✧ ₊‧ Está en todas partes ₊ ⭒☾˚‧
La fiesta había terminado para mí. Acabo de entrar a mi habitación exhausta, los pies me duelen como el infierno y estoy algo furiosa.
Ese tipo, mi tutor de magia. EL MALDITO NO ERA UN CABALLERO REAL. Pero claro que no lo era, él usaba magia, era un hechicero. Me siento lo que sigue de tonta.
Después de la fiesta fui con mi padre para verificarlo pero él ya se había encerrado a trabajar. Sin embargo, unos caballeros me entregaron unos papeles donde viene información sobre él, pruebas de que está clasificado para enseñarme. Los hechiceros trabajan en la torre de magia solo que los más fuertes, trabajan con los caballeros para combatir los problemas del reino
Mi mucama Lucy me ayudó a quitarme el vestido, pude respirar bien de nuevo y con mi pijama subí a mi cómoda cama. Ahora tenía que pensar que hacer, me había metido en un apuro.
Volví a recordar porque hacía esto, porque debía seguir. Yo lo empecé así que yo debía terminarlo. Me levanté de mi cama y llegué hasta el librero, esta es mi parte favorita de mi cuarto.
Tomé el libro que tengo repetido, "Poemas que la luna recita al sol en los eclipses"
Se movió la palanca y mi librero se movió mostrando una puerta. Mi sala de investigación. Entré observando el interior de mi cuarto cuidadosamente. Nadie debía verme. Todo está lleno de hojas bien ordenadas, hay una pizarra donde anoté la información que he conseguido. Ahí sentada entre mi investigación sobre el cazador de hadas pensé en qué prueba le daría al hechicero mañana.
Estuve sentada pensando y también leyendo sobre él varias horas.
✧ ₊‧˚ ₊ ⭒☾˚‧
Ya era otro día.
Estaba vistiéndome para ir a la escuela. Como estamos en otoño hace algo de frío así que me puse mi gabardina blanca encima de mi vestido amarillo. Al ser princesa siempre debo estar presentable, lucir perfecta. Un fastidio si me lo preguntas pero tengo que respetar el código. Usé una diadema de la misma tela de seda amarilla que mi vestido que hacía atrás todo mi largo cabello blanco, me puse unos aretes sencillos plateados y salí.
Usualmente los de la realeza no tendrían por qué ir a la academia Magoi, podía aprender en casa pero había una razón para estar ahí además de mostrar mi buen desempeño y ayudar a que Minerva no repruebe su año escolar. Había otra razón.
Los rumores.
No me malentiendas, no busco rumores de quién engañó a quien. Siempre podía encontrar nueva información de nobles sobre quién compra polvo de hadas y donde habrá dealers. Al trabajar sola necesitaba estar bien informada.
Bajé del carruaje y sentí varias miradas. Aquí no hay necesidad de que me traten según mi título, somos iguales. Aunque de todas formas siempre hay gente saludándome. Sus padres deben pedirles que intenten tener una buena relación conmigo por política, lo odio. He tenido mucha gente falsa en mi vida por ello.
Aquí estudian puros hijos de nobles o famosos guerreros.
La voz de Minerva sonó a mi lado.
—¿De verdad estudiaste toda la noche? Tienes un poco de ojeras.
Tiene puesto un vestido verde que resalta sus ojos. Ella es un poco más alta que yo así que miré ligeramente hacía arriba
— Algo, no dormí muy bien.
—Te ves bien como quiera, como siempre.
—¿Lograste escapar del relamido ayer?
Sonrió y se rió un poco del apodo que le dí— Sí parece que un caballo le relamió el cabello. Logré escapar gracias a tu hermanito, al principio solo dijo "¿Y tú que?" ya sabes que no le caigo muy bien.
—Pero te ayudó a pesar de cómo eres con él.
Él siempre ayuda aunque no le caigas bien,e se se tipo de persona.
Entramos al salón de matemáticas, es nuestra primera clase.
La estructura de la escuela es antigua, preciosa. Todo al estilo del renacimiento, con pinturas en los techos del auditorio, esculturas en las paredes, fuentes en los jardines, columnas blancas...
Chasquearon un dedo frente a mí, es Minerva— Despierta, están repartiendo exámenes.
—Claro.
Me miró extrañada desde abajo mientras me pasaba las hojas, las pasé hacía atrás de mí, ella me miró girando su cuerpo hacía mí— Estás rara, ¿pasa algo?
—Para nada, solo no dormí bien.
Me estudió y luego miró hacía su examen dándome la espalda— Como digas.
Entonces mientras el único sonido eran las hojas siendo repartidas la puerta se abrió de golpe. Todos nos giramos.
Su voz resonó por el salón— ¿Es esta la clase de matemáticas de segundo?
El maestro que está al fondo se levantó las gafas con un dedo y lo miró alzando las cejas y ojos. Tiene puesto un lente que cuelga de una cadena.
—Ah sí claro, el nuevo. Baja hasta aquí para presentarte a la clase.
Bajó las escaleras pasando entre los asientos de todos. Noté las miradas que le daban, en especial la de las chicas. Me miró de reojo cuando pasó junto a nosotras.
Tiene puesto una camisa de botones blanca y una gabardina color beige encima donde tiene sus manos puestas, un pantalón de lana negro y mocasines negros. está algo peinado, su cabello está amarrado en una coleta baja con un listón negro, algunos mechones caen por su frente. Es atractivo.
Se paró frente a todos, recto, con la mirada al frente, su mano derecha apoyada en su bolso de hombro, donde debe tener sus útiles. Habló haciendo contacto visual conmigo.
Me sonrió y yo lo observé seria. Esperando que haría.
—Un placer, me llamo Aslan. Espero nos podamos llevar bien.
El profesor se dirigió hacía él— Puedes tomar asiento donde quieras, hoy tenemos un examen pero no es necesario que lo hagas.
—No hace falta, presentaré el examen.
El profesor le sonrió con gracia por su confianza— Como gustes.
Sin más al fin pudimos retomar la clase, perdimos minutos de examen gracias a él.
Ahora se acerca, espero que no se le ocurra... ya lo hizo.
Está a mi lado.
Dejó a un lado su bolso, puso la hoja que le dio el maestro en la mesa y me miró. No se que me vio pero la sonrisa que me dio parece de total gracia.
Irritada lo ignoré. Hice mi examen lo más rápido posible olvidándome de su presencia.
—Si se atreven a hacer trampa me daré cuenta — anunció el profesor.
—¿Soy yo o me está mirando a mí? —susurró Minerva que chasqueó la lengua.
Me levanté del asiento y caminé hacía el profesor, mis zapatos hicieron eco.
—¿Ya terminó? — el profesor tomó mi hoja—. Vaya, es la primera vez que no termina primero. Creo que tendrá competencia desde hoy, eso es bueno.
—¿Cómo?
—El señorito Aslan ha acabado primero que usted.
¿En qué momento?
Me giré y me dí cuenta de que me estaba mirando. Sonríe, tiene las piernas cruzadas y los brazos detrás de él recargados en los asientos de atrás despreocupadamente.
Me está retando.
—No se vaya a agobiar tanto señorita Astley, la competencia nos ayuda a dar pasos más grandes.
Ya lo creo, porque ahora solo quiero apagar su sonrisilla.
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