Capítulo 7.
Desechad tristezas y melancolías. La vida es amable, tiene pocos días y tan sólo ahora la hemos de gozar.
—Federico García Lorca.
Hamburgo, Alemania.
Eran las siete de la mañana y habíamos llegado a Alemania, me sentía muy agotada pero aún más mentalmente, fue duro para mí despedirme de los gemelos, los iba extrañar mucho pero confiaba en Gerard, se que a penas lo conozco pero se que puedo confiar en el.
Subí a otro auto lujoso y éste llegó a un edificio bastante elegante, subimos hasta casi el último dónde entramos a una especial de suite, bastante elegante, ya estaba aturdida con tantos lujos, algo con lo que jamás he estado acostumbrada.
Dentro de la suite habían varias personas, más que todo mujeres, estaban todos parados en línea como si un militar los esperara. Al verme su reacción fue de emoción genuina e hicieron una reverencia que me pareció un tanto exagerada.
Una mujer de contextura regordeta se acercó a mi con una amplia sonrisa.
—Unsere Prinzessin! Willkommen in Hamburg, mein Name ist Kaila und ich bin heute und morgen Ihre Beraterin (¡Princesa nuestra! Bienvenida a Hamburgo, mi nombre es Kaila y seré su asesora por hoy y mañana.)
La miré sin entender nada, me estaba hablando en lo que supongo que es alemán. Gerard se acercó a ella y le habló en el mismo idioma.
—Discúlpeme princesa, no sabía que no hablaba alemán —hizo una reverencia y sonrió avergonzada— soy Kaila Mann, estaré a su servicio los días que estará aquí.
—Mucho gusto —extendí mi mano—, soy Hayley Parker.
Ella se sorprendió por verme extender la mano, pero no me dejó así, porque la estrechó con una sonrisa, sonrisa que me estaba incomodando un poco. Siempre solía estar rodeada de muchas personas pero ella, me esta incomodando.
—Princesa Hayley ¿Quiere comer?
—Oh no —negué—, solo deseo un poco de café con leche, por favor.
—Enseguida se lo traerán.
Gerard y yo nos sentamos en unos pequeños sofá junto al enorme ventanal, podía ver la ciudad entera desde aquí. No me imaginaba a Alemania tan hermosa y con las calles tan limpias.
—Tengo un mes y medio para prepararla... —lo miré sin entender—, es domingo y hoy podrá descansar. El lunes tendrá dos horas de clases de Alemán y dos de francés por las tardes, el martes tendrá clases de etiqueta y modales, el miércoles tendrá que aprender algunas cosas sobre la realeza. Se sabe que no ha podido estudiar pero que es muy inteligente y podrá captar muy rápido.
De solo pensar en aprender nuevos idiomas, la cabeza me dolía.
—Haré lo mejor que pueda —sonreí a medias.
—Se que lo hará muy bien —sonrió—, viernes y sábados tendrá clases de equitación.
—No será necesario, se montar a caballo, trabaje un tiempo en un centro de equitación así que creo que no será un problema.
—Eso me alegra —sonrió aún más—, ahora... Vamos a cambiar un poco su forma de vestir.
—No se si eso sea buena idea para mí..
—Venga conmigo.
Caminamos hasta el otro lado de la suite, dónde habían algunas mujeres revisando un enorme guardarropa dónde las prendas se veían muy costosas, miré algunas con la marca Prada y Dior, otras con Balenciaga y Chanel, al igual que los zapatos que eran un poco altos, no habían zapatos bajos, botas o botines, todos eran zapatos de tacón medio alto.
Es demasiado lujo para mi, temo poder arruinar una de estas lindas prendas.
—Gerard, se muy bien que debo vestir como una princesa y esas cosas... Pero no me siento bien con faldas o vestidos, no es mi estilo, prefiero los pantalones —hice una línea con mis labios.
—Podemos descartar las faldas entonces —asentí—, pero los vestidos tienes que que usarlos porque si, ahí tienes muchos trajes para dama y vestidos no tan llamativos o vulgares.
—O sea que no puedo usar un vestido con lentejuelas, de cuero o cortos —asintió—, increíble —murmuré—, increíble que no pueda vestirme como quiera.
—Puede hacerlo, pero no bajo el ojo público, créame, la prensa querrá comérsela viva por cualquier cosa que haga, es mejor prevenir... Ya bastante hay con el príncipe —murmuró lo último.
Creyó que no lo escucharía, así que me acerqué a él.
—Explicame eso Gerard, no quiero sorpresas.
El suspiró —El principe Leon, ha dado de que hablar en el país todos estos años, tiene una muy mala reputación y eso todo el mundo lo sabe... Ha hecho de todo para que a las personas se les olvide y no sucede, tiene fama de ser prepotente y arrogante... Cuando su compromiso salga a la luz, todos querrán hablar sobre usted y podrían pensar que es como el.
Esto seria el colmo, tener que lidiar con un sujeto como el, mejor cambio el tema, ya pensaré qué hacer después.
—Entiendo —asentí— ¿Qué haremos ahora? La ropa me gusta solo un poco, pero por estos días quisiera usar botas o botines, algo cómodo para mí ¿Sí? —junte las manos en modo de súplica.
—Bien —negó riendo—, pero solo por esta vez, porque tiene que aprender a usar tacones, es la regla.
—No hay problema —sonreí—, ahora quiero ese café ¿Es bueno?
—El mejor.
Ambos nos sentamos de nuevo para tomar café mientras hablábamos de mis horarios, sinceramente no creía que podría hacer todo esto en un mes y medio, según me dijo Gerard, en un mes y medio me casaría con el, pero antes se iba a revelar el compromiso. En pocas semanas el mundo se iba a enterar de que yo sería la prometida del próximo Rey. Que locura.
(...)
Más tarde:
Habían pasado horas dónde pude descansar un poco, eran las tres de la tarde y debía estar en la sala de la suite para un cambio de look, del cual no se si sea buena idea porque no se que me harán.
Saqué unas cosas de mi bolso y ahí estaba la caja que me dió Raul, la abrí y ahí estaban todas nuestras fotos, siempre creí que sus besos y palabras eran sinceras, que me quería de verdad pero ya ví que jamás fue así, me sentía muy triste con solo pensar en las veces que se acostaba conmigo y después se burlaba de mi, de como le contaba sobre mis problemas con Lina y sus adicciones, de cómo lloraba en su hombro pensando que si me quería de verdad, pero jamás me amó, jamás lo hizo.
Y ahora estaría viviendo con un hombre que realmente no conocía personalmente, no sabía nada de el y muchos menos el de mi, sabía perfectamente que mi convivencia con el sería un infierno, aunque aun me faltaba saber el por que yo, me casaria con el.
Iba a salir de la habitación cuando escuché a las mujeres hablando, como buena chismosa que soy, pegué mi oreja en la puerta para poder escuchar mejor.
—No puedo creer que tengamos aquí a la princesa —una chica chilló emocionada.
—Silencio, sabes que debemos tener un perfil bajo hasta que se revele su identidad... Pero hablando en serio ¿Qué les parece la princesa?
Odio esa palabra.. No soy una princesa.
—La verdad me parece una chica bastante sencilla y es buena persona... Estoy segura de que el país la amará y todos estarán pendientes de ella y dejarán atrás al Príncipe, el podrá ser muy guapo, pero lo que tiene de guapo, lo tiene de arrogante y prepotente, además de Muy mal educado.
—Silencio, no debemos hablar de el así.
—Es cierto, a parte de que está con la hija del duque de Luxemburgo —la chica bufó—, que es igual o peor que el, me alegra que ella no vaya a ser su esposa ¿Se imaginan a Giselle cómo Reina de Alemania?
—Sería la ruina de este país, esa mujer le gusta el dinero y los lujos, por supuesto que todo el mundo lo sabe... Menos el príncipe, cómo está tan cegado de amor por ella, no se da cuenta de lo que sucede o hablan de ella.
—Cierto, hay muchos rumores de que ella es incestuosa —eso lo murmuró una chica—, se dice que se acuesta con su hermano y primo, aunque son solo rumores.
—Por esas cosas y muchas más es que los Reyes no la quieren como Reina —era la voz de Kaila—, menos de esposa para el principe Leon, el merece tener a su lado a una mujer digna de el y por supuesto del país, a alguien que sepa llevar las riendas y tener mucha inteligencia y capacidad para llevar el mando del país.
No creo que pueda hacer algo tan grande... No puedo manejar ni mi propia vida ¿Cómo esperan que lo haga con un país?
Entonces Leon Fischer, tiene novia... Ahora me odiara aún más.
Dejé de escuchar su conversación y salí de la habitación, por supuesto que se quedaron calladas al verme.
—Princesa Hayley ¿Desea algo?
—Uh si —asentí—, quisiera comer algo.
—Pues usted pida —sonrió Kaila— estamos a su orden.
—Quisiera solo arroz blanco con Pollo y una coca cola, por favor.
—Enseguida se lo traen -miró a una chica y le dió un asentimiento para después salir de la habitación.
Gerard entró con un hombre y dos chicas quienes traían bolsos en sus manos, el hombre estaba vestido con un traje rosa pálido y zapatos bastante llamativos. Parece un cazador de modelos.
—¡Dios mío! Es más hermosa de lo que me la describiste querido Gerard.
Se acercó a mi para tomar mis mejillas y mirar mi rostro. Traía un maquillaje muy chistoso y era pelón.
—Ojos azules perfectos, cutis limpia, nariz perfilada y labios de diosa... Eres perfecta —sonrió— ¿Eres rubia natural?
—Si, soy rubia natural.
—¡Por todos los Dioses del Olimpo! Me encanta —me soltó las mejillas—, no habrá necesidad de algún tinte, pero si de un tratamiento para darle más brillo a esa cabellera.
Su forma de hablar me causaba gracia, parecía francés.
—Esperen, ¿Van a cortar mi cabello? —pregunté un poco asustada, mi cabello es mi tesoro más preciado, estaba muy largo y no quería que fuera cortado.
—No princesita —sonrió el hombre—, solo serán las puntas. Ese largo es digno de una Rapunzel, sería una pena contarlo todo, por cierto, soy Antuan Belli, para servirle.
Hizo una reverencia bastante exagerada, yo queria reirme pero Gerard me dio una mirada de desaprobación.
—Un gusto Antuan, llámame Hayley por favor.
Ya estaba harta de "Princesa esto" "Princesa aquello" ya me estaba generando dolor de cabeza.
—Bien princesa Hayley, vamos con ese cabello.
Me hizo sentar frente a una mesa con un lindo espejo, las chicas sacaron muchísimos implementos para cabello, maquillaje y uñas, que por ahí empezaron. Antuan tomó una de mis manos para examinar mis uñas.
—¿Son naturales? —asentí— ¡Por Dios! —chilló agudo— para mí eres perfecta, tienes unas hermosas uñas, Flor, no cortes las uñas, solo lima un poco y ponle un tono marrón nude en sus uñas, hará un contraste precioso con su piel —la chica asintió.
Y así empezaron a hacerme tratamiento en las uñas de las manos y pies, la verdad se sentía muy bien, me sentía relajada, desde hace años quería hacer algo así pero no podía por falta de dinero, solo quería disfrutar del momento.
Antuan me hizo Skin Care en la piel y aún más en el rostro donde me sacaron las cejas con pinza y las dejaron preciosas, luego continuó con el cabello y como dijo, solo corto las puntas hizo un Wolf Cut largo y me gustó mucho como quedó mi cabello, mi cara se veía un poco distinta.
Y por primera vez, no odiaba al verme al espejo, no odiaba ver mi reflejo sin pensar en que me parezco a el, porque así lo decía Lina.
—Me veo hermosa... —susurré.
Anton colocó su mejilla con la mía y sonrió.
—Ya eras hermosa, ahora lo eres aún más... Fue un honor trabajar para ti.
—¿No te veré más?
—Claro que si, seré tu estilista personal, tu solo llámame y aquí estaré —sonrió—, nos veremos mañana de nuevo para enseñarte cómo debes maquillarte y peinarte ese hermoso cabello.
—Gracias Antuan.
—No hay de que princesita.
Recogió sus cosas y luego se fué, aún no dejaba de verme en el espejo, mi sonrisa era genuina, la más sincera que había tenido en años. Siempre odie mi reflejo, a pesar de que muchos me decían que era hermosa, yo no lo creia por que Lina se encargaba de decirme que yo me parecía mucho a el, a mi padre.
Gerard me vio y sonrió.
—Quedó preciosa, como toda una princesa.
—Gerard —me levanté—, estoy comenzando a odiar esa palabra, en serio.
—Lo lamento —bajó la cabeza mientras reía—, pero debe acostumbrarse, va a oírlo hasta que sea Reina.
—No puede ser... Me duele la cabeza con solo pensarlo.
Escuché a Gerard reír, yo también lo hice, se acercó a mi y tendió una caja rectangular, estaba con un moño rojo puesto.
—Ábralo.
Abrí la caja encontrándome con un teléfono avanzado, era el primer teléfono que tenía.
—Es un regalo de mi para usted —lo miré y sonreí—, podrá usarlo cuando quiera y llamar a quien quiera.
—Gracias Gerard.
Le di un corto abrazo, Gerard se ha portado bien conmigo, me agrada que esté aquí, así no me siento tan sola.
A partir de mañana mi vida comenzaría como una princesa y tendría que dar lo mejor de mi para estar a la altura de Leon Fischer, mi futuro esposo. No se de que sera mi vida cuando me case con el, pero lo que si sabía era que debía ser fuerte, por la fama que tiene Leon, debo mantenerme firme y soportar lo que mas pueda.
Hola lectoras de La Prometida del Rey, espero que esten bien y que hayan esperado nuevo capítulo, este ya esta corregido y con cositas agregadas.
No olviden dejar sus votos y comentarios.
Besos, Ross.
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