Oda lunar


La carne de la música

respira sangre, los ojos

dan a luz la muerte...

Los tanques

roen la verdad de su miseria,

y cuando la noche amaina

nuestra lejanía

sucede una órbita

de hambres y tabúes

en la distancia

de las pausas

cardiacas, se abren

azules semillas:

la fuerza del silencio

pone el ojo en la mira del rifle;

y perduramos

con un estallar de abejas

atadas a la oscuridad

La sangre musical se va descifrando.


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