2


---

Después de alejarme de los lobos, pasé varios días vagando por el bosque. Como no necesito comer ni beber, he estado descansando en las ramas de un árbol, aprovechando para observar mi entorno y a mí mismo. Me sorprendió descubrir la rapidez con la que me regenero: el enorme rasguño que me hizo el lobo se desvaneció en poco tiempo, como si nunca hubiera estado ahí.

He pasado un tiempo examinando mi cuerpo y el estado especial que se activó en la última pelea. Mis orejas y cola parecen las de un lobo, pero mi raza está relacionada con los leones, lo cual es extraño. Además, mi mano ya no es como la que tenía cuando hablé con la diosa; ahora se ha transformado en una garra, y mi pelaje es una mezcla de colores violeta y azul, dándome un aspecto feroz y misterioso.

Mis "ropas" también son inusuales: se componen de algunas piezas doradas y una especie de tela en la parte inferior, lo justo para cubrir mis partes íntimas. Lo mejor de todo es que, gracias al deseo que me concedió la diosa, no necesito comer, beber ni preocuparme por necesidades físicas; un alivio inesperado.

Cuando por fin bajé del árbol, decidí volver hacia donde estaba la manada de lobos. No me alejé demasiado porque la presencia de los lobos mantiene a raya a la mayoría de las criaturas, y los animales que se atreven a acercarse son eliminados rápidamente. Además de esos lobos gigantes, las demás criaturas son, en su mayoría, normales, aunque he visto algunas excepciones: limos, goblins, e incluso zombis, cuerpos en descomposición que deambulan sin rumbo.

Mientras caminaba hacia la guarida de los lobos, un goblin me salió al paso, blandiendo una espada dañada. Se lanzó hacia mí, tratando de cortarme, pero con un movimiento rápido de mis garras, partí su espada en dos. Cuando el goblin vio lo que quedaba de su arma, intentó huir, pero lo decapité antes de que pudiera escapar.

Desde hace un tiempo, he notado que tengo una especie de instinto que me permite identificar la fuerza de los oponentes. Con solo ver al goblin, supe que era fácil de derrotar, y así fue. Esto me resulta muy útil, ya que reacciono en combate de manera casi natural, como si siempre hubiese sabido luchar.

Arrastrando el cadáver del goblin, llegué a la guarida de los lobos. Su refugio es una cueva bajo las raíces de un árbol gigantesco, probablemente el más grande del bosque. Dejé el cuerpo del goblin cerca de la entrada y trepé a una rama alta para observar. Al poco rato, el lobo café salió de la cueva, olfateó el cadáver, y luego miró en mi dirección. Nuestros ojos se cruzaron un momento, pero luego tomó el goblin entre sus dientes y lo llevó al interior de la cueva.

El cielo comenzó a teñirse de tonos anaranjados, y el sol se ocultó lentamente tras las montañas en el horizonte. Con el sueño invadiéndome, me enrollé como una pequeña bola sobre la rama y cerré los ojos hasta quedarme dormido.

Pasaron varios meses desde que llegué a este mundo, tiempo que he dedicado a explorar el vasto bosque. Es inmenso, tanto que no alcanzo a ver su fin. Un día, trepé al árbol más alto que encontré y divisé en la distancia una estructura de piedra, como una torre medieval. Este mundo parece haberse quedado atrapado en una era antigua, al estilo medieval, con construcciones rudimentarias y primitivas.

Cuando termino de explorar, vuelvo a lo que considero "mi hogar": la copa del gran árbol donde viven los lobos. Allí construí una especie de refugio con ramas y hojas, parecido a un nido, con una cama de paja improvisada. En el camino, cazo animales y criaturas que me atacan para llevarles su carne a los lobos; me resulta más agradable entregarles esos cuerpos en lugar de dejarlos tirados. Al principio fue algo casual, pero pronto se volvió una costumbre. Sin embargo, últimamente las criaturas huyen al verme, como si reconocieran el peligro.

Al llegar a la cueva, los lobeznos pequeños corren hacia mí y me lamen con entusiasmo, como si yo fuera su madre. Desde la entrada, el lobo gris, al que llamo "Padre", me observa con atención; siempre parece estar vigilándome. La loba café, a la que llamo "Madre", es más protectora. A veces, no me deja salir a cazar y me empuja suavemente hacia el interior de la cueva para que duerma con los lobeznos. Son tres en total: dos tienen el pelaje gris como su padre, y la otra, un tono marrón como el de su madre.

Al principio, los lobos se mostraban cautelosos conmigo, especialmente el lobo gris, que siempre estaba en guardia. Pero con el tiempo, se volvieron más amigables y, finalmente, me aceptaron como parte de su manada.

Hay algo que aún no logro entender: los lobos, a pesar de su tamaño y fuerza, llevan heridas que no parecen coincidir con los peligros habituales del bosque. ¿Habrá algo aquí que los ataque y les cause tanto daño?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top