Marzo 25 // Markell G.

Marzo 25, 2015.

Mörgen K:

Agradezco el tiempo que dedicaste para escribir tan peculiar carta a quien sería el nuevo inquilino en esta, que noto, fue tu amada casa.

Lamento mucho saber el porqué tuviste que mudarte. No encuentro una forma razonable para expresar cuanto lo siento, incluso llego a pensar que en realidad no necesitas que nadie lo lamente, debes de tener suficiente con lo difícil que es por ahora el sobrellevarlo; lo último que desearás escuchar es una frase prefabricada de consuelo que al final, no hace más que ahondar en tu dolor.

Jamás los conocí, pero aún con ello mientras habito la hermosa casa con el número 307 -donde alguna vez compartiste tu vida junto a él-, siento que se ha creado un lazo invisible que nos une. Ahora soy yo quien paseo por las habitaciones donde ustedes algún día durmieron, intento cocinar en el mismo lugar donde, quizás, preparaste el café y pan tostado por las mañanas y disfruto de una relajante taza de té en el patio trasero, ese mismo donde tu carrera como agricultora terminó por fracasar.

Los conozco, o al menos, creo sentir que de alguna forma lo hago.

¿Sabes? La tarde anterior a la cita en que cerré el contrato de compra, pasé un largo rato meditando acerca del porqué un lugar como este -con todo lo que cualquier alguna vez habría soñado tener-, estaría en venta con una oferta tan irreal, por no decir irresistible. Parecía demasiado maravilloso que una casa como la del No.307 fuera irracionalmente accesible.

Ahora entiendo porque la pareja en la casa vecina movió reprobatoriamente la cabeza cuando los saludé al abrir la puerta por primera vez, es claro que su desaprobación no era por mi cabello alborotado por la mudanza, o la ropa deportiva y deslavada que opté por llevar, en realidad era la historia detrás de la puerta lo que ayudó a ganarme tan peculiar bienvenida al vecindario.

Supongo que todos alrededor siempre tendrán suficientes criticas por hacer y rumores que contar, pero serán muy pocos los consejos que están dispuestos a compartirnos, ¿no lo crees?

En lo que a mi respecta, la casa me sigue pareciendo maravillosa y aún con las miradas reprobatorias y nerviosas de todos alrededor, creo que no pudo haber mejor compra por un lugar como el que tú generosamente has puesto en venta.

Saludos desde la puerta 307, Mörgen K. y Suerte en Berlín.

Markell G.

PD. Lamento tener que decirlo, la alfombra que escogió tu madre desde el inicio me pareció horrible. Esta mañana han trabajando en el estudio para remplazar la madera inservible. No más manchas atemorizantes, todo rastro en la "habitación de la desgracia" ha desaparecido, de nuevo es sólo una habitación más detrás de la puerta 307.






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