Empezar por complicarlo todo
Prólogo: empezar por complicarlo todo
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Sus piernas flaqueaban de los nervios, sus manos sudaban, el cuerpo le tambaleaba. Pálida de su brillante piel, los nervios la comían de arriba abajo.
—¿Y bien? —rompió el silencio, indiferente.
Bajo una reñida lógica, no era un no. No podía hacer más. Por más que quisiera no podía meter en problemas a su padre Shikaku, a los clanes ni a ella.
Debía ser firme, renegar esas hostiles mariposas de su estómago cada que ella se le ponía enfrente. Luchar contra sus deseos internos, con lógica, con tal de no caer en arrebatos como los últimos, de pasar esa franja diminuta que los separaba pasionalmente. Luchar contra eso fue muy difícil. ¿Por qué se había permitido romper esa pared que dividía al clan Nara de esa forma con el Yamanaka?
Esa regla indirecta que Shikamaru e Ino tenían consigo mismos se rompió sin saber que, en realidad, para sus clanes sí era una muy directa y delicada.
—¡Contigo no se puede! —objetó, molesta. Nara seguía con su semblante serio, mas no podía mantenerse tanto tiempo así y fingir que lo que pasaba con la rubia no le importaba —. La única razón por la que te confieso esto es porque no quiero cargos en mi consciencia o que te enteres por otro lado, Shikamaru —inició, agitada. ¿Cómo decir algo como lo que estaba por salir de su boca?
Quería hallar la manera adecuada de aminorar el golpe, de que no se sintiera tan perjudicial. Afectarlo estaba fuera de sus propósitos. Le calaba en el alma tener que meter a Shikamaru en una situación tan problemática, esas de las cuáles rehuía tanto.
Su cabeza lógica —como la de él, ¡irónico!— le decía que no era solo su culpa. El corazón, por otro lado, atacaba contra sí misma queriendo evitar todo este lío. Por él. Únicamente por él. Quizás lo adoraba demasiado para haber pensado en llevar la mira social sola. ¿De dónde había agarrado esa fuerza? La respuesta, irremediablemente, era él.
—Ino... —su punto se quebraba con lentitud tras ver tanto nerviosismo recorrer el cuerpo de Ino. Se rompía en pedacitos, ¡un shinobi debía fingir mejor que esto!
—Maldita sea, estoy embarazada —cerró los ojos con fuerza y giró su cabeza. A toda costa evitaba encontrar la expresión de Shikamaru, la quería repeler, no memorizar ese detalle nunca.
¿Qué decía? Como continuar cuando todo el aire contenido salió de sus pulmones sin un poco de reserva para oxigenar su dotado cerebro.
Para ser el mayor de los genios, había cometido la mayor idiotez.
Al extender el momento incómodo, Ino se armó de valor y enfrentó la mira de Shikamaru. Seria, pensativa, el ceño ligeramente elevado —no de enojo, así era él—.
—La verdad no espero nada de ti, Shika —pronunció, como casi todas las veces que una comunicación se daba entre ellos —. Quería que supieras, pero yo también sé que esto es... problemático —finalizó, con hartazgo en esa palabra. Igual no había definición más idónea que esa. Problemático —. Es mejor seguir como quedamos. Tú por tu lado y yo por el mío —concluyó la rubia.
—Lo que propones es ridículo, Ino —confrontó él, serio. Hasta cierto punto, inexpresivo. Es que su lógica decía que debía estar sumamente estresado. Su lado sentimental, el ridículo y fastidioso, decía que debía estar feliz.
Pero la lógica y el sentimiento coincidían con una sola cosa ahora: miedo.
—¡No estoy para tus malditos insultos, vago! —arremetió ella, alzando su puño.
El castaño, de pronto, conectó con la realidad. Ahora sí estaba muy furioso.
—¿Desde cuándo sabes que estás embarazada? —inquirió él, intentando imitar la serenidad —, no hace mucho fuiste a una misión...
—Una misión de rango C. Es lo que mi cargo chūnin me permite hacer —contestó ella, con obviedad.
—Mujer problemática —gruñó, enfadado —. Eso es muy imprudente de tu parte, Ino.
—¡No era nada de mucha importancia! Solo fui de apoyo y paralicé al bandido con mi jutsu. ¡Nada terrible pasó!
—Y dejaste caer tu cuerpo, ¿no? —Ino no pudo responder. Shikamaru lo contestó solo.
El Nara oprimió el inicio de su nariz. Ino no dejaba de sorprenderlo nunca, ni por un solo segundo lo dejaba descansar de preocuparse por ella.
—Tienes que ir al hospital entonces, problemática —la jaló con poca fuerza del brazo, dispuesto a acompañarla a una buena revisión.
En instantes, la problemática de los clanes se encogió. No había más mundo en su cabeza que no fuera Ino y la criatura que cuidaba en su vientre.
—Basta, ¡Shikamaru! —se zafó del agarre —. ¡Estoy perfectamente bien! Yo hice lo que tenía que hacer desde el primer momento en que me enteré.
Ahora su destreza mental funcionaba a la perfección, mucho mejor que rato atrás.
—Ino, si alguien más sabe de esto antes que yo, te juro que me voy a enojar mucho contigo —aseguró el Nara, intimidante.
Nuevamente, no había respuesta ante eso. Decir mentiras a no decir nada, mejor quedarse callada.
—Sakura —susurró, aunque muy audible para que Ino corriera tras de él queriendo evitar que confrontara a su amiga en el hospital de Konoha.
Corrió todo lo que su estado entero le permitió. Shikamaru había corrido como nunca, en verdad, ¡nunca! Todos sabían que él no realizaría esfuerzos innecesarios.
Aunque lo pudo visualizar justo fuera de la sala de ginecología, no lo atrapó. El Nara cerró la puerta tras de sí, viendo a una confundida chica de pelo rosa.
—Shikamaru, ¿en qué te puedo ayudar? —saludó ella, verdaderamente inocente, amable.
—Tsk. Sakura, no me quieran tratar como un idiota porque no lo soy —aseguró, irritado.
La aludida ahora se cruzó de brazos, mostrando su molestia en el marco de sus ojos. A juzgar por el tonito del Nara, seguramente ya entendía de qué se trataba.
—Claramente no lo eres, Shikamaru —relajó su expresión. Las palabras funcionaban con más exactitud que un gran golpe —, por eso mismo me sorprende que el hombre más inteligente de Konoha olvidara algo tan básico como el condón y, en todo caso de no usarlo, no esperar algo tan lógico como un embarazo —sonrió la chica, provocando un enrojecimiento en el rostro del moreno.
—Como sea —bajó la mirada y cruzó sus brazos —. No estoy contento de que Ino hablara primero contigo antes que con el responsable de esto.
—No tiene que gustarte. Alguien que gesta primero debe estar cómoda consigo misma y luego rendir cuentas a los demás —Sakura lo miraba con reproche. Ino le había advertido que Shikamaru ignoraba mucho las emociones, más aún, siquiera entendía algunas —. Además, ustedes no tienen grandes noticias por parte de sus clanes.
—No —enfrentó, apenado.
Si lo analizaba más a fondo, era cierto. Tenían mucho peso encima de los hombros.
—¿Pero ni a la Hokage, Sakura? —repeló el varón, inconforme —. Ino no ha finalizado su oficio por incapacidad.
—Tampoco estuve de acuerdo, pero ¿cómo convencer a la cerda? Tú sabes lo terca que es —sonrió —. Además, la entiendo. Su situación es delicada. Informar a la Hokage es exponer el caso. Podría llegar a oídos de sus clanes. Ella habría tenido que colapsar con todos y no era justo —informó, firme —. Así que la convencí de decírtelo porque se negaba a perjudicarte.
Shikamaru se quedó helado, con su corazón palpitando tan aceleradamente qué ni sentía respirar.
—Simplemente no estuve de acuerdo. La gente hablará, si lo hace, que sea de ambos.
A pesar de que le hubiese gustado ser el primero en saber, entendía por qué la información debía viajar antes por Sakura. De no ser por la kunoichi, Ino no tendría el valor de encararlo.
Él había sido muy claro. La quería lejos. Evitar confusiones, arrebatos, caricias, problemas...
—Por cierto, guardé esto —le entregó un sobre —. Lo conservé porque creí que terminaría siendo el padre de ese bebé —confesó, emocionada. Eventualmente —siempre— tenían sus arranques, pero eso no le impedía ver lo mucho que apreciaba a la Yamanaka, por ende, el bebé de Ino era deseado hasta por ella —. Es una fotografía del eco, una copia de la prueba de embarazo vía sangre y estudios médicos para observar la salud de Ino. Está baja de peso, no es nada grave, solo debe comer más.
Sakura era problemática. Ino era problemática al cuadrado. Dos mujeres las cuales jamás iba a comprender. No entendía la timidez de Hinata, no entendía la irritabilidad de Tenten, ni hablar de la kunoichi de la arena y su autoestima estrepitosamente alta. Tampoco entendía que Sakura estuviera enamorada de un arrogante como Sasuke —ni de Ino en su momento— y menos entendía que Ino fuese tan explosiva. Las mujeres eran problemáticas por naturaleza. E Ino, siendo ya problemática, había decidido ser la mejor némesis de la tercera mujer más problemática en Konoha —pues el segundo puesto era su madre quien competía muy seguido con la Yamanaka por el primer puesto—.
Estar aquí implicaba seguir un camino de dificultades, sin embargo, su organismo se sentía más tranquilo de contar con los datos médicos de Ino.
Se despidió con una mejor cara de la ninja médico. Al salir, creía que encontraría una rubia muy enojada. Seguramente con lo impaciente que es se hartó porque ya no estaba.
Positivo para él, así tendría tiempo de mirar el sobre. Con la prueba en manos, refunfuñó para sí mismo.
El enojo se apoderó, sacando esa tonta cajetilla de cigarros para depositarla en la basura.
La Yamanaka tenía unos tres meses de embarazo, ya lo esperaba. Sabía perfectamente cuáles fueron las fechas exactas para esa concepción. El día exacto en que ambos perdieron la inocencia, el único día que pudieron conocerse de esa forma antes de que sus futuros se quebraran. Porque después de ese no pueden estar juntos la pasión debía ser ignorada.
Y en medio de esas confrontaciones que no aceptaba Ino, él trataba de fingir desinterés.
Un par de días era habitual encontrarse en Konoha, casi a diario. Pasaban de un lado a otro, sin inmutarse. Como si no se conocieran de toda la vida.
Ella se hartó.
—Yo no puedo creer lo fácil que es para ti fingir, Shikamaru —señaló, pudriéndose de coraje.
—No finjo, Ino. Obedezco mi deber y ya.
Con ganas de quitarse de encima el aroma a lavanda cercano que penetraba con firmeza sus fosas nasales, encendió un cigarro. No solo para que ese delicioso aroma se fuera, sino también ella.
De lo contrario, sabía lo débil que era.
Logró su cometido de ese día. Perforó a Ino con el humo de su cigarro, haciéndola tener náuseas en el momento para ignorarlo más tiempo.
Su maldita adicción la podía poner en mucho peligro. Cuan inconsciente era.
Igual, el conocimiento ya hacía presencia en su mente. Tenía que cuidarla.
¿Cómo empezaron por complicarlo todo?
Tengo el capítulo terminado desde hace ratote, con muchas ansias de querer publicarlo pero no lo hice porque antes quería tener los separadores y el banner hechesitos jaja.
Espero les guste. Llevo ya un ratillo sin escribir así que imagino estoy bien oxidadota para la belleza de la escritura ddd. Les dije que empezaríamos de lleno con el drama JSAJJSAJSA nombre si vieran todas las ideas que he tenido, ya hasta tengo una historia alternativa de cómo serían las cosas si no pasaban como en esta historia, y otros dos one-shots inspirados en música que también quiero hacer.
Creo que no diré más por ahora.
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