Capítulo 1. Eren, el esclavo.

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Eren Jaeger

Todo en mi vida proclamaba a gritos que yo era un rotundo desastre, todo de alguna forma u otra se me salía completamente de las manos y terminaba con desastre, sobre desastre, sobre desastre.

Y todo empeoró después de aquella visita de la señora Ackerman a la empresa para la que trabajo.

Ese día, y como casi todos, me encontraba yendo demasiado tarde a mi trabajo. Supongo que debería de estar en el libro de récords Guinness como el hombre con más retrasos del mundo. En mi mente solo pasaba la cara malhumorada de mi enano jefe, Levi Ackerman.

Él era... sumamente gruñón, sí, esa era la palabra. Si algo no le gustaba de tu trabajo, si te retrasabas con algo de lo que haya pedido o si de casualidad respirabas junto a él ya estabas fuera de la empresa. Puedo parecer exagerado con esos ejemplos, pero no, no lo soy.

Por eso, me encontraba corriendo con todas mis fuerzas hacía la cafetería donde a diario pedía el asqueroso té sin azúcar que le gustaba al jefe. Al llegar, el lugar estaba repleto de personas y casi quise exterminarlos a todos ahí dentro. ¿Acaso no se daban cuenta de que necesitaba esas bebidas con urgencia?

Pero, casi como un pequeño rayo de sol en los días más oscuros pude ver a lo lejos la mano de una de las chicas del mostrador quien me llamaba para acercarme.

Me salté la enorme fila y obedecí a acercarme mientras ella me entregaba dos vasos.

- Dos té de limón sin azúcar. -dijo ella y casi quise besarla, casi.

- Muchas gracias, -observé el gafete con su nombre- Historia. Te debo una.

Y después de haber pagado volví a mi duro entrenamiento mañanero de llegar a mi trabajo lo más rápido que pudiera, el asqueroso sudor ya perlaba mi frente y aún me faltaban algunas calles para llegar.

Rezaba para todos los dioses existentes que mi jefe no hubiera llegado ya, que hubiera caído en alguna profunda alcantarilla para no volver a verlo jamás en la maldita vida.

Bueno no, solo espero aún no hubiera llegado.

Al llegar intenté subir por el elevador pero éste no funcionaba, como dije, mi vida estaba llena de desastres. Sin alguna otra elección tuve que subir casi diez pisos por las escaleras, las cuales ya nos habíamos hecho buenos amigos.

Y otra vez, mi vida era un desastre.

Pues al llegar y sin haber notado su brillante calva, choque con uno de mis compañeros provocando que uno de los vasos se derramara sobre mi blanca camisa.

- ¡Demonios Connie! ¡Fíjate por dónde vas! -me quejé.

- ¿Eh? ¿Yo? Tu eres el idiota que no veía por dónde venía por llegar tarde como siempre. -sentí su mirada sobre mi camisa recientemente manchada mientras yo me dedicaba a recoger el vaso ya sin nada de líquido- Uuuh, eso no le va a gustar al jefe.

- Cállate, ya lo sé. -me levanté y observé de entre mis compañeros a alguien que pudiera darme una camisa igual. Lo observé a lo lejos e ignorando a Connie fui directamente hacia el hombre con cara de caballo más irritable del mundo, Jean.

- ¿Qué quieres, Jaeger? -soltó sin mirarme.

- Dame tu camisa.

- ¿Qué? ¡No! Que te despidan por incompetente, te lo mereces.

Suspiré pesadamente. Perdóname Mikasa.

- El número de mi hermana, una cita y te ayudo con eso. -dije rápido. Sus cejas se curvaron sorprendidas y un leve brillo en sus ojos apareció.- Tienes tres segundos...

Con camisa limpia y con la mirada más relajada recibí a mi jefe, quien como siempre, tenía la cara más seria y de pocos amigos a la cual ya estaba acostumbrado a ver.

- Buenos días, jefe. -lo saludé y como siempre, no me respondió. Me arrebató el vaso de té sobre mi mano y fue a tomar asiento en su enorme escritorio.

- ¿Qué hay de pendientes?

- Tiene algunos manuscritos nuevos que revisar, una junta a las tres y aún queda pendiente la entrevista con Erwin Smith.

- Ya arreglé eso, lo llamé y aceptó.

- Vaya, excelente.

- Si quiero halagos te los pido. -contestó frío. Tomó el vaso y antes de darle alguna probada miró fijamente el vaso y luego me miró- ¿Quién es Historia y porqué quiere que la llame?

Maldije en mis adentros.

- En realidad, esa era mi bebida.

- ¿Y porqué estoy bebiendo tu bebida? -seguro ya sabía con exactitud la respuesta pero le gustaba humillarme.

- Por que derramé la tuya.

- Oh. -finalmente la probó y pude notar una pequeña sonrisa en su rostro- ¿Té de limón sin azúcar y un poco de leche?

- Es como estar en un fresco bosque.

- ¿Coincidencia?

- Seguramente -el teléfono de la oficina comenzó a sonar y fui directamente a contestarlo- Sería ridículo que a diario pidiera tu bebida solo por si acaso se derrama alguno de los vasos, completamente.

Respondí el teléfono y era Floch, uno de los editores de la empresa, el cual ya había tenido algunos roces con el Jefe.

- Hola, Eren. Quería ver lo del tema de Erwin Smith.

- Claro Floch, -giré a ver a mi jefe quien con una seña me daba a entender toda la situación- Justo íbamos a tu oficina.

Colgué.

- ¿Porqué vamos a su oficina? -le pregunté a mi jefe y el con una mirada me dijo "No seas imbécil, tu sabes porqué"- Oh...

Rápidamente salí de la oficina fingiendo que tenía algo que hacer y desede mi ordenador escribí en el chat grupal:

"El duende ya va a salir de su árbol"

Y como si de una película se tratara observé a mis compañeros ir corriendo a sus lugares, acomodando sus oficinas (porque sí, nuestro jefe era estricto con la limpieza), otros acomodándose la ropa fingiendo estar trabajando, hasta que mi jefe salió de su oficina y sin esperar por mi siguió su camino hacia la oficina de Floch.

- ¿Leyó el manuscrito? -pregunté mientras caminábamos.

- Sí, nada sorprendente. -ni siquiera volteaba a verme cuando hablaba, de verdad tenía muchas ganas de golpearlo e irme de aquí para olvidar éste abuso pero, tenía un sueño, el que mi libro fuera publicado. Esperaba que en algún momento mi jefe se tentara el corazón y lo publicara, cosa que, por como van las cosas, creo que sería un poco difícil. Pero no puedo rendirme, no ahora.- Además, se que pides la misma bebida solo por si haces algo con la mía y si, pienso que es ridículo.

No dije nada.

Llegamos a aquella oficina que para ser sincero, era un poco más sucia que la de mi jefe pero mantenía su orden. Aunque a mí en realidad eso no me causaba conflicto pero pude ver por las expresiones de mi jefe que a él no tanto, oh oh.

- Buen día, Jefe y acompañante. Adelante es su oficina -dijo amablemente. Casi me sentí un poco mal por él.

- Dime Floch, ¿Qué pasó con lo de Erwin?-preguntó mi jefe.

- Bueno pues ya saben, no ha aceptado entrevistas desde hace algún tiempo -De verdad, enserio, estaba sintiéndome muy mal por él.

- Vaya, que coincidencia porque justo acabo de hablar con él y aceptó.

- ¿Qué?

- Floch, estás despedido. -soltó. Rayos, se lo dejó ir sin lubricante, hasta a mí me dolió si soy sincero. Él nos miraba incrédulo. Pasaba su mirada de mi jefe a mi en repetidas ocasiones, como si se tratara de alguna broma, sabiendo que con Levi Ackerman todo era completamente enserio- Tienes dos meses para conseguir otro trabajo y le vas a decir al consejo que renunciaste, con permiso, un gusto.

Cuando mi jefe pretendía ser educado, como hace unos momentos, hablaba de la forma más sarcástica posible y hasta cierto punto, a todos nos causaba mucho enojo. Talvez y solo talvez por eso nadie lo quiere.

Salió de la oficina como si nada mientras caminaba de regreso a su oficina. Obviamente, le seguí.

- ¿Qué está haciendo? -me preguntó. Giré el rostro para encontrarme con un Floch rojo de furia dando vueltas por la oficina, parecía muy determinado a salir a pelear con Levi. No Floch, no lo hagas.

- Se está volviendo loco, parece estar entre venir o no venir y aquí vamos...

- ¡Tú! ¡Asqueroso enano, cara de culo! -gritó Floch detrás de nosotros. Todos dejaron de fingir hacer algo y observaron atentamente lo que ocurría, mientras tanto, Levi se mantuvo firme y giró lentamente para encarar al otro que se había atrevido a insultarlo frente a todos sus empleados.- ¡Me despides porque tienes miedo de mi! ¡Porque sabes que soy mejor que tú y puedo quitarte el puesto! Quieres quedar bien ante el consejo pero no es así. ¿Sabes qué habrá el día que mueras? Nada, ni nadie.

Levi suspiró y yo miré atento la próxima humillación que se avecinaba.

- No, Floch. No te despido porque tenga miedo de ti o porque seas mejor que yo, todos sabemos que eso no es verdad. Te despido por incompetente, irresponsable e inútil. -tomó aire y siguió- Ahora, vas a salir como llegaste sin causar escándalo o llamaré a los guardias, haré que Eren to grabe con la cámara de su móvil y lo suba a... ¿Cómo es que se llama eso?

- ¿YouTube? -le ayudé.

- Eso.

Floch abría y cerraba la boca como intentando decir algo pero no dijo nada, silencio total. Levi se dió cuenta, se dió le vuelta y siguió con su camino, al igual que los demás fingían trabajar de nuevo.

- El Sábado vamos a hacer la entrevista con Erwin Smith, vamos a buscar más editores también.

- ¿Sábado? Pero es que es el cumpleaños de mi abuela y... -mi jefe me ignoró y entendí que le daba igual si cumplía años fulanita o Pancracio, de todos modos no me iba a dar el día libre.- Está bien...


- Hijo, otro año sin que vengas a visitarnos. Tanto trabajo te hará mal, deberías de renunciar. -dijo mi madre al otro lado de la línea, se le notaba triste y decepcionada porque como siempre, no iba poder visitarlos. Sí, me sentía mal porque los extrañaba mucho, pero trabajo es trabajo y mi sueño seguía en pie.

- Lo sé mamá pero no lo haré, dile a abue que lo siento mucho. Me aseguraré de mandarle algún bonito regalo.

- Deberías de venir, eso sería un bonito regalo. Tus hermanos estaban emocionados por verte.

- Lo sé, mamá, lo sé. -a lado de mi sentí la pequeña presencia de mi jefe- Nos vemos, tengo que colgar.

Y eso hice.

- ¿Tu familia? - preguntó él.

- Sí.

- ¿Te piden que renuncies?

- Como siempre. -de nuevo el teléfono de mi pequeña oficina sonó y respondí solo para escuchar la voz de la señora Ackerman pidiendo que su hijo fuera a verla- Su madre está aquí, quiere que la vaya a ver.

- Bien... Pasa por mi en diez minutos, tengo trabajo que hacer. - asentí y él se dió la vuelta.


Levi Ackerman

Abrí la puerta de la oficina en la que mi madre me esperaba, se veía linda y elegante como siempre. La saludé y ella me sonrió alegre.

- Hola cariño.

- ¿Qué pasa? ¿Vienes a felicitarme por lo de Erwin?

- Vaya que fue un gran logro.

- Lo sé. -me reí. Solo con ella me podía dar el gusto de hacer algo así.

- Pero no, querido. No vengo a hablar de eso, tu sabes porqué vengo.

Chasquee la lengua y miré en otra dirección, mostrándole que aún seguía en desacuerdo.

- No voy a casarme con alguien que no conozco, madre.

- Piensa en que son negocios, a ti te gusta eso. -jugó con sus dedos mientras aún me miraba decidida- Recuerda que la familia Ral tiene un veinticinco por ciento de las acciones de ésta empresa. Si te casas con ella seremos dueños prácticamente de toda la empresa.

- Ya somos dueños de prácticamente de la empresa, ¿Porqué quieres más? Si vivimos bien con lo que ganamos.

- O te casas o te quito el puesto y pongo a Forster como el jefe.

- ¿Qué? ¿Al que acabo de despedir?

- Solo él podría ocupar ese puesto. -sentí la sangre hervir y estaba apunto de negarme rotundamente pero el sonido de la puerta siendo tocada y después siendo lentamente abierta por mi empleado Eren Jaeger cortó toda inspiración.

- Disculpe jefe, ya se que está ocupado pero Erwin Smith está esperando en la línea. Le dije que estaba ocupado y que si podía llamar en otro momento pero parece insistente en querer hablar con usted. ¿Qué le digo?

Estaba apunto de mandarlo al diablo cuando de repente, una gran idea vino a mi mente. Una que quizá me ayudaría a salir de este problema.

- Ven - le llamé en susurro. Hizo una mueca de duda y yo giré los ojos, cansado de la estupidez de Jaeger- Que vengas

Por fin entendió y tímidamente se acercó sin tener idea de que era lo que pasaba.

- No puedo casarme con alguien que no conozco, madre... Porque -tomé de la mano a Eren quien me miraba sorprendido y confundido- Nos vamos a casar.

Mi madre abrió fuertemente los ojos, al mismo tiempo que Eren lo hacía.

- ¿Quiénes se van a casar? -preguntó él.

- Tu y yo, querido.

- Si... Nos... Vamos a casar... -me siguió la corriente.

- Un momento, ¿Qué no es tu secretario? -preguntó mi madre aún confundida.

- Asistente. -corrigió Eren.

- Ejecutivo. Asistente, secretario, son títulos -fingí una risa- No sería el primero en caer ante su secretario o si, mamá.

Mi madre tenía el ceño fruncido y miraba con atención a Eren, quien parecía paralizado y viendo al nada.

- Bueno es que... Eren y yo éramos personas que no debían enamorarse pero sucedió...

- No...

- Sí. Intenté evitarlo pero no pude.

- Sí... Lo intentó... -Eren parecía querer desmayarse así que lo abrace por detrás de la espalda solo un poco para hacerle reaccionar.

- Solo míralo, madre. Inevitable no caer en sus redes.

- Que bello hijo pero... No lo creo del todo. -Ahora yo casi me desmayo.- ¿Hace cuanto están juntos?

- Un año. -respondimos al mismo tiempo.

- Hasta conoce a mi familia. -dijo Eren. Me giré a verlo molestó por lo que acababa de decir.

- ¿De verdad? ¿Porqué yo no lo sabía? Quisiera conocer a mi otra familia.

Creo... Que no fue tan buena idea, después de todo...

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