Capitulo 9
Capítulo 9.
Mi padre, mi honor
Sesshōmaru se miró al espejo, no era algo que hacía a menudo, pero cuando lo hacía un único pensamiento llagaba a su mente.
Su cabello largo ya no existía.
Ahora solo lucía un corte moderno, no le disgustaba del todo ya que con el pasar de los años aprendió a vivir con ello. Su cabellera le recordaba a su padre y a la espada que perdió un día en batalla, que le fue arrebatada por su descuido, no había momento en que no pensara en ella, en que no la buscara.
Un regalo que su padre, le entrego personalmente días antes de morir.
Para luego verlo fallecer en sus brazos mientras pedía no ser resucitado, que su tiempo había llegado, deseando descansar.
–"Es tiempo de partir, Sesshōmaru, hijo cuida de tu hermano... Él no lo entenderá es muy pequeño para hacerlo...Tú estoy orgulloso de ti... De ambos"–
Él también era un niño, también lo necesitaba.
Era cruel, demasiado cruel, no poder...
Sin embargo Sesshōmaru obedeció... Lo vio cerras los ojos con un sonrisa en los labios, ese gesto tranquilizo el corazón del demonio.
"Él murió sonriendo"
Luego de eso pasaron muchos años, hasta que Ryukotsusei volvió a aparecer pero esta vez logro vencerlo y reducir su cuerpo de dragón en cientos de pedazos, uno de los secuaces del enemigo se aprovechó del momento y cogió a Tenseiga, esta fue arrojada al suelo, como producto de los tantos golpes que había recibido. Sesshōmaru noto el instante en que esta había salido dispara, sin embargo su atención estaba sobre el dragón, ya que este estaba a punto de ser exterminado.
Después de eso vino la rabia, la ira, la decepción.
Perdió el regalo de su padre, aquella espada que apreciaba más que ninguna otra porque tenía el poder de la resurrección y la sanación, de cualquier ser sobre la tierra, tenía un don para que su portador lograra conocer el sentido de la bondad y la compasión, Sesshōmaru no obtuvo sino hasta la llegada de Rin.
Sesshōmaru cortó su cabello el mismo día en que perdió la espada, lo guardo dentro de un cofre de madera, el cual coloco sobre la tumba donde yacían los restos de su padre y juro frente a esta que el único día, en que volvería a dejárselo crecer seria cuando finalmente Tenseiga haya vuelto a sus manos.
Córtale el cabello aun guerrero, era como cortarle un brazo o la pierna, le estabas arrebatando su orgullo... Pero Sesshōmaru había encontrado en esta ofrenda un poco de paz consigo mismo, gran parte del horno que le quedaba, ahora yacía junto a su padre.
La espada Tenseiga, aquella que tanta falta le hacía en estos momentos.
Si no hubiera sido, tan descuidado...
Rin, ella estaría bien.
...
– ¡Rin, cariño es hora de tu medicina!–llamo Akane desde el pasillo, sin recibir respuesta, al parecer la niña no le gustaba el sabor tan amargo de las pastillas– ¡Rin!–insistió con las cejas fruncidas.
– ¿Akane ocurre algo malo?–cuestionó con preocupación la azabache apareciendo de repente, la mencionada negro varias veces y luego alzo la mano en la que tenía las pastillas.
Aome lo capto de inmediato y soltó un suspiro, porque la pequeña se escabullía y ese era verdaderamente un problema, Rin era muy buena jugando a las escondidillas.
–Te ayudare a buscarla–dijo mientras le dedicaba una sonrisa, esta asintió devolviendo el gesto.
La enfermera se encargó de buscar por el lado izquierdo de la casa, mientras que la morena registraba las habitaciones de la derecha. Cuartos en los que ya estuvo, sin embargo estaba pensando solo en Rin.
– ¿De nuevo tu aquí?–se escuchó una firme voz a sus espaldas, Aome se giró con brusquedad.
Era el demonio saliendo del baño, con una toalla en mano, la cual utilizaba para secarse el pelo–¡Ah Sesshōmaru!–chillo espantada, pero de inmediato se arrepintió de haberlo hecho.
–Empiezo a creer que solo quieres verme– murmuro este mientras cubría su desnudes con la toalla.
Aome era la reencarnación de un tomate.
– ¿Q-qué?–ella frunció el ceño, haciendo un mohín–Eso no es verdad–replico molesta–Fue un accidente–aseguro avergonzada.
Él le dio una mirada con una ceja levantada, en un claro gesto de "No te creo nada", Aome bufo al percatarse de esto, sus pies se movieron hacia la salida, pero la puerta se cerró en sus narices sacándole un sobresalto, identifico la mano del youkai como posible sospechoso ya que era la única cosa que se apoyaba sobre la madera.
Ella sintió, en toda la extensión de la palabra, como el cuerpo del youkai se recargaba sobre el suyo, su espalda prácticamente estaba rosando los abdominales de Sesshōmaru, se sintió embriagada por el sutil aroma que desprendía este, una mezcla entre pino y bosque, tan viril y provocativo, Aome aspiro con pesadez llenándose de su olor y luego una, dos gotitas de agua cayeron sobre su hombro derecho, la calidez que emanaba tenerlo así de cerca nublaba por completo su sentidos.–¿Qué es lo que te propones?–susurro muy cerca de su oído, rosándo su lóbulo, con un tono de voz tan bajo y grave que contuvo el aliento.
Era tan excitante, que Aome parpadeo aturdida–Y-yo no quiero nada–gimoteo.
Sesshōmaru río, el sonido mando cientos de descargar eléctricas a su sistema nervioso, el aliento del youkai rosando la piel de su cuello.
Cerró los ojos y se mordió labio con fuerzas.
–Tratas de provocarme–aquello fue un gruñido, pero no uno molesto, sino uno completamente cargado de tensión.
Ella estaba temblando.
Ella se estaba excitando demasiado.
"Tranquila Aome piensa en la biblia"
Y casi fue una burla para sí misma, no era posible pensar en otra cosa.
No con este semental a cuestas.
Entonces lo sintió, aquel bulto rosando sus nalgas mientras Sesshōmaru respiraba cada vez más fuerte sobre su oreja, luego se inclinó, sus labios se posaron sobre la delicada piel de su cuello, Aome emitió un lastimero gemido, sumamente avergonzada, pero incapaz de alejarse de él.
–Voy a proponerte algo
Aome asintió aturdida.
Continuara...
*Una imagen vale mas que mil palabras mías*
*Que rikolino*
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