Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 16

La noche de la fiesta de halloween al fin había llegado, el ánimo de los estudiantes estaba en su máximo esplendor y fueras a la parte que fueses de la universidad había estudiantes engalanados con trajes y vestidos de todos los tipos, con máscaras a juego que tapaban sus caras, dejando a la vista tan solo la parte de la boca y la mandíbula en muchos casos. Toda la ropa hacía alegoría a la noche de los muertos siendo los colores favoritos para usar el negro, el rojo y el gris. Aunque nadie iba exactamente disfrazado, tanto los motivos de la ropa como el de las máscaras mostraban referencia en muchos casos a monstruos famosos.

Algunos parecían haber optado por un estilo más victoriano asemejandose a vampiros, otros se habían inclinado más por los fantasmas —siendo el favorito el fantasma de la ópera— o hasta hombres lobo. Había también varias referencias a monstruos marinos, zombies o calabazas.

Nyx había optado por un vestido sencillo para la ocasión dada la falta de tiempo para prepararse. Un vestido negro largo, con una abertura en su pierna izquierda y una máscara de este mismo color con decoraciones de encaje. Lyon había decidido tirar por algo más simple, una camisa azul oscura y unos pantalones ceñidos negros, la máscara era casi del mismo tono que la camisa, era como mirar el fondo del mar.

—¿Estás seguro de que Julieta irá? —preguntó Nyx mientras ambos caminaban por el pasillo.

El chico había ido a buscarla a su habitación, irían primero al hall donde se reunirían con Tet, Cálico y el resto. Habían quedado en ir juntos hasta el edificio donde se hacía la fiesta, que era el mismo salón que había usado Noviembre una semana antes.

Nyx aún estaba un poco nerviosa por volver a ese sitio, pues aunque había hablado ya con Lyon al respecto y en sí toda esa situación ya estaba superada, su subconsciente aún le jugaba malas pasadas. La noche de antes incluso había tenido una pesadilla en la que todo se repetía en la fiesta de halloween.

—Esta vez los profesores estarán presentes, también todos los miembros del consejo. Beta no podrá hacer todo lo que ella quiera libremente, muchos en el consejo no aprueban su comportamiento y los profesores la detendrían al instante.

Eso era lo que le había dicho Lyon para tranquilizarla cuando esa mañana le contó acerca de su pesadilla.

—Julieta no se pierde nunca este tipo de eventos, además le pedí a Sierra que la trajera como fuese.

Nyx apretó un poco su agarre alrededor del brazo de Lyon. Estaba un poco nerviosa por volver a ver a la chica después de varias semanas sin saber nada de ella.

Había planeado con Lyon meticulosamente lo que iban a hacer ya que él también quería disculparse con ella. Debido a que no respondía llamadas, no contestaba mensajes y no había forma de dar con ella por la universidad a pesar de que se suponía que iba a clases, solo les quedó esperar a esa noche para poder hacerle una encerrona. El plan era apartarla de la fiesta, sacarla al jardín a ser posible, y allí abordarla para tratar de hablar sobre todo lo que había sucedido.

Cuando llegaron al final de las escaleras había varios alumnos allí, entre ellos estaban Davy, Rob y Dakkar que los saludaron al verlos llegar.

—¡Nyx, madre mía cuanto tiempo sin vernos! —la saludó animadamente Dakkar.

No sabía si estaba al tanto de todo lo sucedido ese último mes con ella, pero si así era lo disimulaba muy bien.

—¡Hola! Creo que aún no nos habían presentado, Rob Crusoe, encantado —el chico le extendió la mano.

—Nyx Shapiro, encantada —ella le estrechó la mano.

—Pues ya solo quedan por llegar Tet y Cálico, no deberían tardar mucho —dijo Nemo—. Cronus ha dicho que él tenía que ir antes para abrir el evento junto al resto del consejo, que nos veríamos allí.

—¿Sabéis algo de Julieta? ¿Va a venir? —preguntó Davy.

Lyon y Nyx se miraron antes de contestar. Al final fue Lyon quien tomó la palabra.

—Se supone que la veremos por allí, le pedí a Sierra que intentara convencerla de que viniera.

—La llamé para preguntarle, pero no coge las llamadas —comentó Dakkar encogiéndose de hombros.

—¡Ya llegó por quién lloraban!

El grupo entero se giró hacia las escaleras al escuchar la voz de Tet. El chico bajaba las escaleras agarrado del brazo de Cálico. Ambos llevaban ropa a juego que hacía recordar a Frankenstein y la novia de Frankenstein.

—Nyx adoro tu vestido —fue lo primero que dijo al llegar junto a ellos—. Algunos deberían aprender de tu estilo y elegancia —eso último lo dijo mirando a Lyon.

El chico se llevó la mano libre al corazón haciéndose el dolido.

—Para mí esto es elegante —se defendió.

—Lo que sea, vamos a la fiesta antes de que se llene de gente y no podamos ni movernos allí —dijo Rob.

El chico había exagerado un poco, el salón era lo suficientemente grande para acoger a todos los estudiantes allí dentro, lo único que sí solía estar a reventar era la zona de la barra. Aunque esta vez se habían preparado para ello y Cronus les había dicho que habían preparado dos barras y hasta camareros que se acercarían con bebidas para ofrecer a los asistentes.

Se notaba el nivel cuando un evento lo organizaba el consejo estudiantil.

Siguieron el camino de piedra del jardín una vez más hasta el edificio que contenía el salón de actos. Muchos alumnos iban hacia el mismo sitio en solitario, en grupos o en parejas, todos y cada uno de ellos lucian ropa acorde y las indispensables máscaras. La entrada del edificio había sido decorada para la ocasión con colores negros y naranjas, había calabazas con caras talladas, Nyx no supo distinguir si eran calabazas de verdad o artificiales compradas en alguna tienda de la isla. Aunque teniendo en cuenta el sitio en el que se encontraban seguro que esas calabazas habían sido cultivadas por el mismísimo Emperador, no iban a aceptar menos allí.

Un enorme cartel en el que se podía leer «Celebración de Halloween. Universidad de Saint Rose» les dio la bienvenida. Nyx inspiró profundamente antes de entrar al lugar junto al resto de sus compañeros. Como la última vez que estuvo allí lo primero que destacó fue la música, pero a un volumen mucho más bajo que en la fiesta de Noviembre, lo que permitía a los estudiantes poder hablar sin gritar.

Lo agradecía. Después de esa fiesta casi se había quedado afónica y eso que tampoco estuvo allí mucho tiempo antes de que tuviera que salir corriendo.

La iluminación era mejor ya que no había ni rastro de luces neones, las únicas que hubo en la última fiesta, y ahora luces suaves daban claridad a la sala por completo sin quitarle el ambiente tenebroso que intentaban plasmar. La sala estaba llena de telarañas de mentira colgadas de cada esquina, manchas de pintura roja aludiendo a la sangre y un toque a castillo antiguo que la universidad ya tenía y que allí habían fomentado.

—Vaya, está exactamente igual que el año pasado —dijo Tet rodando los ojos—. Han cambiado la temática pero no la decoración.

La verdad es que a Nyx esa ambientación de estar en un salón de baile de un castillo en el siglo quince ya le gustaba. Eso le hizo cuestionarse a la clase de fiestas a las que esos estudiantes estaban acostumbrados si eso les parecía aburrido.

—Según Cronus no han tenido mucho presupuesto para la fiesta de este año —dijo Davy—. Al parecer el director quiere invertirlo todo en el baile de invierno.

—Ese baile ya es espectacular, ¿qué más quieren hacer? —preguntó Cálico, pero nadie supo responderle.

Lyon empezó a escrutar la sala nada más entrar, Nyx supo en seguida a quien buscaba. No había ni rastro de Julieta hasta el momento. Tampoco veía a Sierra por ninguna parte, así que eso podía indicar que aún no habían llegado.

—Si buscas a Mayr ella aún no está aquí.

Cronus se acercó al grupo desde la otra parte de la sala. El chico vestía un fino traje sacado directamente de una novela de vampiros del siglo pasado, todo lleno de detalles de encaje y seda y una máscara negra con detalles en dorado que su traje también lucía.

—Beta también lleva un rato preguntando por ella.

—No sabía que se habían hecho tan amigas —comentó Lyon en un tono que Nyx no supo descifrar.

Parecía un simple comentario, pero al mismo tiempo con un dejé de disgusto y sorpresa. Probablemente que Beta fuera la causante directa de la humillación de Nyx en la fiesta de Noviembre no hacía que Lyon viera con muy buenos ojos esa amistad.

Cronus se encogió de hombros.

—No me meto en la vida privada del resto del consejo.

—¡Me alegra que te hayas puesto lo que yo te elegí!

Tet se soltó del brazo de su novio para ir junto a su amigo. Empezó a examinarlo de arriba a abajo para asegurarse que cada trozo de tela estaba exactamente en el sitio que debía de estar.

—Sabía que te quedaría como un guante, ya tienes esa presencia como de conde o marqués, la temática vampírica es lo que mejor va contigo —Tet se veía realmente orgulloso, pero más que por lo bien que se veía Cronus por haber sido él quien había elegido ese conjunto.

En eso una camarera pasó por donde estaban y les ofreció una bandeja con varias copas que contenían un líquido rojo. Cálico le preguntó qué era y la respuesta de la camarera fue concisa «sangre». Se estaban tomando halloween muy en serio.

Davy, Dakkar, Tet y Lyon tomaron una copa cada uno, el resto rechazaron el ofrecimiento.

—Es champán —dijo Dakkar—. Solo que le han echado algún tipo de tinte rojo.

—Y tiene un ligero sabor a frutos rojos —añadió Tet.

—No soy muy fan del champán —dijo Rob haciendo una mueca—. Prefiero ir a por una copa a la barra, ¿queréis algo?

—Ahora que han dicho lo de los frutos rojos me ha dado antojo de un Berry Collins —dijo Cálico.

—Para mí un Cosmopolitan —pidió Cronus.

—Mira, ya que vas tráeme una cerveza, esto son cosas muy finas para mí gusto —pidió Dakkar dábfole vueltas al champán.

A Lyon pareció gustarle la idea de su amigo porque él le pidió otra.

—Te acompaño, sino no vas a poder traer tantas copas solo —le dijo Davy a lo que Rob asintió, luego miró a Nyx, quién era la última que quedaba por pedir.

La chica se lo pensó un poco. Después de la última vez no quería ver un margarita por un buen tiempo, tampoco tenía estómago para un daiquiri.

—Un Pink Lady.

Rob asintió y se marchó junto con Davy.



















—Ayra no sé si es buena idea... —contradijo Sol.

Desde que le había contado a su amiga su pasado como miembro de la Casa del Dragón y que su familia resultaba ser la misma que la de Bai Long, convirtiéndolo como resultado en su hermano, Ayra no había podido pensar en otra cosa. Aunque los interrogatorios no solían ser parte de la personalidad de la chica, aquel día su conversación sí que se transformó en uno.

Sinclair no entendía cómo es que Bai Long había permitido algo así, ella conocía muy bien al chico, o al menos pensaba que lo conocía, y no concebía la idea de que estuviera de acuerdo con aquella locura. Tenía que haber un malentendido en todo aquello. Y aunque Bai Long no hubiera podido hacer nada por evitar la expulsión de su hermano lo lógico hubiese sido que lo ayudara en todo lo que pudiera.

Eso no había sucedido.

Según Sol después de su expulsión su familia le retiró la palabra por completo, y eso incluyó a Bai Long. Eso no tenía sentido para ella, porque el comportamiento de Bai Long nunca era así, él era el primero en abordar los problemas de manera directa cuando los había. Que evitara de esa manera a su propio hermano era... no podía ser simplemente.

—A ver, erais jóvenes cuando te expulsaron, lo mismo no supo como afrontar la situación y se asustó.

—Yo tenía trece años, él dieciseis.

—Bueno con los dieciséis estamos en plena adolescencia y con las ideas muy poco claras —intentó defenderlo Ayra—. ¿Sabe que estás en Saint Rose? A lo mejor es que ni siquiera se ha dado cuenta.

—El consejo recibe una lista con todos los nuevos ingresados del año, quienes pertenecen a qué casa y quienes son becados. Tuvo que ver mi nombre en esa lista.

—Pero tal vez él no revisó este año la lista.

—La revisan todos juntos en una reunión.

—Te cambiaste el apellido de Xiang a Daystar.

—Él también sabe eso, se lo conté antes de que me dejara de hablar.

Ayra trató de buscar más excusas por las que Bai Long no hubiera hablado con Sol en esos dos meses que llevaba en la universidad.

—No lo intentes más, Ayra —negó Sol—. Lo he visto incluso un par de veces por el pasillo y estoy seguro de que él me vió a mí. Ni se molestó en mirarme. No quiere saber nada de mí.

—Pero es que no tiene sentido. Conozco a Bai Long desde que llegué a Saint Rose, somos amigos, estoy segura de que esa no es su forma de actuar. ¡Tienes que hablar con él!

Sol hizo una mueca.

—Tal vez no lo conozcas tan bien —esa era una posibilidad en la que Ayra no quería pensar—. Si él no quiere hablar conmigo no creo que forzarlo a hacerlo siendo yo el que empiece la conversación sea una buena idea.

—No lo sabremos hasta que no lo intentes —siguió animándolo—. Puede ser que se sienta tan culpable por no haberte defendido en su día que piense que lo odias y le de vergüenza acercarse.

Sol no parecía tenerlo tan claro.

Ayra ya no sabía de qué forma animarlo. Ella de verdad pensaba que la mejor forma de arreglar sus diferencias era hablarlo directamente. No le gustaba andarse con rodeos y esa era la forma en la que siempre había arreglado sus problemas con sus hermanos. No había nada mejor que la palabras, aunque claro, tal vez el hecho de formar parte de la Casa de la Cabra donde todos eran inocentes hasta que se demostrara lo contrario había influido en algo.

—Sol, hay algo que aún no me has contados, ¿por qué te expulsaron de tu casa? —Sol se encogió sobre sí mismo al escuchar la pregunta— ¿Tiene algo que ver eso con tu reticencia a hablar con Bai Long?

—No —la respuesta fue tan rápida y apresurada que Ayra supo que le ocultaba algo—. Vale, está bien, si quieres que hable con él, hablaré con él.

Al menos había servido para que cediera de una buena vez.

No tardaron mucho en dar con Bai Long, estaba solo, plantado en una esquina de la sala mirando entre la gente, como si buscara algo o a alguien.

—¿Y si te busca a tí? —preguntó Ayra esperanzada— A lo mejor también ha pensado en aprovechar la fiesta para que habléis.

—Lo dudo —dijo Sol con mucha menos esperanza que su amiga.

Ayra no dejó que se echara atrás ahora que ya estaban allí. Le dio un empujón a su amigo en dirección al albino y se alejó para no molestarlos. Era el momento perfecto para hablar, sin nadie cerca de ellos que los molestara.

Sol tomó una bocanada de aire para intentar mentalizarse a lo que iba a hacer. Intentando adoptar una seguridad que no tenía se acercó a Bai Long a grandes zancadas para evitar que su cerebro se lo pensara mejor y saliera de allí corriendo.

Bai Long no tardó en darse cuenta de que alguien se acercaba a él. Cuando vio a Sol su expresión no cambió ni un ápice, o eso le pareció a Ayra. No estaba segura de si eso era bueno o malo.

Cuando Sol tuvo delante a su hermano la garganta se le cerró por completo. A pesar de la máscara aún podía sentir su mirada rubí fijamente sobre él, eso lo puso tan nervioso que sentía que le temblaban las piernas. Se le había quedado la mente completamente en blanco y todas las cosas que había acordado con Ayra que le podía decir se esfumaron.

—Hola —fue la única patética palabra que le salió.

—Hola —contestó Bai Long en un tono de voz un poco seco, esto solo acobardó más a Sol.

No había hablado con su hermano en seis años, ¿por qué le había aceptado seguir aquel plan tan estúpido?

Bai Long se empezó a impacientar cuando Sol no dijo nada más por varios segundos. Su mirada empezó a volar de nuevo entre los asistentes de la fiesta. Tenía que decir algo ya mismo.

—Hace mucho tiempo que no nos veíamos.

La respuesta de Bai Long fue un sonido sin forma que pretendía ser un asentimiento.

—Y también mucho tiempo que no hablábamos.

Esta vez no hubo ni siquiera un sonido como señal de que lo escuchaba, tampoco lo miraba a la cara. Sentía que el sudor frío empezaba a caerle por la frente. Tragó saliva antes de volver a hablar.

—Bai Long, creo que a lo mejor hay temas que deberíamos de hablar, ya sabes, que a lo mejor no quedaron claros. Y bueno, a mí me gustaría poder contarte mi versión, porque estoy seguro de que nuestros padres te...

—Mis padres —dijo entonces confundiendo a Sol—. Son mis padres, no nuestros. Tú ya no formas parte de la familia Xiang.

Los ojos de Bai Long volvieron a centrarse por un segundo en los ojos de Sol. Este sintió que el rojo brilló con más fuerza cuando lo hizo. Entre las palabras que había dicho, el tono con el que las había pronunciado y esa mirada llena de furia contenida Sol perdió toda la valentía que había acumulado.

—Yo... yo solo...

No sabía a dónde mirar o qué decir o hacer.

Trató de buscar a Ayra con la mirada pero no la encontró. Mientras tanto los ojos de Bai Long volvieron al frente.

—No hay nada de lo que hablar, Daystar —que usara su apellido con un tono tan despectivo lo hirió de verdad—. Cada uno tomó su camino, cada uno tomó su decisión, y yo he estado bien con ello estos seis años. No tengo ningún interés en retomar la relación de hermanos porque yo no considero tener ninguno, así que ahórrate todo este teatro. Tengo cosas más importantes de las que ocuparme.

Cada palabra había sido como una puñalada en el estómago para Sol. Bai Long ni siquiera se dio cuenta de la expresión destrozada del menor porque no lo miraba, sus ojos habían encontrado al fin a la persona que había estado buscando durante toda la fiesta.

—Ahora, si me disculpas, voy a encargarme de asuntos verdaderamente importantes —y se fue.

Se fue dejando a Sol allí plantado luchando por retener las lágrimas, con los nudillos blancos de tanto apretar los puños. Cuando Bai Long se fue Ayra se acercó a él tán rápido como sus tacones se lo permitieron.

—Sabía que esto había sido un error —dijo Sol.

Ayra lo había escuchado todo, o casi todo, y aún no podía creerlo. Jamás había visto a Bai Long hablar de esa forma a nadie, ni siquiera a Quentin, Beta o Gamma a quienes no aguantaba. Se había comportado de una forma despreciable con Sol y ella no podía encontrar a su amigo en aquel chico tan poco empático y tan duro.

—Mierda Sol, lo siento muchísimo —dijo Ayra sin saber muy bien lo que debía decir en aquella situación—. No esperaba por nada del mundo que reaccionaría así.

—Pero yo sí, y es lo que te he intentado explicar toda esta semana, pero no, para qué vas a hacerme caso si tú sabes más ¿no?

No se esperó ese ataque por parte de su amigo.

—Sol yo no quería...

—¿En qué momento se me ocurrió aceptar consejos familiares tuyos? Si tú familia está igual de destrozada que la mía —eso había sido un golpe muy bajo—. Tu abuelo es un dictador sin corazón, tus padres obedecen sin tener ni en la más mínima consideración la opinión de sus hijos, y tú y tus hermanos no sois capaces de plantarles cara porque sois una panda de cobardes.

Ayra sintió el impulso de gritarle y defenderse, pero se controló porque sabía que Sol solo hablaba movido por la ira y la tristeza por el trato de Bai Long.

—Sol, eso que dices no es justo.

El chico pareció querer decir algo más. Pero al final cerró la boca, apretándola en una fina línea. Se dio media vuelta y caminó decidido hacia la puerta dejando allí sola a Ayra.



















Bai Long se había pasado la semana buscando a Kosuke Aoki, pero no había logrado hablar con él. Cuando se presentó en la sala de seguridad eran Inchy y Peabody los que estaban allí, no había ni rastro del albino.

Dave le había dicho que se había tomado la semana libre por unos exámenes que tendría pronto, pero que si iba a la fiesta de halloween probablemente lo vería allí. Según el chico le había dicho asistiría a la fiesta junto a su novia, Rosie Redd, con quien no había podido pasar demasiado tiempo últimamente. Y ahí estaba. Después de estar buscándolo durante un buen rato por fin había visto a Kosuke.

El chico había aceptado dos copas de ese champán rojo de un camarero y le había tendido una de las copas a una chica que iba con él. Imaginó que se trataba de la novia que Dave había mencionado.

—Aoki —lo llamó cuando estuvo lo suficientemente cerca para no llamar demasiado la atención—. Necesito hablar contigo.

La pareja se giró hacia él. Rosie lo saludó con una leve reverencia agarrando la falda de su vestido, Kosuke no se movió.

—Eugene me escribió para decirme que me habías estado buscando, que probablemente nos encontraríamos aquí, veo que tenía razón.

—Quiero que me digas quienes del consejo han estado últimamente en la sala de seguridad.

No se andó con juegos, fue directamente al tema que quería abordar.

Rosie miró a Kosuke con gesto de preocupación.

—He visto a Skie y Jade llegar, voy a saludarlas —se excusó para dejar a los dos chicos hablando solos.

Cuando Rosie se alejó lo suficiente Bai Long volvió a insistir.

—Sé que has tenido visitas últimamente de los miembros del consejo, quiero saber de quiénes.

—No suelo hablar de mi trabajo.

Bai Long bufó, admiraba que Kosuke pudiera llegar a ser como una tumba, ese secretismo era algo que todo el mundo apreciaba, pero ahora le estaba viniendo a él muy mal.

—Te lo voy a poner más fácil —Bai Long se cruzó de brazos—. Sé que Quentin te hizo una visita, quiero que me digas qué te pidió.

—Y yo te vuelvo a repetir que no hablo sobre mi trabajo.

Supo enseguida que no iba a ser fácil que hablara, pero tampoco le iba a resultar fácil que se fuera sin la información que había ido a buscar.

Miró a su alrededor para asegurarse que nadie los miraba, tampoco había rastro de la novia de Kosuke. Luego actuó.

Había mesas con platos llenos de comida, sobre todo dulces, y también había cubiertos. En un rápido movimiento un cuchillo de los que había para cortar embutido acabó en manos de Bai Long. Acabó colocado a un lado del cuello de Kosuke, el filo presionaba su piel sin llegar a cortar y permanecía oculto de miradas indiscretas.

—No soy muy fan de jugar a las adivinanzas. La visita de Quentin ha costado la tranquilidad de un amigo y no voy a tolerarlo.

—Amenazar con cualquier tipo de arma a otro estudiante está prohibido incluso para un miembro del consejo.

—¿De verdad crees que me importa? En la Casa del Jabalí sois tecnópatas eso no te servirá de mucho en este momento. Con un simple movimiento acabarás sin cuello.

—¿Y vas a cortarme la garganta en medio de una fiesta con todos los alumnos y profesores presentes?

Algo en el tono orgulloso del chico lo ponía de los nervios. Hablaba con una sensación de superioridad que a Bai Long no le gustaba nada, como si supiera que estaba contra la espada y la pared sin poder hacer realmente lo que decía. Apretó los dientes frustrado porque ese idiota tenía razón.

—Dime. Qué. Le. Enseñaste. A. Quentin —repitió perdiendo la paciencia.

Kosuke acercó su cara a la de Bai Long sin preocuparse por el cuchillo que amenazaba su cuello.

—No. Hablo. De. Mi. Trabajo.

—¿Kosuke? —Rosie había vuelto, se había quedado parada a unos pocos metros de distancia.

Desde su posición no podía ver el cuchillo, pero se notaba que sospechaba que algo iba mal.

—No voy a dejar esto así.

Bai Long retrocedió y sin que la chica lo notara dejó el cuchillo de nuevo en su sitio sobre una de las mesas. Por suerte ningún camarero se había dado cuenta de que faltaba el cuchillo del embutido.

—Adios, Bai Long.

Kosuke se reunió con Rosie y rodeó sus hombros con su brazo dándole un trago a su copa de Champán que aún mantenía llena en la otra mano. Los dos se alejaron dejando sin respuestas a Bai Long. «¿Y ahora qué?».

—Bai Long —al girarse para ver quién lo llamaba vio a Ayra acercándose.

La chica no parecía nada feliz, todo lo contrario, parecía dispuesta a discutir con él y no estaba de humor para más discusiones esa noche. Había tenido un encuentro con Sol que no le había hecho gracia y luego una conversación con Kosuke de la que no había sacado nada de lo que quería.

—Ayra ahora no es un buen momento.

—¿Por qué le has hablado de esa forma a tu propio hermano?

Eso hizo a Bai Long alzar las cejas con sorpresa. ¿Desde cuándo ella sabía eso? ¿Se lo había contado Sol? No encontraba otra explicación. De todas formas eso ahora no era lo más importante.

—Él solo quería hablar contigo civilizadamente, intentar arreglar las cosas, ¿era de verdad necesario que te comportarás como un capullo sin corazón con él?

Por ahí no iba a pasar.

Ya le había extrañado que Sol fuera a hablar con él por su propia voluntad y conocía a Ayra lo suficiente como para saber que ella tenía algo que ver en eso. Se estaba metiendo en un terreno pantanoso del que no sabía nada, y él no iba a explicárselo, no ahora.

No quería tener que discutir con ella esa noche también, así que trató de pensar en algo para quitársela de encima.

—Mira Ayra, hay cosas que tú no sabes. Sé que lo de hacer de justiciera lo llevas en la sangre y que te gustaría poder arreglar todos los problemas del mundo con el poder de la palabra. Pero eso no siempre funciona.

—¿Tanto te costaba escuchar lo que Sol tenía que decirte?

—Sí, créeme que sí. Pero ahora no es el momento para hablar de esto.

Ayra no estaba para nada contenta con esa respuesta. Ella iba a insistir, él lo sabía, y no tenía ganas de seguir con esa conversación.

—Tengo que irme, tengo que permanecer con el resto del consejo durante la fiesta.

—No pensaba que fueras esa clase de persona. Pensaba que serías un hombre honorable y no un cobarde.

—Deberías tener más cuidado con lo que dices.

—Me das pena si ese es tu verdadero yo. Solo eres un pedazo de basura si tratas a tu hermano de esa forma.

Llegó al límite de su paciencia.

—¿Y qué coño va a saber la niña despreciada por su familia sobre los problemas de otras? Tú solo eres experta en dejarte putear por tu abuelo, tú eres la que me da pena a mí.

El golpe en su cara lo pilló por sorpresa. Toda la ira, la frustración y el hastío quedaron en un segundo plano cuando la palma de la mano de Ayra le hizo tener que girar la cara.

Volvió a mirarla con los ojos abiertos como platos. No sé atrevió ni a levantar la mano para tocar la mejilla golpeada y que ahora seguramente estaba roja.

—Eres un hijo de puta —dijo la chica antes de marcharse de allí y dejarlo aún en shock solo.

Por suerte no habían llamado la atención de demasiada gente, solo un par de alumnos que esperaba estuviesen demasiado ebrios como para saber al día siguiente si eso había pasado de verdad o se lo habían imaginado.

El sonido de un mensaje llegando a su teléfono fue el que lo sacó de su estado de conmoción. Sacó el teléfono del bolsillo de su chaqueta, no tenía el número de teléfono agregado, el mensaje consistía en un único video. Cuando lo pulsó para que se reprodujera se dio cuenta que era un vídeo de seguridad de una de las cámaras de Saint Rose, este le mostró el momento exacto en el que Quentin y una chica entraban al sótano, luego se reprodujo a cámara rápida hasta que varias horas después vio pasar por el pasillo a Cheng Li.

La puerta del sótano se abrió y su amigo se escondió dentro de una de las salas de estudio. Quentin y la chica volvieron a salir del sótano, intercambiaron unas palabras y cada quien se fue por su lado, después de eso Cheng Li volvió a salir y se marchó de allí tan rápido como pudo.

Ese era el vídeo que debió de enseñarle Kosuke a Quentin. Por eso se había enterado de que fue Cheng quien los vio a él y a la chica de la Casa del Tigre juntos salir del sótano. Quentin había ido a buscar a Kosuke por su culpa, porque él lo había abordado y acusado de haber ido al sótano y Quentin había investigado.

La pregunta ahora era: ¿quién le había enviado ese vídeo? No tenía pinta de que hubiera sido Kosuke, no parecía tener la más mínima intención de decirle nada. Miró entonces hacia arriba, hacia una de las cámaras de seguridad del salón. Alguien lo tenía que haber visto discutir con Kosuke y había decidido echarle una mano. Y ese alguien tenía que tener como mínimo acceso a la sala de seguridad. Pero ¿por qué lo había hecho?

Volvió a centrarse en el vídeo. Retrocedió para volver a ver la parte en la que Quentin entraba al sótano con la chica. La chica giró una vez la cara para asegurarse de que nadie los estaba viendo y entonces Bai Long paró el vídeo. Reconoció a la chica. Era Crystal Amery. Era la amiga y compañera de habitación de Ayra.



















Los pasillos de Saint Rose estaban vacíos, se notaba que ya todos los estudiantes y profesores estaban en la celebración de halloween. Eso haría más sencillo su trabajo.

Zanark caminó hasta llegar frente a la sala de seguridad. Allí siempre había alguien, los alumnos elegidos de la Casa del Jabalí se turnaban para vigilar las cámaras, nunca dejaban aquel sitio solo. Tenía que pensar en una forma de hacerlos salir para poder investigar tranquilo, si regresaba con las manos vacías Gamma no iba a estar nada feliz. Y ya estaba empezando a impacientarse.

—Pasa, te he visto llegar —escuchó una voz desde el interior.

Miró hacía atrás, después hacia arriba, había una cámara justo apuntando hacia él. Maldijo en voz baja. Esperaba que estuvieran muy ocupados con la fiesta como para fijarse en un único alumno vagando por los pasillos.

Ahora ya no tenía otro camino, no iba a marcharse de allí así como así.

Hizo caso a la voz y entró en la sala. Nunca antes había estado allí dentro, alguna vez había acompañado a Gamma, pero él había esperado fuera. El sitio llegaba a ser lúgubre tan oscuro y solo iluminado por las pantallas.

Solo había dos estudiantes allí. Reconoció enseguida a Dave Inchy, quién era el jefe de seguridad al ser de último año. El otro parecía ser más joven, pero no supo ponerle nombre.

—¿Qué quieres, Zanark? —preguntó Inchy sin apartar la mirada de su ordenador.

Antes de contestar miró al otro chico presente. Tampoco lo miraba directamente, pero se lo veía nervioso con su presencia.

—Solo hablar un poco. Gamma quería que averiguara un par de cosas.

Eso hizo que Inchy lo mirara de soslayo.

Después de unos segundos se giró en su silla de oficina para poder mirar a su compañero. Este captó el movimiento y miró a Dave al instante. A pesar de que hacía como si no estuviera atento a la conversación sus nervios lo hacían estar alerta.

—Eugene déjanos un momento.

El aludido no se movió al inicio, miró a Dave, luego a Zanark y de nuevo a Dave. Al final terminó levantándose de su sitio y caminando hacia la puerta.

—Te avisaré cuando terminemos —le dijo Dave.

Cuando pasó por su lado para salir por la puerta Zanark le dedicó una sonrisa mostrándole los dientes. Eugene dio un respingo y se apresuró aún más en marcharse de allí.

—¿Es nuevo? Se ve asustadizo.

—A Eugene lo han elegido este año para que se ocupe de la seguridad. Después de todo yo ya me gradúo junto a algunos otros este año y necesitaban nueva gente que se ocupe de todo esto —Inchy se giró para mirarlo directamente, con la espalda totalmente apoyada en el espaldar de la silla y los brazos cruzados—. Ahora dime qué es lo que quieres.

—Digamos que Gamma quiere saber lo que trama Quentin. Al parecer ha estado más misterioso que de costumbre y sus ordenes son como mínimo curiosas.

Inchy se mantuvo en silencio unos segundos.

—Es Kosuke quién suele ocuparse de las peticiones del delegado del consejo.

—Y ambos sabemos que Kosuke no lo traicionará contándome nada.

—¿Y qué te hace pensar que yo sí?

Zanark caminó hacia el chico y cuando lo tuvo enfrente se encorvó para poder quedar a su altura.

—Galen le Blanc es el heredero de la familia Le Blanc, una de las más importantes de la Casa del Gallo. Estoy seguro de que te recompensará como es debido si nos echas una mano.

—No me importa el dinero, Zanark. Mi familia ya lo tiene a montones —Inchy volvió a su posición delante del ordenador y empezó a teclear algo ignorando por completo a su visitante.

Zanark pensó que la conversación había terminado ahí, que tendría que buscar otra forma de obtener la información que quería. Sin embargo, Inchy volvió a hablar.

—Si enciendo sin más el ordenador de Kosuke se dará cuenta de que alguien lo estuvo tocando, tendré que hackear su cuenta desde mi ordenador y rezar por ser más hábil que él.

—¿Vas a ayudarme entonces? Pensé que no querías el dinero.

—Y no lo quiero —reafirmó—. Tengo mis propias motivaciones.

Zanark se cruzó de brazos. Le daba igual cuáles fueran esas motivaciones siempre que él obtuviera lo que quería.

Inchy de repente dejó de teclear, pero mantuvo las manos sobre el teclado y su vista sobre la pantalla. Lo miró extrañado, se giró un poco para poder verlo a los ojos y se sorprendió al ver que eran completamente verdes, no se le veía el irirs ni la pupila, y brillaban con luz propia.

La imagen de la pantalla del ordenador onduló, hubo interferencia y se apagó. Un par de segundos después volvió a encenderse. El fondo era de un verde tan oscuro que era casi negro y solo se veían letras que no formaban ninguna palabra, símbolos y números que parecían colocados al azar. Pudo llegar a ver lo que él pensó que era código binario, algunas formulas informáticas que no comprendía.

Tecnopatía. La habilidad que el Emperador de Jade le cedió a la Casa del Jabalí.

Esta habilidad no solo estaba limitada a la informática, que era más bien una ciencia bastante nueva, sino que abarcaba todos los avances tecnológicos en general. Cualquier cosa que pudiera catalogarse como "máquina" estaba a la merced de esos individuos. La revolución industrial había sido la era de oro de la Casa del Jabalí, y ahora con la era de la informática iban camino a superarla.

Aunque en sus inicios la Casa del Jabalí había sido subestimada, habían demostrado ser una casa realmente importante para el resto. Y Zanark estaba seguro que conforme los avances tecnológicos fueran más y más grandes la Casa del Jabalí experimentaría un aumento de poder inimaginable.

La pantalla del ordenador dejó de hacer cosas raras y volvió a mostrar un simple escritorio lleno de carpetas con nombres en clave. Los ojos de Inchy también regresaron a la normalidad y siguió haciendo su trabajo como si nada.

—He hecho algunas copias del trabajo de Aoki. No debería de haber dejado ningún rastro, así que no tiene por qué enterarse si nadie le dice nada.

Esas palabras las decía directamente por él, pero Zanark no tenía ningún motivo para decirle nada de eso a nadie. Gamma seguramente tampoco si lo que quería era pillar por sorpresa a Quentin.

Inchy navegó por varias de las carpetas. La mayoría contenían documentos que Zanark no comprendía, otras tenían copias de los videos de las cámaras de seguridad de la universidad, fue en una de esas carpetas en las que se paró Dave.

—Está cifrada —dijo con un gesto de interés reflejado en su cara, parecía haberse encontrado con un reto que estaba deseando superar.

Nuevas ventanas con esos números y códigos extraños abarcaron la pantalla. Zanark se apoyó en un escritorio tras Dave, a ese paso se tiraría toda la noche allí. Trascurridos varios minutos todas las ventanas que el chico había abierto desaparecieron y solo quedó la carpeta abierta con un único video en ella.

Dave clicó en el vídeo. Zanark se inclinó hacia delante para estar más cerca de la pantalla y así poder ver mejor.

La cámara que grababa se encontraba en una especie de biblioteca que jamás había visto. Esa no era la biblioteca de Saint Rose.

—¿Qué sitio es ese? —preguntó Zanark.

—No estoy seguro, el código de la cámara que tomó estas imágenes no corresponde con ninguno de las cámaras de la Universidad.

—¿Entonces es un video de otro lugar?

Inchy se lo pensó un poco.

—No —contestó al final—. La dirección IP es la de la Saint Rose, pero no es de ninguna cámara a la que nosotros tengamos acceso. Creo que es del archivo de la Casa del Tigre.

—¿Archivo?

—Mira —Dave señaló la pantalla.

Una persona vestida enteramente de negro apareció en escena. Rebuscó entre los libros del archivo durante varios minutos. Alzó la mirada hacia arriba, como si hubiera sentido algo, luego cogía un libro y se marchaba.

—¿Quién es? —preguntó de nuevo Zanark.

—Ni idea, no se le ve la cara.

—¿Y entonces esto de qué cojones me sirve?

—Oh créeme, Gamma estará más que contento con esto en cuanto le digas que son imágenes del archivo de Saint Rose —aseguró Inchy, este sacó un pen drive de un cajón y lo insertó en la torre del ordenador, hizo una copia del video en menos de un segundo—. Estoy seguro de que esa persona estaba ahí por órdenes de Quentin. Tu jefe sabrá qué hacer con esto.

—No es mi jefe —aclaró Zanark cogiendo el pen drive que Inchy le extendió.

—Ahora lárgate, Eugene tiene que volver a su trabajo, si sigue esperando fuera se pondrá aún más nervioso.

Zanark no dijo nada más, ni siquiera se despidió, con el pen en su poder salió de la sala de seguridad. Inchy estaba a punto de salir de la carpeta cuando notó algo raro. El espacio que ocupaba ese vídeo en la carpeta era demasiado, casi como si...

Volvió a conectar su mente al aparato con su habilidad de tecnopatía. Cuando Eugene entró de nuevo a la sala y lo vio se sobresaltó.

—¿Dave? —lo llamó.

El chico no respondió, pero no tardó mucho en regresar a la normalidad.

—¿Está todo bien? —preguntó Eugene preocupado.

—Sí —aseguró Inchy.

Eugene ya no preguntó nada más y volvió a su sitio. Inchy miró la pantalla de su ordenador, apoyando su mentón en el dorso de su mano. Un nuevo vídeo había aparecido en la carpeta, había estado oculto, Kosuke era muy hábil.










La fiesta de Halloween empieza al fin y ya solo nos queda esperar a ver qué nos trae. Por ahora ya hemos tenido un poco de drama familiar de Bai Long y Sol y de manera colateral también de Ayra. Y además, hemos visto en acción a la Casa del Jabalí haciendo uso de su don.

Se viene la recta final de la primera parte de esta historia, así que estad atentos ewe

~Nova/Dreamer

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