✧ ₊‧ Que me trague la tierra y escupa en el mar₊ ⭒☾˚‧


Si pudiera ocultar la cabeza en la tierra lo hubiera hecho. No, aún mejor, si pudiera usar la magia de teletransportación igual que Aslan me hubiera ido. Desaparecido. Podría hasta irme al espacio igual que él intentó de niño o al otro lado del mundo.

—Parece que llegué muy temprano a buscarla su alteza, le pido una disculpa —inclinó la cabeza con un brazo detrás de su espalda.

Pero tengo que soportar ver esa sonrisa en su cara. Apreté la mandíbula y me obligué a sonreír. Todas miraban en silencio, admirándolo. Parece que tienen corazones en los ojos a excepción de Minerva.

Seguí dirigiéndome a Aslan, al parecer sabe comportarse en público—No se preocupe, solo quedan unos cuantos minutos, ¿acaso no puede solo desaparecer cómo siempre? Seguro tiene trabajo en la torre de magia.

—¿Acaso hice algo mal princesa? Parece algo enfadada conmigo —preguntó.

Le dí una de mis sonrisas de princesa, tierna y amable pero letal para él, porque sabe que es falsa— Para nada joven Saint-Clair.

Sonrió de lado— Ya veo, es un alivio, pero entonces ¿desea que me vaya? supongo que nuestra clase puede esperar —miró a las chicas y juro que el muy bastardo sabía lo que hacía—. Parece que está ocupada pasando un buen rato con estas lindas jovencitas.

—Mu-mucho gusto, mi nombre es Sofia soy de la casa del barón Duarte —se presentó la chica.

Aslan le dió una amable sonrisa, él nunca me sonríe así.

—Es un placer.

Respiré hondo, cuidé la expresión de mi rostro, no quiero mostrar que esta situación me fastidia.

Lo miré de reojo, parece hablar muy bien con las demás chicas. Y pensar que hasta hace unas horas él estaba en mi clóset eligiendo mi ropa, con solo una bata puesta...

Ahora luce muy formal, de hecho hoy luce más atractivo de lo normal y vaya que... digo.. formal, luce más formal de lo normal.

No pude evitar notar es que su cabello fué cortado y ahora cae por los lados de su cara, es un corte parecido al de mi hermano, luce diferente. Tiene puesta una camisa de manga larga negra que parece de seda, un chaleco del mismo color con detalles plateados y lilas, un pantalón de lana blanco y unas botas negras con detalles plateados. Noté el listón de su cuello.

—Tu listón se deshizo — le comenté bebiendo té. 

Hasta ahora hablaba parado junto a mí con las demás chicas, cosas superficiales.

Me miró de reojo y no pudo evitar caminar su sonrisa amable a la traviesa que suele darme.

 —Así parece, por desgracia no tengo idea de como hacer un moño.

Noté al instante la intención de las demás chicas, los ojos de todas brillaron y cuando estaban por abrir la boca yo lo hice antes.

—Inclínate —le pedí.

Mirándome fijamente lo hizo, sin reclamar o quitar esa sonrisa que tiene. Sentí que tenía poder sobre él por primera vez y eso me dio una satisfacción indescriptible.

Rodee su cuello hasta llegar al listón que tiene y le hablé en un susurró acercándome a su oído. Noté su mirada en mí y su olor a limón y cigarro.

— Podrías usar magia.

Susurró de vuelta— Soy vengativo su alteza.

—Listo —le dije dando una pequeña palmada a su pecho encima del moño y se separó.

Se dirigió a las chicas, recto— Será mejor que no interrumpa más la charla de señoritas, me despido espero sigan disfrutando de su reunión.

—Lo veré en un momento.

Su sonrisa creció al verme— Por supuesto princesa.

Y así como así desapareció dejando unas chispas lilas en el aire. ¿Lo hizo a propósito?, pero claro que sí.

Casi brinqué del susto cuando varias chicas soltaron chillidos.

—¡Casi se me sale el corazón!

—Madre santísima.

—¡Era tan intimidante como guapo!

—Santo cielo ahora la comprendo señorita.

—¡Les dije!¡Les dije!¡Les dije!

Cuchicheaban un momento, todas sonrojadas, algunas con manos en sus caras avergonzadas y yo vi a Minerva con ganas de huir pero ella negó, era tarde, ahora todas me miran.

—Princesa... parece muy cercana al hechicero real.

—Ambos parecían sacados de un cuento hace un momento.

Supe que no podría escapar de sus preguntas.

—Sólo que si en el debut ella y Constantine parecían un héroe con su princesa, el hechicero y ella son...

—Cómo un villano guapísimo que se ganó el corazón de la preciosa y bondadosa princesa—completo otra doncella.

—¿Vio cómo la miraba?

Soltaron otro chillido y no pude aguantar más para que esta tortura terminara.




✧ ₊‧˚ ₊ ⭒☾˚‧




—¿Su alteza?

Varios exclamaron mientras caminaba por las escaleras, algunos hechiceros parecían asustados, otros se me quedaban atontados y otros seguían trabajando o transportando pergaminos. Dejé de sonreír cuando llegué al final, donde una puerta del doble tamaño que yo, dos guardias la abrieron por mí. Hay muchas esferas colgando del techo, las paredes revientan de libros y todo parece un desorden. Hay hojas tiradas, un piano con hojas de partituras con tinta corrida y plumas estilográficas.

—¿Lo hiciste a propósito? —Solté nada más lo vi en un escritorio, parece escribir algo con tinta al fondo.

Cerré de golpe la puerta sin importarme lo ruidoso que sonó. Él ni se inmutó, seguro que ya sabía que venía hacía la torre de magia a verlo. Me estaba esperando.

—¿De que me habla su alteza? —no despega la mirada de esos papeles, luce sereno y muy aburrido con una mano apoyada en la mejilla—. Está haciendo algo de ruido, parece impropio de usted.

—Ya deja ese tono formal, me impresiona que sepas usarlo.

Subió la mirada— Solo cuando me conviene.

Me senté frente a él en un sofá color azul marino y noté cómo estaba la mesa llena de cosas dulces.

—Toma lo que quieras de ahí, solo terminaré con unos papeles e iremos a donde quieras— me miró mientras un libro llegó a su mano desde el estante y hojas giraban encima de su cabeza ordenándose solas en su escritorio, tiene una pluma en su mano izquierda—. ¿Me pasas un macaron?

—Tienes la magia para hacerlo tú solo.

—No parecía que te importara hace un rato.

Sin palabras, no me esperaba que dijera eso. A veces podía ser ingenioso y tan... fastidioso.

No dejaría que me avergonzara más.

Me levanté y él me miró entre sorprendido y confundido.

— ¿Qué haces?

Le metí un macaron azul a la boca y lo masticó viéndome encima de él, estoy inclinada en su escritorio, con las manos recargadas a los lados con cuidado de no tocar papeles, mi cabello cae a los lados de mi cara, casi puedo ver mi reflejo en sus ojos.

—¿Por qué te cortaste el cabello?

Se lo terminó con la boca cerrada y luego habló haciéndose hacía atrás, puso sus brazos encima de su cabeza tocando sus codos y miró hacía una enorme ventana, por un momento creí haber visto cierto tono rosado en sus mejillas.

—Ya me había crecido bastante, ¿me veo mal? a las señoritas les gusté bastante así que no lo creo.

—Que arrogante — pregunté de nuevo, esta vez lentamente— ¿Lo hiciste a propósito?

Se acercó de nuevo y yo me negué a echarme hacía atrás, tiene los brazos cruzados en su mesa, luce serio viéndome con el rostro levantado.

—Si.

Seguí viéndolo, con el mismo rostro sin expresión.

—¿Sabías de qué hablábamos?

Sentía la sangre subir a mi cara.

—Si — no dudó en responder.

—¿Escuchaste todo?

— Desde "Su mirada afilada perforó mi alma, podía sentir su masculinidad solo viendo su espalda". Tus amigas son fogosas.

¿Cómo puede decir algo así con esa cara?

Me separé y vi a un lado hasta caminar al sofá, me senté frente al escritorio de lado aguantando las ganas de esconder mi rostro, solo mi cabello ayudaba— Las conocí apenas hoy— no pude mirarlo.

—Mírame.

—No.

Apareció frente mí, hincado en el piso con los nudillos en la mandíbula— A veces puedes parecer una niña.. Oye esto se siente como deja vu.

De repente la vergüenza se fué y me le quedé viendo, tenía que preguntar ya o no dormiría bien.

Hablé en un murmuro, con miedo oculto.

— Aslan... ¿Eres un espía?

Me miró sorprendido y hubo un silencio.

Esa fué respuesta suficiente.

No lo miré.

—Entonces mi padre no te contrató solo para darme clases. Lo sospeché porque siempre has podido saber quién está cerca y hoy apareciste en un momento muy.. específico. Conozco a mi padre y de las cosas que puede llegar a hacer.

Mi rostro se volteó de pronto, no porque quisiera, supe que él lo hizo cuando vi su expresión.

—No lo negaré, me pidió ser tu escolta. 

Sentí una punzada en mi pecho, podía sentir mi respiración. La intenté controlar y mi garganta sintió un bulto dentro, no tenía esta sensación desde que era una niña.

Decepción en alguien.

Él siguió hablando buscando una reacción en mí pero yo solo lo seguí mirando, inexpresiva, he entrenado bastante, no verá nada en mí— Me dijo que bastaba con vigilarte. Para tu suerte guardé tu secreto— nunca lo vi tan serio— .Puedes odiarme pero quiero dejar en claro que nunca le diría nada sobre lo que haces, no pasó esa noche en el pueblo y no pasará ahora — tomó mi mano y puso mi palma en su boca sin dejar de verme tapando su boca, sus ojos lilas brillaban y se afilaron aún más, lucía tanto peligroso cómo determinado, sentí sus labios mientras hablaba—. Me lo llevaré a la tumba. Lo juro

Quité mi mano y noté el miedo en sus ojos siempre inexpresivos, sin vida, unos ojos que raramente sonreían.

Ahora tenían miedo.

—¿Me odias? —preguntó intentando sonreír, solo le salió una mueca.

Lo miré buscando algo en sus ojos. Ahora entiendo esa noche, él buscaba lo mismo que yo ahora. Si era sincera.

Desvié la mirada y pensé en que quería hacerlo sufrir, en que quería que me rogara mi perdón, en no volver a hablarle. Pero que también lo quería en esa posición por siempre, debajo viéndome solo a mí. Quería ser egoísta y cruel con él, quería alejarlo igual que todos los demás que me han decepcionado. Quería odiarlo.

Pero no pude.

—No te odio... pero mi perdón no es gratis —solté en un murmuro.

Lentamente se formó una sonrisa lineal en su rostro y sus ojos le brillaron. Sabe que es un perdón.

Su voz es dramática— Oh mi dulce princesa, ¿perdonarás a este mago mentiroso? — habló en un tono bromista mientras se sentaba a mi lado, con un brazo en el respaldo.

Lo miré bien, tengo que alzar la mirada para hacerlo, sin duda ese corte lo hacía lucir distinto. Sus ojos son brillantes, su piel luce perfecta, hay unos mechones en su frente, hasta ahora no había notado que... Con razón no puedo odiarlo.

Él me siguió viendo, su mirada era serena.

— Oye, ¿por qué me miras tanto? —su voz es ronca y me habla cerca.

No creí que extrañaría su sonrisa, verlo así me dejó muda.

Nerviosa.

Su rostro se acercó al mío, inclinándose, nunca estuvo tan cerca desde el casino, el ambiente cambió de pronto.

—A ti, ¿Te gusta mi cabello corto?

Sus labios son rosas y lucen suaves.

Me separé y él me miró con una mano en su barbilla, no paraba de verme.

—¿Qué? —respondí confusa.

—¿O es mi rostro?

Sentí la cara caliente y alejé empujándolo hasta que su espalda chocó con el brazo del sofá. Llegué hasta la puerta lo más deprisa posible, sentí ganas de escapar y no sabía por qué.

—Me hiere que me alejes así.

—Me contarás los detalles de lo que te ha dicho mi padre en el mar —subí mi capucha escondiendo mi cabello—. Vámonos, quiero salir de aquí. Quiero ir al mar.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top