Capítulo 44

Abismo oscuro (Segundo mes - día 01 tarde)

Unas horas después.

Una mujer anciana caminaba de un extremo al otro sobre el porche, la madera crujía bajo sus pies y el aire azotaba con violencia las tejas y los arboles de los alrededores, el silbido del viento era macabro y frio, como si la misma muerte estuviera pasando por ahí. Aquel pensamiento aumento su angustia, acomodo la vieja colcha sobre sus hombros en un intento de entrar en calor.

Cuando la ventisca empezó, no tarde en marcar el móvil del auto, sin embargo, después de contar alrededor de cinco llamadas comenzó a desesperarse, había pasado más de una hora y no había rastro de las jóvenes.

Los servicios de emergencia tampoco ayudaron cuando se comunicó con ellos, porque el clima tan pésimo había dejado a varias familias en problemas, estaban haciendo todo lo necesario para atender su llamado de auxilio cuanto antes, a pesar de que salir al exterior en días como este significaba un verdadero suicidio.

–Señor por todos los cielos–la anciana lo intercepto mucho antes de que sus pies tocaran el suelo, se aferró con desesperación a los brazos del demonio–Gracias a Dios que ha regresado pronto–culmino perdiendo lágrimas.

–¿Qué ocurre?–pregunto con un misterioso nudo formándosele en la boca del estómago.

La mujer trago–La señora y su hija. Ellas- ellas salieron y aun no- no han regresado–Sin más se vio obligada a soltarlo, porque este se marchó nuevamente sin terminar de oír sus palabras.

Un zumbido, molesto y muy irritante, le atravesó los oído acompañado con un punzante dolor en la cabeza, sentía el peso de sus brazos y piernas caídos tan adoloridas que estaban al punto de entumecérseles, el aire que pasaba a través de su pecho le dolía, se sintió mareada y repentinamente desorientada.

Intento abrir los ojos, sin embargo, no fue capaz de realizarlo de inmediato, tosió una y dos breves el olor a humo, dificultaba su respirar, finalmente tuvo las fuerzas necesarias para abrir los ojos, y se encontró con el mundo de cabeza–Se-Señorita–llamo al cuerpo inconsciente de la joven, se deshizo del cinturón cayendo sobre la fría chapa, el cristal frente a ellas estaba rojo, las astillas sonaron bajo su cuerpo y sintió que más de una le atravesaba la carne, pero no se interesó por ello.

Estaba preocupada por la  mujer que aun colgaba del asiento del auto, cómo puedo se acomodó y se deslizo hasta lograr liberarla–P-por favor d-despierte–rogo mientras la sacudía, pero Aome no dio ni una señal de querer volver a la realidad–¡Señorita!–Rin lloro, el humo en la parte trasera del auto aumento, diviso como las llamas crecían rápidamente carcomiendo todo a su paso. Rápidamente se deslizo hacia el exterior, dejando una marca sobre la espesa nieve, cogió la mano de Aome y a pesar de la diferencia de tamaño y fuerzas, la arrastro.

Tiro de ella con los ojos cerrados, mientras rogaba internamente no desmayarse en el intento, pero a pesar de eso la explosión las alcanzo, lanzo a la morena un par de metros y Rin perdió el conocimiento antes de caer sobre ella.

Luego la realidad se volvió oscuridad y el tiempo pareció detenerse.

Sintiendo el agua bajo sus pies, se cuestionó que lugar era ese.

¡Rin!

Había una voz en el aire, diciendo su nombre el sonido le era muy familiar, cerró los ojos y agudizo los oídos.

¡Rin!

La voz venia de la derecha, pero al segundo siguiente parecía ser de la izquierda, giraba sobre ella provenía de todas las direcciones, ella quiso gritar, pero ni un sonido salió de sus labios.

¡Rin!

La sombra distorsionada de dos personas se materializaron a los lejos, ella abrió los ojos con asombro, eran la señorita y su amo, corrió.

Corrió tanto como pudo, pero la distancia parecía jamás cerrarse convirtiéndose en un bucle macabro, lloro hasta quedar exhausta cayendo sobre sus pies.

–“¿Jamás volveré a verlos?”–Se preguntó así misma en el interior de su mente–“¿Me quedare en este horrible lugar para siempre-”–su lamento fue interrumpidos por un par de juguetonas risas.

Alzo la vista y se encontró con ¿niños?

Eran niños, al menos esa era la sensación que Rin recibía de ellas, no podía saber su género, pero estaba convencida que no superaban los tres años de edad. Las sombras eran pequeñas y cálidas, tenía la extraña emoción de conocerlos.–“¿Quiénes son?”

Una de ellas se acercó y poniendo una de sus manos sobre la cabeza le grito–¡Despierta!

El deja vu de unos ojos dorados penetraron su mente, la luz blanca la cejo y el punzante dolor la atravesó de punta a punta.

Jadeo una profunda respiración, arrugando el ceño–Rin, despierta–reconoció la voz de su señor.

Sesshōmaru sosteniéndola con uno de sus brazos, mientras que el helado viento de Alaska no da tregua, la ventisca dificultaba demasiado su visibilidad y sus sentidos que apenas lograban discernir entre el aroma de los pinos, la sangre y el metal y pastico derretido por el fuego.

Coloca una de sus manos sobre la frente, deja escapar un suspiro la piel de la niña estaba tan fría como la de un muerto–Hmn–comienza a toser, su cuerpo esta helado a causa del crudo frio, el demonio lo estrecha contra su pecho–¿Es- es usted amo?–murmura moviendo los parpados con pereza.

El asiente analizando su rostro cubierto de carmín, sus ojos lentamente recorren hacia abajo–¿Te duele algo?–cuestiona mirando las grandes manchas sobre su pecho.

Ella niega suavemente–Solo estoy mareada–jadean sujetándose la cien, a su costado izquierdo el sonido de una explosión la regresa de golpe a los acontecimientos. Incrédula mira como las llamas calcinan lo que resta del auto, tiemblan sus ojos con horror–¡La señorita!–grita y se remueve desesperada entre los brazos de su amo.

Sesshomaru la sostiene con firmeza–Ella está bien, pero tú has perdido mucha sangre–informa a lo que la niña observa las manchas rojas en gran parte de su cuerpo y también manos, posiblemente su cara también estaría cubierta, ella presionan con sus manos sobre los círculos más grandes, frunce el ceño bajo la atenta mirada del youkai.

–¿Rin?

–No es mi sangre–ella dice y el demonio parece caer en un trance–Es de la señorita.

El siguió su mirada hasta encontrarse con el rostro pálido de la joven, sus labios antes rosas y apetecibles ahora eran dos líneas moradas a punto de la congelación, aun respiraba pero su pecho subía y bajaba muy despacio, poder respirar le estaba costando demasiado se podía notar gracias al diminuto vaho que salía de entre su fríos labios.

Una mancha de sangre seca se podía aprecia sobre la tela roja del abrigo, bien por encima de su estómago y otra cerca de su hombro, el color carmín también podía apreciarse como una línea de tinta que subía por su cuello y llegaba hasta el lado izquierdo de su cabeza.

Una herida mortal, Sesshōmaru dio una profunda aspiración y tranquilizo su mente, con su mano libre quito la nieve que se había pegado a su cuerpo, si no se movía pronto entraría en estado de hipotermia.

¿Por qué demonios no lo había notado? El color de su abrigo, rojo, camuflaba las manchas y como ya había mencionado, el clima de mierda tenía sus sentidos adormecidos, con tantos aromas que se mezclaron en el aire–¿Rin puedes moverte?–cuestiono mirándola con serenidad, la niña asintió acomodo su ropaje y se puso de pie muy lentamente, tenía miedo de caerse a causa de algún mareo–Sube a mi espalda. Volaremos–ella asintió y se colocó detrás de su señor para seguidamente aferrarse al cuello de este, con todas las fuerzas de sus pequeños brazos, segundos después Sesshōmaru adaptaba el cuerpo malherido de Aome sobre su pecho, el vuelo seria rápido al igual que frio, tenía que darse prisa o de lo contrario alguna de las dos podría tener severas consecuencias.

El demonio no tardo ni cinco minutos en llevarlas a las dos al hospital más cercano, volar fue arriesgado teniendo en cuenta de la escasa visibilidad que había debido a la helada ventisca que nacía desde el sur, pero consiguió llegar a tiempo para que los doctores de urgencias las atendieran a ambas.

Llevaron a la niña a observación porque esta no parecía tener heridas graves, tan solo una pequeña cortada sobre su mejilla derecha y varios golpes en diferentes partes del cuerpo, dos enfermeras y un doctor se ocuparon de ella, quien salió dos horas después en silla de ruedas y bebiendo una sopa caliente, las enfermeras la ubicaron en su nueva habitación.

Mientras que el demonio y el especialista hablaron fuera de esta–Deberá permanecer en observación, sabemos que la salud de su hija es importante–comento el medico observando al Taisho, quien los había puesto al tanto con respecto a la enfermedad de la pequeña.

Sesshōmaru asintió–Puede pasar a verla–dijo el hombre despidiéndose.

–Aguarde. ¿Qué noticias tiene de mi esposa?–había algo extraño en su tinte de voz, como si tratara de intimidar pero el esfuerzo fuera en vano.

El medico entendió que estaba preocupado–Lo lamento, pero su estado aun es reservado tendrá que esperar.

–Han pasado dos horas–expuso con firmeza.

La acidez con la que le hablo erizo los cabellos de todo su cuerpo, detallo las facciones del demonio, estaba preocupado y apunto de enfadarse, no sabía que tan mala combinación podría ser aquello, pero definitivamente no quería ver aun Youkai molesto en las instalaciones.
Echando una ligera mirada hacia los lados para cerciorarse de que nadie lo escuchara, suspiro cuando su mirada se encontró con la del Taisho–Si el daño en el cráneo fue profundo su esposa pasara a operación, podría durar más de once horas allí dentro. Es la única información con la que cuento–este dijo haciendo una ligera reverencia–Lo siento debo seguir trabajando–se despidió.

Sesshomaru paso la mano entre sus cabellos, la impotencia crecía con cada segundo que Aome permanecía encerrada.

Entonces la luz se fue trayendo la obscuridad consigo.

Aome murió esa misma noche…

Continuara

*Hola a todas, sé que están deseando explicaciones, pero lamentablemente no puedo adelantarles nada o la historia perdería gran parte de la magia ¿?

Aunque tranquilas no las dejare sufriendo así, porque si  se portan bien les traeré el siguiente capítulo mañana*

No se vayan sin dejarme un comentario, aunque seguramente más de una dese mi muerte prematura (?.

No olviden señalarme fallas ortográficas, pero sobre todo no se marchen sin dejarme una estrella para mí y para Rin.

Namárië

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top