De regreso a la problemática realidad
Capítulo 2: de regreso a la problemática realidad
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No dejaba de seguirla a todos lados. Esto la estaba asfixiando. Optó por ignorar la presencia del Nara. Caminaba de un lado a otro en ese amplío pasillo. Raro que Shikamaru estuviese tan callado.
—Ino, haces que me duela la cabeza.
Se dio el comentario que esperaba. Le recriminó con la mirada.
—Nadie te ha pedido que vinieras —se cruzó de brazos —. Quería hacer esto sola. Se me cae la cara de vergüenza con Kakashi-sama.
Shikamaru rodó los ojos.
—De todas formas te preguntaría el nombre del padre. No es como que hayas quedado embarazada tú sola, problemática —comentó, con obviedad.
Pese a que el muchacho argumentó algo válido, Ino no tenía ganas de discutir con el genio. Bastantes problemas cargaba sola aun cuando Shikamaru la fuese a apoyar en la crianza.
—Ya. Deja de hacer eso —reclamó ella.
—Tsk. ¿Hacer qué?
—No tienes que fingir que te preocupo. ¡No es necesario! —Shikamaru frunció el ceño. ¿Es cierto lo que le decía? —. Tu única participación aquí es como padre. ¡No somos pareja! —replicaría, de no ser porque ella no lo dejó continuar —. Te recuerdo que los clanes impiden una alianza matrimonial entre tú y yo —le recordó lo más lógico. Tomó una bocanada de aire. No era lo único —. Y dejaste muy claro lo que iba a suceder con nosotros —continuó, con tristeza.
—Ino...
Y él recordaba a la perfección esa situación.
—Yo sigo dolida. No sé si pueda perdonarte... —aceptó la Yamanaka —. Así que no me colmes la paciencia.
Sin derecho a réplica, Shikamaru se calló hasta que el Hokage les cedió su turno.
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En esta ocasión, Shikamaru hablaba mucho e Ino apenas suspiraba. El peliblanco que encabezaba la aldea escuchaba con atención lo que su mejor estratega le informaba.
Al codificar los significados un sinfín de escenarios desastrosos se posicionaban en sus ojos. Estos dos chicos corrían peligro. Convirtieron su cargo de Hokage en una profunda tensión. Finalmente, debería interceder de ser necesario, lo cual también conllevaba cargar con enemigos al apoyar una unión que nunca debió suceder.
Trató de mantener la calma frente a ellos. Soluciones las había. Lo difícil era romper tradiciones.
—Bien. Si la conexión Ino-Shika-Cho es lo que les preocupa y debería —reafirmó. Eran los próximos líderes de sus clanes. Obvio debía preocuparles —. Mis alternativas son estas: entre sus clanes no hay una jerarquía prioritaria. El apellido, entonces, es entera decisión de ustedes.
—Estoy segura que ella es una Nara —apresuró Ino, firme.
Ella...
Kakashi entendía.
—Bien. Al ser registrado como Nara lo convertirá en el próximo de la sucesión en cuanto Shikamaru culmine su curso —propuso el sexto, con las manos en su barbilla, pensando —. Aquí el problema es la asignación de su equipo genin. Estoy enterado que Inodan, tu primo, está en espera de un bebé.
La rubia asintió.
—Al ser hijo del hermano de tu padre, Inodan tiene la tarea de ser críado muy parecido a ti para llevar las riendas del clan en caso de que suceda algo contigo —cerró los ojos, meditaba la situación —. Él y su hijo son tan Yamanaka como tú. Podría ser el adecuado para cumplir la función del Ino-Shika-Cho.
Claro. ¿Cómo no lo había pensado él? Resultaba una estrategia convincente, además que cumpliría a la perfección la necesidad del Shinteshin no Jutsu en el equipo.
Mas, aún no entendía por qué Ino aseguraba que ese bebé era un Nara. Incluso resaltaba una ella. Problemático. Eso dejaba desprotegido al clan Yamanaka al, básicamente, regalar el sucesor.
—Sepan que ahí los problemas no terminan —inició con fuerza el Hokage —. Ambos deben comprometerse a entregar un segundogénito.
Ahí radicaba el problema. Los dos no tardaron en sonrojarse con rapidez. Kakashi creía que el plan lógico era casarse.
—Esas son mis propuestas —concluyó —. Esa clase de situaciones tan solo conciernen a sus clanes: los Nara, Yamanaka y Akimichi. No puedo intervenir. Tendrán que solucionarlo solos —aclaró —. Tan solo romperé ausencia si Ino es amenazada de ser separada o corra un peligro mayor. Es la ÚNICA manera en que reclame mi autoridad como Hokage ante sus clanes.
—Ahora que lo sabe, necesito un favor —habló Shikamaru. Ino lo miró —. Bueno, dos favores: el primero es no decir nada y el segundo es que cancele las misiones de Ino.
—¡Shikamaru! —replicó ella, molesta.
—Mi boca está sellada —afirmó Kakashi, ¿sonriendo? —, pero no puedo asegurarte lo segundo hasta que no hablen con sus clanes. Ino no será declarada bajo incapacidad extraoficialmente porque, aparentemente, no tiene nada, ¿me entiendes?
—Problemático —exasperó él.
—Sin embargo, prometo velar por el embarazo de Ino. La necesito como ninja médico y en misiones de rango d. Mas yo mismo determinaré las que son adecuadas para su estado.
Shikamaru sonrió. Ino mantuvo los brazos cruzados, evidenciando su enojo.
—Gracias Kakashi-sama —adelantó Ino para salirse con unas fuertes pisadas de enojo.
Shikamaru iba por ella. El Hokage detuvo su paso.
—Shkamaru, esto es algo que deberías confiar en alguien de tu entera confianza. Ya mismo puedo mandar un pergamino confidencial a la persona que tu me digas. Los dos requieren un consejo de alguien más íntimo.
Y él sabía perfectamente quien era la indicada para aquello.
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Intentó que el camino le diese el valor para hablar. No sucedió. Ino permanecía en su orgullo, siguiéndole solo porque así lo dijo él. Obvio intentó negarse. Shikamaru le comentó que no había más opciones.
Llegaron. La posada donde Kurenai protegía la integridad de la dulce persona que Asuma engendró antes de partir.
No lo iba a negar, Ino sintió una gran iluminación al ver que Mirai se acercaba con emoción. La reconocía muy bien. Shikamaru era su sensei novato que la visitaba seguido, pero en esta ocasión, la problemática rubia acaparaba toda la atención de la menor.
—¡Ino!
La niña recibió a la muchacha con un abrazo cautivador. Era tan pequeña que no alcanzaba más allá de las rodillas de la Yamanaka.
—Qué problemático —suspiró Shikamaru al ver a la aferrada Mirai con Ino —. Yo soy tu niñera y saludas con más alegría a Ino —cruzó sus brazos, fingiendo molestía.
En realidad, una imagen más cálida que ver a Mirai con la problemática del equipo no la encontraría en otro lado. Las dos problemáticas hijas de Asuma Sarutobi.
—Shika —expresó dulcemente la niña —. Es que Ino es muy bonita. Me recuerda a mis muñecas... —explicó, sonrojada. Su vocabulario era delicado y meloso. Entendible para una niña de su edad.
La aludida se sonrojó. Ahora los deseos de tener a su hija en brazos la invadía conforme Mirai actuaba.
—Mira —mencionó la rubia, enseñándole unas pequeñas semillas de amapolas —. Si tu mami quiere, podemos plantarlas en tu jardín —propuso, observando a Kurenai quien apenas los recibía.
—Disculpen la tardanza. Recién tendía la ropa de Mirai —comentó, apenada —. Ino, no tienes ni que preguntarlo. Asuma confiaba en tu sabiduría por la flora que insistió en entregarme esas amapolas... —recordó, con nostalgia.
Entre Ino-Shika-Cho, Shikamaru sentía pesadez al recordar a su sensei. Vivía en ese dolor sin superarlo del todo.
Y aunque Ino estuviera molesta con él, lo notó. El dolor del Nara la sumergía en una pesadilla.
—Ellas son otro de nuestros símbolos del amor. ¿Verdad, Mirai? —continuó la jōnin. Su hija asintió con una sonrisa. Para Mirai su padre estaba más vivo que nunca. Todas las noches la visitaba en sus sueños, entonces ella jamás se había sentido sola.
Ino le tendió una mano a la pequeña y juntas emprendieron la aventura hacia el jardín.
Shikamaru enfrentaría esta situación solo. No deseaba seguir evidenciando a Ino. Lo que menos quería ahora es que se sintiera avergonzada de sus actos. No lo merecía.
—Shikamaru —inició Kurenai, bastante sonriente —. No veo por qué esa seriedad ante una noticia tan hermosa como esa.
El Nara rascó su cabeza, nervioso. Tenían veinte años. Niños ya no existía como adjetivo calificativo entre los dos. Sin embargo, la pelinegra dotada de optimismo le dejó intrigado. Kurenai sabía de las políticas para asociar los clanes.
—Ya lo sé. Problemático, ¿no?
La frase no venía de él. Yūhi Kurenai le arrebató su línea de la boca. Al final, el alumno de su pareja era predecible.
—Estoy feliz de tenerte aquí, Shikamaru —confesó, gustosa —. Me siento verdaderamente halagada de ser tomada en cuenta para este caso. Yo mejor que nadie entiendo que como padre uno busca rodearse de personas positivas porque es tu hijo el que sufrirá las consecuencias de un buen consejo, o malo.
—Ah, yo... —sonrojado. No tenía plan ejecutable en este caso.
—Asuma siempre lo supo —la miró, consternado —. Creí que exageraba al creer que tú e Ino eran el uno para el otro. Cuan equivocada estaba.
La mujer empezó a relatar aquella controversial plática del pasado.
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Una de las tantas tardes que comenzaba a compartir con el Sarutobi, frente a la naturaleza del bosque. Él recargando su cabeza en ambas manos, apoyándose de un grueso tronco. Ella a su lado, sentada sobre el pasto.
—Shikamaru se ve entusiasmado con Temari de la arena, ¿no crees?
Kurenai sonrió ante la afirmación de Asuma. Seguramente estaba preocupado por su retoño. Shikamaru era como el hijo que aún no ha tenido.
—¿Te preocupa que una mayor se aproveche del pequeño Shikamaru? —inquirió Kurenai, risueña. Asuma carcajeó.
—En lo absoluto —contestó, sereno —. Shikamaru está en edad de experimentar la emoción del enamoramiento termine bien o no —finalizó, suspirando —. Aunque, he de confesarte que no hay chica ideal para ese holgazán como... —se detuvo. Probablemente nadie iba a comprender lo que él ya percibía. Sin embargo, pese a la posible negatividad de su pareja, confíaba en ella —, Ino —Kurenai lo observó decidía a externar una fuerte carcajada —. Es en serio, mujer —expresó con seriedad el moreno —. Los dos explotan cuando están juntos. Encienden en fuego el paso por el que viajan... pero son los únicos capaces de caminar entre esas llamas.
—¿Insinúas que Shikamaru e Ino están enamorados? —preguntó de forma retórica, negada.
—Insinúo que tarde o temprano lo van a descubrir —aseguró, relajándose en la brisa del aire que golpeaba su cara hasta cerrar sus ojos —. Y para serte franco, yo me iría tranquilo de este mundo si Shikamaru estuviera con Ino para entonces. Sé que nadie le exigirá a la vez que lo cuida como ella.
Kurenai seguía negando. Sencillamente era extraño para ella. Tal vez el Sarutobi se dejaba llevar por el cariño hacia su equipo que, inconscientemente, quería que alguno de ellos terminaran juntos.
—¿Exigir?
A pesar de parecerle una locura, sentía curiosidad del por qué esa impresión.
—Ino es la segunda mujer que obliga a Shikamaru a actuar o a mejorar cuando lo reta. La primera es su madre —relató, con una risilla —. Solo con esa energética rubia, Shikamaru entenderá la decisión de Shikaku. Entenderá cuál es la virtud que conlleva relacionarte con una problemática —la miró, adjudicándole tal adjetivo. Kurenai, más allá de ofenderse, sonrió sonrojada —. En la primera misión de Shikamaru como líder: lo reprendió Shikaku, Temari lo vio llorar y frustrarse. Ambas cercanías muy importantes para ese momento. En cambio Ino... le dijo: "A la próxima lo harás mejor, holgazán", claramente Shikamaru se ofendió, pero antes de siquiera replicar, lo abrazó con mucha fuerza y continuó con un: "Y sé que así lo harás porque eres un cerebrito".
Ino era una muchacha que había logrado impresionar a Asuma. Esa fachada de superficial y vanidosa pues, no es que fuese una gran mentira. Inició siendo alguien cruel y despota. Al trabajar en equipo, el conocer a sus compañeros, crear lazos la ayudó a madurar de una manera impresionante. Es que intentar ser bonita y una gran ninja no era algo que debía estar peleado. Así era Ino Yamanaka, una chica preocupada por tener una increíble figura que a su vez podía interesarse en mejorar su rendimiento shinobi.
—Asuma, ¿no olvidas que una unión marital entre clanes como el Ino-Shika-Cho está prohibido? —inquirió la de ojos rojos, observando muy soñador a su pareja.
—Es lo que me temo.
Y no se volvió a hablar del tema.
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Helado, sin palabras. Su sensei había llegado a conclusiones más aproximadas que las que Ino o él habrían pensado. No sabía que sentir. Sin duda, Asuma hubiera sido la primer persona con la que correría por un consejo desde el primer desliz, desde el primer beso compartido, desde las primeras tensiones que agotaban con constancia a la Yamanaka y al Nara. Desde el principio, habría sido Asuma.
Nunca confesó sus sentimientos individuales por Ino cuando eran niños y genin. Para Shikamaru ahí significaba el comienzo de todo. No obstante, con el pasar de los años, aprendió a ignorar esos deseos internos de averiguar una situación sentimental entre Ino y él.
Se concentró en su entrenamiento, entabló una mayor amistad con Chōji sin dejar de lado a su problemática amiga. Procuraba dejar la mente en blanco cuando estaban juntos, puesto que, no quería arruinar el lazo formado. Ella era una problemática gritona que lo sacaba de quicio, sí. Pero también había cambiado su manera de ser. La crueldad la dejó atrás, incluso los defendía de sus pretendientes que intentaban acercarse a ella y lo primero que hacían era juzgar a los dos muchachos que iban hombro a hombro con ella.
Ino podía reprenderlos y, de vez en cuando, llamarlos flojos. NADIE más que Ino. Ni siquiera podían arrancar con un comentario acerca del peso de Chōji o la simpleza de Shikamaru porque era de las ocasiones en que más enojada se le podía ver.
Todo eso lo quiso cuidar con esmero. No introduciendo sus problemáticos sentimientos en el agradable desarrollo de la relación del equipo diez. Fracasó.
Es por ello que eso nunca lo habló con Asuma. Aunque, sin dudar, una vez cometido el error sí lo buscaría. ¿Cómo podría hacerlo ahora?
—Si te cuento todo esto Shika... no es para que te lamentes —relató Kurenai al percibir silencio —. Quiero que esto sea el impulso que te ayude a luchar por Ino y tu familia si es que quieres unirte verdaderamente a ella. Si Asuma tenía fe en ustedes, no creo que esté equivocado.
Eso ni siquiera debería ser pregunta. A estas alturas no existía nada más importante que Ino. Y a pesar de ser el cobarde número uno de Konoha, Shikamaru no trataría de huír. Sus sentimientos eran más fuertes que el miedo.
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Ambos muchachos salieron de la morada donde siempre serían bienvenidos a propias palabras de Kurenai Yūhi.
Ino aceleró su paso, era casi imposible para Shikamaru poder ir a la misma rapidez que ella.
—Basta, necesitamos hablar —la tomó por la muñeca. Por puro milagro, la alcanzó.
—No hay nada de qué hablar, Shikamaru —soltó el agarre. El Nara bajó la mirada.
Él sabía las razones perfectas por las que Ino se resistía a dialogar.
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—¿Así tan fácil te das por vencido? —recriminó ella, con sus puños cerrados —. ¿Nada de lo que vivimos fue lo suficientemente especial como para luchar contra viento y marea?
—No seas fantasiosa, Ino —la volteó a ver, serio —. No estamos en una novela de romance. Esto es la vida real —le dio la espalda para seguir caminando —. Tú y yo tenemos nuestras opciones ideales: buscaré a Temari —le miró.
Conforme el Nara hablaba de la situación como si fuera una estrategia, su corazón se hacía pequeño ante su frialdad.
—Y tú podrás repetir con Sai todo lo que hiciste conmigo.
De pronto, la mejilla de Shikamaru se tiñó roja y la zona dejó un intenso ardor. La rubia le había plantado una cachetada.
—Te molestas por algo que es nuestro deber... —argumentó, con la mano en la mejilla.
Definitivamente sabía que interferir con esta tradición les iba a pesar a sus aliados Ino-Shika-Cho. Más, Ino no entendía por qué era tan grave amar. Pasó, sin planearlo.
—Si eso es lo que quieres, ganaste. Buscaré a Sai para que sea él el que comparta cama conmigo, el que se haga cargo de mis hijos...
Shikamaru rozó con más fuerza su mejilla, como si quisiera lastimarse, como si deseara que el ardor fuese más sofocante para que estas palabras le dolieran menos.
Aceptó en su cara que dejaría que otro la acariciara, que otro se acostara en su cama y fuera el maldito afortunado de oler la fragancia de su cuerpo.
Era su plan. Hacerla desistir de él, que olvidara lo que había pasado entre ellos, pero oírlo fue mucho más problemático de lo que pensó.
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¡Holi! Este capítulo ya tenía rato en borrador. Me faltaba la última fase que fue la revelación de varios porqués.
Si hay un error de pronombres en la plática con el Hokage, que es nuestro queridísimo Kakashi, es porque al inicio de la historia deseé desviarme del canon y modificar mil cosas. Ya deseché algunas, pero sigo pensando otras.
Como pueden ver, tienen 20 años, no obstante, en mi cabeza los sigo viendo con su apariencia de Shippuden, novatos y tontos jaja. Aunque no hay problema si prefieren visualizarlos más en la era de The Last.
Ya sé que de principio puede sonar tan ñoña la historia. Puede que sí JAJAJAJA yo solo quiero amor de estos dos.
Poco a poco he recibido nuevas personitas en los favoritos. Espero, poco a poco, el interés de revivir el ship incremente. Los tqm.
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