𝙲𝚊𝚙𝚒́𝚝𝚞𝚕𝚘 𝟸 𝙻𝚘𝚋𝚒𝚝𝚘

Temprano en la mañana del día siguiente se preparó el carruaje para que los príncipes pudieran partir junto con sus sirvientes de confianza, obviamente Noah iría con Aiden y Elio no quiso decir quién iría con él como su acompañante, al menos hasta que vieron a uno de los caballeros con una maleta y a lado de él estaba el príncipe mayor.

Aiden se sorprendió aún más cuando su hermano se acercó con el hombre.

—Te presentó a Jake, uno de los caballeros de la primera línea y además buen amigo mío, ten en cuenta que aunque seamos buenos defendiendonos necesitamos a alguien más, sobre todo si llevamos a alguien que no sabe mucho de magia. —Elio dirigió su mirada a Noah.

—Si lo dices por Noah, no es lo que tu crees. —Aiden intentó explicarle, además de darle más reconocimiento a quien es su mejor amigo.

—Aún así, mientras más personas con experiencia mejor.

Aiden sospecho que algo andaba mal, su hermano normalmente es serio con otras personas pero en su presencia siempre fue más sonriente y amigable, quiso hablar con él pero pensó que tal vez no era el momento, prefirió esperar a subir al carruaje, sus acompañantes irían detrás de ellos en otro carruaje por lo que sería la mejor oportunidad.

Partieron después de despedirse, pero por un buen rato Aiden no dijo nada, se sentía patéticamente intimidado por el silencio.

Prefirió posar su mirada en el camino, pasaban por el bosque y ya habían salido de Hestia y aún faltaban horas para llegar a su destino.

Miro de reojo a su hermano y pensó:«Se ve muy serio, me pregunto si lo que dije lo molesto, aunque de cualquier modo debía enterarse».

Volvió su mirada al bosque, interrumpiendo sus pensamientos ya que vió algo inusual.

—Deténganse. —ordenó y cuando el carruaje estaba quieto Aiden salió corriendo de este, sorprendiendo a su hermano mayor.

—¿¡Aiden, a dónde vas!? —le gritó, pero su hermano no se detuvo.

Elio se quedó ahí decidiendo si era buena idea seguir a Aiden o quedarse y esperarlo.

—¿Qué sucedió, Alteza? —preguntó Jake que se acercó a ver la situación.

—Aiden salió corriendo del carruaje, ayúdame a buscarlo.

—Claro Alteza, usted quédese aquí. —le sugirió el caballero para luego adentrarse al bosque.

—Eso no va a funcionar. —habló Noah detrás de él.

Elio se desconcertó y preguntó:¿A qué te refieres?

El chico de ojos morados metió su mano en su ropa para mostrarle al príncipe un collar con un cristal.

—Es un-

—Un cristal simulador de la unión Raabta. —Completó. —No hay muchas cosas que pueda hacer como la verdadera unión, pero me ha ayudado a encontrar a su Alteza a lo largo de los años. —Noah dirigió su mirada al cristal para luego acercarlo a su boca y susurrarle unas palabras.

Elio solo miraba y pudo ver un rastro de magia salir del cristal.

—Sigamos el camino, ahí debe estar el príncipe.

El mayor de los príncipes asintió y empezaron a caminar siguiendo aquel rastro.

Mientras que el príncipe Aiden terminó por encontrar el final del rastro que había seguido, se recargo en el gran árbol que había.

—Vaya destino al que me he encontrado. —murmuró.

—El destino debió traerte aquí por una razón.

Aiden vió del otro lado del árbol una silueta y quiso acercarse para revelar al misterioso dueño de la voz que acababa de escuchar.

—No te atrevas, no me gusta que las personas me miren.

Con eso Aiden se detuvo en su lugar y volvió a acomodar su espalda contra el tronco.

—¿Tu eres el dueño de este rastro de magia? —preguntó curioso.

—Si lo soy o no, ¿Qué tiene de diferencia?

—Es magia muy poderosa y tomando en cuenta que el rastro termina aquí y eres el único aquí…

—No es mi magia, chico misterioso, ¿Tienes nombre?

—Soy… Aiden, solo Aiden, ¿Y tú?

—¿Yo? Soy un alma sin rumbo ni nombre, nombrame como gustes.

Aiden no lo veía pero sabía que la persona del otro lado del árbol estaba sonriendo.

—¿Qué haces aquí? ¿Viajas? —preguntó el príncipe.

—Se puede decir, estoy en busca de la cura que me ayudará a restaurar mis poderes.

—Ya veo…

—El poder mágico no lo es todo, cuando sabes lo que es no depender de ellos todo el tiempo aprendes muchas cosas, sobre todo descubres cosas de ti mismo así que no duele tanto no tenerlos, pero quiero recuperarlos para proteger a los que amo.

—Entiendo… es difícil nombrarte de alguna forma.

—Me gustan los lobos, podrías ponerme un apodo.

Aiden puso su mano en su barbilla pensando, hasta que chasqueó los dedos.

—Lobito.

El silencio se hizo presente y luego la risa del chico sin nombre.

—Que infantil, ¿Qué edad tienes?

—Eso no te incumbe, además, seguramente soy mayor que tú. —Se cruzó de brazos con indignación.

El silencio volvió pero esta vez la voz del joven misterioso estaba más cerca.

—Está bien. Lobito es un buen apodo. —Su voz estaba cada vez más cerca que Aiden estaba seguro que podría verlo en cualquier momento por lo que se recostó en una parte del tronco levantada para poder voltear un poco la cabeza y sus ojos miraron a otro lado.

—Al menos ya sé cómo llamarte. —sonrió nervioso.

—Tienes razón. —El “Lobito” se acercó aún más al joven príncipe y le susurro:Nos veremos de nuevo, muy pronto… Alteza.

Los ojos de Aiden inmediatamente se giraron a mirar a donde estaba la voz pero ya no había nadie. Se levantó del tronco para buscar alrededor pero no había rastro de otra persona.

—¡Alteza!

Aiden se giró hacia de donde provenía la voz.

—¡Alteza!

Al escuchar ese segundo llamado pudo descubrir que era Noah quien le llamaba por lo que camino para alcanzarlo.

—Aquí estoy.

Para su sorpresa cuando se encontró con Noah también estaba su hermano mayor con él.

—Vaya, ver a mis dos personas favoritas juntas es algo hermoso. —sonrió alegremente. —Por cierto, ¿No vieron a otro chico?

—¿Otro joven? No, Alteza. Mejor vámonos, se nos hará tarde para llegar a Aranya

—Si, vámonos. —Aiden miró hacia atrás de él mientras caminaba. «Espero poder encontrarlo», pensó.

Su camino se reanudó pero el joven príncipe no pudo dejar de pensar en eso, tenía mucha curiosidad y su hermano mayor también ya que no entendía nada de lo le pasaba a Aiden.

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