Capítulo 12.

 La envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come.

—Francisco de Quevedo.

Dos semanas después.

Habían pasado dos semanas desde que tuve aquella pelea con Leon, desde aquella vez no volvió a acercarse más a mi y así lo prefiero, creí que llevaríamos la fiesta en paz pero no.

Prefirió irse con Gisselle aquel dia y no hablar conmigo al respecto, crei que habian terminado.

Estas dos semanas he estado yendo a eventos y reuniones, como lo esperé, todos hablaban de mi y Leon Fischer pasó segundo plano, las personas hablaban sobre lo bonita que era o de donde provenía, también era de esperarse que inventaran chismes sobre mi vida personal.

Cuando dijeron que había nacido en Austria.

La vez que cene con el príncipe de Inglaterra.

O que el emperador de China es mi amigo.

Siempre que leía esas cosas, me reía mucho porque me causaba gracia leer todos esos comentarios falsos sobre mi, según Gerard eso era bueno, que al menos no me inventaron un embarazo o un matrimonio anterior.

Estaba arreglando mi vestido para ir al cóctel, hoy era la inauguración de la sala de abuelos con alzheimer, éste era un proyecto que me emocionaba mucho porque amo a los abuelos, son tiernos aunque me entristecía saber que la mayoría que está ahí dentro los han abandonado sus familias.

Pensaba mucho en Lina, no la quiero pero, se que jamás podría abandonarla a su suerte, los gemelos y yo somos lo único que tiene.

El vestido que usaba no era feo, me gustaba como me quedaba, aún me aturdía un poco mirarme al espejo encontrando algún defecto, cada vez que lo hacía me atormentaba con pensar en que me parezco al hombre que embarazo a Lina y se fue. Por eso es que ella me odia tanto.

—Lista Hayl, tienes que dar tu mejor sonrisa.

Tomé el pequeño bolso con lo necesario y salí de la habitación, cuando estaba por bajar, me encontré a Leon en el pasillo.

—¿Podemos hablar un momento? —preguntó.

Su tono era distinto de hace unos días. Asentí esperando que hablara.

—Solo diré que lamento haberme ido asi la otra vez, no debí haberlo hecho. 

Pasó por mi lado sin esperar una respuesta, menudo tonto. No se que demonios le pasa. 

Tomé aire y bajé hasta la sala donde estaba esperando Abel para dar indicaciones. Desde que estoy aquí Abel no ha hablado conmigo yo solo espero que no sea igual de idiota que su amigo.

—Su majestad —hizo una reverencia—, el auto esta listo.

El solo asintió y salió de la casa y por supuesto que iba detrás de él.

Subimos al auto para así arrancar hasta el centro de adultos mayores donde se haría el coctel. Cada vez que salíamos en auto siempre era en silencio al igual que las comidas, hubiese preferido encerrarme y no verlo pero tengo que afrontar las cosas con mucha madurez, algo que le falta mucho a él.

Cuando llegamos al evento habían muchos reporteros tomando fotos y como siempre se debía hacer, tenía que tomar la mano de Leon para poder entrar a los eventos que se harían, a mi me daba igual pero a el le molestaba hacerlo, pero debía guardar las apariencias delante de sus padres.

Al entrar estaban muchas personas importantes, como el alcalde y gobernador, algunos cenadores, empresarios y los reyes, el lugar estaba muy lindo y decorado acorde a la ocasión, ambos caminamos hasta los reyes quienes estaban charlando con el gobernador.

—Llegaron —la Reina como siempre con una sonrisa hermosa—, el evento está por comenzar, Leon dará algunas palabras.

Como siempre, soltó mi mano de forma brusca y se fue hasta el podio donde se arreglo su traje azul y sonrió.

Al verlo sonreír de esa forma me hizo ver cuán distinto se veía al verme, su sonrisa parecía genuina y sincera, nada forzosa hasta su rostro se veía distinto ¿Cómo puede verse tan atractivo y ser un hijo de puta? No lo entiendo. Lamentablemente su personalidad lo hace ver como un animal.

Al hablar lo decía con tanta emoción y devoción que me hizo pensar lo falso que era y cuánto odiaba estar en eventos como éste, siempre lo escuchaba quejarse de ir a eventos de caridad y fiestas, decía que las odiaba pero aquí estaba, con su mejor máscara.

Me aparté un poco de las personas, me sentía muy aturdida con tantos flashes y murmullos, salí al jardín donde habían algunos abuelitos jugando a las cartas y otros a las damas, se veían contentos, algo que desearía con mi alma.

—Princesa Hayley.

Me giré al escuchar la voz de una mujer, era ella, Giselle, estaba aquí... Pero que descarada es.

—¿Usted es? —pregunté. 

—Bien sabes quien soy querida.

—Antes que nada, debes llamarme Princesa o su alteza, me parece una falta de respeto de usted hacia mi señorita... Recuerde que soy la esposa del futuro Rey.

Me encantó borrarle esa estúpida sonrisa del rostro, no entiendo que hace ella aquí.

—No eres tan bonita como lo dice la prensa —rió—,  siempre exagerando.

—No me fijo en lo que habla la prensa... Ahora ¿podría decirme quien es?

—Soy Giselle... —la interrumpí.

—¡Ah! La ex novia de Leon, vaya que si tienes muchas agallas en aparecerte por aquí, ya no eres bienvenida en ningún evento.

—Claro que si querida —sonrió con arrogancia—soy la hija del duque de Luxemburgo, estoy invitada a todos los eventos que se hagan por parte de la corona.

Me dio igual sinceramente, yo planeaba disfrutar del evento y los abuelitos, no pensaba amargar mi día con ella.

Leon llego hasta nosotras, evidentemente no sabía que ella estaría aquí. 

—¿Te está molestando? —me miró. 

—No querido, hablábamos sobre cosas sin sentido —respondí con calma. 

La verdad es que Giselle tiene de hermosa lo que tiene de víbora y es mucho... Por más elegante que parezca no le quita lo corriente que es. Me encanto de que Leon haya venido a mi y no a ella.

—Leon ¿que pasa? —lo miro— ¿Por que estas haciendo esto? 

—Estoy en un evento con mi esposa —respondió bruscamente—, no entiendo que haces aquí, habíamos hablado de esto Gisselle. 

Fui hasta una mesa para tomar una copa de champán, necesitaba relajarme después de ver a esa mujer aquí, había quedado en que nada lo arruinaría, pero por lo visto no funcionó. 


Más tarde.


El evento transcurrió de forma espectacular, los abuelos estaban contentos con su nueva área, ésto si lo disfrutaba. Leon estuvo a mi lado algunas veces, pero luego se fue sin decirme nada. 

Estaba esperando a Leon para poder irme, pero el idiota no aparecía. No quiero ni saber en dónde está. 

—Abel ¿Dónde está Leon? —me acerque a el. 

—Princesa... El se fue —dijo nervioso—, hace media hora exactamente.

—¿Y hasta ahora me lo dices? Esta con esa mujer ¿Cierto? —pregunté molesta.

El asintió apenado, me subí al auto molesta y azote la puerta con fuerza, le pedí al chofer que me llevara a la casa, me estaba dando un dolor de cabeza de la Putisima madre que sentiría que vomitaria en cualquier momento.

Casi una hora después llegué a la casa y ya era de noche, cuando entré una de las chicas de servicio me estaba esperando en el recibidor.

—Señorita Hayley, tiene una visita.

Fruncí el ceño —¿Quién?

—Está en la sala, lleva esperando por horas.

Asenti y fui hasta la sala, me quedé estática al ver a Ryan sentado sobre el sofá mirando su teléfono, cuando me vio se levantó.

—Babe.. —sonrió contento.

La jodida mierda..



Hola lectores espero que esten bien, les dejo un capítulo de la Prometida del Rey, es bastante cortito pero importante, espero que les guste. No olviden dejar sus votos y comentarios. ✨

Besos, Ross. 

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