✧ ₊‧ ⭒˚Hechicero, hechicero, hechicero₊ ⭒☾˚‧
Subí mi mirada y vi su silueta sentada despreocupadamente en la ventana. No teme caer, tiene una pierna afuera de la ventana y otra recargada contra la pared, está fumando tabaco. Dejó salir el humo por la ventana y pude ver su perfil.
No lo vi en dos semanas. Puede parecer poco pero cada día lo busqué, incluso llegué a ir al bosque para devolver el caballo a la tribu del aire, pregunté por él y no estaba. Fui a su cabaña y no estaba. Fui a la biblioteca y no estaba, lo esperé en mi balcón... y no estaba.
—Parezco hada madrina, nada más me llamas y aparezco para cumplir tu deseo.
Levanté más mi rostro y no dejé de verlo.
—¿Por qué me miras tanto?
—...Estás fumando —logré decir, porque por un momento las palabras no me salieron.
Él no me mira, desvía la mirada hacía abajo con pena— Yo.. me tomaste en un mal momento pero tuve que venir — sonrió con burla hacía mí—, parecía que te ibas a echar a llorar si no aparecía.
Puede que sí.
Desvié la mirada avergonzada— Tonterías.
Me siguió viendo— ¿No me querías ver?
Por un momento no supe qué hacer, luego me levanté y caminé hacía él y doble mi cuerpo. Mi cabello roza su pecho, nuestras miradas se encuentran.
—Fumar mata.
Disimuladamente le quité el cigarro de su mano, él lo notó pero no le importó, comenzó a sonreír lentamente mientras me miraba. Apagué el cigarro en la pared y entonces tomó mi mano.
—Siéntate conmigo, ¿O te da miedo caer? —me dijo retador.
—Para nada.
Me senté del lado opuesto, quería tener una vista de él. Mis piernas caen entre la pared y las escaleras, casi rozándose.
Levantó mi mano y sin dejar de verme la llevó a sus labios. No la besó, metió mi dedo en su boca y entrelazó sus dedos en el mío tapando su boca. Sosteniéndome como si fumara un cigarrillo.
Tragué duro y su mirada afilada siguió esperando mi reacción.
—Eres como un cigarrillo —me dijo, sacó mi dedo de su boca que lamió, yo solo lo miré mientras entrelaza nuestras manos —. En varios sentidos.
Me había derretido ahí mismo. Mi voz tembló un poco y eso provocó un brillo en sus ojos.
—Que raro eres —le susurré.
—Lo sé.
Noté que puedo verle la clavícula, tiene una camisa negra y un pantalón azul oscuro, casi negro. Hay un collar que da dos vueltas a su cuello de un hilo café, el dije es una piedra oscura.
Nos miramos en un silencio, había una extraña tensión.
Escuché su voz de pronto. Un tono grave. Masculino.
—¿Quién era él?
Por un segundo no entendi de que hablaba, estaba perdida en él.
—¿No conoces a Lorraine?
Ellos son muy conocidos aquí, Aslan debería saber.
—Sé quién es.
Lo miré confusa. No parece usar ese tono bromista que suele tener. Tampoco sonríe.
—Solo quería escuchar de tu boca si sabías quién era — sus ojos se veían intensos, empezó a acariciar mi mano con su pulgar, que aún sostiene y me siguió viendo—, Sabes quién es eh —parecía hablar con el mismo—. Entonces conoces su reputación.
Jugó con mi cabello igual que esa noche que hablamos en mi cuarto y mi corazón comenzó a latir más rápido de lo que ya latía. Fingía que no me sentía así.
—No la conozco — me hice tonta—, ¿Cuál es?
Sonrió y nunca lo vi tan atractivo— Suele meterse dentro de los vestidos de las doncellas. No me agrada la idea de que se te acerque a menos de un metro de distancia.
—No se atrevería... —respondí a lo que insinuaba— y sé cuidarme.
—No lo subestimes, muchos se conforman con solo verte en los pasillos aunque desean más, si nos vieran se pondrían celosos, que divertido— me dio una sonrisa pícara—. Imagina como me siento al poder tocarte mientras ellos solo quieren que los mires. Incluso yo...
¿Incluso?
Tomó mi mano correctamente y la llevó a sus labios.
—¿Tendré que hacerme cargo de ti?
Me relamí los labios y noté cómo me miraba.
Yo nunca lo tocaba, por eso debió sorprenderse cuando le toqué el cabello. Es suave, paso mis dedos por él delicadamente y él besa mi palma tentándome con una sonrisa, no parece creer que me atreva a hacer algo. Ve esto como un juego.
De pronto me olvidé de todas las preguntas que le tenía preparada. Porque en cuanto me miró con esos ojos lilas me perdí en ellos y me olvidé de mis preocupaciones, me olvidé de preguntarle porqué se fué.
Solo quería besarlo.
Esta vez fui yo quién sonrió inclinándose hacía él.
—Su alteza te enseñará a besar.
Me miró incrédulo, algo rojo, no se lo esperaba. Me subí encima de él y junté nuestros labios. Estoy tocándole el cuello y arrugó la parte frontal de su camisa.
Él habla entre el beso, su voz es miel.
—Princesa...
—Dime Venus.
Él es tímido y solo toca mi cintura, luego se dobla hacía mí, sin prudencia alguna me pegó contra él. Su vergüenza se fué por completo.
—Abre Venus—me pidió en una voz ronca.
Sus labios son suaves, el beso es húmedo y temo que alguien escuche el sonido de nuestros besos. Sus labios se mueven algo rudo. Rezo porque nadie venga pero escucho el sonido de pasos y Aslan nos desaparece de ahí. Lo primero que siento es como mi espalda choca contra una pared, no sé donde estamos, no me importa mucho, solo siento cómo él se inclina y me sigue besando siendo ruidoso. El corazón casi se me sale cuando siento como su mano tomó mi nuca y profundizó más. Escucho su respiración rápida. Se me sale un gemido y se separa.
Se ve tan alto y atractivo como el infierno. Tan malo, con los labios rojos e hinchados, me acerca a él de nuevo abrazando mi cintura y pone su cabeza en mi cuello. Podía escuchar lo rápido que le late el corazón.
—Sabes a tabaco —le dije con la cara en su pecho.
Su pecho vibró por su risa.
—Tengo más de un sabor, si no te gusta este otro día podrías probar el otro.
Me tensé y me avergoncé de lo atrevido que fué.
—Que sinvergüenza eres...
Me tomó de la barbilla y me miró con intensidad, bromista y sonrojado, me quedé echizada por él.
— ¿Ya no eres tan valiente?
—...
—Será mejor que nos vayamos o no te dejaré ir nunca.
La idea me tentaba pero tomó mi mano y abrió la puerta.
—¿Estábamos en un closet? —pregunté.
—Si, ahora huyamos, tenemos que ir a clase de física.
Dijo eso cómo si nada hubiera pasado, tan casual. Decidí intentar fingir que mi corazón no está latiendo tan rápido, que no sigo tan nerviosa y con mis piernas débiles.
No ayudó que tomara mi mano, es tan grande comparada con la mía, la cubre toda y es venosa, es bastante suave y me pregunté si es por ser portador de magia.
Quiero besarlo de nuevo, lo veo de reojo...
Intenté pensar en otra cosa, distraerme.
Hice una mueca de desagrado al pensar que me toca física. Esa profesora es muy... intensa. A casi nadie le agrada, cae mal, tiene buen conocimiento de su materia pero no nos trata bien. No puedo esperar para tener otra maestra el próximo año.
Caminamos por el pasillo teniendo cuidado de no encontrarnos a maestros. Noté cómo quiso quitar su mano cuando pasaron otras personas. La quitó y yo la tomé de nuevo, me miró de reojo pero yo solo seguí viendo el pasillo. Seguro y estoy toda roja.
Sé que debe estar sonriendo, imagino su cara perfectamente.
Entramos al salón y solo habían alumnos, todos en lo suyo hablando, bajamos escaleras y vi a Minerva, arrastré a Aslan conmigo.
—¿Y el profesor? —pregunté.
Minerva tiene una mirada pícara viendo nuestras manos entrelazadas. Pasó sus ojos por mi rostro y ahogó una sonrisa.
—No sabes la que me debes... —susurró.
La miré confundida.
—No ha llegado la vieja loca, pero no ha de tardar, antes ella dijo que podría llegar tarde —fijó su vista en Aslan—. Tu amigo podría hacer algo ¿no?
Aslan no sonríe, le alza una ceja— ¿Cómo qué?
—Eres el hechicero oscuro —afirmó y no me agrada que lo llame por ese apodo—. Solo enciérrenla en un closet y huyan.
No era mala idea.
Aslan me miró con una sonrisa cómplice. Sé que piensa, eso que dijo Minerva es justo lo que acabamos de hacer.
—Tenemos tiempo, ¿mademoiselle? —me pregunta.
Giro los ojos de un lado a otro viendo a los dos. ¿En serio creen que yo haría algo así?
—A esta hora debe estar por llegar —dijo Aslan.
Como asesina, no pude evitar pensar en una estrategia.
—...Ahora tengo una idea.
Apretó mi mano y me dio una sonrisa— Vamos a hacer travesuras...
Y salí de ahí, noté la mirada orgullosa de Minerva desde el asiento. Nada más nos fuimos ella siguió leyendo.
Le hablé a Aslan de ella en el camino, que es mi amiga, su nombre, que entrena para ser caballero. A él no parecía importarle mucho.
Lo detuve pegándolo contra una pared.
—¿Qué pasa? ¿Quieres otro beso?
Lo miré avergonzada— No. Ella está hasta el fondo. Ahora escucha, ¿ves ese closet de ahí?
Le señalé el closet del fondo. Asintió.
—En esa puerta el seguro solo está por fuera, así que si alguien te encierra te jodes y no podrás salir, aparte de que aquí casi no pasa nadie así que no escucharán sus gritos. Ella tiene que pasar aquí ya que está teniendo un romance con el profesor de historia y se encuentran afuera, seguro por eso vino tarde hoy.
Se quedó mirándome un segundo— Te ves preciosa cuando dices cosas que asustan.
No supe que cara hacer, solo le alcé las cejas— Que fetichista.
—¿Contigo? Puede.
—Aslan...
Dejó de intentar de seducirme y habló con confianza moviendo mi cuerpo a un lado tomando mi cintura. Sentí mariposas, en especial por lo que me susurró al oido.
—Ya entendí ternura. Sé que hacer.
Esperamos quietos unos minutos y cuando la mujer llena de papeles caminaba acomodando su falda terminó ahí metida por el golpe de Aslan que tenía una capucha puesta para que no lo viera. La encerró.
Si usara magia, sabrían que fué él.
Tomó mi mano y me llevó con él, salimos corriendo de ahí mientras la mujer gritaba.
Pasamos por las pinturas de los pasillos y casi tropiezo con mi tacón pero estuve bien porque Aslan me subió el brazo. Yo nunca caería con él a un lado.
Después de eso pasó la hora de su clase y ella nunca llegó. Era la última clase, Aslan y yo salimos de ahí juntos. Teníamos de qué hablar.
Él se acostó en su sofá y yo me quedé en el otro, mirándolo. Le pregunté porqué se fué ese día.
Al principio no parecía querer decirlo, pero lo dijo.
—No quería asustarte —casi murmuró, tiene la mirada en mí.
—¿Crees que puedes asustarme? —dije con gracia—. Verte matar a los malos no me asusta... te veías muy..
—¿Muy qué? —preguntó.
Me atreví a contestar.
—Muy atractivo...
Parece que le gustó mi respuesta. Lo veo en su cara, sonríe. Se mordió los labios.
—¿Qué dijiste? ¿Qué me veo caliente cuando lucho? — quiso molestarme.
Después de un silencio noté como quería sacar otro cigarro de su bolsillo y fumar, conozco el lenguaje corporal.
—¿Por qué dijiste que soy cómo un cigarro?
Él se deja las manos en los bolsillos, no fuma delante de mí.
Sonríe cómo pícaro.
—Porque ambos matan y me gusta tenerlos en la boca.
—...
Lo seguí viendo seria, haciendo a un lado lo que me hace sentir. No lo logré del todo.
Ahora no me mira, pero sigue sonriendo. Es una sonrisa triste mirando sus dedos. Parece estar guardándose cómo se siente y decide solo seguir bromeando. Juega con el collar en su cuello.
Creo que se siente inseguro justo ahora, solo que no comprendo porque. Sus ojos no sonríen. Puede llegar a ser bipolar.
Decido dejarle en claro lo que siento.
—Creo que si no puedo tenerte no estaría con nadie más.
Ahora tengo su atención.
—En verdad sientes algo por mí... y eso que dicen que mi encanto es falso.
Lo miré mal , estaba hablando en serio y él no para de bromear.
—Aslan hablo en serio.
Hubo un silencio y su sonrisa se fué. El ambiente cambió de nuevo, lo que dijo reflejó su inseguridad, sobre todo por su tono incrédulo.
Él se dignó a verme— ¿De verdad te gusto?
Santo cielo, empezaba a desesperarme.
—¿Tuviste una exnovia que jugó contigo? ¿Por qué mentiría?
Él siguió viéndose pequeño jugando con su collar, sus largos y delgados dedos pasan por el hilo, él murmura hacía mí y siento que puedo ver a su yo interno—Tan cruel... Temo que juegues conmigo por mi poder, ya sabes, si me tienes podrías hacer casi cualquier cosa.
—Nunca haría eso.
No dudó en responder.
—Te creo, no lo harías.
Le hablé en un tono dulce y suave— ¿Entonces?, ya dime que pasa, no puedo leer tu mente.
Su tono bromista se fué por completo. Esta era otra cara de Aslan.
—Siendo honesta. ¿No me temes? Me viste prenderle fuego a esos tipos... Sabía que estabas ahí pero no me detuve, aunque créeme que quería— y otra vez no me ve—. No quería que me vieras así de...
—¿De qué?
—De horrible — dijo en un tono brusco con la cara llena de preocupación, Aslan parecía odiarse justo ahora—. Muchos me temen, ya has oído los rumores, no mienten... no sé si sea bueno para ti que te vean conmigo.
—No deberías pensar así de ti Aslan, eres alguien especial para mí, nunca te vería así. Además, ¿en verdad crees que me importa lo que digan? Puedo ver lo que ellos no.
—Juegas a la princesa perfecta, así que si.
No tardé en responder.
—Entonces que se vayan a comer mierda. Si me pides elegir entre a ti y mi reputación te elijo a ti mil veces.
Él me ve igual de avergonzado que yo.
Seguí hablando— De todas formas... no podrías arruinarla siendo tan perfecto— me levanté y me acerqué a él de rodillas, cerca de su rostro, tomé su mejilla y me miró a los ojos—. ¿Crees que no me gustas lo suficiente? Me gusta cada lado tuyo, incluso cuando te vuelves así de oscuro. Ya lo admití, fue duro.
Mira abajo con una sonrisa triste— Siempre me he visto cómo alguien que no merece ser amado, es difícil creerte. Es mi culpa.
Lo miré incrédula, porque parecía que lo decía en serio. Me puso tan triste que lo dijera con esa cara, está forzándose a sonreír.
Acaricié su mejilla— No sé porque piensas así de ti pero nunca jamás creas no merecer lo que deseas. Eres suficiente, no tienes que esforzarte tanto por sonreír. Ni por ser tan gracioso, ni por ser el más inteligente ni el más atractivo. No debes ser el mejor en todo, tampoco debe importarte que te digan, no debes dejar que la sociedad te diga quién eres, ya eres suficiente.
Nuestras miradas se encontraron.
Me relamí los labios— Y si no es suficiente, para mi ya eres todo eso.
—Di que me amas — me pidió mirando mi rostro, algo cambió en su expresión. Ya no luce tan triste.
—Te amo.
—Di que te quedarás conmigo.
Sonreí ligeramente, estaba siendo infantil— Lo haré.
Acarició mi cabello y dijo algo muy serio— Di que... no morirás antes que yo.
Tomó mi nuca y me acercó.
—Moriría el mismo día que tu.
Se mordió el labio inferior conteniendo su sonrisa— Nunca esperé que fueras tan romántica.
Lo miré avergonzada— Te juro que...
Me cayó con un beso.
El temor en su rostro se fué y sus ojos brillaron. Sonríe traviesamente de nuevo. Me gusta su rostro sonrojado.
—Me gusta esa boquita sucia que tienes.
Me quiso besar y yo me quité por molestarlo. Lo intentó de nuevo e hice lo mismo. Es venganza.
—Ven aquí. Unos besos no arruinarán nuestra amistad mon amour —bromeó.
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