✧ ₊‧ Primer clase de magia₊ ⭒☾˚‧
Cuando llegué a casa el guardia personal y mano derecha de mi padre no tardó en llegar por mí. Me conoce desde que soy un bebé, llegó a cuidarme muchas veces, antes era usual que me llevara en sus brazos a mis clases cada ves que escapaba de mis tutores. Somos cercanos.
Elio, su cabello es castaño y sus ojos son azules. Es mayor que mi padre por unos tres años pero luce exactamente igual de joven que él. Los poseedores de magia siempre se ven así de jóvenes. Da miedo.
—¿Nerviosa? —me preguntó sonriendo tímidamente igual que siempre.
—¿Por qué debería?
Me mira de reojo, curioso— Solo supuse que podrías estarlo, tu tutor real tiene casi tu edad y dicen que es todo un prodigio, quizás la idea intimida.
Le sonreí— Oh, pero no te dijeron lo arrogante, ruidoso y molesto que puede ser.
Se rió— Olvidé que nadie puede intimidarte, mis disculpas.
Llegamos frente a la puerta de mi padre. Elio se puso a un lado y entró antes que yo presentándome, entonces entré.
Aslan está sentado en la sala frente a bocadillos y té. Tiene puesto algo distinto, más formal.
Una camisa negra que le cubre parte del cuello de manga larga que se adhiere a su piel, encima tiene una especie de saco color verde selva con detalles dorados, un collar dorado que se pega a su cuello, son piedras brillantes negras y verdes, su cabello está igual que antes y noto la estrella dorada en su saco como símbolo de que es un hechicero real. Usa el mismo pantalón de lana y mocasines.
—Los dejo princesa — dijo Elio que al girarse con una sonrisa me deseó buena suerte.
La puerta se cerró.
Ahora somos él y yo.
Oh perdón, me corrijo. Las galletas, pastel, té y nosotros. Ya que Aslan está felizmente comiendo unas en una posición distinta a la de antes, ahora solo se recarga con un brazo en el sofá, algo vulgar.
Me acerqué y le alcé las cejas. Habló con un pedazo de galleta en la boca, ocultándose con su mano derecha me habló.
—¿Qué?
—Creí que me enseñarías sobre magia.
—Así es princesa.
No deja de llamarme princesa y aunque todos lo hacen por alguna razón no me agrada cuando él lo hace. Tomé asiento frente a él, a diferencia de él me senté correctamente y lo miré esperando. Miré por la ventana perdiéndome en mis pensamientos, intenté relajarme, tendría que pasar mucho tiempo con él hasta poder hacer magia correctamente y de todas formas se quedaría incluso cuando lo logre. Es su trabajo. Lo miré de reojo.
—Bien —se limpió sus labios con una servilleta mientras sonreía. Ahora me mira recargado en su mano, con esa maldita sonrisa de superioridad de siempre— ¿Qué debería enseñarte?
Me encogí de hombros— Dicen que eres un hechicero prodigio.
Puede que esté mal, pero por un momento su rostro se oscureció.
—Me alaban bastante pero ser bueno en la magia es distinto a ser bueno enseñando —me observó con una mano en su barbilla, con una cara de concentración, me inspecciona— ¿Qué es lo que sabes?
Y así nuestra clase comenzó.
✧ ₊‧ ˚₊ ⭒☾˚‧
No sé cuánto tiempo pasó.
En un momento me dio curiosidad lo que él podía llegar a hacer. Estaba practicando un hechizo, Aslan está a otro nivel y no tiene que decir nada para conjurarlos.
—¿Quieres que te muestre mi magia? Ya la has visto — está acostado en el sofá, recargando su espalda en el brazo de este. Sigue comiendo dulces.
Noté que no tenía caso hablar con mi personalidad falsa de princesa, ya sabe de mi yo real.
Lo vi con mis ojos cansados, sostengo una hoja que me dió Aslan con la pronunciación del hechizo, lo levanté y noté que es una página arrancada de un libro, lo peor es que luce como de uno muy viejo, por lo que puede que sea muy importante, juzgué al chico en silencio.
—Solo vi magia negra muy fea.
—¿Querías que te atrapara con flores o qué? Las sombras son útiles de usar de noche— se estiró cómodamente, parece en confianza a pesar de estar en el cuarto de la princesa, cualquier otro ser humano estaría nervioso por lo menos e intentaría ser respetuoso—. Deberías estar más orgullosa, no cualquiera me hace usar magia negra, eres fuerte princesa.
—Deja de decirme princesa.
—Claro princesa.
Me aguanté rodar los ojos por lo infantil que es— Muéstrame tu magia —pedí de nuevo, ya cansada de recitar frases raras.
Está mirando mi techo ahora porque por cierto él puede volar, no se está quieto, cada cierto tiempo está haciendo otra cosa, ahora está mirando la pintura de hadas en nubes que hay en mi techo. Acostado en el aire con las manos detrás de su cabeza moviéndose de un lado a otro.
—Que persistente eres — se dejó caer en el sofá frente a mí—. Bien, pero solo porque eres mi estudiante estrella.
—Soy tu única estudiante.
Aslan chasqueó un dedo y todo giró. Mi cuerpo sintió un escalofrío, me caí y tuve miedo de golpearme, no podía moverme muy bien con mi vestido. Este es de tela fina pero es largo en mis piernas así que no puedo moverlas tanto.
Caí en una silla frente a un piano.
—Tienes una cara de loca.
Aslan está parado en la gran ventana frente a mí, a mi izquierda. Apoyado en la pared de esta sostuvo un espejo con detalles de hadas en plata que apareció en su mano y se acercó volando hacía mí. Vi mi cara en el espejo, mis ojos y mi boca abierta.
Sostuve el espejo quitándoselo, inhalé hondo obligándome a quitar esta cara, no quiero darle la satisfacción de que me sorprendió. Este se empezó a reír, puedo ver sus dientes blancos— Ay que divertido.
—¿Dónde estamos?
—En mi hogar dulce hogar.
¿Su hogar?
Miré alrededor. Parece una cabaña, hay una mesa de madera con solo una silla del mismo material. Hay un tapiz rojo vino en el piso. Hay una chimenea. Toda la estructura parece de madera. Hay una cocina con utensilios bien acomodados al fondos, unos sofás detrás del piano donde estoy con una mesita en medio que tiene tabaco en medio. Noté un candelabro arriba, ventanas biseladas y una puerta que debe ser su cuarto.
Hay una ventana abierta con cigarros apagados en una concha marina. Me pregunté si suele fumar mucho.
Todo el lugar es del mismo tamaño que mi cuarto. Pero este es más oscuro, se siente hogareño. Esperaba un lugar más desastroso pero todo se ve bien.
—Se ve decente.
—¿Por qué siento que me estás ofendiendo?
—La verdad solo estoy..
Me interrumpió— ¿Sorprendida de mi buen gusto en la decoración del hogar? —casi puedo ver brillos a su alrededor mientras habla orgulloso con esa sonrisa— Si, lo sé.
Ya ni si quiera quiero pelear, es un caso perdido.
—Oye — tuve una idea—, nuestra clase durará unas dos horas antes de que mi guardia toque la puerta de mi cuarto. ¿Y si de una vez me das información aquí?, luce seguro.
Ahora está en su sofá, cruzó sus piernas— Vaya, mentes brillantes piensan igual, esa era mi idea princesa. Me alivia que no me malinterpretaste sobre traerte a mi casa.
Lo miré mal.
Me senté en el sofá individual a lado de él. Con mis piernas separadas inclinada hacía el con los codo en las rodillas, él me ve luciendo todo lo opuesto a mí. Espero poder llevarme bien con él.
En serio, espero poder soportarlo.
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