Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 12

Lo había encontrado. Al fin. Después de más de un mes en Saint Rose y más de una semana de búsqueda intensiva. Ya sabía donde estaban los archivos que la Casa del Tigre ocultaba allí.

Ese maldito sótano al que los alumnos tenían prohibido bajar... debió de imaginarlo. ¿Qué más podía ocultar el subsuelo de Saint Rose?

Sabía que los guardadores debían de tener un archivo en aquella universidad. La Casa del Tigre guardaba todos sus registros importantes bien escondidos, donde ninguna casa tuviera un fácil acceso. ¿Y qué era más difícil de atacar que un sótano secreto oculto bajo una universidad centenaria protegida por una tecnología infranqueable? Aunque claro, eso último también le suponía un problema a ella.

En cuanto se acercara a una de las puertas de los sótanos las cámaras la captarían. Le harían preguntas y se metería en muchos problemas, y no había llegado tan lejos como para ser atrapada allí.

Nyx se mordió la uña del dedo pulgar preocupada. La única luz que iluminaba tenuemente su oscura habitación era la de la pantalla de su portátil. Eran casi las tres de la madrugada y llevaba toda la tarde y noche investigando, su mesita de noche estaba llena hasta arriba de libros que había sacado de la biblioteca de la universidad con la esperanza de que le proporcionarán algunas respuestas.

Jessalyn le había preguntado acerca de ellos y le había puesto una mala excusa de que era para un trabajo. ¿Para qué necesitaría una estudiante de farmacia y nutrición hacer un trabajo sobre la historia de Saint Rose? Por suerte parecía que su compañera de habitación no le había dado mayor importancia.

Levesque hacía horas que había caído en brazos de Morfeo y Nyx intentaba hacer el mínimo ruido posible para no despertarla. Si la descubriera aún con la nariz metida en su investigación a esas horas podría empezar a sospechar. Si es que no lo hacía ya. Después de todo ella misma reconocía que su comportamiento esa última semana no había sido de lo más normal.

Ya casi no salía de su habitación más que para ir a clase o a la biblioteca a por más libros. Incluso había empezado a hacer algunas comidas allí a base de sandwiches de las máquinas expendedoras. Mientras que hasta hacía no mucho ni siquiera pisaba la habitación más que para dormir porque pasaba el día entero con Julieta y Lyon.

No hubo preguntas al respecto por parte de Jessalyn afortunadamente. No tenía ganas de hablar del tema de todas formas.

Cerró el portátil y salió de su cama poniéndose una chaqueta gris de chándal encima del pijama y salió de la habitación no sin antes coger la llave de la puerta y su teléfono móvil.

Sus pantalones celestes largos arrastraban por el suelo haciendo que sus pantuflas apenas se vieran. Caminó con rapidez hacia las escaleras y subió hasta llegar a la azotea. No se encontró con nadie en el camino y aquel lugar estaba igual de desierto que los pasillos y escaleras por los que acababa de pasar.

Encendió su móvil y buscó un número concreto entre todos sus contactos. Una vez que lo encontró volvió a morderse la uña del pulgar indecisa.

Había jurado que resolvería aquel problema ella sola y al primer obstáculo que había encontrado ya buscaba a alguien que le sacara las castañas del fuego. Se sentía como una idiota, pero no tenía más remedio. Se prometió mentalmente que ya no recurriría más a ese as bajo su manga al pulsar «llamar», aunque sabía que tal vez no podría cumplirlo. Eso la frustraba.

El teléfono sonó. Un tono, dos tonos, tres. Al final alguien contestó al otro lado.

—¿Nyx, cariño? —era la voz de su madre, de Aleya— ¿Ha pasado algo? Es tarde para que me llames, allí debe de ser de madrugada.

Nyx apartó el pulgar de sus labios para poder hablar mejor. Sin embargo, no sabía muy bien cómo empezar.

—No pasa nada, está todo bien —fue lo primero que dijo para tranquilizar a su madre.

—Ese tono no suena a que todo va bien.

Dudó por un instante si lo que iba a hacer merecía que preocupara a su madre de esa manera. Ya no había marcha atrás, ella no quería darla de todas formas. Haría lo que tuviera que hacer para lograr su objetivo.

—¿Está Katherine contigo?

Escuchó un ruido de fondo, como si su madre caminara y cerrara una puerta.

—No, está trabajando, tiene guardia en el hospital —un silencio—. Solo llamas a Katherine por su nombre cuando ocurre algo. Nyx, cuéntame qué pasa.

Suspiró y miró al cielo nocturno antes de hablar. Una noche sin luna, oscura. Se sentía un poco como ese cielo sin luz en ese momento. Sentía que se estaba tirando de cabeza a un pozo profundo y que la caída sería más dura de lo que podía imaginar. Que en el fondo de ese pozo no encontraría nada de lo que siempre había deseado.

No encontraría venganza, consuelo, paz o alivio. Solo se daría de bruces con el dolor, el miedo y la desesperación.

—Necesito que me ayudes con algo —admitió al fin—. No te he dicho toda la verdad.

Y se lo contó todo. Sus verdaderas intenciones al ir a Saint Rose, su plan, su objetivo, el obstáculo con el que se había encontrado. Antes de ir allí le juró a Aleya que solo iba a Saint Rose para cumplir el último deseo de sus difuntos padres biológicos, que solo quería abrir puertas que cualquier otra universidad no le abriría, le prometió que no se metería en problemas.

Otra promesa más que había roto. Y esta vez no solo le afectaba a ella.

—Maldita sea Nyx, te dije que no pensaras en nada de eso. No tiene sentido —su madre se escuchaba preocupada y decepcionada—. Ya sabes que tus padres no hubieran querido eso.

—No, no lo sé —la interrumpió—. No lo sé porque apenas puedo recordarlos. Porque era tan solo una niña cuando ellos me los arrebataron. Cuando me lo arrebataron todo; mi familia, mis amigos, mi hogar... mi vida.

—Ya hablamos de esto.

—Nunca lo hablamos. Solo impusiste tus ideas sobre las mías.

—Eso no es cierto y lo sabes. Solo busco protegerte y cuidarte, como le prometí a a tus padres que haría si alguna vez ellos no estaban para cuidarte, y es lo que sigo buscando — su tono ahora sonaba enfadado y herido.

Se sintió mal por ello porque sabía que todo lo que había dicho era verdad.

Se echó el flequillo hacia atrás con la mano libre. Su frustración era cada vez mayor.

—Lo sé. Lo siento.

El silencio volvió entre ellas. Un suspiro al otro lado de la línea lo rompió.

—Solo prométeme que tendrás mucho cuidado.

La esperanza inundó el corazón de Nyx por un segundo.

—Las casas de jade son muy peligrosas. Para ellas todo vale siempre que obtengan un beneficio a cambio. Da igual lo buenos que parezcan sus miembros, da igual de qué casa sean, todos ellos te apuñalarán por la espalda si tienen la oportunidad. Te venderán al Dragón si se enteran de quien eres en realidad.

El recuerdo de Julieta golpeándola en el pasillo volvió a su mente. Aún podía sentir el impacto de la mano de la que creía su amiga en su mejilla. Aún podía escuchar con claridad sus acusaciones y sus palabras hirientes como si la tuviera allí delante.

—Lo sé, lo tengo en cuenta. Tendré mucho cuidado, mamá. Te lo prometo.

Al parecer sus palabras calmaron a Aleya, su tono se volvió mucho más sereno.

—No puedo controlarte para siempre, por mucho que sea con la excusa de protegerte. Sería como encerrarte en una jaula y privarte de todo lo que te ofrece el mundo solo por miedo. Pero en serio, Nyx, por favor mantente a salvo, no te arriesgues solo por una venganza que no sabes si podrás llevar a cabo. Prioriza tu seguridad. No merece la pena acabar con ellos si eso acaba contigo también.

Nyx asintió aunque Aleya no pudiera verla. De todas formas la mujer continuó como si hubiera adivinado lo que su hija había hecho.

Porque sería su hija adoptiva, pero la conocía tan bien como si hubiera salido de sus entrañas. La quería como si fuera de su sangre misma.

—Los archivos de Saint Rose son un sitio de acceso muy complicado. Tendrás que ser muy hábil para entrar, casi seguro que necesitarás la ayuda de un miembro de la Casa del Tigre. Además, está el tema de las cámaras y las alarmas... puedo ayudarte con eso último. Conozco a alguien de la Casa del Jabalí, alguien de confianza, su hijo estudia allí y te podrá ayudar con la seguridad. En cuanto a la Casa del Tigre... de eso te tendrás que ocupar tú. No tengo contactos de fiar allí.

—Creo que tengo una idea respecto a eso.

—Bien, entonces te pasaré el contacto del hijo de mis amigos en cuanto lo tenga.

Parecía que la conversación iba a acabar ahí ya que su madre no dijo nada más. Incluso llegó a pensar que había colgado, pero al apartar el móvil de su oreja vio que la llamada seguía activa.

—Cariño —al escuchar a su madre llamarla volvió a pegarse el móvil—. Te quiero.

—Yo a tí también, mamá.

La llamada terminó.















—¿A dónde vamos?

—No te he dado permiso para hablar.

—¿Perdona?

Tet giró la cabeza y fulminó con la mirada a Cronus.

Esa misma mañana habían golpeado la puerta de su habitación bastante temprano. No tenía planeado abrir, pero la insistencia del que llamaba hizo que fuera Daehyun, su compañero de habitación, quien finalmente se levantara a abrir. Tet entró como un tornado rojo sin siquiera saludar a Min para obligar a Cronus a que se levantara.

Por mucho que Cronus había exigido que le contara lo que quería o al menos a donde iban, Aqua no había soltado prenda. Parecía molesto por algo, pero Cronus no estaba seguro de por qué y sospechaba que aunque preguntara no se lo diría hasta que él quisiera.

No le había quedado más remedio que seguirlo por toda la universidad hasta que ambos llegaron frente a una puerta donde se podía observar escrito en una placa plateada «seguridad». Lo había llevado hasta la sala de cámaras. Se suponía que solo algunos alumnos de la Casa del Jabalí que se encargaban de la vigilancia y seguridad de Saint Rose tenían acceso allí. Ni siquiera los miembros del consejo tenía acceso.

Cuando Tet tocó a la puerta Cronus se lanzó para pararlo. No deberían de estar allí. Si algún profesor los pillara, si Quentin los encontrara allí, estaban acabados. Pero entonces alguien abrió la puerta. Un chico albino los miraba desde el interior, un interior oscuro solo iluminado por pantallas.

—Tenemos trabajo para tí —dijo Tet entrando sin esperar a que el otro chico les diera permiso.

Cronus se resistió pero Tet tiró con fuerza de su brazo para que lo siguiera. El chico cerró la puerta tras ellos sin decir nada ante la intromisión en su espacio de trabajo.

Cronus lo reconoció, Kosuke Aoki de la Casa del Jabalí. Aquel chico, al igual que Inchy, había ayudado al consejo en un par de ocasiones. Principalmente para encontrar infractores del toque de queda o que habían causado daños materiales en la universidad.

—Últimamente recibimos muchas visitas del consejo.

La nueva voz lo sobresaltó. Vio a Dave entonces sentado frente a uno de los ordenadores. No se había molestado en moverse de su sitio para saludarlos, ni siquiera los miraba, no apartaba sus ojos de la pantalla.

—Parece que estás muy solicitado últimamente, Aoki —dijo esta vez para su compañero, el mencionado se encogió de hombros.

Solo ellos dos estaban allí, tal vez el resto de sus compañeros estaban descansando o habían salido y volverían en cualquier momento. Cuando los vieran allí iban a enfadarse por mucho que Cronus fuera miembro del consejo. Cuando te inmiscuías en el trabajo de otras casas de jade tu estatus dejaba de importar. Incluso la casa más amable era capaz de sacarte los ojos si la molestabas.

Entonces cayó en las palabras que Dave había dicho, como si acabara de entenderlas. «Muchas visitas del consejo», ¿quién más de sus compañeros había ido hasta allí últimamente? O sea, que no había sido el primero en romper la norma de no entrar allí.

—¿Qué queréis? —la voz de Kosuke lo regresó de sus pensamientos.

—Que nos enseñes unas grabaciones —declaró Tet.

Cronus lo miró sorprendido.

Eso definitivamente tenía que ir contra las normas. No podían entrar allí, mucho menos exigirle a nadie que les enseñará nada.

Tet iba a lograr que los expulsaran de allí.

Kosuke los miró sin una expresión concreta. Pasó su mirada de Tet a Cronus y viceversa. Luego tecleó algo en su ordenador.

—Lugar, día y hora.

—¿Cómo? —Cronus no podía creer lo que escuchaba.

Ellos no podían pedir ningunas grabaciones ¡pero definitivamente Kosuke tampoco podía enseñarlas así como así! Miró a Inchy en busca de algún tipo de apoyo ya que Tet y Kosuke parecían haber perdido la cabeza por completo.

Tet lo agarró de la cara y le obligó a mirarlo.

—Desde que Themis te dijo tus verdades a la cara pensé que estarías hecho una furia y sin embargo lo que me he encontrado es que llevas días evitándonos a todos y caminando como una alma en pena por las esquinas. Vergüenza debería de darte. ¿No eras tú el primero que decía que un miembro del consejo debe mostrarse ante los estudiantes con orgullo? Pues tú parece que eso lo has perdido, cielo.

—Ey.

—Ya que veo que no vas a superar al puñetero de Lyon solo porque te lo digamos, voy a darte un empujón.

—Tet no creo que nada de esto pueda ayudarme a mandarlo a la mierda más de lo que quiero hacerlo ya, pero yo...

—No es eso.

Cronus frunció el ceño perdido. Entonces no sabía a dónde quería llegar su amigo.

—Si no lo vas a superar, si no le vas a dar la patada, vas a ser el puñetero ganador.

—¿Ganador?

—Ponme las imágenes del jardín, cerca de la estatua del Emperador, del domingo después del concierto que hubo en la ciudad —eso se lo dijo a Kosuke.

El albino no asintió ni le contestó, simplemente empezó a teclear y centró su atención en el ordenador.

—El ganador de esta puta competición por ver quién se lo tira antes.

Cronus lo miró horrorizado.

—No pongas esa cara —Tet por fin lo soltó para caminar hasta ponerse detrás de Kosuke—. Voy a ayudarte a que Lyon se quede contigo, porque tus intentos por ganártelo dan pena y solo consigues que cada vez te odie más.

—¡No quiero tirarme a Lancaster! —negó Cronus casi con un todo de desesperación, su cara había enrojecido por saber qué Dave y Kosuke estaban escuchando esa conversación. ¿Qué iban a pensar de él ahora?

—Ya. A otro perro con ese hueso, Cronus Fourseason. Estás desesperado por llamar su atención y que solo te mire a tí. Estás que te mueres de celos por Sierra y Arion, montándote películas en la cabeza que no sabes si son ciertas, y eso es lo que vamos a aclarar.

Tet señaló la pantalla cuando Kosuke se apartó un poco para dejarlos mirar la pantalla. Cronus caminó hacia ellos.

—Tet te digo que yo no quiero tener nada que ver con Lyon y...

—La ama de llaves se volvía loca buscándonos —la voz de Lyon irrumpió en la habitación, Cronus se fijó en la pantalla y vio que era el momento en el que él mismo vio a Lyon y Julieta hablar en el jardín— cuando empezábamos a corretear por todos lados.

La risa de Lyon hizo que olvidara la queja que le iba a soltar a Tet.

—Podemos intentarlo —escuchó decir a Lyon—, pero no más mentiras ni secretos, ¿de acuerdo?

Sintió que le estrujaban el corazón. Él había estado allí, Beta lo había llevado hasta aquel jardín para que viera las sonrisas y la complicidad entre Lyon y Sierra. Aunque aquel día no había escuchado de lo que hablaban. Solo podía intuir lo que pasó por cómo se comportaban durante su charla, pero ahora que lo escuchaba directamente de su voz era peor.

—De acuerdo. Nunca más.

Habían vuelto. Ellos realmente habían vuelto.

—Pues entonces supongo que volvemos a ser amigos.

El aire le volvió a los pulmones.

—Pongámosnos un poco al día mientras damos un paseo. No tengo nada que hacer hasta el almuerzo.

—Yo tampoco, vamos entonces.

Sierra y Lyon se alejaron del banco donde habían estado sentados y Kosuke paró la grabación.

—Si es que lo sabía —dijo Tet—. ¿Puedes seguirlos?

—Sí, pero mientras estén en movimiento puede que salgan del rango que captan los micrófonos. Imagen sí deberíamos de tener sin problema.

Kosuke puso en la pantalla varias ventanas de video más. Las cámaras mostraban a Lyon y Sierra caminando por el jardín.

Tet miró a Cronus con la intención de restregarle en la cara que todo el lío entre Sierra y Lyon era tan solo la película que se había montado en la cabeza. Sin embargo, Cronus estaba tan atento a lo que se veía en el ordenador que decidió callarse por el momento y solo observar.

Escucharon atentamente lo que pudieron de la conversación de los dos chicos. Cronus se sintió un poco culpable por un momento por espiarlos de esa forma. Se sentía como un acosador loco y estaba seguro de que si Lyon se enteraba de esto no lo apreciaría mucho.

Los dos hablaron sobre cosas cotidianas del día a día, algunas anécdotas de sus pasados de los años que estuvieron separados. Al despedirse se abrazaron y cada uno se fue por su lado, ese abrazo fue el único contacto que hubo entre ellos en todo ese encuentro.

Cuando Lyon y Sierra se fueron en direcciones opuestas Kosuke volvió a pausar todas las grabaciones. Tet miró a Cronus que se mantenía en silencio.

—Mira, no sé lo que pasó entre vosotros porque nunca me lo contaste, pero sé que el año pasado estabais bien, joder que si bien, yo pensaba que ibais en serio. Incluso Julieta me contó que Lyon había dejado de acostarse con gente y que ahora parecía que solo hablaba de tí. No sé si él hizo algo malo, si la cagó y te enfadaste por eso, pero si aún sientes algo tal vez lo mejor es que lo habléis, a lo mejor aún podéis arreglarlo.

—No se puede arreglar, porque fui yo el que la cagó —admitió Cronus.

El castaño dio media vuelta sin despedirse de Dave ni de Kosuke y salió de la sala.

—Mierda. Kosuke gracias por este favor, te lo pagaré, con un extra si no dices nada sobre esto.

—Soy una tumba, ya lo sabes —Kosuke volvió a su trabajo en el ordenador—. Ya conoces mi número de cuenta.

Tet se despidió de los dos chicos y salió corriendo tras Cronus. No lo vio en el pasillo y corrió hacia el hall para ver si lo encontraba, no hubo suerte. Maldijo por lo bajo y sacó su teléfono para poder llamarlo mientras seguía recorriendo los pasillos de la universidad.

Nadie cogió el teléfono por muchas veces que llamó. Buscó en la cafetería, en el jardín trasero y en el delantero y hasta en la biblioteca sin dar con él. Cuando su teléfono sonó miró la pantalla con la esperanza de que fuera Cronus, pero quien lo llamaba era Daehyun.

—Hola, Daeh, ¿qué pasa?

—Tet, ¿ha pasado algo con Cronus?

Eso lo puso alerta.

—¿Por qué?

—Bueno ha vuelto a la habitación y prácticamente me ha echado. Iba a quejarme pero he visto que no parecía estar bien así que simplemente me he ido.

—Perdona, es mi culpa, hemos discutido —no era mentira exactamente, pero tampoco la verdad, prefería no meter a nadie más en todo aquel embrollo—. ¿Está en vuestra habitación entonces?

—Sí. O al menos ahí lo he dejado, yo me he venido a ver cómo estaba Vlad ya que no puedo quedarme en mi propio cuarto.

—De nuevo perdón por eso, no se lo tengas en cuenta, por favor. Voy ahora a arreglar las cosas.

—Suerte con eso.

Daehyun colgó y Tet se apresuró en subir las escaleras hacia la habitación de su amigo. Una vez en la puerta tocó un par de veces e incluso llamó a Cronus por su nombre. No recibió respuesta.

Estaba claro que no iba a abrirle. Si se había ido de aquella forma es que no quería hablar con él.

Estaba a punto de volver a llamarlo por teléfono en un intento desesperado cuando escuchó una llave en la cerradura y entonces vio que la puerta dejaba una rendija abierta. Se quedó un segundo quieto en el pasillo sin saber qué hacer.

—Puedes entrar —escuchó la voz de Cronus.

Guardó su móvil en el bolsillo y obedeció. Cronus estaba sentado en el suelo de la habitación con la espalda apoyada en el filo de su cama. Su expresión se mantenía impasible.

Tet cerró la puerta con cuidado, como si temiera que de hacer un movimiento brusco Cronus volviera a escapar. Caminó con lentitud hacia él y se sentó en el suelo a su lado sin decir nada.

—Yo la cagué —habló Cronus tras unos minutos en silencio—. Me gustaba... me gusta Lyon, cuando empezamos a pasar más tiempo juntos el curso pasado pensé que podíamos intentarlo de verdad, pero luego me enteré de lo de Sierra. Estuvieron juntos tres años Tet, tres años, pero son amigos desde niños, de la misma casa, comparten recuerdos, preocupaciones, trabajo, ellos se compenetraban mejor de lo que Lyon y yo nos habíamos compenetrado a pesar de estar peleados. Además, Sierra estaba intentando volver con él, porque da igual si quedaron como amigos, que eso sea lo que digan Lyon o Sierra, ella está intentado volver con él desde que llegó a Saint Rose.

—Pero digo yo que eso solo lo conseguirá si Lyon quiere, y si estaba contigo en ese momento...

—Ya lo sé joder, pero me acobardé. Ellos parecían perfectos el uno para el otro y yo solo era el mal tercio.

—Cronus eso no era así.

—Pero para mí sí lo era, y ese miedo a que fuera él quien me diera la patada me llevó a poner tierra de por medio. Lyon no se lo tomó muy bien porque me pidió explicaciones y yo nunca me digné a dárselas.

—Por eso de un día a otro no os mirabais ni a la cara.

Cronus asintió. No había sido capaz de mirar a Tet durante toda la conversación.

—Sigo pensando que tenéis que hablarlo.

—Si, y con que cara voy yo y le digo: Hola Lyon, se que te hice la ley del hielo y no he querido hablar contigo en medio año, pero ahora sí me apetece hablar así que...

Cronus miró al fin a Tet, pero este no supo que responderle. Era una situación bastante complicada.

—Y tal vez no haya vuelto con Sierra, pero está claro que ella sigue detrás de él, y también está el tema del chico de primero.

—Arion no te llega ni a la suela de los zapatos.

Tet consiguió sacarle una sonrisa a Cronus.

—El chico parece amable y alegre, pero estoy seguro de que no es el tipo de Lyon. Esa relación acabaría rápido de todas formas. Y si Sierra intenta volver con él, inténtalo tú también. Ambos la cagasteis a lo grande, así que esto se convertirá en una carrera por ver quién consigue enamorarlo antes.

—Creo que ves muchas telenovelas.

—Qué casualidad, Cálico siempre me dice lo mismo.















Las noches en Saint Rose solían ser muy tranquilas, debido al toque de queda todos los estudiantes se mantenían en sus habitaciones y la universidad estaba en completo silencio y oscuridad. Y eso mismo era lo que ayudaría a Nyx a pasar desapercibida. Saint Rose confiaba tanto en sus sistemas de seguridad que no contrataba guardias de seguridad ni vigilantes de pasillos, los profesores tampoco vigilaban nunca a los estudiantes porque eso ya lo hacían las cámaras.

Claro que ahora eso no supondría ningún problema para Nyx, sino que más bien sería una ventaja.

Nyx se levantó de su cama cerca de las dos de la mañana. Val dormía en la cama de al lado por lo que debía de ser extremadamente silenciosa al cambiarse. Antes de salir de su habitación mandó un mensaje al contacto que su madre la había pasado esa tarde. Esperó unos minutos hasta que le llegó un mensaje que le decía que ya era seguro salir al pasillo.

No sabía como su madre Aleya tenía aquel contacto en una casa de jade dado que ella se había alejado de todo ese mundo hacía más de una década. Porque sí, Aleya fue una vez miembro de una de las casas, aunque eso cambió el mismo día en el que su mejor amiga murió, la madre biológica de Nyx.

Salió cerrando la puerta con mucho cuidado. Metió la llave de la puerta en uno de los bolsillos de sus pantalones. Si alguien la veía definitivamente sabría que tramaba algo, sus botas, pantalones y sudadera negros la hacían parecer sospechosa, y aunque se suponía que las cámaras no serían ningún problema había optado por tapar su cabeza con la capucha de la sudadera.

Se quedó esperando en las escaleras entre su planta y la de abajo. En las escaleras entre planta y planta no había cámaras ni micrófonos así que cuando su teléfono vibró por una llamada nada lo captó.

—Ya estoy —fue su respuesta cuando contestó.

—Lo sé, te he visto por las cámaras.

La voz sonaba distorsionada, fuera quien fuese la persona que la ayudaba no quería que ella supiera su identidad. No tenía problema con ello. Si su madre confiaba en esa persona ella también lo haría, de momento.

—¿No se supone que las cámaras dejarían de grabar?

—Eso sería sospechoso, mis compañeros podrían notar que dejaron de funcionar porque alguien las desconectó. Por eso lo que haré será modificar después las grabaciones para que tú no salgas en ellas.

Al menos parecía sonar como si controlará sin problemas la situación.

—Dame un minuto. Voy a desconectar las alarmas silenciosas.

—¿Alarmas silenciosas?

—Sí. Hay detectores de movimiento y detectores térmicos por los pasillos de las plantas inferiores. Las alarmas solo alertan a los miembros de la Casa del Jabalí que se ocupan de la seguridad, y si es algo grave al director y al subdirector. Aún así sería un problema si saltaran.

Esperó en aquellas escaleras completamente quieta y en silencio. Allí no había detectores, pero aún así no quería arriesgarse a mover ni un solo músculo ahora que lo sabía. No podría en riesgo su plan por ser una descuidada.

—Ya está, puedes bajar hasta la planta baja —le avisó entonces la persona tras la llamada—. Eso sí, en silencio, los micrófonos siguen activos. Muévete con delicadeza y no des pisadas fuertes. Con todo eso trataré de modificar el audio también, pero eso me daría bastante trabajo en una sola noche y preferiría ahorrármelo.

Un escueto «vale» fue la respuesta de Nyx antes de seguir bajando por las escaleras.

Estaba alerta, atenta a cualquier sonido que escuchara, a cualquier sombra que viera moverse. Los alumnos no bajarían de las plantas de las habitaciones, pero tal vez podía haber algún profesor despierto, ¿sería posible que pudiera encontrarse incluso con un miembro del consejo? ¿Ellos tenían permiso para saltarse el toque de queda en secreto?

Su contacto en la seguridad de la universidad lo avisaría si hubiera alguien más por allí rondando, ¿verdad? Es decir, esa persona podía ver todas las cámaras del edificio.

—Ahora ve a la derecha —le dijo la voz una vez llegó al hall de entrada.

Aquel lugar se sentía muy diferente cuando estaba completamente vacío. Por el día algo así era casi imposible, casi siempre estaba transitado por mucha gente, ya fueran alumnos, profesores o miembros del personal de mantenimiento de Saint Rose. Además, siempre había alguien en recepción para ayudar a quien llegara allí con alguna duda. En plena madrugada no había ni un alma como era lógico.

—La siguiente puerta a mano izquierda.

Se paró frente a la puerta que le dijo. La puerta que la llevaría al sótano de Saint Rose. Al tirar de ella comprobó que estaba cerrada, la cerradura era electrónica y funcionaba con una clave que Nyx no tenía.

—Déjame eso a mí —dijo la voz.

Un momento después escuchó un pitido agudo y un clic. La puerta se entreabrió.

Nyx tiró del pomo y esta vez pudo pasar al interior sin problema encontrándose con unas escaleras que bajaban hacia una oscuridad total. No se atrevía a encender la luz así que puso la linterna de su teléfono y le dio al manos libres para poder seguir escuchando a su compañero aún sin tener el móvil sobre la oreja.

Cerró la puerta tras ella para que si alguien pasaba por el pasillo no viera la puerta del sótano abierta.

Cuando llegó al final de las escaleras las vistas que la recibieron la sorprendieron. Celdas. Celdas amplias con rejas de acero a cada lado del nuevo pasillo.

—¿Qué mierda?

—Hace siglos que no se usan —escuchó la voz de su compañero, ya casi había olvidado que estaba ahí—. Son de cuando este castillo era eso, solo un castillo. Cuando lo convirtieron en una universidad decidieron no tocar el calabozo y mantenerlo por si acaso.

«Por si acaso».

¿Qué clase de universidad tenía unas malditas celdas en su sótano? Era como si las conservaran para encerrar a alguien allí de ser necesario. Y esperaba nunca tener que comprobar si así era.

—Aquí también hay cámaras, pero no hay micrófonos así que no tenemos que preocuparnos tanto por el ruido.

Aumentó su velocidad al caminar porque quería salir de allí lo antes posible. Aquel calabozo no le daba ningún tipo de confianza. Así llegó a un nuevo hueco con escaleras que descendían aún más.

—A partir de aquí ya no hay cámaras —avisaron por el teléfono—. No podré verte ni escucharte. Avísame cuando salgas. Suerte.

La llamada se finalizó.

Nyx aún uso la linterna de su teléfono para ver por dónde iba. Cuanto más bajaba más oscuro estaba todo. Cuando llevaba ya unos minutos bajando perdió la cobertura, así que no podría llamar o mandar mensajes a la persona que la había estado ayudando, ni a nadie en general.

Al llegar por fin abajo del todo una extraña puerta con una aldaba de la cabeza de un tigre le dio la bienvenida. La puerta estaba cerrada, no sé movía ni un solo centímetro por mucho que tiraba o empujaba.

Nyx metió la mano en el bolsillo de su sudadera sacando un pequeño objeto alargado. Una extraña llave que parecía más un sello. La cabeza del Tigre de la llave era igual a la de la aldaba, eso le indicó que había cogido el objeto correcto, que esa llave que había robado era la buena.

Que suerte.














Unas horas antes.

Aunque Nyx le había dicho a su madre que podía ocuparse del tema de la Casa del Tigre en realidad no estaba segura de cómo lo haría. Sabía con quién podía hablar: Iggie Loo. Iggie había salido durante algo más de medio año con Lyon, él mismo se lo había contado, y aunque ahora era su ex seguían llevándose bien en palabras de Lancaster.

Lyon le había contado que Iggie era miembro de la Casa del Tigre, un estudiante de segundo, era posible que él supiera algo acerca de los archivos de Saint Rose. Sin embargo, no creía que su amistad con Lyon fuera tan buena como para que llevara a Nyx a los archivos solo porque Lyon se lo pidiera. Además, no quería tener que explicarle a Lyon el por qué quería hablar con Iggie o por qué necesitaba acceder a esos archivos.

Lyon seguía siendo un buen amigo de Julieta y podía comentarle algo a la chica. Ni siquiera sabía si Lyon estaba al tanto de su pelea con la rubia, después de todo hacía más de una semana que no sabía nada de él.

Tras acceder al libro de registros de Saint Rose en un despiste de la recepcionista, pudo averiguar que la habitación de Loo era la ciento sesenta y seis. Su compañero era Njord Snio de quien Lyon también le había hablado. Por lo visto era él quien presentó a Lancaster y Loo.

Njord también era de la Casa del Tigre, de tercer año. Eso era un golpe de suerte porque si Iggie no tenía nada que ver con el archivo era probable que Njord sí, y eso le vendría muy bien.

Pensó en robar la copia de la llave de la habitación de los chicos ahora que sabía qué número era, pero las cámaras la verían robarla y ya se había arriesgado demasiado mirando el número de habitación a escondidas. Esto solo le dejaba una opción, y aunque era igualmente arriesgada de salir bien dejaría menos pruebas que robar la llave delante de todo el mundo.

Esa misma tarde fue hasta la habitación de Iggie y tocó a la puerta sin más. Escuchó movimiento dentro y no tardaron mucho en abrir. Por suerte era Iggie el que había abierto y no le dio tiempo a hablar cuando se acercó hacia él rápidamente empujándolo al interior de la habitación.

—¡Oye ¿Pero qué...?!

En cuanto supo que las cámaras del pasillo ya no los captaban extendió la mano entre ellos dos, en su palma había un extraño polvo blanco que sopló para que fuera a la cara del chico.

—¡¿Que haces?!

Iggie empezó a toser, luego se tambaleó al perder el equilibrio y finalmente cayó al suelo. Miró a su alrededor temiendo que Njord estuviera en la habitación y hubiera visto todo el espectáculo. No había nadie más.

Suspiró y arrastró a Iggie hasta una de las camas donde lo dejó. Si había hecho la mezcla de esos polvos bien Iggie debería despertar en unas horas sin recordar su precipitado encuentro.

No sabía si Njord llegaría pronto a la habitación así que no sabía de cuánto tiempo disponía. Tenía que buscar rápido, pero ¿qué buscaba exactamente? Sabía que el archivo estaba en el sótano y seguro que en un lugar así no sería fácil entrar. Los guardadores debían de tener algún tipo de llave, tarjeta, clave, algo para poder acceder al archivo.

Miró en cada rincón de la habitación; en los armarios, en las mesitas de noche, en cada cajón que había y hasta en el baño. No encontró nada. Incluso rebuscó entre los bolsillos de la ropa tanto de Iggie como de Njord.

Llevaba ya casi media hora de búsqueda cuando se sentó en la silla de uno de los escritorios de la habitación. Cada vez que escuchaba pasos por el pasillo se tensaba pensando que sería Njord. Había mirado incluso la altura de la ventana al suelo por si se veía obligada a huir por ahí. No era una opción. La altura era demasiada como para saltar, el alféizar era casi inexistente y no había nada a lo que agarrarse para bajar con cuidado.

Bufó desesperada por su falta de resultados. Ni un mísero papel con una clave o un libro que hablara sobre el archivo. Si no encontraba algo estaría en serios problemas.

Ya había recurrido a la ayuda de su madre, no quería tener que volver a recurrir a ella o a cualquier otra persona. Examinó la habitación desde su sitio en la silla.

La habitación era igual a la suya, igual a la de Julieta. Njord e Iggie parecían no haber tocado casi ningún elemento de la decoración a excepción de un cuadro colgado en la pared al lado de la puerta. En este estaba plasmado un hombre imponente, un guerrero al que relacionó con el fundador de la Casa del Tigre. A los pies del hombre había un tigre tumbado en el suelo a los pies del hombre.

Una idea cruzó su mente, un cliché enorme en lo que respectaba a ocultar cosas. Detrás del cuadro no había mirado.

Se abalanzó hacia él y lo levantó para mirar la parte de atrás. Su decepción creció al no encontrar absolutamente nada una vez más. No había ningún papel oculto tras el cuadro, tampoco una caja fuerte o un número escrito en el marco.

Soltó el cuadro dejándolo de nuevo en la posición en la que estaba. Le dieron ganas de lanzarlo por la ventana.

Miró el tigre que había quedado frente a ella con el ceño fruncido. Iba a empezar a odiar a la Casa del Tigre por causarle tantos problemas.

¿Y si ni Iggie ni Njord tenían nada que ver con el archivo? ¿Y si solo unos pocos elegidos sabían sobre el tema? No conocía a nadie más de la Casa del Tigre. Si no encontraba nada allí tardaría días en poder averiguar quién sí estaba envuelto, pero ahora que obtendría ayuda para poder entrar al sótano no quería dejar pasar tanto el tiempo.

Miraba al tigre perdida en sus pensamientos sin fijarse en él realmente. Así fue hasta que algo captó su atención y ese algo fueron concretamente los ojos del animal.

Había un siete escrito en una de las pupilas... no, un siete no, un setenta y cinco. Miró el otro ojo y en efecto en la pupila había otro número grabado: un catorce en este caso.

Setenta y cinco, catorce; siete, cinco, uno cuatro. Eso era un código.

¿Podía ser la clave para abrir alguna puerta o algo en los archivos? No estaba segura. Y si se iba ahora sin estarlo y luego ese número no le servía para nada iba a ser un problema.

Volvió a examinar la habitación con atención. Repasó mentalmente todos los lugares que había mirado, todo lo que había encontrado. Nada parecía necesitar un código de cuatro dígitos para abrirse.

Volvió a mirar el cuadro con detenimiento. Tal vez encontraría más números, notó que los ojos del Tigre miraban al hombre, pero los del hombre miraban... ¿al cielo? No, al cielo no, al techo de la habitación.

Nyx miró al techo encontrándose con las luces de plafón. Eran diferentes a las de su habitación.

Agarró la silla del escritorio y la arrastró bajo una de las luces, a la que justo miraba el hombre. Se subió en ella y empezó a examinarla detenidamente. El borde de techo que rodeaba al plafón estaba rayado, como si movieran la luz bastante a menudo. ¿Por qué harían algo así?

Trató de sacar el plafón con sus propias manos, pero estaba demasiado pegado al techo y sus dedos no pasaban por la rendija.

Bajó de la silla y volvió a rebuscar entre los cajones del escritorio hasta encontrar una regla metálica. Eso podría servir.

Volvió a subir a la silla y metió la regla por el borde del plafón usándola como una palanca. Por fin cedió lo suficiente como para que pudiera meter un poco más los dedos y poder sacarlo del techo. Lanzó la regla sobre la cama vacía y sacó el plafón. Estaba conectado a un montón de cables, pero el hueco que había dejado en el techo era lo suficientemente grande para meter la mano.

Le agujero en el techo sacó un pequeño tubo de acero de apenas unos veinte centímetros de largo. En un lado tenía cuatro pequeñas ruedas con números en ellas que giraban. Se podían poner cuatro dígitos exactos. ¡Tenía que ser eso lo que buscaba!

Puso los cuatro números que había visto en los ojos del Tigre y en efecto el tubo se abrió.

En su interior había una llave.













En la actualidad.

La puerta no tenía cerradura para meter una llave, pero la llave que Nyx tenía entre sus manos tampoco era una llave normal. Examinó la puerta hasta que vió que el único hueco era el de la boca del tigre de la aldaba. Metió dentro la llave, la giró y... se abrió.

En el interior se encontró con una enorme biblioteca. La biblioteca más grande que Nyx había visto jamás, mucho más incluso que la de Saint Rose y mira que esa ya era gigantesca.

Había libros, pergaminos y cuadernos en cada esquina, ocupando cada centímetro de las estanterías.

No perdió ni un segundo y se lanzó a por cada libro que le pareció importante y empezó a sacarlos para fotografiar sus hojas. Hizo lo mismo con los pergaminos y los cuadernos llenos de anotaciones. Buscó algún tipo de ordenador pero no tuvo suerte. Parecía ser que allí todo estaba plasmado en papel. A lo mejor para evitar que hackearan sus sistemas y les robaran la información.

Estuvo horas allí dentro leyendo y fotografiando cada cosa que encontraba. Incluso tomó fotos de la habitación por si había algún detalle que pasaba por alto.

Por suerte aquel lugar sí que estaba iluminado por unos candelabros y no sé movía a oscuras. Le pareció raro que dejaran fuego encendido tan cerca de montones de papel, pero al acercarse se dio cuenta que la luz no venía de llamas, sino de una especie de piedras que brillaban con luz propia. Le sorprendió mucho porque al tocarlas no estaban calientes.

No entendió el sistema luminiscente de aquellos trozos de rocas, pero tampoco tenía tiempo para pensar mucho en ello. Y por supuesto no era una de sus prioridades.

Cuando escuchó como el mecanismo de la puerta se activaba porque alguien la abría casi le dio un infarto. Alguien iba a entrar al archivo y la atraparían como no se escondiera rápido. Miró por toda la sala y decidió subir por las escaleras hasta la pequeña pasarela que hacía de segunda planta de esa biblioteca. Se tiró al suelo para que no la vieran desde abajo.

La puerta en efecto se abrió pocos segundos después y una figura entró al interior. Por si compleción era un chico joven, seguramente de su edad, así que tenía que ser un estudiante. Su forma de moverse, de comportarse en aquel lugar le hizo saber que no era un miembro de la Casa del Tigre. Llevaba además una capa oscura con una capucha que le tapaba el rostro.

Se asomó un poco más tratando de vislumbrar su cara sin éxito. Una tabla de madera crujió bajo el peso de su cuerpo arrastrándose por el suelo. Se apartó de inmediato del borde y justo aquella figura alzó la cabeza.

Se tapó la boca con ambas manos sin atreverse ni a respirar. Su corazón le golpeaba el pecho tan fuerte que temía que aquella persona lo escuchara.

Los pasos se apresuraron, los escuchó por toda la planta baja junto a libros moviéndose. Luego la puerta cerrándose.

No sé movió en los primeros segundos. Después sacó la valentía suficiente para volver a asomarse para ver que ya no había nadie abajo.

Se levantó con mucho cuidado y tratando de hacer el menor ruido posible. Podía ser que la persona de la capa se hubiera escondido para sorprenderla. Bajó las escaleras una a una sin dejar de mirar centímetro a centímetro todo el archivo. Al llegar abajo se quedó parada frente a la escalera, como un ciervo que se quedaba congelado frente a las luces de un camión en medio de una carretera en la noche.

Afinó sus oídos para ver si escuchaba algún ruido, algo moverse, pasos, lo que fuera. El silencio era completo y lo único que escuchaba eran los latidos de su propio corazón.

Miró el reloj de tu teléfono móvil. Eran casi las cinco de la mañana. No tardaría en haber movimiento de nuevo en la universidad por los más madrugadores. Tenía que irse.

Abrió la puerta y volvió al oscuro pasillo dejando atrás el archivo al que no sabía si alguna vez volvería. Tenía que devolver la llave antes de que Iggie o Njord se dieran cuenta de que no estaba y probablemente conseguirla una segunda vez sería imposible, o al menos no sería tan fácil.

Subió las escaleras casi de dos en dos hasta llegar a los calabozos de nuevo. Su móvil empezó a vibrar en su bolsillo en cuanto tuvo cobertura de nuevo. Nyx contestó al instante.

—¿Estás bien? He visto bajar a alguien al archivo. Intenté avisarte enviándote mensajes pero no te llegaban.

—No había cobertura —dijo—. Me sorprendió allí abajo, pero me dio tiempo a esconderme. Creo que no me ha visto.

—Menos mal.

—No era de la Casa del Tigre, ¿verdad?

Un corto silencio al otro lado.

—No —fue la respuesta—. No le vi la cara por la capucha, pero alguien de la Casa del Tigre no bajaría al archivo así.

O sea que había un tercero que había entrado a ese archivo, y sin permiso al igual que ella. De quién se trataba ya era algo que se le escapaba y no estaba segura de si sería algo importante que necesitara averiguar.

—De todas formas date prisa en volver a tu habitación. He perdido al otro tipo, pero no debería estar cerca, lo vi ir al jardín trasero antes de que las cámaras lo perdieran.

Nyx obedeció. De todas formas su trabajo allí había terminado.






Esta semana aquí está la actualización, bien puntual B)

¡¡AVISO IMPORTANTE!!

Ya lo avisé por mí tablón, pero para quien no lo haya visto lo voy a decir por aquí también. Con el tiempo lo iré mencionando también en mis otras historias.

Debido a que Wattpad ha decidido eliminar los mensajes privados (y yo ni enterada estaba de esta decisión porque vivo en babia) he perdido todas las fichas de OCs ;-; si gente, soy 0 previsora y no hice copias de seguridad. Por ello necesitaría que aquellos que tienen un OC en esta historia o en Midnight War me enviaran de nuevo las fichas. Puede ser por el Instagram que uso para esta cuenta de Wattpad, @ dreamer_soul4_, por los comentarios de esta historia (que luego eliminaré para evitar spoilers a otros lectores XD) o incluso podéis pedirme el correo electrónico que uso para las cosas de wattpad para enviármelo por ahí.

No hay mucha prisa, pero si que las necesito para seguir escribiendo las historias así que si pudiérais reenviarlas entre esta semana y la siguiente lo agradecería ;u;

En el caso de nunca recibirlas de nuevo pues... aviso que tal vez los OC sufran un leve cambio en la forma de actuar, que no sea acorde a lo plasmado en las fichas ya que no las tengo para asegurarme. Lo mismo pasaría con sus gustos, trasfondos, etc. Por eso prefiero recuperarlas a ser posible unu

Gracias por vuestra atención.

~Nova/Dreamer

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