Chapter 19

-¡Jack! ¡David!- era inútil, sus intentos de levantar el portón no funcionaban.

-¿Qué haremos ahora, Clarie?- dijo Sara angustiada.- David no puede caminar... y ese chico... tampoco puede ver... ¿no es cierto? ¿Cómo van a salir de ahí?

-No te preocupes. David es más fuerte de lo que parece. Por eso nunca se ha visto limitado por no poder caminar. Y confío en Jack, algo se le ocurrirá para salir de ahí. Vamos, tratemos de encontrar el mecanismo que abre la puerta para sacarlos de ahí.

Clarie señaló el cable que tenía la puerta, este iba por toda la pared. Cortarlo no haría nada, solo dejaría la puerta cerrada, así que debían encontrar el interruptor. Siguieron el cableado por los pasillos de la fábrica hasta que encontraron una oficina. Había una mesa con muchos papeles desperdigados y algunos dibujos extraños como símbolos.

-Sara, en ese panel. Alguno de esos botones debe abrir esa dichosa puerta. Búscalo, yo voy a revisar estos papeles.- pidió Clarie mientras se acercó a la mesa y dejaba sobre esta sus cosas para tener las manos más libres.

-Sí, pero no tardes mucho... ese loco podría regresar... Se nota que estuvo aquí hace un momento.- la chica se acercó al panel buscando el número correspondiente del almacén entre la gran cantidad de botones que allí había.

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-Entonces... tienes miedo de que ella lo descubra...- decía David sentado contra la pared gracias a la ayuda de Jack.

-Sí, no lo negaré. Lo menos que espero es una buena cachetada.- decía el rubio sentado junto al otro y suspirando pesadamente.- Quise decirle más de una vez, pero... esto es un motivo personal... y ella lo podría interpretar como que he sido un aprovechado...

-¿Lo has sido?- preguntó mirándolo fijamente.

-Yo... al principio... solo era una compañera de misión...

-No me digas más... Te enamoraste de ella...- terminó de decir David.

-¿Tanto se me nota?

-No es difícil enamorarse de ella. Es una chica increíble y grandiosa.

-Espera... ¡¿A ti también te gusta?!- de repente Jack tuvo un nuevo miedo, pero la risa del contrario lo tranquilizó.

-No pienses que tienes rival, hombre.- el otro chico le dio un par de palmadas en el hombro.- Yo solo tengo ojos para Sara, aunque ella no lo sepa... Pero después de esto, no pienso perder más tiempo y decirle lo que siento de verdad... Esta experiencia me ha hecho ver que debo aprovechar el momento o puede pasar una tragedia que no te haga contarlo. Deberías pensar igual con respecto a Clarie.

-Lo sé, soy un horrible cobarde. Pero no quiero perderla... Y quizás eso sea lo mejor para los dos...

-O eres idiota o estás más ciego de lo que yo paralítico.

-Menuda forma de insultar tienes, David.

-Abre los ojos, Jack. Si ella no te quisiera, no te hubiera traído. Confía en ti y estoy seguro de que te perdonará. Tarde o temprano, pero lo hará.

-Gracias... supongo que tienes razón... Oye... ¿qué tan loco eres?- sonrió con picardía girando la cabeza hacia el contrario.

-Lo suficiente como para lo que se te logre ocurrir a ti.- David correspondió a esa sonrisa.

-Entonces... ¿estás pensando lo que yo?

-Te salvas que eres bastante fuerte. Venga, hagámoslo, te prometo que no te darás contra un muro.- el portón se abrió de repente llamando la atención de ambos.- Esas chicas dan miedo, no debemos quedarnos atrás nosotros. Vamos.

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Clarie investigaba los documentos aquellos y las lágrimas salían de sus ojos. Lo había descubierto, la verdad de todo. Lo que ocurría, y... lo que Jack había querido decirle. Se sintió tonta, pero un sonido la hizo reaccionar y ponerla alerta.

-¡Lo logré!- celebró Sara con un salto de alegría, pero al voltearse, su amiga estaba siendo apuntada con una pistola.- Clarie...

-No te muevas, Sara... está bien...- la chica se movía lentamente y aseguraba la bolsa con sus pertenencias.- Tengo tus pedidos, te los daré... así que déjanos ir y haz tu locura sin nosotros.

Siendo amenazada por la pistola, la chica abrió con suaves movimientos su bolsa y sacó de esta el cetro y las gemas. Dejó ambas cosas sobre la mesa y se alejó a pasos lentos donde su amiga. La abrazó mientras Lubelsame admiraba su nuevo botín, sin embargo, soltó una risa de burla ante la actitud de Clarie.

-Nunca fue mi intención que tú salieras de aquí, Flor.- dijo aquel hombre con una sonrisa aterradora.

-¿Qué...?- ella se interpuso protegiendo a su amiga.- ¿Qué pretendes hacer conmigo?

-No solo contigo. Con ambas. Debo pagar el ritual con la vida de dos mujeres y fue bastante bueno que quedaran las dos afuera. Esos inútiles desechos de humanos no podrán salir de este lugar. Ahora... ¡muévanse!- las amenazó con el arma haciendo que Sara se asustara.

Clarie la abrazó y caminaron juntas hacia donde el mayor las guiaba. Bajaron por unas escaleras a un sótano repleto de dibujos satánicos e iluminado por muchas velas de diversos colores. Al fondo, una estatua hecha con partes de animales muertos y en estado de putrefacción hacía del lugar aún más tétrico.

-No te preocupes, Sara... vamos a salir de esta... tranquila... confía en mí...- la chica daba caricias en el hombro de su amiga para consolarla. Ya esta no lloraba, había perdido sus lágrimas de tantos días que llevaba en ese lugar encerrada.

Lubelsame colocó en la mano de la estatua el cetro y en cada agujero que tenía por ojos, una gema. Luego sacó una daga antigua, tanto que era de hueso de animal y se volteó a las chicas. Tiró de ambas para colocarlas en el centro de uno de los círculos dibujados en el suelo y luego sostuvo a Clarie por el pelo para que lo mirara de frente.

-Mátame si te atreves...- dijo ella desafiándolo con la mirada.- Tu hijo me vengará...

-¿De qué hablas, idiota? Ya estás diciendo estupideces para no rogar por tu vida.

De repente, una alarma resonó por toda la fábrica, las luces de emergencia se encendieron y el pánico se apoderó de Lubelsame. Tiró a Clarie al suelo mientras gruñía. Estaba paranoico, ¿era la policía? No era posible, ellos no sabían dónde estaba.

-¡¿Qué hiciste?! ¡Te dije que no alertaras a la policía o lo iban a lamentar!

-Y yo te dije que era tu hijo el que se vengaría de ti, Lubelsame.- sonrió victoriosa y aún mirándolo a los ojos de aquella forma.

-¡¿De qué puñetas estás hablando?!

-Del hijo que cegaste y negaste hace 18 años...

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