✧ ₊‧ Pijamada con Aslan₊ ⭒☾˚‧


Vi a Aslan detrás de Jean.

—¿Qué intentas con mi estudiante viejo? —bromeó.

El hombre se molestó— No me hables así y habla con respeto a su alteza. Nada más pasas un tiempo en el palacio y ya eres así de confianzudo con ella, típico de ti.

Aslan se puso a mi lado y tomó mi brazo cruzándolos— Bueno si me permites debo escoltarla, también te extrañe — le dio una mirada que no supe descifrar—. Dulces sueños. Espero que no mueras antes de verte de nuevo.

Nos fuimos justo cuando el hombre empezó a insultar.

Ahora estamos en el balcón, hay viento, ya no puedo oler ese fresco aroma del bosque, lo extraño.

Lo miré— No deberías ser tan grosero con él, fué muy amable.

Sonrió— ¿Sabes?, cuando Jean me mandó al palacio creí que sería un fastidio darle clases a una princesa pero no eres como pensé.

—Ah si, te divierto lo olvidé.

Se recargó en el barandal— Ahora que la misión terminó, ¿harás algo mañana?

Le sonreí burlona— Suena a que quieres una cita con la princesa.

Estaba bromeando, pero su reacción me dejó muda.

Se cruzó de brazos y miró hacía un lado, escondiendo su vergüenza, su ceño está ligeramente fruncido— Yo.. no. Solo quiero salir con mi preciada amiga— me vio de reojo, seguía sonriendo burlona y él sonrió retador saliendo de su timidez—. ¿Te gustaría ir a cualquier parte del mundo conmigo? Si me lo pides puedo hacerlo.

Sentí algo raro en el pecho, creo que es sorpresa. Aunque no sonrío estoy emocionada, me mordí el labio bajo evitando sonreír. Ir a cualquier parte del mundo es lo más interesante que una princesa encerrada puede hacer.

—Yo.. es que —casi tartamudee, me controlé—. Mañana tengo una fiesta del té.

Asintió con derrota, con una sonrisa apretada mirando el suelo, no me ve.

—Pero..— lo miré de reojo, me miró al instante con esperanza en sus ojos y eso me gustó—. Podríamos divertirnos en la tarde y de paso me acompañas al bar a descubrir si hay una nueva misión.

—Genial — se apoyó en el barandal, lo tomó fuerte—. Entonces nos vemos compañera —abrió la boca, con un rostro tonto— Ah casi lo olvido pero tienes tarea.

No habla en serio— ¿En un fin de semana?

Caturreó un sonido de afirmación y entró por mi cuarto sin siquiera pedir permiso. Él solo hace lo que quiere.

Lo seguí y me recargue en la puerta del balcón. Aslan apareció hojas y un libro en mi mesa, me miró con gracia— Tu primer parcial madam, será lograr por lo menos un hechizo de este libro para el...— se puso pensativo tomando su barbilla— para el lunes.

—Que fastidio.

Se rió— ¿Cómo? ¿La princesa acaba de refunfuñar? Oh que vulgar eres —se acercó e inclinó por lo alto que es. Olvidé mencionarlo pero por lo menos debe medir uno ochenta—. Ahora que lo pienso fuiste algo vulgar todo el día. Me impresionas.

Aparté su cara con mi palma alejándose, se quejó— Si hablas sobre lo que hice con el señor Smith no quería hacerlo y me dió mucho asco. Fué por la misión.

Aslan habló tirado en mi sofá— Si a mi también me desagradó, estuve a punto de explotarle la cara cuando lo trajiste al cuarto— se tapó sus ojos con un brazo y me pregunté que no puede hacer—, fué satisfactorio ver su cara cambiar tan rápido pero no hablaba de eso, hablaba de ti bailando en ese vestido conmigo.

Cambió de tema justo cuando lo miré fijamente, no me dejó responder y de todas formas no hubiera sabido que decir, me sentí extraña.

—Ah por cierto, hice aparecer tu ropa en tu closet, a este paso llenaré tu guarda ropa princesa— me miró reluciente, ahora con los brazos detrás de su cabeza—. Deberías emocionarte, tengo un buen sentido de la moda.

Me senté en el otro sofá— No puedes estar quieto verdad.

—La verdad no, tengo mucha energía.

—Yo no tengo nadita —me quejé viendo mi techo, con la vista cansada.

—Luego te transmito la mía.

De pronto recordé que tengo maquillaje en la cara. Solté un quejido.

El de ojos lilas me miró aguantando reír— ¿Qué pasa?

Lo fumigué con la mirada y caminé hacía mi baño. Abrí la puerta y le hablé desde ahí— Tengo que quitarme todo este maquillaje de la cara y hacerme mi rutina de cuidado de la piel.

—¿Cuidado de la piel? —lo escuché decir.

Me estoy quitando el maquillaje con crema especial— Yep.

Vi cómo se recargó en la puerta desde el espejo, miró todo mis productos y se rió— Lo siento es que te ves muerta de cansancio pero aún así sigues esforzándote por cuidarte, eres increible.

Me sequé la cara con una toalla— Es la carga de tener mi título, debo cuidarme siempre y es más difícil por mi trabajo. 

Por eso solo uso manga larga. Al principio de mi entrenamiento obtuve varias heridas.

—¿Qué haces? —me preguntó mientras veía como me ponía una banda para el cabello quitandolo de mi cara. Después de aplicar productos decidí usar una mascarilla nocturna.

—Uso una mascarilla.

No me importa lo ridícula que debo parecerle, debo hacer mi ritual de cada noche.

Se acercó y me dió una fuerte olida, lo miré incrédula— Huele rico, dame.

Le sonreí— ¿Quieres un poco? No es algo que se coma Aslan.

Lo vi mirarme fijamente con sus labios algo separados, pasó de sorprendido a apretar su sonrisa, se ve entre tierno y ridículo. Es demasiado expresivo, sé que gusta que diga su nombre.

—Ya sé, digo que me la pongas en la cara.

Le tendí el frasco de vidrio— Póntelo tú. Hay bandas en el primer cajón —caminé sobre él lista para irme a la cama.

Abrí los ojos cuando sentí un peso a mi lado. No bromees.

Aslan sí se puso la mascarilla verde, tiene una banda de orejas de conejo pero lo más importante... se atrevió a subir a mi cama.

Solté una risa incrédula, nunca conocí a alguien tan descarado, ni si quiera parece entender lo que hace, lo grabe.

Estoy sonando como un anciano, decidí dejarlo pasar. Quizás esto es algo normal en la tribu del aire.

— ¿Te burlas de mí? — me dijo recargado en el cabecero.

—Si, te ves ridículo —afirmé.

—No encanto, ambos nos vemos ridículos —apareció un espejo y me mostró mi cara.

—Bueno sí ambos pero tu más.

—Nah —negó y se puso cómodo.

Esto me daba gracia pero lo vi extrañada— ¿Acaso quieres una pijamada o que intentas al subir a mi cama? Si alguien más viera esto probablemente irías a prisión, no bromeo.

Subió sus hombros, con los ojos cerrados— ¿Por qué no tenemos una pijamada? suena divertido.

—¿No escuchaste lo de prisión? —parece escuchar solo lo que quiere.

—Me gusta arriesgarme y no es como que me puedan hacer algo.

Ah claro, es un hechicero.

—Eres estúpidamente poderoso pero no das nada de miedo.

Se rio—  Me gusta cuando maldices princesa —sentí su mirada y por alguna razón me dió miedo mirarlo— ¿De verdad lo crees?

Lo siento algo cerca, miré hacía el otro lado— Si quieres una pijamada puedes dormir en el sofá.

—¿Entonces puedo quedarme?

—Solo dije que te bajes.

Se acercó más— Pero si quieres que me quede.

Voltee a verlo— Si ya dije que si ya cierra el pico ahora —le dije molesta y algo nerviosa, no me gusta que se acerque tanto.

Tiene la cara que creí que tendría, burlona y sonriente. Radiante.

Entonces se alejó y volvió a su pose inicial, ni siquiera está tapado— Puedes quedarte si quieres, solo no hagas nada raro.

Lo vi aguantar reír— Como digas.

—Cuéntame algo —le pedí.

—¿Cómo qué? —preguntó.

—Lo que sea.

Se puso pensativo— Cuando era niño... una vez intenté teletransportarme al espacio y casi me muero. Estuve solo un segundo ahí pero casi muero congelado y sin poder respirar, fué terrible.

—Suena estúpido y traumante.

—Lo fué —se ve perdido en el recuerdo, luego salió del trance y me miró—. ¿Cómo eras de niña?

Pensé que decirle y me tapé más. Me quiero cambiar la ropa por un camisón— Solía escapar de mis tutores porque odiaba estudiar.

—¿Tú? — soltó —.Entonces supongo que la gente si que cambia, ahora eres bastante buena en ello ¿no?

—Tu también eres buen estudiante, bastante.

—No es eso, solo sé las respuestas a casi todo.

Lo miré incrédula. Él se ve sereno— ¿Qué? ¿Es en serio?

Me sonrió de nuevo y aunque lo ha hecho tantas veces sé que esta es más falsa que otras, es una sonrisa que oculta su tristeza, sentí que me congelaba.

¿Qué secreto ocultas que te hace sonreír cuando luces tan triste?

—La magia que tengo me da bastantes cosas, por eso soy muy peligroso. Ya sabes puedo hacer lo que quiera, es divertido. Debes estar muy orgullosa de tenerme de tu lado, conmigo podríamos hasta dominar el mundo si quieres princesa, puedes pedirlo cuando quieras— bromeó.

Me estaba aguantando mostrar un gesto que mostrara lo que sentía. Siempre fuí muy buena viendo a través de las personas, sé que no cree que sea divertido. Controlé mi reacción.

—No, además de tu magia eres muy inteligente y gracioso —lo halague y este me miró con una sonrisa extraña—. Más que orgullosa estoy agradecida por tenerte, siendo sincera llevaba que no tenía un amigo.

—Que tierna princesa — se burló y lo miré mal—. Ya no me mires así... yo también estoy igual. Solo no se me da ser sentimental, he herido a muchas personas por ser así sin darme cuenta, es accidental.

—A mi tampoco se me da, te entiendo. Una vez hice llorar a mi hermano, lo insulté sin darme cuenta.

Me miró divertido— ¿El príncipe que no tiene veintidós años? No me lo imagino llorando por tu culpa.

—Tenía cinco años y él diez, era un niño sensible y yo muy mala.

Parece interesado, me mira curioso— ¿Qué le dijiste al adorado príncipe de Edrielle?

Apreté los labios y conté mi recuerdo con pena.


Hablé con vos infantil mirándolo con pena— ¡Perdón Damián ! ¡No quise llamarte estúpido, sé que no lo eres pero...

Damián se veía adorable de niño, estaba mordiéndose el labio inferior intentando para sus lagrimas. Me miró con ojos llorosos, entre enfadado y herido, apretaba sus puños. 

Todos me vieron tragando duro, saben que cuando digo la palabra "pero" iba a decir algo ofensivo.

—Pero es que no pudiste deletrear una palabra tan simple como "fresa", no pude evitar decirlo perdóname Damián.

Se puso rojo de ira.

—Obviamente querías llamarlo estúpido —me dijo Aslan divertido.

—Era una niña inocente.

—Nah tu sabías que hacías, eras malvada, igual que lo eres conmigo.

Lo miré algo culpable— Bueno puede que lo haya hecho llorar varias veces pero en mi defensa siempre fué bastante sensible. Una vez lo olvidé en el pueblo, habíamos salido ocultando quienes éramos junto a su escolta y una de mis damas de compañía— sonreí cuando me acordé—. Cuando volvimos por él estaba llorando que nos buscó por media hora en el pasillo de los jabones artesanales.

Aslan sonrió más divertido— Que te dije, ¿Por qué se lo olvidaría su escolta?

—No lo sé, solo sucedió, estábamos hablando bastante y Damián tiene la habilidad de desaparecer cómo fantasma sin darnos cuenta cada vez que salimos.

—¿Quién es su guardia? —no sé en qué momento se puso tan cómodo a mi lado, está recargado en su brazo viéndome.

—Sir Louis, es hermano de mi dama de compañía más cercana, los conozco desde niña— lo miré bien, sigue teniendo esa ropa con la que salimos—. Deberíamos quitarnos esto de la cara, luego me contarás tú sobre tu infancia— caminé hacía el baño, mojé mi cara, la limpie y la sequé con una toalla blanca, lo voltee a ver, me mira desde la puerta—. Estoy segura de que tu causaste muchos problemas de niño.

Alzó las manos luego de un silencio— Atrapado, ahora déjame limpiarme esta cosa de la cara.

Después de eso Aslan y yo nos quedamos hablando casi toda la noche, en algún punto nos dormimos. A pesar de que bromeaba con dormirse conmigo ya que mi cama es muy cómoda y grande, se quedó en el sofá.

Hablamos de lo que ha visto y hecho con magia, de nuevas cosas que quiere enseñarme, de las cosas que ha leído, de seres mitológicos, de las estrellas, del mundo exterior y más. Solo que cada vez que le preguntaba sobre él y su infancia evadía el tema y decía una broma.

Esconde algo y no lo obligaría a decirme.

Era esa hora de la noche donde no te sentías igual que en el día. Estábamos tan cansados, Aslan lucía como un sueño, eso pensé pero debió se culpa del champan que apareció, no teníamos idea de que hora era y estábamos tomando copas y copas cansándonos más. Había completo silencio donde solo se escuchaban nuestras voces, compartiendo lo que hemos visto.

Puede que haya sido culpa de que a esa hora las personas son sinceras y sin vergüenza. No olvidaré lo que me dijo incluso si un día me traiciona y borra mi memoria.

Sus ojos luchaban por no cerrarse mientras una mano suya acarició mi cabello. Suave y lentamente. En la oscuridad, se sentía como un lugar secreto al estar tan cerca. 

—Eres como un alma vieja pero con un rostro joven.

Le sonreí a instante— ¿Ahora eres poeta?

Se rio ronco, le había prestado una bata para que estuviera cómodo, podía ver parte de su pecho, ya me había cansado de pedirle que se acomodara, jugó con uno de mis largos mechones con un dedo, hipnotizado. No tenía siquiera fuerzas para quitarla— Puedo ser lo que quiera contigo, maestro, amigo, poeta.. enemigo... y no importará.

Me inquietó que dijera enemigo.

—¿Cómo supiste que yo era la asesina? —  logré preguntarle por fin, era la primer persona que me descubría. 

Me miró en silencio, sereno— Por tu manera de ver directamente a los ojos a las personas, tus ojos no mostraban miedo cuando te atrapé, me viste igual que en el balcón — miró su copa y pasó un dedo por el borde en círculos—. Puedes sonreír pero tus ojos nunca lo hacen, siempre lucen igual de peligrosos.

Esa noche tuve un sueño.

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