✧ ₊‧ Segunda sorpresa₊ ⭒☾˚‧
Cuando llegué mi mucama Lucy estaba algo molesta, solo no me dio una reprimenda por la prisa que había. Más mientras me daba un baño ella talló algo agresivo... Después de que no hubiera rastro u olor de sangre en mí cinco mucamas más entraron y empezaron a arreglarme.
Hoy es un día importante, no solo por ser mi cumpleaños, sino porque es mi debut a la alta sociedad. Es por ello que debo lucir espléndida.
Mi cabello está dejado suelto, adornado con estrellas de plata. Me maquillaron ligeramente, natural. Mi vestido es igual de blanco que mi cabello, representando a la realeza. Tengo guantes, me estoy viendo en el espejo, a pesar de todo me veo linda, inocente. Les sonreí a mis mucamas en agradecimiento y un guardia me escoltó hacía la sala que está conectada al cuarto de eventos. Hay sofás y tomé asiento, practiqué mi sonrisa hacía el espejo que hay en la pared, todo aquí es precioso, cada detalle en los marcos de la pared, en las mesas, en mi vestido, todo demuestra el rango.
Al verme noté que logré lucir igual que el lugar, al menos por fuera.
Alguien abrió la puerta por la que entré.
Mi padre y mi madre. El rey y la reina.
Mi padre tiene ese mismo cabello blanco que yo pero se ve tan joven gracias a la magia. Luce entre sus veinte y treinta gracias a ello. Tiene puesto uno de los trajes formales que odia usar. Me miró y sonrió.
—Te ves hermosa nena —me abrazó escondiendo mi rostro con cuidado en su pecho, es alto—. Feliz cumpleaños.
Mi madre tiene un cabello castaño largo y unos ojos oscuros que heredé de ella. Se ve igual de joven que mi padre a pesar de no tener magia. Es hermosa. Tiene un vestido dorado, un collar de perlas largo que gira dos veces por su largo cuello. Se acercó a mí con una gran sonrisa, sus mejilla están rojas y me mira con cariño.
A veces me pregunto si me seguirán mirando igual si supieran lo que hago.
Mi mamá se rió— Ay mi dulce niña como has crecido —me abrazó fuertemente entre sus brazos—. Te amamos bastante nena.
La miré mal— Ya déjame.
Charlamos un rato y entonces mi padre me tendió su brazo y salimos. Dos caballeros de rostro serio abrieron las puertas, tienen el uniforme impecable. La música sonó para presentarnos. Todos se giraron y nos observaron en silencio.
Nos anunciaron, mi padre entró primero, con mi madre a su lado. Él luce serio y sereno mientras que mi madre sonríe a la sala— ¡Su majestad el rey Cassian Astley y la reina Varsha!
Entré yo— ¡La princesa Venus Elisabeth Astley!
Personas con vestidos y joyas. Meseros de traje elegante que proporcionan vino. Hombres que querrán desposarme y chicas de mi edad, reconozco varios rostros.
Después de darle una última mirada a mi padre me fui junto a las chicas nobles de mi clase. Bajé las escaleras y al final noté cómo varios estaban esperando a ser elegidos como mi pareja de baile, ser el primer baile de la princesa es considerado un honor.
Sin embargo, mi elegido fue mi hermano Damián. Este sonrió y se acercó para tomar mi cintura y bailar. Tiene puesto su traje azul oscuro, un pañuelo, un listón, tiene una espada en su cintura, su cabello corto de los lados pero largo de arriba cae por su frente. Tardaría bastante en describir lo que lleva puesto así que en resumen se ve genial. Es la viva imagen de mi padre, solo que su personalidad es más cálida. He perdido la cuenta de cuantas chicas han intentado que los presente. Es muy popular.
Todos lo aman y si me lo preguntas pienso en él como el personaje principal. Es caballeroso, encantador y amable.
Tan perfecto que cuesta creer que es real.
La pieza acabó, se inclinó y me miró— Feliz cumpleaños Venus.
Todo empezó bien, tomé vino, me reí moderadamente, me felicitaron, bailé con varios nobles de mi edad.
Solo que aunque fingiera diversión y sonrisas quería irme para estar sola un rato en mi cuarto. Ocultaba mi incomodidad.
Justo cuando estaba en ello, los caballeros que cuidaban las puertas dejaron entrar a más nobles, el lugar se llenó y yo ya estaba algo cansada de hablar con tantas personas. Me fui a un rincón intentando pasar desapercibida.
—¿Cansada? — me preguntó Minerva, una de mis damas de compañía que conozco desde niña—. Conociéndote ya te quieres ir a encerrar como siempre —tiene una copa de vino en su mano, muy poco.
Me fijé en su vestido rojo que se ve muy bien en su piel morena, su cabello es muy corto, es castaña y sus ojos son verdes, gatunos e intimidantes.
Le sonreí pero mis ojos la miraron mal, con ella no tenía que fingir amabilidad más hay gente observando— Si pudiera ya estaría lejos pero tengo que aguantar un rato más y me voy. Tengo que estudiar.
No tengo que estudiar, en realidad tengo que pensar en una prueba para mañana.
Su rostro es normalmente serio, igual que yo— Otra vez desvelándote por eso, que estricta eres contigo.
Le sonreí, esta vez de verdad— Eres una floja, seguro olvidaste que tenemos un examen mañana.
Frunció el ceño fastidiada, no lo sabía, luego se relajó de nuevo— Da igual, de todas formas me va mal.
—No debería, no eres tonta.
—Tal vez si debería estudiar más, no quiero reprobar mi segundo año —se acabó de un trago lo que quedaba de vino—. Oye, ¿Este año no deberías empezar con tus clases de magia?
En la realeza todos heredamos magia, está en nuestra sangre. Normalmente se consigue abrir al tener dieciséis años. Hoy es mi cumpleaños numero dieciséis por cierto.
Una voz familiar me llamó.
—¡Feliz cumpleaños princesa Venus! — un chico castaño se inclinó como saludo y me sonrió al estar recto—. Llevaba tiempo que no la veía.
Sonreí y Minerva observó en silencio mientras pedía más vino a un sirviente.
—Es un gusto verte de nuevo Blake —le respondí.
Sonrió más cuando pronuncié su nombre— Me preguntaba cómo le ha ido respecto a su magia, perdóneme pero escuché un poco de su conversación con lady Minerva.
Espero solo haya escuchado lo último— Sinceramente no ha sucedido nada hasta ahora. De todas formas mi padre me ha dicho que tendría un tutor de magia pronto.
—Vaya, como se esperaba de su alteza, seguramente le proporcionará al mejor mago que haya... Ahora que hablamos sobre magia, ¿ha escuchado el rumor?
¿Rumor? Miré a Minerva, está negó sin idea sobre que habla. Sigue bebiendo y me preocupa que se embriague.
—¿De qué rumor habla? —pregunté curiosa. No he escuchado nada sobre un rumor asociado a la magia.
Su rostro se puso serio, bastante, se inclinó ligeramente hacía mí, como compartiendo un secreto—...Se dice que hay un mago prodigio, tan poderoso que puede cumplir cualquier deseo que le pidas.
—Vaya, no tenía idea.
—Dicen que trabaja en la torre de magia — se relamió el labio y miró discretamente a los lados, entonces compartió su secreto conmigo mirando a los ojos—. Conozco a alguien que lo vio, un tonto amigo... dijo que casi muere del susto que le dio. Al parecer es peligroso — se separó y mostró esa misma sonrisa de antes— Aunque puede que sea falso nunca se está demasiado precavido. Tenga cuidado princesa.
Y se fué. Miré confundida a Minerva.
—Hay toda clase de rumores, puede que sea falso. No ha habido un mago tan poderoso en siglos.
Miré por la ventana, noté que el balcón está solo—..Puede.
Minerva tiene el ceño fruncido.
—¿Qué pasa?
Se quejó de repente y se dió la vuelta tomando mi mano para estar junto a ella—Mira discretamente detrás de mí... el chico de verde es una de las opciones de compromiso que me dió mi padre, el bastardo quiere que me comprometa. Los he estado evadiendo a todos hasta ahora pero ese tipo es el más insistente.
Lo miré de reojo, parece algo bajo y tiene el cabello peinado hacía atrás, es algo atractivo a pesar de su altura, está hablando con dos chicos, me miró, mierda.
—Será mejor que te vayas.
—¿Eh?
—Viene hacía aquí.
En un segundo le dió otro trago a su vino y me miró— ¿Con quién voy? No va a parar de insistir aunque me vea sola o con chicas, tiene que ser un chico. Es así de insistente.
Le quité su copa— No deberías tomar tanto vino —miré a los lados buscando ayuda—. Mi hermano está por las escaleras bebiendo solo, ve con él.
Sonrió burlona— Sería divertido molestarlo...
—El relamido está cada vez más cerca...
Se fué.
Observé como el insistente del chico la observaba irse, su gesto cambió al verla con el príncipe. Ellos dos nunca se llevaron muy bien que digamos, pero justo ahora desde su ángulo no lo parece.
Me fuí antes de que se atreviera a hablarme, entré al balcón sigilosamente, quería estar sola. Dios santo al fin. Al fin estoy sola. Me acerqué al barandal y observé la vista al jardín y el bosque de las hadas.
Tendría que ver mañana al caballero, con una prueba. Pensar en que haría esto..
—Vaya, tu sonrisa se fué nada más pisaste aquí. ¿Será que no te gustan las fiestas princesa?
Esa voz...
Mi corazón latió algo rápido, estaba muy nerviosa pero controlé mi reacción, me veía serena.
Un chico de sonrisa, una coleta baja, ojos lilas. Tiene puesto una túnica de mago que luce bastante lujosa, me tensé al observar que tiene el broche de mago real en la tela.
No puede ser.
Tenía que decir algo pero aunque mi boca se abrió no pude decir nada, me había tomado con la guardia baja. Entonces me dí cuenta, él no sabe quién soy, esta noche solo observó mis ojos, es imposible que me reconozca, incluso cambié mi voz. Le sonreí amablemente igual que lo hice hasta ahora con mis invitados— ¿Acaso usted es el mago real?
—Así es princesa — no se inclinó. No parece muy cordial, de todas formas los modales no me interesan ahora, solo pienso en que no parece saber quién soy—. Será un placer trabajar con usted.
Me congelé. Estoy muerta.
Seguía sonriéndole amablemente, ocultando mi miedo— ¿De qué habla?
Alzó una ceja y se subió al barandal, caminó por ahí hasta salir del oscuro rincón donde estaba sentado hasta ser iluminado por la luna sentándose frente a mí, sin miedo a caer con su manos en los bolsillos de su túnica. Igual de relajado que hace unas horas que lo ví. Entonces me sorprendió de nuevo, esta es la segunda vez que este tipo me dice algo inesperado.
—¿El rey no se lo dijo? Seré su tutor real de magia.
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