó.

—¿Tienes algo que hacer? —preguntó Julieta una vez fuera— Podemos copiarle la idea a Lyon y te hago un tour por Saint Rose. Siempre será más práctico que ubicarse en los mapas que tienen por ahí colocados.

Realmente no tenía nada que hacer. Su otra opción era regresar a su habitación y pasar allí el tiempo hasta la cena ya que las clases como tal no empezarían hasta el día siguiente. Hacer una videollamada con sus madres podría haber sido otra opción si Val no estaba en la habitación, para tener un poco más de intimidad.

Pero el plan que Julieta le había propuesto sonaba mejor a decir verdad. La ayudaría a sentir ese sitio un poco más como su casa si al menos sabía dónde estaban los lugares más importantes. Por el momento apenas y sabía llegar a su habitación y a la cafetería.

—No tengo nada que hacer.

Eso fue la única confirmación que Julieta necesitó.

La tomó del brazo y la arrastró con ella hacia el interior de la universidad.














La última planta de la universidad estaba restringida para los alumnos. Solo unos pocos podían acceder allí sin meterse en problemas.

La última planta estaba reservada para las habitaciones del profesorado y eran también donde se encontraban el despacho del director, la sala de reuniones y la habitación que el consejo estudiantil usaba como sede. Por esto era que los únicos alumnos que podían ir allí eran aquellos que formaban parte del consejo.

Kiran subía las escaleras en aquella dirección acompañado de Jessalyn. La chica iba hablando sobre algo, pero Kiran parecía estar ausente.

—Parece maja al menos, mi última compañera no fue la mejor. No es que me queje de Jade, es una maravillosa persona, pero nuestras personalidades definitivamente no encajaban —Val miró al chico cuya cabeza parecía estar en otro sitio—. Creo que puedo hablarte de esto en otro momento, ¿estás bien, Kiran?

La mención de su nombre lo trajo de vuelta.

Su novia lo miraba preocupada y él se lamentó al darse cuenta de que había estado hablándole pero él la había ignorado.

—Lo siento, perdona, me estabas hablando sobre tu nueva compañera, ¿verdad?

—Olvida eso —negó la chica—. Sabes que si te pasa algo puedes hablarlo conmigo.

Kiran frenó a mitad de la escalera, casi llegando al penúltimo piso. Se pasó las manos por el pelo, echándolo hacía atrás con expresión frustrada.

—Lo sé, es solo que la falta de sueño me tiene el cerebro frito.

—¿Es por las pesadillas?

Kiran asintió y Val subió las escaleras que la separaban del chico para abrazarlo. Kiran le correspondió el gesto pasando los brazos alrededor de sus hombros mientras ella se agarraba a su cintura.

—No sé por qué han vuelto. Hacía años que casi había dejado de tenerlas. Sí, alguna vez me atacaba alguna que otra, sobre todo cuando estaba estresado, pero últimamente es casi todos los días.

—Necesitas descansar, puede que necesites ir al médico.

—¿Para que me recete unas pastillas que me tengan drogado todo el día? —Kiran rodó los ojos— No, gracias. Ya se me pasará. Siempre se me pasa.

Kiran se separó de Val y continuó subiendo hasta que ambos llegaron a la siguiente planta. La última hasta la que Val podía acompañarlo. Ella no era parte del consejo así que no podía subir a la última planta.

—Espero que la reunión no se alargue mucho, no tengo fuerzas para esto. ¿Nos vemos después?

Val asintió.

—Envíame un mensaje cuando termines y damos un paseo juntos hasta que sea la hora de cenar.

Le dio un rápido beso a su novia antes de subir ese último tramo de escaleras. El pasillo estaba vacío. Los profesores y el director estarían fuera, hablando con los alumnos. Lo más probable es que solo el consejo estuviera por allí a esa hora.

El curso acababa de empezar, solo habían tenido tiempo de dar ese estúpido discurso en el teatro. Más bien Quentin lo había dado. No entendía para qué necesitaban reunirse justo ahora.

Cuando llegó frente a la sala del consejo ni siquiera se molestó en llamar. Dentro ya estaban casi todos los miembros, Beatrice y Galen —Beta y Gamma— parecían discutir sobre algo y habían acabado por arrastrar a Andreas Ludwing —Alpha— a su discusión. Aunque esté último no parecía demasiado interesado. Tezcat permanecía sentado mirando su teléfono e ignorando al resto de los presentes. Bai Long hablaba con Simeon en una esquina de la habitación lejos del escándalo que montaba el otro dúo y Glacia los observaba a todos también sentada en una silla. Parecía enfadada.

—Parece que llegó a tiempo.

Kiran se apartó de la puerta al escuchar la voz a su espalda. Cronus se internó en la caótica habitación con gesto sereno y hasta divertido.

—Sí, a tiempo de ver el show de Beta y Gamma —Kiran rodó los ojos y Cronus rió.

A veces Kiran no entendía como es que Cronus había acabado allí, en ese consejo. Entendía que personas como Simeon, Bai Long y Quentin estuvieran allí al ser de la Casa del Dragón. Básicamente se había convertido en la casa más poderosa en las últimas dos décadas, y era la que lideraba al resto de casas de jade.

Kiran había tenido la mala suerte de tener que estar allí al ser parte de la Casa de la Serpiente, la principal aliada del Dragón. Ni siquiera se le dio la oportunidad de rechazar la oferta cuando le ofrecieron el puesto en su segundo año.

Beatrice, Glacia y Galen eran lo suficientemente avariciosos como para luchar por un puesto en el consejo con uñas y dientes. Alpha era, aparentemente, de una familia importante de la Casa del Perro y eso había hecho que le ofrecieran un puesto nada más llegar a Saint Rose. No era un heredero como Quentin, pero su estatus le había válido para entrar en el consejo en su primer año como él.

Tal vez los casos más extraños eran los de Cronus y Tezcat. No es que ellos no fueran suficiente como para estar allí, si acaso el que sentía que no encajaba era él mismo, pero no parecían ser del tipo de persona que querría estar en el consejo estudiantil.

Tezcat pasaba de todos ellos la mayoría del tiempo, lo que le hacía cuestionarse por qué tomó el puesto en un principio. Y Cronus no parecía tener ese ideal de colocarse en la cima como otros tantos miembros, ni siquiera estaba seguro del por qué podría querer estar allí. Se llevaba bien con la mayoría de los presentes, incluso con Quentin, y nunca había tenido una pelea por el poder con otra persona en el consejo, como sí había sido el caso de otros.

Sentía como si Fourseason solo se dejara llevar por la corriente cuando se reunían.

—¿Qué tal tu primer día? —le preguntó Cronus caminando hacia la única mesa de la sala.

La mesa alrededor de la que se sentaban todos era ovalada y bastante grande. Solo eran diez miembros pero estaba seguro de que ahí podían entrar hasta otras tres o cuatro personas más. Puede que en otros años el consejo estudiantil hubiera estado conformado por más personas.

—Realmente llegué ayer, el vuelo desde Israel llegaba demasiado tarde a Londres y no me iba a dar tiempo a hacer el trasbordo, así que decidí venir un día antes —explicó su situación.

No era del todo mentira, pero había omitido la parte en la que ya no aguantaba más estar en casa con sus padres y esa excusa le había venido al dedillo para largarse antes.

—Val, me acompañó para que no me quedara solo en la universidad anoche, aunque para mi sorpresa ya había varios alumnos aquí.

—Los que viven en países más lejanos suelen venir el día de antes también —dijo Cronus, si sospechaba que había algo más tras las acciones de Kiran no lo dijo—. ¿Y qué tal con tu compañero de habitación?

Kiran hizo una mueca extraña al no saber qué contestar. La noche anterior aún no había llegado, así que Val se quedó con él a pasar la noche, una noche más en la que las pesadillas no le habían dejado pegar ojo. Aunque esa misma mañana se enteró de quién lo acompañaría en su último año de universidad cuando abrió la puerta mientras él y Val aún dormían y los despertó sin pudor alguno.

—Gamma no es la persona que yo tendría en mente si me preguntan por mi compañero de habitación perfecto, la verdad.

—Ya me he enterado de como echó a Levesque de la habitación, lo estuvo comentando durante el almuerzo.

Kiran frunció el ceño, él no tenía ningún derecho de echar a su pareja con esos malos modos de ningún sitio. Su llegada le había pillado por sorpresa y su cabeza no reaccionó en el momento bien, pero si se volvía a repetir lo mataría.

—Prefiero no hablar del tema.

Cronus pareció captar que no era un tema del agrado de su compañero y decidió no seguir por ahí. Los dos tomaron asiento en la mesa, ninguno de los miembros del consejo los saludó a pesar de que estaban seguros de que todos ellos se habían dado cuenta de que habían llegado.

—Silencio.

Gamma y Beta cerraron la boca de inmediato al escuchar la voz de Quentin. El delegado del consejo entró en la habitación y tomó asiento en uno de los extremos de la mesa. Los miembros que se habían mantenido de pie tomaron asiento en seguida.

—El subdirector me ha dado esto, es el presupuesto para el consejo para este año.

Quentin lazó un puñado de papeles unidos por un clip sobre la enorme mesa. Simeon fue el primero en tomarlos para echarles un vistazo y frunció el ceño.

No había sido su imaginación que Quentin pareciera estar de mal humor. Estaba claro que esos documentos eran los que habían logrado tal Azaña. Kiran no estaba seguro de querer verlos y averiguar el montón de problemas que estos acarrearían.

—No puede estar correcto —negó Simeon mirando directamente a Quentin.

—Lo está, Astero me lo confirmó personalmente.

Beta le arrebató los papeles de la mano a Simeon. Ella también se veía cabreada después de ver las cifras.

—¿Qué clase de broma de mal gusto es esta? —se quejó también la chica.

Kiran había tenido la esperanza de que esa reunión terminara pronto, pero su esperanza se fue tan rápido como Quentin había entrado por la puerta. Iba a ser una tarde muy larga.















El jardín de Saint Rose era uno de los más bonitos que cualquier persona podía apreciar. Lleno de árboles de fresno y arbustos de espino blanco que delimitaban los arriates llenos de flores como hortensias, dalias y milenramas.

Los caminos del jardín convergían todos en el centro del lugar donde se alzaba una fuente incluso más grande que la de Lady Margaret Devereux en la entrada de la universidad. Esta presumía una gran estatua de un hombre de tercera edad sentado en un enorme trono. Vestía una ropa que se asemejaba a la tradicional china que usaban algunos emperadores antes de Cristo.

Pero había algo diferente en ella, un toque que nadie sabría señalar exactamente que hacía saber que no era un emperador común. Tenía esa aura divina que lo destacaba como a un Dios. Y no era para menos dado que se trataba de una escultura en honor al Emperador de Jade.

Lyon pensó que ese lugar sería perfecto para terminar su pequeño tour por Saint Rose. No sé equivocó. Los ojos de Arion brillaron con emoción al ver la estatua y toda la naturaleza que la rodeaba. Sol también parecía sorprendido.

—La estatua se construyó cuando se decidió hacer de este sitio una universidad. Lady Margaret supervisó su creación personalmente —explicó Lyon al observar la mirada curiosa de los dos menores.

Tampoco es que pudiera decirles mucho más. Él no era el mayor entendido sobre historia, y tampoco tenía intención de serlo. No era algo que le apasionará, así que sabía lo justo para poder sorprender a los novatos.

—En realidad aunque Lady Margaret supervisó la creación la estatua fue pagada por la Casa de la Rata —dijo Sol, aunque se arrepintió en seguida de decir eso y se apresuró a cambiar de tema—. Es decir, fue un regalo para la universidad. Pero me parece increíble verla en persona, es mucho más imponente de lo que se aprecia en las fotografías de internet.

—Así que la Casa de la Rata.

Arion y Sol miraron horrorizados a Lyon al ver que mencionaba la casa de nuevo sin pudor.

—No deberías hablar de esa casa en voz alta —se apresuró a decirle Sol—. Si alguien te escuchara...

El buen humor de Lyon se quedó a un lado. Desde que la Casa de la Rata había sido desmantelada hacía doce años hablar sobre ella se había vuelto un tabú. Lyon era aún muy joven cuando la primera de las casas de jade dejó de existir y no estaba muy seguro de a qué se había debido dicho suceso. Los adultos siempre evitaban hablar al respecto, como si temieran que algo malo sucediera si lo hacían.

Incluso su abuela, regente de una casa de jade, se negaba a mencionar nada sobre eso. Y eso que Lyon había preguntado más de una vez por el tema, pero solo había logrado que sus padres lo mandarán callar.

—Muchas gracias por habernos enseñado todo esto, Lyon —dijo Arion, no notó la expresión sombría de Lyon—. Nos ha sido de gran ayuda.

Al ver la sonrisa radiante de Sherwind su propia sonrisa volvió, y con ella el recuerdo del objetivo que tenía entre manos.

Lyon se acercó a Arion bajando un poco la cabeza para quedar más cerca de su cara. Mantuvo la sonrisa en todo momento e incluso logró que Arion diera un paso atrás avergonzado por la cercanía. Él actuó como si no hubiera notado ese hecho.

—De nada, si necesitáis cualquier cosa podéis acudir a mí sin problema. Mi habitación es la ciento treinta y dos.

Notó por el rabillo del ojo que Sol se cruzaba de brazos pero su atención estaba puesta en Arion que parecía no saber qué contestar. Cuando abrió la boca tímidamente para decir algo fue otra la voz que lo interrumpió gritando desde lejos.

—¡Lyon!

Él conocía perfectamente esa voz, tan bien que se tensó nada más escucharla.

Sol se dio cuenta de esto y aprovechó el momento en el que Lyon se giró para agarrar a Arion del brazo y llevárselo de allí. Demonios, se le había escapado su nuevo objetivo.

—No te encontraba por ningún sitio —dijo la chica cuando llegó a su lado—. Te vi en el teatro pero no pude saludarte. Cuando fui a verte ya te habías ido.

—Había estado ayudando a unos novatos enseñándoles la universidad, Sierra.

La chica miró con desdén a los dos chicos que se marchaban. Luego volvió a centrar su mirada en Lyon.

—Parece que se van.

—Tenían prisa.

Sierra arqueó una ceja como si no terminará de creerlo. Para suerte de Lyon fue entonces que notó que la chica no había llegado sola, una amiga de esta se había quedado un poco más atrás observadolos en silencio.

—Eir, cuanto tiempo —saludó a la amiga de Sierra.

La chica se había convertido en el escape perfecto de la incómoda conversación sobre Arion y Sol.

—Pensé que estarías con Riccardo, Sierra me comentó la última vez que hablamos que no os pudisteis ver mucho este verano.

—Sus padres no llevan muy bien lo de nuestra relación —Eir se cruzó de brazos—. Como próximo dueño de la empresa de su padre, una empresa propiedad de la Casa de Perro, supongo que esperaban poder prometerlo con alguna chica de su misma casa. Para fortalecer la fortuna de la familia, ya sabes.

Eir se encogió de hombros como si esas ideas fueran absurdas para ella y carecieran de importancia.

—Creían que solo por mantenerlo ocupado durante el verano para que no tuviera tiempo para poder quedar conmigo íbamos a romper nuestra relación, que estupidez.

A veces a Lyon le encantaría tener los nervios de acero de la chica y poder estar tan seguro de algo al menos una vez en su vida. Eir estaba tan segura de sus sentimientos y de los sentimientos de Riccardo hacia ella que cualquier intento por separarlos le parecía patético.

Aunque Lyon era un playboy reconocido a veces envidiaba un poco esa clase de relación. Cuando él había intentado tener algo así nunca había salido bien. Había llegado el punto en el que se había dado por vencido.

—Hablando de eso, nosotros tampoco nos hemos podido ver mucho este verano, y te recuerdo que tenemos una conversación pendiente —interrumpió Sierra.

No. Él no quería ir por ahí.

Miró a su alrededor buscando algo que pudiera sacarlo de allí de inmediato. Además, había quedado con Riker y ya casi era la hora que habían acordado por mensaje para verse en la habitación de Lancaster. Esperaba que Tezcat aún no estuviera por allí.

—Lo siento, Sierra, tengo que ir a buscar a Julieta, habíamos quedado para ponernos al día y ya sabes cómo se pone si llego tarde.

Lyon empezó a retroceder, pero Sierra no se lo iba a dejar tan fácil.

—Lyon, es importante. Creo que Julieta puede esperar si...

—¡Oh me están llamando al teléfono! —mentira, ni siquiera un mensaje le había llegado— Seguro que es Julieta para regañarme porque ya voy tarde. ¡Hablamos luego, lo prometo!

Y sin darle tiempo a Sierra para volver a hablar se fue corriendo en dirección al interior de la universidad.

—No lo estaban llamando —dijo Eir cuando se quedaron solas.

—Lo sé —Sierra bufó—. Es más complicado atraparlo de lo que yo pensaba.

—Típico de alguien de la Casa de la Liebre.

—Yo también soy de la Casa de la Liebre.

—Pero él es familiar de la regente, se le tenía que notar de alguna forma.

Sierra rodó los ojos, Eir le dio una palmada en la espalda para animarla un poco.

—¿Estás segura de que tantos esfuerzos merecen la pena? —preguntó Eir dudando sinceramente de si su amiga estaba haciendo lo correcto.

—Por supuesto.

Sierra no permitió que su amiga la siguiera cuestionando y retomó su camino en la dirección contraria a la que había tomado Lyon. Eir suspiró pero la siguió.














Era bastante tarde así que la cafetería estaba prácticamente vacía, solo quedaban cenando aquellos en cuyos países de origen tenían por costumbre cenar a altas horas de la noche o a los que se les había hecho tarde por algún motivo. La razón por la que Daehyun estaba allí a las diez de la noche no era ninguna de esas dos. Odiaba las grandes multitudes, y con el agobio de todos los estudiantes a medio día para almorzar ya había tenido suficiente.

Prefería cenar tarde a tener que aguantar otra multitud de nuevo.

La cena que había elegido era sencilla: un poco de arroz blanco y algo de kimchi. No le gustaba comer demasiado antes de acostarse porque cuando lo hacía no le sentaba demasiado bien.

Era en verdad una suerte que en Saint Rose tuvieran platos como el kimchi. Como coreano que era no sentiría que su cena estaba completa sin comer un poco. Ventajas de que fuera una universidad tan multicultural suponía.

—¡Ey, Yun! —saludó escandalosamente alguien antes de revolverle el pelo.

Fulminó con la mirada a Infinity. No le gustaba para nada el contacto físico, Beyond lo sabía y lo molestaba a menudo con ello.

—Vamos no te pases —dijo Vladimir tomando asiento a un lado de Daehyun.

—Eres un pesado, tus bromas dejaron de tener gracia hace años —añadió Víctor sentándose al otro lado de su hermano.

Fue el turno de Infinity de fulminar con la mirada al menor de los hermanos Blade. Vladimir codeó a su hermano como señal de que se había pasado, pero a Víctor no pareció importarle una mierda.

—Víctor tiene razón, molestar a Daehyun paso de moda el año pasado, buscate un nuevo hobbie.

Infinity iba a tomar asiento a la izquierda del nombrado cuando Millennium se le adelantó y prácticamente lo empujó para tomar él ese sitio. Infinity consiguió guardar el equilibrio y que la bandeja con su cena no cayera.

—Imbécil, hazte mirar la cabeza —se quejó Infinity al otro lado de Maxim con el ceño fruncido.

—Te van a salir arrugas si sigues poniendo esa cara de estreñido.

Daehyun ignoró la pelea de Maxim e Infinity y vio como el último asiento libre de la mesa circular era tomado por Cassiel Reinhard. Este último no participó en el escándalo de sus compañeros por el que las personas que había en la cafetería se les habían quedado mirando. Daehyun pensaba firmemente que Cassiel era la única persona medianamente normal de ese grupo.

En un pasado habría contado también a Vladimir, pero después de tantos años sabía de buena mano que era capaz de dejarse llevar por el caos que Maxim, Infinity y, en muchas ocasiones, Víctor llegaban a crear. Es más, era capaz de crearlo él mismo con una sonrisa de alguien que jamás había roto un plato.

¿Quién en su sano juicio creería que alguien como Vladimir era partícipe del desastre? Claramente nadie, a no ser que presenciaras el acto. Y solo los de aquella mesa habían tenido la dicha de verlo.

A veces sentía que Cassiel y él eran dos casos excepcionales. Daehyun ni sabía como había acabado allí metido. Nunca había sido especialmente cercano a Víctor, y hacía años que no había hablado con Vladimir hasta que ambos entraron en Saint Rose. Jamás comprendería por qué esos dos se habían tomado las molestias de añadirlo en su círculo más cercano.

—¿Todo bien? —preguntó entonces Cassiel— Pareces cansado.

—Bueno, han sido como quince horas de vuelo, un almuerzo incómodo y una ceremonia de bienvenida sumamente aburrida, el día me tiene ya un poco harto a decir verdad.

—¿No te has echado un rato por la tarde? —cuestionó Vladimir, parecía preocupado— Podías haber aprovechado para descansar.

—Mi plan era acostarme pronto, no quería echarme una siesta si eso me iba a impedir dormir bien por la noche —explicó con ese tono monótono y desinteresado—. Claro que cenar a las diez de la noche no estaba entre mis planes al principio.

—Has visto a la multitud y te has dado la vuelta.

Maxim lo había leído por completo. Daehyun solo asintió y metió algo más de kimchi en su boca con los palillos.

—¿Y vosotros? —fue su turno ahora de preguntar— ¿Como es que habéis venido a cenar tan tarde también?

—Al ver toda esa gente en la cafetería a la hora de cenar mi hermano supo que esperarías para comer más tranquilo con menos gente —Víctor se le adelantó a Vladimir con la respuesta—. Así que dijo que te esperaría.

—Y como los demás somos tan altruistas decidimos hacerlo también —dijo Maxim al robarle kimchi del plato.

—No hacía falta.

—Ya sabes cómo son —apuntó Cassiel—. Una vez que se les mete algo en la cabeza no hay manera de convencerlos de lo contrario.

—En eso nos parecemos a tí, señor cabezota.

Y una vez más Maxim estaba en lo cierto. Tal vez esa era la única característica que los hacía encajar en aquel sitio. Todos ellos eran realmente tercos.

—Por cierto, ¿vais a visitar a Noviembre este año? —preguntó Infinity.

—¿Para su demostración de videncia anual? Paso —dijo Cassiel tomando una cucharada de sopa.

—Pero estaría bien saber qué nos puede deparar este año.

—No me merece la pena si tengo que aguantar su arrogancia durante la sesión, ya fui el año pasado por probar y además de que no me dijo nada extraordinario tuve que aguantar sus aires de superioridad.

—Tú tampoco deberías de ir —le dijo Vladimir a Infinity—. Noviembre se está lucrando de un poder que no nos fue dado para eso.

—¿Y si nos lees el futuro tú? —cuestionó Maxim— O Víctor. Los dos sois de la casa de la cabra, deberías poder hacerlo también.

Las casas de jade, además de haber sido un regalo del Emperador a los doce humanos que llegaron a su palacio, no era el único regalo que se les había otorgado. Para que la labor de los doce guardianes fuera más sencilla y pudieran llevar prosperidad a sus casas se les otorgó diferentes dones que les ayudarían a desempeñar sus tareas. En el caso de la Casa del Caballo, casa a la que pertenecía Daehyun Min, todos ellos eran mentalistas.

Tenían la habilidad de leer la mente de otras personas o comunicarse como telepatas. No solían usar mucho su poder porque eran conscientes de que a nadie le gustaba que otras personas se metieran en sus mentes.

En la Casa de la Cabra el don que se les había concedido era la videncia. El Emperador de Jade era omnisciente y quiso otorgarles una parte de su sabiduría. Los miembros de dicha casa poseían una percepción paranormal de realidades que no poseian todas las personas. Este al ser una casa dedicada a la justicia les facilitaba el trabajo de investigar, atrapar y juzgar.

Además, de manera colateral habían adoptado el poder de ver el futuro parcialmente. Por ello muchas personas de la Casa de la Cabra, como Noviembre Mincci, se aprovechaban de otros para sacar beneficios con la escusa de que leerían su futuro. Claro que la mayoría de veces acababa siendo inútil.

El futuro era complejo, era algo incierto, cualquier acción podía hacer que cambiara, y muchas veces la visión de este se presentaba ante los videntes de manera tan abstracta que no eran capaces de comprenderla. Esto había hecho que muchos en esa casa prefirieran no hacer uso de ese poder, no solo los agotaba física y mentalmente cuando trataban de usarlo, sino que no solían sacar casi nada en claro.

—No —se negó Víctor en rotundo.

—Ya sabes que nuestra habilidad para ver el futuro no es del todo fiable —trató de explicar Vladimir mejor la negativa—. El futuro es algo que debes construir por tí mismo y por las decisiones que tomes, sean las mejores o no. Eso es lo que te construye como persona. Tratar de averiguar qué te deparará la vida y cambiarlo a tu gusto acabaría destruyendo todo lo que eres. Además, puede que te genere preocupaciones innecesarias por algo que no puede ser cambiado —con eso dio por zanjada la conversación.

Maxim miró a Infinity y se encogió de hombros.

Daehyun esperaba de verdad que se les quitará de la cabeza ir a que Noviembre les leyera el futuro como si se tratara de la pitonisa de una feria. Él tampoco confiaba demasiado en las predicciones que hacía la chica.

El resto de la cena se desarrolló con mayor tranquilidad entre preguntas de cómo les había ido el día por parte de Vladimir.




Me hubiera gustado actualizar un poco antes, pero finalmente aquí está. ¡Y justo antes de terminar la semana!

Con esto oficialmente terminó ese primer día en Saint Rose. Un día largo de presentaciones y conocer un lugar que es completamente nuevo para muchos. Por supuesto, no todo será de color de rosa. Saint Rose esconde muchas más cosas de las que parece.

Y a veces lo que está escondido es por una razón.

~Nova/Dreamer

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