✧ ₊‧ ⭒˚El temor, por Aslan₊ ⭒☾˚‧
La nieve que cae del cielo me recuerda al cabello de Venus.
Hasta hace un rato estaba por irme en busca de información sobre lo que nos habían dicho en la fiesta. Odio la idea de que ella tenga que luchar sola. Por eso estoy aquí.
El viento me mueve el cabello y siento que la bufanda que tengo puesta no es suficiente.
Pienso en ella, en cómo temblaba, en el sonido de su voz rota, en cómo su ceño se fruncía y sus mejillas se ponían rosas igual que la punta de su nariz, en cómo noté lo mucho que esa chica significa para ella.
Si ella supiera que estoy aquí seguro me engañaría. Casi puedo escucharla en mi mente
—¿Cuál es la posición?
Algunas veces podía saber cosas. Llegaban a mi mente así nada más, pero lastimosamente no es algo que controle.
Esto es algo que terminé poseyendo en el cuarto blanco.
—Avenida Roslyn, quinientos seis A —solté sin pensar.
Solía saber estas cosas cuando pensaba demasiado me perdía y no veía lo demás.
—Muévanse y recuerden ser silenciosos...— dijo el capitán de los guardianes, me miró—. Hechicero, te necesitamos como respaldo al frente. ¿Estás seguro de que no quieres un arma?
—Muy.
No estaba de humor y él lo notó. Caminamos por las calles, cada uno separado, tenía que parecer un recorrido normal.
El rubio está a mi lado, tiene un abrigo enorme color azul, no le queda bien. Es Nathnaiel, como le digo yo, rubio.
—¿Hiciste enojar a alguien de nuevo o qué? —me preguntó de pronto.
Lo miré de reojo. Me inspecciona con la mirada.
—¿Por qué lo dices?
—Porque no has echo ningún chiste estúpido desde que nos llamaste — dijo con obviedad, me irritó—. Y que tu rostro se vea muy serio no es normal, ¿sucedió algo?
Sucede que Venus se derrumbó en mis brazos y no puedo dejar de pensar en la cara que tenía así que quiero quemar vivo al responsable de hacerla llorar.
—Nada importante
Hizo una mueca— Empieza a dar miedo.
De pronto vi al señal de un cadete al fondo
—Tienen rodeado... —le murmuré al rubio.
Caminamos hacía el lugar. Miré por dentro desde mi mente. Es un edificio enorme, parece ser que transportan paquetes.
Busqué a las personas, a la chica morena amiga de Venus.
Los encontré. Están hasta abajo, entre muchos paquetes escondidos. Hay más de treinta con armas, algunos están comiendo, otros solo charlan. La chica está amarrada y duerme en el suelo... oh no, está fingiendo dormir mientras intenta romper la soga que la ata.
—Los tengo — solté.
Caminé hacía el lugar dando largos pasos, mi bata se movió junto al cabello de mi frente. Mi vista está en la entrada.
—¡Aslan! —gritó el inepto rubio para tapar su boca al instante.
Estúpido.
—¡Entren! —ordené al aire.
Entonces varios hombres entraron al edificio, rompiendo ventanas y la puerta. Varios pasaron a mis lados armados.
Dentro, ya habían escuchado las pisadas y gritos.
—¡Gracias teñido! —le grité.
Entré al final mientras los guardianes luchaban contra los demás y cuando entré al fondo tenía que tener cuidado con no ser herido. Hay muchos peleando demasiado cerca unos de otros, está apretado.
Tuve que volar por encima, unos intentaron dispararme y les regresé las balas.
Así de sencillo llegué al final. La chica me mira.
Le quité la tela de su boca— Gracias.
Se levantó.
—No es nada —respondí seco y creo haberla oído reír.
—Eres más frío de lo que recordaba.
Estaba por dar la señal de que habíamos logrado la misión.
Cuando escuché un sonido y mis ojos se abrieron de la sorpresa.
La morena me lanzó un golpe cuando notó que me di cuenta y lo esquivé. Usé las sombras para atraparla.
—¿Quién eres?
—¿No recuerdas a tus compañeros?
Esa voz...
No es posible.
Lo miré incrédulo mientras cambiaba de forma, su piel morena cambiaba a una piel negra llena de cicatrices, su altura creció y su cuerpo de mujer cambió a uno masculino igual que su rostro.
No me lo creía, el corazón me latió muy rápido y empecé a asustarme, no era posible.
—Daniel.
—¿Sorpresa?
—Tu...¿Cómo? No —no podía mostrarme sentimental justo ahora, no ahora. Le dí mi mirada más seria— ¿Porqué estás con los rebeldes?
Lo solté de mis sombras.
Su cara fué enigmática— Aslan, lo siento pero tengo que hacerlo.
No pude carburar. Me tambaleé.
Entonces sus ojos azules se acercaron a mí y aplaudió frente a mí.
Al instante caí al suelo.
Y pensé en Venus.
Desperté y no supe cuánto tiempo pasó. Era de noche, lo vi por la ventana.
¿Por qué nadie me recogió?
Noté que no podía ver mi cuerpo. Ah ese maldito, me echó para hacerte invisible. Rompí su hechizo al instante.
Me levanté adolorido y noté como seguía nevando. Ya no hay personas aquí dentro. Me troné la espalda.
Fueron cómo unos cinco segundos de paz mental y luego ansiedad llegó a mí.
¿Se llevaron a la chica equivocada?
Tuve que regresar volando convertido en un ave. Era la manera más fácil y estaba débil, no podía teletransportarme. Estoy cansado.
Cuanto más volaba más rápido iba por las preocupaciones que llegaban a mi cabeza.
Tienen a la chica incorrecta. Estoy seguro de que Daniel se hizo pasar por ella para entrar al palacio.
Y si él va al palacio...
Me apresuré aún más.
Volé lo más rápido que pude.
Llegué a su balcón, me posee en este y de un brinco estuve dentro, abrí la puerta sin pedir permiso. Podía escuchar el sonido de las espadas y balas en el lugar.
Ella no estaba ahí.
Salí de su alcoba y caminé rápidamente por el lugar. Al instante el sonido fué más fuerte, más inquietante, más preocupante.
Intenté ver dentro del palacio pero ya era muy tarde.
Es tan grande que no la encuentro, solo veo a todos luchando, cómo hay explosiones.
Cómo comienza la guerra.
Vi al príncipe con su corona con sangre en su espada y sin manchas en su fina y elegante ropa, seguramente tomó el trono entre todo este lío adelantando la coronación. Esta era una trampa, era el comienzo de la revelación, de la guerra.
Paré de caminar de pronto.
Venus no está aquí.
Vi de reojo a Daniel y mi furia me dio fuerza. Volteé hacía él en línea recta al instante y mandándole un golpe de aire chocó contra la pared y terminó en el suelo, le di una patada y su cara dio vuelta, me miró de reojo.
De pronto se formó un silencio, al parecer detuve la batalla en la que estaban. Luego de que tragaron duro al darse cuenta que yo estaba aquí. Mi poder intimidaba, saben que no pueden conmigo.
—¿Ahora luchas sin magia?
Mi tono fué severo— ¿Dónde está?
El bastardo se río— Me sorprende lo mucho que cambiaste —tomó mi pie—. El viejo Aslan estaría con una cara enigmática, te ves enojado, por cierto ¿No pedirás perdón?
Lo pisé— Justo ahora no me importas en lo más mínimo —su cara pasó a una sorprendida con los labios cerrados—, ¿Dónde? —pregunté de nuevo.
Ahora luce serio, quitó su mano de mi pie y se acostó relajadamente, miró a un lado— ¿Ahora juegas a que te importan los demás? —entonces su voz se hizo más alta—. ¿Sabes todo lo que tuve que pasar?
—El experimento no fué mi culpa.
—¡Pero intentaste matarme!
Mis ojos hicieron a un lado el enojo, lo miré fríamente— Y tu a mi. No tuvimos opción igual que los otros niños.
Me mira cabreado, decepcionado.
—Si la teníamos, la tenías.
—Solo dime dónde está... hablaremos esto luego.
Hubo un silencio.
—Ya es tarde, la morena tiene una bomba en su cuello...
Abrí mis ojos— No hablaba de ella, ¿Dónde está la princesa?
Su cara pasó a una confusa— ¿De qué coño hablas? ¿No está aquí?
Quité mi pie y caminé hacía atrás.
Me di cuenta de qué sucedía.
Mie pecho se infló de aire y bajó fuertemente, empecé a respiraba pausadamente.
—¿Cuánto tiempo tiene la bomba?
—Eh.. no lo sé, no la puse yo pero ya debió haber...
Me fui de ahí volando como rayo. Desaparecí de ahí en un segundo y ya estaba en el aire sintiendo la nieve, volé hasta arriba de las nubes y el sol me molestó en los ojos. Cuando estaba cayendo hacía él edificio un fuego quemó el aire y volee entre él.
Era muy tarde.
La explosión destruyó el lugar, busqué con los ojos un cuerpo, dos cuerpos. Su cuerpo. Cabello blanco, ojos negros, piel pálida, a ella.
Venus Venus Venus Venus donde estás.
Dime que no estás aquí y que en realidad no soy tan listo, que estoy mal.
Caminé entre los escombros y busqué debajo de ellos dentro de mi cabeza.
La busqué la busqué la busqué.
Solo pensaba en ella.
Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus Venus.
Entonces la encontré.
Está tirada en la tierra con el cabello sucio, con los ojos cerrados.
Casi me da un puto paro de lo rápido que me latió el corazón, al instante me dieron ganas de llorar, corrí hacía ella, toqué su cara e hice a un lado a su amiga que abrazaba y cuidaba. Ella la había protegido con su cuerpo.
—Venus despierta, Venus cariño.
No abrió sus ojos.
¿Esto era todo?
No.
La seguía intentando despertar, chequé si su corazón latía y lo hacía, pero era un sonido muy pausado.
Nunca sentí tanta ansiedad.
No respiraba.
—Venus — no paré de decir su nombre. Cómo ella quería, le acaricié el cabello y me negué a ser brusco.
Intenté curarla con magia y no logré nada. No sabía medicina.
Cada vez su corazón latía más lento.
Entonces algo tocó mi hombro— A un lado idiota.
La chica morena que tiene cara de muerta y se tambalea se acercó a ella tosiendo.
Ella la llamó y no se levantó.
Hasta que de pronto ella empezó a toser fuertemente y nos miró con la vista cansada.
—Que... que carajos... —dijo igual de grosera que siempre.
Tenía a Venus tosiendo en sus brazos.
Nos teletransportó a un lugar sin humo y escombros. A mi tribu.
Jean nos mira tomando whisky en bata. Su cara es un poema.
En otra situación me hubiera reído pero ahora no. Notó los cuerpos dañados de las chicas y se paró al instante dejando su bebida a un lado. Completamente serio y confundido.
—Por favor ayúdame.
Venus fué la única que siguió despierta. Su amiga cayó al suelo luego de unos tres minutos y fué la que trataron primero a petición de Venus. Ella se sentó en el piso y no paró de murmurarme cosas para mantenerse consiente con ese rostro serio que tiene siempre, uno que estaba curando con las cosas básicas que sabía. Recuerdo todo vagamente y borroso, todo fué tan deprisa y tan tarde que era difícil no dormirse mientras la limpiaba, estaba cansado pero seguí despierto hasta el final. Hasta que la vi limpia y con vendajes.
Luego cedí.
Cuando desperté vi la silueta de Venus al fondo sentada en una silla.
—Venus.. —dije con voz ronca, sentí mi cuerpo rígido en una cama.
—Duermes mucho —me dijo con un rostro sereno, el que siempre tiene—, ¿Estás bien? Escuché que tuviste problemas con un hechicero.
Me levanté de pronto y sentí dolor en la cabeza.
Se acercó a mí.
—No te muevas. Uno de los chicos de aquí te trajo a una habitación, tu cabaña quedaba muy lejos.
La miré con gracia— ¿No debería ser yo quién te pregunté si estás bien? Tu eres la que sobrevivió a una explosión, ¿Qué te duele?
Ella sonrió cálidamente y se sentó en mi cama— Estoy bien.
—Claro que no lo estás... ¿Y tu amiga?
Su rostro pasó a uno triste— Ella está bien, lo estará —me miró—. Si no hubieras.. Si no hubieras venido hubiera tenido que llevar a Minerva hasta mi departamento y hubiera sido muy arriesgado en esta situación actual— su mirada se tornó seria, me miró a los ojos—. Gracias Aslan.
Me gusta cuando me mira así, nunca me ha mostrado un rostro asustado hacía mí, nunca me ha temido. Verla con esos ojos oscuros pero brillantes me hacen perderme en ella. Involuntariamente mi mano se alzó y tocó su mejilla.
—¿Por qué tienes vestido? —le pregunté viéndola.
Frunció el ceño y luego comprendió— Ah eso. Ayer tuve que regresar al castillo después de verificar que Minerva estaba bien, acabo de regresar de la escuela, fué difícil, tuve que fingir que Minerva enfermó, es su cubierta hecha por su familia, no quieren que esté envuelta en los rumores. Solo unos pocos sabemos qué pasó en realidad —resopló—. Es un desastre en el palacio, los caballeros se están preparando —su rostro preocupado pasó al rostro que hace cuando pelea, una mirada peligrosa en sus ojos cansados—. Mientras dormías pasaron varias cosas. Estamos en guerra y todo está de cabeza, hay gente que se está yendo de Edrielle. Las cosas cambiaron, están luchando todos los caballeros y guardianes justo ahora afuera del palacio y cerca de donde el bosque termina, no se atreven a entrar muy profundo por la protección de los dragones, les temen, es una suerte que tu tribu viva cerca.
—¿En serio estuviste en la jodida escuela luego de haber sobrevivido a una explosión? —pregunté incrédulo, me acerqué para ver su rostro herido y se sonrojó para ver a un lado— ¿Cómo ocultar las heridas?
Me empujó el pecho y me vio— ¿De nuevo escuchas solo lo que quieres?
Sonreí de lado— Es porque eres mi preocupación primordial cariño, me seguiría preocupando más tu bienestar que el fin del mundo.
Se puso roja de los nervios y miró a un lado intentando ocultarlo.
Cambió de tema, lo hace cuando se avergüenza.
—No es la primera vez que me maquillo para ocultar heridas, es parte del trabajo. Además — de pronto se vio poderosa, su sonrisa es lineal—, soy la asesina más buscada del reino, una explosión no puede matarme.
La contemplé por unos segundos, con seguramente una cara de idiota. Luego se me salió una risa.
Ella creyó que me burlaba de ella y se puso a refunfuñar, la acerqué hacía mí tomándola de la cintura— Y próximamente también serás quién luche a mi lado en la guerra mi asesina.
Sus ojos brillaron— ¿Verdad que debería? Hasta ahora todos me han dicho que me tome un respiro o no creen en mí, —me miró impotente— ¡Cuando no tienen ni idea!, Debo luchar ya no importa mi tonto título. Al diablo con la nobleza ahora solo soy una princesa de un reino invadido. Puedo hacer lo que me dé la gana.
Cómo me gusta esta faceta de ella. Nunca la vi diciendo algo en ese tono de voz.
Siempre creería en ella.
Me eché en la cama y la miré acostado con las manos detrás de mi cabeza— Haz lo que desees, siempre estaré vigilándote así que estarás bien.
Ella frunció el ceño, cree que pienso que es débil cuando el que lo es soy yo.
Hablamos al mismo tiempo.
—Puedo cuidarme yo sola.
—Puedo cuidarme yo solita — la imité.
Se mordió el labio inferior, disimulando la sonrisa que quiere salir, habla enojada— No sueno así.
Si fuera posible, quisiera quedarme con ella por siempre. En el bosque, en el palacio, en mi cabaña, en un closet, en el reino, en la playa, donde sea mientras ella estuviera ahí. Deseo una vida y muerte con ella. Me hace pensar que debo trabajar más y que en realidad las cosas pueden salir bien, que puede haber un buen final.
Pero sobre todo, adoro que diga mi nombre.
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