Capítulo 6

Capitulo Sexto

Tiempo

Era muy temprano en la mañana, demasiado y quizás esa es la principal razón por la cual la joven azabache estaba molesta, odiaba despertar temprano, ella amaba su sueño.

Inuyasha lo sabía mejor que nadie, aun así tenía el descaro de irrumpir en la casa de su medio hermano, a reclamarle una explicación del porqué ignoraba sus constantes llamados.

Como si venderla no fuera suficiente motivo para ignorarlo.

–"Seré clara Inuyasha, necesito tiempo para pensar las cosas, no puedo perdonar lo que me hiciste"–las cejas de Aome estaban fruncidas y su boca era una línea irritante.

–"Pero Aome"–ella lo fulmino con los ojos, Inuyasha resoplo–"¿Un tiempo, por cuanto?"

Ella se encogió de hombros–"No sé, lo necesario"–gimoteo sincera –"Cuando esté lista hablare contigo"–espeto.

–"¿Lista para volver?"–Aome negó lentamente con la cabeza.

–"No, para hacerte saber mi decisión"– La miro por un largo momento, antes de fruncir el ceño rindiéndose–"Y mientras tanto, no quiero verte y tampoco que me llames"

Inuyasha abrió la boca para decir algo, pero ningún sonido broto, finalmente la cerro y dio un cabeceo de arriba hacia abajo.

Sino obedecía la iba a perder.

...

–"Ah. Rin esta hambrienta"–la enfermera la miro sospechosa, mientras le colocaba una nueva solución salina–"Rin quiere frutillas con crema"–la mujer sonrió mientras negaba con la cabeza.

–"Yo también quiero"–Aome apareció haciendo un puchero a la joven llamada Akane.

–"Estas niñas"–suspiro–"No puedo darte eso, sabes que no puedo"

–"Por favor"–suplicó Rin revoloteando sus pestañas.

–"Di que sí"–Aome la imito, Akane soltó una risilla mientras se curvaba de brazos–"Por favor. Por favor. Por favor"–rogo la azabache poniéndose de rodillas.

–"Ya está bien, pero solo una pocas"–advirtió, mientras se dirigía a la nevera y tomaba del interior un cuenco de frutillas frescas y una lata de crema-"No quiero que el señor Sesshōmaru me sermonee"–hablo por lo bajo.

–"No se enterara"–Aseguro Rin–"Quisiera comerlas en el patio Akane"

–"Vamos"

–"Yo iré enseguida"–Aome dijo.

Rin asintió y Akane condujo la silla de ruedas hacia el exterior, una vez fuera la morena saco el móvil del bolsillo, suspiro con alivio.

Ninguna llamada u mensaje de Inuyasha.

Sesshōmaru irrumpe su momento, Aome lo ve con ojos desorbitados el camina hacia la nevera sin siquiera verla, dejando un sutil roma a perfume en el aire.

Aome traga y se muerde el labio, él está paseándose sin camisa.

–"¿Dónde está Rin?"­–su voz es baja y demandante.

Aome resopla y se concentra en solo ver las frutillas–"Tomando aire fresco, con Akane"

El no responde, Aome solo escucha la puerta de la heladera cerrarse y luego unos pasos... Sesshōmaru está al otro lado de la isla, ella lo mira con disimulo a través de su flequillo.

Se mueve buscando quien sabe que, sus músculos se contraen, marcando las líneas de la espalda y luego sus abdominales.

Todos Inferiores, superiores, oblicuos lucen duros y marcados.

–"¡Basta!"–ella dice y sus manos golpean la mesa.

El demonio se detiene y ladea la cabeza–"¿Basta?"–repite y dirige una profunda mirada.

Aome se ruboriza–"Si, basta de andar sin camisa"–ella resopla frunciendo tanto las cejas como los labios.

Él se mueve y se inclina hacia ella, sin quitarle los ojos de encima, están tan cercas que Aome no respira, deja de vivir por cuestión de segundos.

–"Es mi casa"–el recalca, con los ojos brillando, está molesto y ahí algo más que Aome no puedo identificar.

Ella abre la boca, pero no emite sonido alguno, bufa y lo observa molesta, el debería de entender sus motivos porque actuaba como si no lo supiera.

–"Yo estoy aquí ahora"–finalmente logara soltar.

Sesshōmaru la miro a los ojos–"No debería de importarte, estas con el hibrido"–recalco con las cejas levemente fruncidas y se alejó de ella.

–"Ya no..."–Aome trago–"Ya no estoy con él"–murmuro encogiéndose un poco.

El Dai youkai la estudio en silencio, la mujer no lucia como si hubiera roto con alguien, ella se veía normal, no había lágrimas, ni palabras de resentimiento, simplemente estaba ahí sentada frente a un cuenco de frutas.

No lucia descorazonada y esa actitud lo hizo sentir extraño.

–"Aun así es mi casa, puedo andar como se me plazca"

Él dijo al fin y ella entorno los ojos con molestia.

–"Pero no quiero"

–"¿Por qué?"

–"Me pones nerviosa"­–Aome se mordió el labio.

¡Porque había dicho eso!

Continuara

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