Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 13

—¿Te vas? —le preguntó Terry a Sae cuando lo vio guardando sus libros en la mochila.

Terry había visto como Sae estuvo toda la mañana con la nariz metida entre libros. A parte por supuesto de las horas de clase que había tenido. Era su compañero de habitación después de todo, así que él más que nadie veía como Sae se esforzaba con sus estudios. Sin embargo, esa tarde había estado algo más desconcentrado.

Todo el tiempo había estado sonando su teléfono en una avalancha de mensajes y la expresión del menor no era muy alegre al mirarlos. A Terry le hubiera gustado preguntarle al respecto, pero no quería meterse en asuntos que no le incumbían, a Sae podía molestarle.

—He quedado para estudiar con un compañero —aclaró colocándose la mochila a los hombros—. ¿Nos vemos luego para cenar?

Terry asintió y lo vio salir de la habitación. Cuando se quedó solo en la habitación se levantó de su cama donde había permanecido tumbado viendo vídeos en su teléfono y se acercó al escritorio de Han. El chico dejó muchos papeles sobre la mesa desordenados, la mayoría apuntes de su grado de medicina, pero hubo una hoja que le llamó la atención.

En esta había escritos varios nombres, algunos rodeados por círculos o unidos entre sí por flechas. Vio el nombre de Quentin, el de Kiran, Carnival, Gyan y el de todos los miembros del consejo, muchos de esos estaban tachados. También se encontraban escritos los nombres de algunas casas de jade, como la de la serpiente o el dragón, pero una que destacó por encima de todas fue la Casa de la Rata.

Terry dejó las cosas sobre el escritorio tal y como estaban, decidió no seguir curioseando las cosas de su compañero, pero no evitó preocuparse un poco por él. No sabía en qué andaba metido Sae, pero no parecía nada bueno.

Sae por su parte se dirigió al principio del pasillo pero se detuvo antes de salir, donde las habitaciones de los estudiantes continuaban. Se quedó frente a la puerta con el número veintiuno, la miró fijamente unos segundos antes de tocar y esperó a que abrieran. Escuchó unas voces en el interior y un golpe, después la puerta se abrió dejándole ver a uno de los dos miembros del consejo estudiantil que dormían allí.

—Buenos días, Kiran —saludó con su mejor sonrisa tragándose los nervios que le atenazaban el estómago.

—Sae —Kiran no parecía sorprendido de verlo allí—. Pasa, pasa, llegas justo a tiempo.

El de pelo rosa se echó a un lado dejando pasar al más joven. No estaban solos, frente a uno de los armarios estaba Gamma examinando la ropa del interior, como si buscara algo concreto.

Parecía que acabar de salir de la ducha, tenía el pelo húmedo, aún goteando un poco de agua a la moqueta del suelo y no llevaba puesta ninguna camiseta. Una toalla descansaba sobre el respaldo de la silla del escritorio que supuso le pertenecía.

Por fin pareció escoger una de las camisetas de su armario y cuando se giró con ella en la mano alzó una ceja mirando a Sae. Su mirada lo recorrió de arriba a abajo con una mezcla de aburrimiento y superioridad.

—¿Y tú quién eres? —su pregunta vino acompañada de una mueca.

Al parecer Sae no había causado la más mínima buena impresión en Le Blanc.

—Déjalo en paz —advirtió Kiran—. Es un chico de primero al que voy a ayudar con algunas asignaturas.

—¿Acaso no puedo preguntar por su nombre? No sabía que tenías el monopolio de los novatos, Vipersson.

Kiran rodó los ojos, se notaba cansado. Sae estaba seguro de que haber tenido que aguantar a ese chico y su altanería por más de un mes no debió de ser nada fácil.

—Sae —interrumpió al final el propio Sae—, me llamó Sae.

La mirada de Gamma volvió a posarse en él.

—Estudio medicina, me enteré que Kiran estudiaba ciencia biomédicas, y como hay algunas asignaturas similares le pedí que me ayudara con eso.

—¿Ahora vas de profesor particular?

—No está de más ayudar de vez en cuando, ¿sabes?

La expresión de Gamma volvió a ser de aburrimiento. Sin decir nada más dio media vuelta y se metió en el único baño de la habitación cerrando la puerta de un portazo tras él.

—Ignóralo —dijo Kiran—. Es un cretino.

—¡Te he escuchado, Vipersson! —se oyó la voz de Gamma desde el interior del baño.

Kiran negó con la cabeza y señaló con la mano su escritorio para que Sae tomara asiento. Kiran por su parte se sentó al lado de él sobre su cama.

—Pues dime, ¿en qué necesitas mi ayuda?

Sae se apresuró en sacar algunos cuadernos y ponerlos sobre el escritorio. Kiran lo miró con atención tratando de mantener un ambiente calmado pues se veía que el menor estaba un poco nervioso.

—Se me ha atravesado... un poco, bioquímica general —explicó Sae—. Y claro, luego está bioquímica médica, y si no saco adelante general va a ser un desastre después. Sé que en primero de ciencias biomédicas hay una asignatura que es bioquímica estructural por un amogo y probablemente sea un tema relevante aún en los años superiores. Así que pensé que tal vez podrías ayudarme con eso —Sae se detuvo por completo un segundo, ya con la página de la libreta por donde quería empezar a repasar, y miró fijamente a Kiran—. Espero no suponerte un problema. Te abordé en el pasillo de repente y sé que los miembros del consejo suelen estar ocupados.

—Ey tranquilo —Kiran rió sin poder evitarlo al ver cómo Sale casi no había ni tomado aire mientras trataba de explicarse de manera atropellada—. No hay problema. Llevo bien bioquímica y no tengo ningún problema en ayudarte.

Sae suspiró aliviado al escuchar eso.

—Lo que me da curiosidad es saber cómo es que recurriste a mí —fue la duda de Kiran—. Acabas de decir que tienes un amigo que estudia también ciencias biomédicas. No es que tenga ningún problema con eso, por supuesto —aclaró al ver qué Sae se tensaba de nuevo—. Solo que la gente suele pensarselo dos veces antes de hablar con el consejo y bueno, creo que nunca antes habíamos hablado nosotros dos.

—Ya... bueno inicialmente si iba a ser mi amigo el que me ayudara, pero resulta que él tampoco lleva esa asignatura lo que se dice bien, bien.

Sae empezó a mover el bolígrafo entre sus dedos. No miraba a los ojos a Kiran mientras hablaba ya que eso solo lo ponía más nervioso de lo que ya estaba. El mayor por su parte lo escuchaba con atención.

—No sabía exactamente a quien recurrir ya que no conozco a mucha gente aquí... y me hablaron de tí así que...

Kiran movió la cabeza a un lado al escuchar eso.

—¿Quién?

—Eh... Aimé.

Se sorprendió al escuchar eso. Sae se encogió en su sitio al no saber si la había cagado al decir eso o no. No conocía muy bien la relación entre esos dos, pero podía hacerse una idea de que probablemente no era la mejor.

—¿Conoces a Quintet?

Sae asintió tímidamente.

—Por Quentin —una nueva sorpresa para Kiran—. No somos muy cercanos, pero mi familia ha tenido algunos... algunos negocios con los Cinquedea.

—Vaya.

Hubo un silencio entre ellos, parecía que Kiran analizaba lo que Sae había dicho. El chico temió que ahora que sabía de su relación con Quentin y Aimé lo echara de allí. Sin embargo, Kiran volvió a sonreírle.

—Son tipos complicados, pero me alegro que te lleves bien con ellos.

Bueno, eso de "bien" era mucho decir dada su situación.

La mirada de Kiran volvió a centrarse en el cuaderno de Sae. Echó un vistazo a los apuntes que tenía y por su mirada parecía comprenderlo todo.

—Si quieres podemos empezar por...

La puerta del baño se abrió una vez más.

Gamma salió con el pelo ya completamente seco y una camisa blanca puesta. Agarró una americana que había dejado encima de su cama y comenzó a ponérsela.

—Yo me voy, no voy a quedarme aquí a escuchar vuestras mierdas. No me interesa.

—Que amable —la expresión de Kiran indicaba que no pensaba realmente lo que acababa de decir.

—Ni se os ocurra tocar ninguna de mis cosas. Si encuentro algo fuera de lugar cuando vuelva os mato.

—Como si no tuviéramos nada mejor que hacer con nuestro tiempo —Kiran frunció el ceño—. Además, ordenar tus cosas no te vendría mal. Esa toalla no creció ahí.

Señaló la toalla húmeda que aún descansaba sobre el respaldo de la silla.

—La he dejado ahí para que se seque, genio.

Mientras que los dos compañeros de habitación discutían, Sae aprovechó para meter la mano en su mochila y sacar algo de ella sin que se dieran cuenta. Era un dispositivo pequeño, poco más grande que un botón y de color negro. Se lo guardó en el bolsillo del pantalón.

—Pues para tener tantas ganas de marcharte sigues aquí aún.

Ahora fue el turno de Galen de fruncir el ceño. El albino bufó y salió de la habitación con un nuevo portazo.

—Como ves tengo al mejor compañero de toda Saint Rose.

—Todo un afortunado —se atrevió Sae a bromear.

Kiran sonrió al ver que Sae parecía un poco menos nervioso. Luego ambos se centraron en las dudas sobre bioquímica de Sae.

Estuvieron cerca de una hora completamente concentrados hasta que alguien llamó a la puerta. Kiran se levantó de su cama para abrir la puerta pues sabía que no se trataba de Gamma. Su compañero tenía su propia llave.

Sae miró atento cuando Kiran se alejó de él y aprovechó que no lo miraba para sacar el dispositivo de su bolsillo y pegarlo bajo la mesa del escritorio. Cuando Kiran abrió la puerta una chica con el pelo recogido en dos colas se lanzó a sus brazos y le plantó un beso en la mejilla.

—¿Listo para nuestra cita?

—Mierda —escuchó decir a Kiran—. Lo olvidé, lo siento.

Kiran se echó a un lado dejando entrar a la fémina en su habitación. La chica saludó a Sae en cuanto lo vio y el chico se apresuró en devolverle el saludo.

—Puedo estar listo en diez minutos, solo tengo que cambiarme —luego miró a Han—. Vamos a tener que interrumpir aquí nuestra sesión de estudio. No me acordaba de que había quedado con Val.

—Vamos a bajar a la ciudad, Kiran prometió que me acompañaría de compras y luego cenaríamos allí —explicó Val.

No parecía nada enfadada porque Kiran hubiera olvidado que habían quedado.

—Espero que no te importe, de verdad que lo siento —le dijo Kiran a él—. Últimamente no sé donde tengo la cabeza.

—Oh, no te preocupes, no hay problema.

Sae empezó a recoger sus cosas mientras que Kiran se acercó a su armario y sacó lo primero que vio. Val tomó el sitio en el que antes había estado sentado Kiran mientras seguía hablando.

—Perdona por robartelo — dijo Val manteniendo aún una suave sonrisa.

—Creo que una cita es más importante que unos aburridos estudios de bioquímica —sonrió también Sae echándose la mochila a los hombros—. Que os lo paséis muy bien.

—Eso haremos.

Val se despidió con un gesto de la mano y Kiran con un rápido movimiento de cabeza.

—Tengo tú número así que ya te escribiré para reprogramar la sesión de estudio.

—Claro, adiós.

Una vez en el pasillo, y ya con la puerta cerrada a sus espaldas, tuvo que apoyarse sobre esta. Aún procesaba lo que acababa de hacer.

Había puesto un maldito micrófono en la habitación de un miembro del consejo.

De hecho, de dos miembros.

Si lo descubrían estaba muerto.

















Carnival se quedó mirando como Han salía de la habitación. Después su mirada se movió a su novio que se había quitado la camiseta para poder ponerse el jersey que acababa de coger de su armario.

—Siento mucho haberme olvidado, Val —dijo Kiran.

—Te lo voy a pasar solo por las buenas vistas.

Aunque no veía la cara de su novio si que escuchó la mezcla de bufido y risa que soltó.

De verdad que no estaba enfadada, sabía muy bien que esas últimas semanas Kiran había estado muy ocupado, inmerso en esa investigación que estaba llevando a cabo sobre las casas de jade —y en concreto sobre la Casa de la Rata— y su trabajo en el consejo. De hecho ella había propuesto aquella salida solo para que él desconectara un rato. No tenía nada que comprar realmente.

Verlo ayudar a Sae esa tarde con sus estudios la había alegrado un poco. Parecía que al fin levantaba cabeza de nuevo. Bueno, seguía teniendo la nariz metida en los libros, pero al menos ya no era por una investigación que no lo llevaba a ningún lado, sino por ayudar a un compañero.

Apoyaba a Kiran en todo lo que hacía y por ende también en la empresa tan peligrosa en la que se había embarcado. La Casa de la Rata era un tema prohibido por la Casa del Dragón, y si lo pillaban investigando al respecto se metería en un gran problema. Esto hacía que no pudiera evitar pensar que estaba arriesgándose demasiado por algo de lo que no iba a averiguar nada por la falta de información.

Cuando Kiran se acomodó el jersey, Val se levantó de su sitio en la cama y abrazó al chico por la espalda. Kiran no se giró, simplemente se dejó abrazar con una sonrisa.

—¿Estás bien?

—Sí —dijo Val hundiendo la cara en la espalda de Vipersson—. Solo déjame un ratito más, ¿sí? —su voz se escuchó más baja por tener aún la cara escondida.

Como Val pidió Kiran no se movió dejándose abrazar por su novia hasta que esta decidió que era suficiente. Cuando lo soltó se dio la vuelta para abrazarla y besarle la frente.

—¿Cómo vas con... eso?

La chica dudó si debía preguntar sobre la investigación o no.

Kiran hizo una mueca antes de contestar.

—No muy bien, no encuentro demasiada información. Creo que lo dejaré estar.

—¿Estás seguro? Sé que para ti la Casa de la Rata es importante.

—Lo es, porque era mi casa, mi casa de verdad.

Val ya conocía la historia, pocas personas que estuvieran relacionadas con las casas de jade no la sabían, aunque muchas preferían ignorarla. De todas formas lo dejó proseguir para que se desahogara.

—Destruyeron mi casa, mataron a mi familia y me obligaron a vivir como un títere bajo el nombre de la Casa de la Serpiente. Los Vipersson solo querían un heredero, Cinquedea mantenerme vigilado, fue perfecto para él.

Val pasó sus manos por la cara de Kiran en una caricia. Odiaba verlo así de triste, así de dolido. Aunque ya habían pasado doce años de lo sucedido, esa era una herida que jamás cicatrizaría.

Se sentía impotente por no poder ayudarlo, por solo poder mirar cómo sufría y apenas servir como un consuelo. Quería tanto a Kiran que verlo así le dolía más que cualquier daño físico que pudieran infligirle. Tal vez se habían conocido en circunstancias no muy normales y se habían visto obligados a convivir juntos, pero ahora tenían una relación diferente, solo de ellos, y no la cambiaría por nada del mundo.

—¿Y si pruebas a hablar con Wolfe o alguno de la Casa del Tigre? —propuso entonces Val— Si hay alguna casa que tenga información sobre la rata esos son ellos.

—Daehyun también me lo aconsejó, pero él me dijo que hablara con Desmodus.

—¿Desmodus? ¡Es una idea horrible! Él ayuda a la gente si sabe que ganará algo a cambio. Te hará que le pagues de alguna forma disparatada, además, odia al consejo, y por si no te acuerdas tú formas parte de él.

—Precisamente por eso es más fiable que White.

—¿Porque odia al consejo?

—No, no, eso no. Porque hará lo que sea si lo que gana es lo suficientemente bueno.

—¿Y qué podrías darle a cambio?

No tenía ni idea. Era por eso por lo que no había ido a hablar con él aún a pesar de que ya lo había visto en varias ocasiones.

—Wolfe no me ayudará —se limitó a decir al no encontrar respuesta a su pregunta—. Que me muestre información clasificada ya es malo, pero si además es de la Casa de la Rata... no se la va a jugar por mí.

—Y Desmodus vendería a su madre si eso lo beneficiara. No creo que sea una mejor opción. Sería capaz de acusarte ante Quentin.

Lo dudaba. El estilo de Drakul era diferente. Le pegaba más aprovecharse de la situación.

—Bueno dejemos el tema, ¿y si mejor nos vamos ya?

Val asintió y le dio un beso en los labios antes de separarse de él.

La chica salió de la habitación y Kiran la siguió tras coger la llave y su cartera. Lo que no sabían es que su conversación había sido escuchada por alguien más que solo ellos dos.

















Con el paso de los días llegó nuevamente el viernes. Charlotte solo tenía clases por las mañanas los viernes, así que para cuando fue a comer al comedor ya sabía que su fin de semana acababa de comenzar.

Con la bandeja en la mano empezó a buscar una mesa en la que sentarse, echó un vistazo para ver si encontraba a Víctor, Vladimir o Daehyun por la zona. No tuvo suerte, pero vio al grupo de Davy ocupando una de las mesas.

Davy, Nemo y Rob hablaban entre ellos de algo. En realidad más bien Rob parecía regañar a Davy mientras que este ponía cara de cachorro abandonado bajo la lluvia y Nemo los escuchaba con expresión divertida. No conocía tanto a Davy y Nemo, pero si a Rob. Ambos estudiaban la carrera de administración y dirección de empresas y aunque Crusoe iba un año por delante de ella habían coincidido en una asignatura de segundo que el chico tenía que volver a cursar.

Habían hecho muy buenas migas y mientras que Charlotte solía ayudar a Rob en derecho mercantil —asignatura que repetía—, Rob le echaba una mano a Charlotte en macroeconomía. Quedaban bastante a menudo para estudiar juntos o hacían los trabajos en grupo de derecho mercantil juntos. Por esto Rob había acabado presentándole a Davy y el resto de su grupo, incluso alguna vez había salido con ellos fuera de la universidad.

Nemo y Cálico la habían llegado a invitar incluso al concierto de Fall out boys que hubo semanas atrás, pero Rob y ella tenían examen la siguiente semana y prefirieron quedarse estudiando. Lo bueno es que les habían enviado muchas fotos y videos del concierto para hacerlos partícipes del momento aunque no estuvieran con ellos.

—¡Hola! —saludó Charlotte al grupo.

Rob dejó de lado un segundo su conversación, o más bien sermón, con Davy para mirarla. Su ceño fruncido se convirtió rápidamente en una sonrisa.

—¡Charlotte, ven, siéntate! —Rob dio unos toquecitos en la silla vacía a su lado.

Charlotte obedeció sentándose junto al chico, Davy y Nemo también la saludaron, aunque Davy aún se veía decaído.

—¿Ha pasado algo? —preguntó— Te veo tristón —dijo refiriéndose directamente a Jones.

—Es imbécil, y masoquista, y estúpido, y un idiota, y...

—Ya vale, ¿no? —se quejó Davy.

—No, no vale —el ceño fruncido de Rob regresó y Davy bufó.

Nemo rió ante el espectáculo que estaban dando esos dos.

—Solo algunos problemas románticos y el típico sermón de hermano mayor de Rob —explicó finalmente Nemo.

A Charlotte siempre le había causado gracia la dinámica entre esos tres. Rob era un año más joven que Davy y Nemo y por lo tanto menor que ellos, y no solo en edad sino también en altura. Cualquiera de los otros dos chicos le sacaban al menos dos cabezas de altura a Crusoe, así que verlo cuando regañaba a sus amigos como una madre lo haría... era hilarante.

—Problemas románticos de Davy asumo —sonrió divertida Charlotte.

Empezaba a imaginar por dónde iba la cosa.

—¿De quién si no? —el tono de Rob sonó molesto.

—Venga Rob, no te pases con el pobre, creo que él más que nadie odia toda esa situación.

Nemo trató de poner algo de calma entre sus dos amigos, Davy siguió comiendo en silencio con la cabeza gacha y Rob lo fulminaba con la mirada. Al final suspiró y también se puso a comer ignorando a Jones.

—¿Cálico? —preguntó Charlotte mirando directamente a Dakkar, sabía que sería el único que le contestaría con franqueza.

—Cálico.

Ya sabía lo que pasaba con Cálico Corsair, oh, por supuesto que lo sabía. Al igual que Nemo, Rob y Julieta, y estaba segura de que Cronus sospechaba algo. Los únicos que no estaban al tanto de lo que sucedía eran el propio Cálico y Tet.

¿Y qué haría que Tet Aqua, quién conocía cada cosa que pasaba en Saint Rose, no supiera lo que pasaba con su propio novio? El hecho de que él estuviera implicado también. Y es que la situación no era otra que Davy había desarrollado un enamoramiento con Corsair años atrás, desde que se conocieron cuando esté último llegó a Saint Rose, y que aún perduraba a pesar de que Cálico y Tet llevaban ya cerca de medio año juntos.

Hasta donde ella sabía esos dos comenzaron su relación a principios de mayo y Davy había quedado devastado por ello. Sin embargo, nunca hizo nada al respecto porque ambos eran ante todo sus amigos y se alegraba de verdad de que fueran felices. No sé atrevería a hacer nada que pudiera hacerle daño a alguno de ellos, menos aún a Cálico.

Davy se había tragado sus sentimientos, incluso estuvo todo el verano sin dar señales de vida, solo Dakkar pudo contactar un par de veces con él, para tomar distancia de los dos enamorados. Pero no había servido de mucho, regresar a Saint Rose y verlos juntos solo reabrió la herida que aún no cicatrizaba. No se podía olvidar en tres meses algo que a Davy le había durado dos años.

—Es que, joder Davy, tuviste dos años para decirle algo —empezó de nuevo Rob—, y decidiste callarte. Es normal que Cálico saliera con otra persona si no sabía nada sobre lo que tú sentías.

—Porque no quería estropear nuestra amistad —se defendió finalmente—. Si le hubiera dicho algo y él no hubiera sentido lo mismo... nuestra amistad se hubiera ido a la mierda. Aprecio mucho a Cálico como persona y como amigo. No me hubiera gustado que nos distanciaramos por algo así.

—Ya, pero ahora estas en la mierda tú, porque el que sí tuvo huevos para declararse fue Tet.

—Rob déjalo, no lo machaques más —pidió Dakkar—. Sé que es una putada tener que verlos juntos todos los días y no poder dejar de sentirte como un imbécil por odiar eso. Pero ya pasará.

—Nemo tiene razón —dijo Charlotte—. Ya verás, acabarás conociendo a otra persona y lo de Cálico acabará siendo solo una anécdota.

—No estoy tan seguro —dijo Davy revolviendo su ensalada de pasta con el tenedor.

—Y hablando de Cálico y Tet, ¿dónde están?

—Comerán más tarde, Tet sale de sus clases en una hora y van a comer con Theo, Cronus y Themis —contestó Nemo.

Mientras tanto, en otra parte de la cafetería, la escena era totalmente diferente a la de la mesa en la que Brown tomó asiento. Lyon estaba comiendo con Sierra y Eir, su plan de compartir el almuerzo con Sherwind se fue al traste cuando este dijo que una de sus clases se había cancelado y él y Sol habían aprovechado el tiempo extra para ir a la ciudad a comer. No pudo acompañarlos puesto que él si tenía clase.

Julieta y Nyx estaban desaparecidas desde hacía días, si no es que semanas, y cuando les había escrito para comer juntos no obtuvo la respuesta que esperaba.

»Nyxie: Paso.

»July: No tengo hambre.

¿Desde cuándo rechazaban sus planes tan bruscamente? Vale que tal vez él había estado algo perdido últimamente, lo cual no había estado muy bien de su parte debía admitir, pero pasar de él de esa forma le parecía algo extremo.

Al final cuando había llegado a la cafetería resignado a comer solo había coincidido con Sierra y su amiga y le había invitado a comer con ellas. La verdad es que Eir no se veía del todo contenta con la situación, pero se esforzaba por darle conversación y ser amable.

—Aunque al final no pudimos ir, pero Lima suele organizar al menos tres fiestas al mes, así que ya iremos a la siguiente —dijo Sierra.

—Las fiestas de Lachlan son lo peor —Eir hizo una mueca al mencionarlo—. No sé cómo pueden gustarte. Siempre lo lleva todo al extremo.

—¿Lo dice quién en su última fiesta acabó bebiendose hasta del agua de los floreros?

Eir enrojeció por la acusación de Sierra.

—¡Eso no es cierto!

—¿Qué hubiera dicho tu pobre novio Riccardo si te hubiera visto en esas condiciones? —Sierra hablaba de manera exagerada— Doblada por el efecto del alcohol —negó con la cabeza como si estuviera decepcionada—. Ay mi pequeña Eir, que poca clase.

—¡No te inventes cosas! —Eir empezó a mirar a su alrededor temiendo que alguien hubiera escuchado a Sierra— No bebí apenas, mentirosa. Tú saliste de allí mucho peor que yo. Te recuerdo que tuve que acompañarte a tu habitación.

Sierra se hizo la sorprendida, como si fuera la primera noticia que tuviera al respecto. Lyon no pudo aguantarse la risa.

—Pero sí, debo admitir que a veces las fiestas se le van de las manos un poco —admitió al final Sierra—. Pero eso es lo que las hace tan divertidas. Incluso van miembros del consejo.

—No creo que la presencia de Beatrice sea algo a tener en cuenta.

—Alpha y Gamma también van.

—Uno porque es el novio mangoneado de Beta, y el otro porque tiene que estar metido en todo. ¿Una fiesta sin él? —Eir soltó una carcajada seca— No te atrevas si no quieres que se te joda la vida social en Saint Rose.

Lachlan Aasen, más conocida entre los alumnos de Saint Rose como Lima, era algo así como el organizador de fiestas ilegales más famoso de la universidad. Gracias a tener una estrecha amistad con Alpha y haber salido un tiempo con Noviembre, la mejor amiga de Beta, había conseguido protección del consejo. Todos sabían que se hacían fiestas prohibidas, pero nadie decía nada.

—De todas formas creo que la próxima fiesta la organiza Noviembre —Sierra hizo una pausa para beber agua y llevó su mirada a Lyon—. ¿Irás?

—No lo sé.

—Oh venga, hasta el año pasado no te perdías ni una fiesta, ¿qué le ha pasado al Lyon que todos conocemos?

—Eir tiene razón, las fiestas de Lima suelen ir un poco al extremo, ¿y las de Noviembre? Es su exnovia, Lima aprendió todo lo que sabe de ella, así que imagina lo que son las fiestas de Mincci —Lyon negó con la cabeza—. No creo que sea el tipo de sitio que le gustaría a Arion.

El ceño de Sierra se frunció levemente.

—Ah, tu nuevo novio, ¿no?

—No exactamente.

—¿No crees que tal vez no es el tipo de persona que va contigo? —Lyon miró a Sierra arqueando una ceja— O sea, no me malinterpretes, pero tú sueles ser el tipo fiestero, el dueño de la noche. Y Arion se ve un poco... inocente.

—Acaba de llegar, tiene que acostumbrarse aún al ambiente de Saint Rose.

—Lyon, cielo —Sierra lo señaló con su tenedor—. Zaphod, Julieta, Cherisse, Noviembre, tu historial de parejas habla por sí solo, incluso Iggie tenía más sangre en las venas que Arion.

—Primero, Noviembre no fue mi pareja, solo tuvimos algunos encuentros esporádicos durante un mes.

—Encuentros en tu cama si mal no recuerdo.

—Segundo —Lyon prosiguió ignorando el comentario de Sierra—. Iggie tampoco era fanático de las fiestas de Lima o Noviembre o de fiestas con excesos en general. Y no por eso nos fue mal.

—Aunque al final rompisteis.

Eso sí le había sentado como una patada en el estómago.

Sí, después de salir juntos durante siete meses había acabado rompiendo, pero no había sido precisamente por ningún desacuerdo entre ellos por fiestas o salidas nocturnas. De hecho Sierra había sido la razón principal de esa ruptura aunque ella no lo supiera. Sin embargo, mencionarlo le pareció que estaba fuera de lugar después de un año desde aquello.

—Y tercero —trató de seguir con la poca entereza que le quedaba—. Arion y yo no estamos juntos, aún. Pero no creo que llevarlo a la fiesta de Noviembre sea la manera de conseguirlo.

—Si te lo quieres tirar no creo que haga falta montar tanto show.

—Sierra —Lyon usó un todo de advertencia.

La chica levantó las manos en signo de paz. Eir observaba la conversación en silencio, sin saber muy bien cómo acabaría todo aquello.

—Está bien, está bien. Empecemos de nuevo. Solo quería invitarte a venir con nosotras a la fiesta de Noviembre para que te divirtieras un rato, no te he visto salir desde el concierto, y creo recordar que no tenías expresión de estar pasándotelo del todo bien.

Porque había discutido con Cronus. Pero era otra cosa que iba a omitir en esa conversación.

—Pensé en decirte que fueras con Julieta o con esa nueva amiga tuya, la becada. Julieta de hecho parece necesitar relajarse, últimamente no ha estado en su mejor momento.

Eso llamó la atención del chico.

—¿A qué te refieres? —preguntó— ¿Le ha pasado algo a Julieta?

Sierra se encogió de hombros.

—No tengo ni idea, pero según los rumores que me han llegado hace unas semanas se peleó con su amiga en medio de un pasillo.

—Cierto, con la becada —intervino Eir—. Incluso dicen que la golpeó.

—¡¿A Nyx?! —no podía creer lo que escuchaba.

—A esa misma. Desde entonces no sale casi de nuestra habitación más que para ir a clase, y creo que ahí también ha tenido algunos problemas, pero ya no sé por qué, le pregunté pero no quiso decirme.

Que Julieta y Nyx se pelearan no tenía ningún tipo de sentido para él. Desde que se conocieron a principio de curso ambas habían sido como uña y carne, y pegarle a alguien en medio de un pasillo no parecía ser el tipo de cosas que haría Julieta. No la Julieta que él conocía.

Pero algo dentro de él le hacía pensar que podría ser verdad. Al menos eso explicaría por qué ambas estaban tan raras y parecían evitarlo. Y él había estado tan absorto en sus propios asuntos egoístas que no había notado la mala racha por la que pasaban sus dos amigas.

—Tengo que irme —dijo Lyon levantándose de la mesa con su bandeja con casi la mitad de la comida aún intacta.

—¿Ahora? Bueno, al menos dime qué te pensarás lo de la fiesta —pidió Sierra.

Lyon no contestó, simplemente le hizo un gesto con la cabeza dándole a entender que la había escuchado. En cuanto el chico se alejó de ellas Eir suspiró.

—¿Estás seguras de que todo esto merece la pena?

—Beta me ayudó a alejar a Cronus de Lyon de una maldita vez, así que si yo tengo que ayudar a Beta a hundir a Julieta a cambio... lo haré —Sierra hablaba sin ningún tipo de remordimiento—. Lo siento por Morelli, me caía bien y no tenía nada contra ella, pero se ha metido con alguien mucho más peligrosa que ella.

—No creo que Beta planee nada bueno, ¿para que quería unos análisis médicos de Julieta? —Eir insistió en el tema— No creo que hicieras bien al cogerselos.

—Pues que los hubiera guardado mejor.

A pesar de las palabras crueles Eir conocía a su amiga mejor de lo que ella se pensaba. Sabía que en el fondo Sierra tenía dudas y no estaba segura de lo que había hecho, pero no podía echarse atrás ahora por culpa de esa obsesión que tenía con Lancaster. Por miedo a que se supiera que ella tenía algo que ver.

Eir le dio una palmada en el hombro a Sierra y siguió comiendo en silencio.

















El empujón le hizo perder el equilibrio haciéndolo caer al suelo y, por el camino, golpear su hombro contra la pared. Eso realmente le había dolido.

—Ups, perdón, no te vi.

No necesitó mirar para saber quién era. En las últimas semanas Zanark parecía haberla tomado contra él y Cheng Li ya no sabía que hacer para evitarlo. El jodido maniático parecía haberse aprendido sus horarios y rutinas para encontrarse con él a propósito y molestarlo.

No sabía qué había hecho para ganarse ser el centro de atención de Avalonic y que empezara a increparle, pero comenzaba a estar harto. Al principio iba él solo a molestarlo, pero en los últimos días a veces iba con algún amigo para evitar que huyera rápidamente como había empezado a hacer cuando lo veía.

Eka y Navan solían ser sus esbirros, aunque ese día era Tyrah la que iba con él. Aquella chica, su amiga, novia o lo que fuera —había decenas de rumores al respecto—, podía llegar a ser más cruel que cualquiera de los otros.

Cheng se puso en pie sacudiéndose la ropa, desistió cuando el hombro le dio un pinchazo. No dijo nada y se dio media vuelta dispuesto a alejarse de ellos dos. Un pie en su camino lo hizo regresar al suelo de bruces. Tyrah le acababa de poner la zancadilla y ambos rieron al ver la sorpresa y el dolor cruzar el rostro de Xie.

—Eres un poco torpe, ¿no, niño?

¿Niño? Tenían la misma edad.

Cheng no se dejó intimidar y nuevamente se puso en pie sin dirigirles una sola palabra, ni siquiera los miró. Eso no le gustó demasiado a Zanark.

—¿Mucho miedo para hablar? Patetico.

—Sabía que era era un traidor, pero no pensé que también un cobarde —añadió Tyrah.

—Bueno, el cobarde fue su padre, tan patético como el hijo.

—Vendrá de familia.

Por ahí no iba a pasar. Podían tomarla contra él, insultarle o humillarle, pero con su padre no. Su único delito había sido querer buscarle una vida mejor a él y había terminado pagando un precio muy alto por ello. No iba a dejar que siguieran menospreciándolo de ese modo.

—¿Por qué no cerráis la boca? —se giró para poder encararlos.

Tyrah rió como si acabara de decir algo tremendamente gracioso. Zanark se limitó a ampliar su sonrisa.

—Anda, si habla y todo.

—¿No tenéis nada mejor que hacer? ¿Tan triste y patética es vuestra vida que vuestro mejor pasatiempo es molestar a los demás?

Tan rápido como apareció la sonrisa se le fue de la cara.

—Sé que te envía Gamma, te tiene cogido por la correa como a un maldito perro, así que dile que si tiene algún problema conmigo que venga él mismo.

Lo siguiente que sintió fue su espalda impactando contra la pared tras él. Su hombro, ya adolorido, se resintió por el nuevo golpe. Estaba seguro de que iba a salirle un moratón.

—Parece que alguien no te ha enseñado a cerrar la boca.

—¿Qué vas a hacer, pegarme aquí, en medio del pasillo? Si la lías no creo que tu amo esté muy contento.

Zanark miró a su alrededor de reojo, sin querer perder de vista demasiado a Cheng. El pasillo no estaba muy lleno, pero algunos estudiantes se habían quedado mirándolos.

—Zanark —lo llamó Tyrah sabiendo que Cheng tenía razón.

—Perro ladrador, poco mordedor —añadió Cheng sabiendo que eso le podía ganar un buen golpe, pero sintió que debía de decirlo para terminar de borrarle la sonrisa de la cara.

—Zanark —de nuevo la voz de Tyrah, esta vez más insistente.

El ceño de Avalonic se frunció, sintió su puño apretarte y vio los músculos de su mandíbula y cuello tensarse. El corazón de Cheng iba a mil, si eso se convertía en una verdadera pelea estaba en apuros, no era un buen luchador físico a decir verdad.

—¿Qué pasa aquí?

Tyrah se sobresaltó al escuchar la nueva voz.

Zanark giró la cabeza por inercia, pero sonrió al ver que solo se trataba de Columbia.

—Vaya, tu novio al rescate —dijo Zanark mirando de reojo a Cheng, pues ahora no perdía de vista a Colby.

—Sí, soy su novio, y sería todo un detalle que te quitarás de encima de él.

Colby no desvió su mirada de los ojos de Zanark, su ceño fruncido.

—Joder, que frikis —se escuchó a Tyrah—. Zanark, vámonos.

Por fin soltó a Cheng a quien había mantenido cogido del cuello de la camiseta.

—Te has metido con gente con la que no debías, Xie, tendrías que aprender a no meterte en asuntos que no te incumben.

Después, se acercó a su oído y susurró para que solo él lo escuchara:

—Y yo sí que muerdo. Muerdo y desgarro.

Zanark se alejó entonces de él y se marchó de allí con Tyrah. Colby se acercó entonces a su novio para comprobar que estaba bien, que el bruto de Zanark no le había hecho nada.

—¿Qué cojones pasa con él? —preguntó entonces— ¿Con quien dice que te has metido?

—No lo sé —se limitó a decir, aunque tenía algunas sospechas de a lo que se refería.

















—¿Y estás completamente seguro? —White no quería tomar medidas hasta estarlo.

Njord se mordió el labio inferior y asintió.

—Hemos buscado el libro con el registro por todo el archivo, pero no lo hemos encontrado, Iggie, Crystal y Skie siguen buscando por si acaso.

—¿Y los demás no saben nada?

—Woodrow y Porphyria fueron los últimos en dejar el archivo ayer y dicen que no vieron nada. He hablado con Bob y Art y tampoco saben nada.

Y eso era todo; Wolfe White, Crystal Amery, Njord Snio, Iggie Loo, Porphyria Filia, Art Tundra, Bob Sled, Skie Blue y Woodrow Stake eran los únicos guardadores que se encargaban del archivo de Saint Rose. Si ninguno de ellos sabía nada sobre el libro desaparecido era un gran problema.

El libro que había desaparecido del archivo era un registro de tratados y acuerdos de las casas de jade. En ese registro había nombres, direcciones y fechas importantes, era uno de los libros restringidos a los que solo la Casa del Tigre debía tener acceso. Si caía en manos que no debía sería el comienzo de un enorme problema.

—Alguien ha tenido que entrar en el archivo sin permiso, y no sé cómo ha podido pasar eso.

White no estaba nada contento, después de todo él había sido nombrado coordinador jefe de los guardadores de Saint Rose al ser de último año y haber sido guardador allí desde su primer año en Saint Rose. Nunca, en toda la historia de aquel archivo, había pasado algo así, y que fuera bajo su cuidado cuando sucediera por primera vez lo haría parecer un inútil.

—¡Wolfe! —Crystal llegó corriendo junto a sus dos compañeros, llevaba una tablet en la mano— Tenemos un problema.

—¿Más? Creo que ya estamos lo suficientemente mal.

—Las grabaciones, las han hackeado.

—¿Qué?

Cuando ella e Iggie se pusieron a revisar las grabaciones de las cámaras de seguridad del archivo se dieron cuenta que las grabaciones de una noche no estaban. El vídeo se reproducía con normalidad hasta medianoche, pero luego las imágenes estaban corruptas y no sé veían bien hasta las ocho de la mañana.

Wolfe golpeó con el pie la pata de una silla cercana. La silla cayó de espaldas al suelo.

—Tenemos que avisar a David Evans —dijo Njord.

—Quien quiera que haya sido, voy a encontrarlo y acabar con él —juró Wolfe mientras salía del archivo bajo la atenta mirada de Njord y Crystal.


















—Bien hecho Kosuke —dijo Quentin cuando el chico le mostró como había eliminado las imágenes que mostraban a su infiltrado entrando al archivo de Saint Rose.

—Es un trabajo muy chapucero, no debí corromper las imágenes, sino sustituirlas por las de otro día para que los de la Casa del Tigre no se dieran cuenta, pero con el tiempo del que contaba no he podido hacer nada mejor.

—No te preocupes, esto bastará —aseguró Quentin y sacó su teléfono móvil del bolsillo de su chaqueta—. Aunque sepan que se ha colado alguien no podrán averiguar quién hasta que ya sea demasiado tarde.

Kosuke no dijo nada. Ayudaba a Quentin porque no tenía otro remedio, además necesitaba el dinero que el chico le pagaba siempre que hacía algún trabajo por él.

Cuando Quentin llegó pidiéndole que accediera a las cámaras del archivo secreto bajo la universidad lo tomó por loco, pero en realidad había sido un buen reto para él. Hackear esas cámaras no había sido nada fácil, estaba seguro de que ese sistema de seguridad había sido diseñado por alguien de la Casa del Jabalí. Poder medir sus habilidades con otro miembro de su casa había sido divertido, sobre todo porque había resultado ganador.

Quentin se llevó el móvil al oído y se acercó a la puerta, pero antes de salir le dijo:

—Recibirás tu pago como siempre en un rato, y recuerda, mantén la boca cerrada o lo pagarás caro.

No le dijo nada más al albino al salir de la sala de seguridad.

Kosuke no había sido del todo sincero con Quentin en realidad. Había logrado hacer una copia de las grabaciones de las cámaras del archivo antes de eliminarlas porque había visto algo muy interesante en ellas. El infiltrado de Quentin no era la única persona que había accedido esa noche al archivo. Se quedó mirando a la chica que aparecía en las grabaciones, como rebuscaba entre todos esos libros y pergaminos antiguos.

El pasillo estaba completamente vacío, así que Quentin pudo hablar sin problema cuando cogieron su llamada.

—Ya nos hemos encargado de las cámaras, nunca nadie sabrá que te colgaste en el archivo.

—Bien, espero que no vuelvas a decirme que haga algo así. Si me metes en problemas nuestro acuerdo se rompe.

—Nuestro acuerdo no terminará hasta que yo lo diga, después de todo solo son las medicinas que te proporciona mi casa las que mantienen vivo a tu hermano.

No hubo respuesta al otro lado, así que Quentin sonrió.

—Buen trabajo consiguiéndome ese registro, te pagaré un extra por ello. Por ahora puedes descansar, no tengo más trabajo para tí. Nos veremos pronto, Víctor.










¡Hola a todos! He actualizado poquito estas semanas para poder dar tiempo a esa gente que necesitaba que me entregará las fichas que mencioné en el capítulo anterior. Aún hay personas que me faltan, pero he de seguir con las actualizaciones. De todas formas si alguien de los que falta me las puede enviar aunque sea más tarde bienvenido sea jajajaja

Hablando ya más del capítulo hemos visto un poco más acerca del lío que tiene montado Kiran y la trampa que le ha hecho Sae. También hemos descubierto el secreto del amor de Davy, un secreto que le salió rana, pero bueno unu

Espero que disfrutarais del capítulo y nos vemos pronto por aquí.

~Nova/Dreamer

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