Capítulo 20.
Y aunque no siempre he entendido mis culpas y mis fracasos, en cambio sé que en tus brazos el mundo tiene sentido.
—Mario Benedetti.
Hoy iríamos a París para un viaje corto de tres días, mi madre fue la de la idea y yo estaba de acuerdo con la misma, este viaje serviría para limar todas las perezas y también reconciliarme conmigo mismo. Necesitaba un respiro para reflexionar sobre mi comportamiento en este último tiempo.
Hayley estaba emocionada por ir, la entiendo, es la primera vez que iba a conocer París, ya tenía un horario para llevarla a los mejores sitios y restaurantes, también la seguridad porque esta más que obvio que no nos iba a dejar En paz la prensa en nuestra estadía en Francia.
—A ver.. Me estas diciendo que quieres conquistarla —asentí—, no puedo creerlo.
—Abel, estás buscando que te despida.
—No puedes hacerlo, soy tu único amigo.. —rió.
—Si puedo, ya basta con molestarme sobre lo de Hayley.
—Pero Leon.. Es algo difícil de creer, hace poco estabas muriéndote de amor por Giselle y ahora quieres ir por Hayley.. ¿No estás tramando algo?
—Ya basta Abel, no estoy tramando nada —dije molesto—, estoy consciente de que no me he portado bien con ella.. Y por eso quiero remediarlo, ella es una buena mujer, quiero tenerla conmigo.
—Me suena más un capricho de tu parte, Hayley no es un juguete que puedas desechar cuando te aburres de él —se sentó frente a mi—, no la ilusiones si vas a lastimarla.
Esa no es mi intención, yo mismo quiero que ella vea la persona que fui hace tiempo, no quiero que siga creyendo esas cosas de mi, ella realmente me gusta y lo comprobé anoche cuando la besé.
—Voy a ir en serio con ella Abel, no diré más.
—No voy a interferir ésta vez, lo dejaré en tus manos Leon, si vas a ir en serio, tratala bien, respetala y sobre todo dale su lugar como tu esposa —se levantó—, el avión estará en una hora.. Por cierto ¿dormirán en la misma habitación?
—No —negué—, estará al lado de la mía, lo menos que quiero es incomodarla.
—Bien hecho Leoncito —rio y yo lo miré mal— oh vamos amigo, el apodo te queda.
—Lárgate antes de que te lance una botella.
—Vendré por ti en media hora —rió.
Asentí y el salió de mi despacho, era la hora del almuerzo y tenía que ir al comedor a almorzar con Hayley, algo que últimamente me encantaba hacer.
Salí rumbo al comedor donde ella estaba colocando la mesa junto a la chica del servicio, estaba con un lindo overol rosa, y una blusa debajo de él, hoy hacía un poco de calor en la casa, las ventanas estaban abiertas dejando entrar la brisa. Hayley se veía muy bonita.
Pensaba en ese beso, no pensaba hacerlo, iba a besarle la mejilla pero no me pude resistir a besarle los labios, fueron mejor de lo que imaginé. Sentir sus suaves labios.. Fue fantástico.
—¡Leon! —salí de mis pensamientos cuando escuché a Hayley.
—Perdón ¿que decías mi amor?
—Que si.. Que si vas a querer ensalada —sus orejas se pusieron rojas al igual que su nariz.
—Por supuesto.
Me senté en la cabecera del comedor y empezaron a servir la comida, todo se veía muy bien, le pedí a los del servicio que se retiraran, hoy quería comer con ella solos.
—En una media hora más o menos Abel vendrá por nosotros —asintió.
—Estoy emocionada por conocer Francia —sonrió— ¿me llevaras a algunos sitios?
—A los que desees, tenemos tres días solamente, haremos lo que quieras —sonrió emocionada— por cierto, dormiremos en habitaciones separadas pero en el mismo hotel.
—Está bien, lo aprecio..
Terminamos de comer y ella se fue a su habitación a cambiarse, el clima en Francia sería algo frío así que podrá usar abrigos. Ya con mi maleta lista me acomodé el traje para esperar a Abel.
Estaba un poco ansioso por éste viaje, tengo muchas cosas planeadas para hacer allá, también una sorpresa en su habitación que espero que le guste y más le vale a Abel no arruinarlo, soy capaz de despedirlo en serio.
Abel ya había llegado y subieron mi maleta, me quedé esperando a Hayley.. Quien venia bajando con un lindo traje y el cabello recogido, hermosa.
—Estoy lista —entregó su maleta— gracias.. ¿Nos vamos?
—Claro —ella asintió y entró al auto.
(...)
París, Francia.
Habíamos llegado a París en dos horas, el vuelo fue rápido y sencillo, Hayley estaba ansiosa por llegar y yo por enseñarle el país.
Ya el Jet había aterrizado y estaba la seguridad esperando, Joder.. ¿Que hacen los reporteros aquí?
—Abel —lo mire esperando una respuesta.
—No se cómo se enteraron su majestad.. Pero ya lo voy a solucionar.
—Más te vale.
—No seas tan duro Leon —negué—, no es su culpa.
—Ella si me entiende —bajó del avión.
Tomé mi abrigo y Hayley se puso el suyo, salí primero y le tomé la mano para que bajara conmigo, sentí como la apretó con fuerza, todavía no estaba acostumbrada a ver tantas cámaras y personas gritando su nombre. Ya después de bajar del avión por completo ambos saludamos a los reporteros, no íbamos a dar ninguna declaración, se supone que ésto sería un viaje en secreto.
Imbéciles.
—Bien su majestades, ya todo está arreglado, pero irán en autos diferentes.
—No —dijimos Hayley y yo al unísono rápidamente.
—No voy a dejar que se vaya en un auto a parte, ella viene conmigo y se va conmigo.
—Está bien su majestad.
Ambos subimos al auto y éste arrancó directamente hacia otra dirección ¿Que carajos?
—Abel qué demonios está sucediendo.
—El hotel donde se iban a hospedar esta minado de reporteros, algunos se colaron dentro del mismo, sería un peligro dejarlos en ese lugar. Me tomé el atrevimiento de alquilar una casa en las afueras de la ciudad, está bastante escondida y tiene mucha seguridad.
Genial, se me daño por completo el viaje.. Esta era una de las cosas que detestaba de pertenecer a la realeza, no tenía libertad al cien por ciento, tampoco privacidad, éste no era el plan, yo no iba a hacer esto así..
Sentí como Hayley tomó mi mano y empezó a acariciarla con su pulgar.
—Tranquilo ¿si?
—Pero es que yo no planee esto así —le susurre—, la idea era salir de paseo sin ser molestados, pero al parecer alguien soltó la lengua y se estropeo todo, lo lamento mi amor.
Ella desvió la mirada.
—No te preocupes, buscaremos una solución ya verás pero de que salimos, salimos —sonrió.
—¿Que tienes en mente?
Ella sonrió pero luego empezó a hacer una mueca de dolor.
—Hayley ¿que pasa?
—Me duele.. Me duele aquí —se empezó a torcer—, mi estómago duele mucho..
—Abel, al hospital rápido.. —hable totalmente asustado— calma mi amor.
—¡Rápido! —exclamó mientras lloraba— me duele mucho..
—Al hospital —lo escuché hablar a través del radio—, la princesa se siente muy mal.
Los autos tomaron un camino distinto para llegar al hospital, Hayley mientras tanto seguía llorando y tomando su estómago, se veía que le dolía mucho, yo estaba dándole masajes a su espalda sin saber si eso serviría, tantos años aprendiendo de todo y no se me ocurrió aprender primeros auxilios, gracias padre.
Ya llegando al hospital, Abel baja junto al chófer para buscar a los médicos y una camilla para Hayley, ella alza la cabeza y se pasa para el asiento del chófer y empieza a arrancar el auto a toda velocidad.
—¡¿Que haces Hayley?! ¡Nos vamos a matar!
—Joder yo no se manejar.. —estaba asustada— ¿como carajos freno esto?
Ella pisó el freno y el auto se detuvo de golpe yo me golpee la frente.
—¡Hayley! ¿Estas bien?
—Si estoy bien, no me golpee.. Ay mierda, tu frente.
Se pasó al asiento del copiloto y se abrocho el cinturón.
—¿Que esperas? Maneja lejos de aquí Leon.
Me pasé como pude para el asiento del chófer, me coloque el cinturón y empecé a manejar, Hayley empezó a reír como loca.
—Eso fue increíble —reía—, por un momento me creí Toretto y saldría volando con todo y auto.
—No te rías, no fue gracioso.. Casi me da un infarto ¿por que hiciste eso?
—Para librarnos de ellos, no es justo que me hayan echado a perder mi viaje —buscó detrás de ella su bolso—, por suerte tengo algo aquí.
Sacó una peluca de su bolso, un par de lentes junto con una gorra de color negro. Se empezó a recoger el cabello y se puso la peluca de color negro.
—¿Y? ¿Cómo se me ve?
Solté una carcajada.
—Te vez horrible —ella abrió la boca indignada— es la verdad.
—No te rías mucho Leoncito porque tengo algo para ti también —saco un bigote falso del bolso.
—Oh no Parker, ni creas que usaré ese gato en mi cara, olvidalo.
—Tienes que hacerlo Leon, es la única forma que no nos reconozcan en la calle —sonrió— estaciona en un lugar y te ayudo a ponerte el bigote.
Zeus, dame fuerzas para hacer esta tontería que planea mi esposa..
Hola mis lectorxs aquí tienen su hermoso capitulo, espero que les haya gustado ☺️✨ si es así, no olviden dejar sus votos y comentarios lxs leo.
Besos, Ross.
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