✧ ₊‧ ⭒˚El miedo₊ ⭒☾˚‧
Era otro día.
Sir Louis había venido a vernos a mi hermano y a mí. Su rostro normalmente sereno está furioso.
—Ella no volvió a casa.
Sus palabras fueron como espadas clavadas en mi corazón.
Estábamos en una sala privada. Damián se levantó, con un rostro adulto. Uno que mostrará más seguido debido a su posición. Me pregunté si así lo vería en el trono, cuando la corona estuviera en su cabeza y tuviera tanto trabajo que no lo vería tan seguido.
Nunca lo vi cómo un adulto hasta ese día. El niño que lloraba había crecido.
—Nuestros mejores guardianes están investigando y los caballeros la buscan. Te puedo prometer que la encontraremos.
Él miró el suelo y apretó el puño— Damián, por favor. Es mi hermana... solo encuéntrala. Sé que si estuvieras en mi posición sería lo mismo. Lo comprendes.
Me miró por un momento, sus ojos verdes mostraron miedo.
Damián lo acompañó afuera y yo me quedé sola.
Quería estar un momento sola. Lo necesitaba. Salí de ahí.
Caminé arrastrando el vestido turquesa que tengo puesto, miré el suelo casi todo el camino, sentí la nariz roja y me trague mis ganas de llorar, quería llegar a mi cuarto y estar sola.
—Su alteza..
Un sirviente me llamó y lo ignoré.
Cerré la puerta y me deslicé por esta, pegué mis piernas a mi cuerpo y me aguanté llorar, no quería hacerlo. Estaba tan triste, pensaba en lo que podían hacerle, quizás sabían que es mi dama de compañía y querrían hacerle daño. Es una noble, la odiarán. Porque es más que obvio que la tienen, la capturaron.
Estaba tan triste, tan asustada, daba una imagen opuesta a lo que soy, una asesina que mata sin arrepentirse. Cuando en realidad solo temo de este mundo. De los humanos, de lo que somos capaces. De lo que yo soy capaz. La ansiedad me carcomía la cabeza y había aguantado morder mis uñas. No podía parar de pensar ¿Y si...?
¿Y si la están torturando?
¿Y si ella no es la única?
¿Y si ella está muy asustada y no sabe qué hacer?
¿Y si le hacen a ella lo que yo misma he hecho a otros?
No podía parar de pensar en ello. En que quizás fué mi culpa, que debí protegerla. Debí decirle la verdad y quizás así no hubiera ido a la fiesta. Quizás si supiera quién soy esto no estaría pasando.
Sentí un cuerpo frente a mí, no levanté mi rostro, ya sabía quién era. El es el único que entraba a mi cuarto por el balcón.
No dijo nada, solo me rodeó con su cuerpo y aunque intentaba alejarlo empujando su cuerpo no se rindió y me siguió abrazando.
Me susurró al oído— Llora lo que quieras.
Entonces mi ceño se frunció y fueron cómo palabras mágicas— Eres un hada madrina...
Se rió ronco y su pecho vibró por eso.
Y yo también me reí.
Mi voz paró y miré cómo las cortinas de mi balcón se movían por el viento, nieve entraba por mi ventana. Estaba nevando y él aún así vino a verme, noté la fría nieve en sus hombros.
Me puse a llorar viendo la nieve caer.
Me aferré a Aslan, arañé su bata de hechicero y la mojé de mis lágrimas. Tuve mi crisis encima de él.
—Tengo miedo —lloriquee sintiéndome tan pequeña.
Él acarició mi cabello cómo lo ha hecho antes, igual de frágil y cuidadoso que siempre.
Su voz es miel.
—Yo estoy aquí, todo estará bien.
Seguí llorando y saqué todo lo que llevaba aguantando este tiempo. A veces cuando llevaba demasiado reprimiéndome no sentía la tristeza hasta que sucedía algo muy malo y esto pasaba.
De repente sentí sueño en sus brazos, pensé en que estar con Aslan era un lugar seguro. Aspiré su olor a limón y cigarro.
—Di que me amas —le pedí en un murmuro.
Él no dudó en responder.
—Le hablo a las estrellas de ti, decirte te amo no es suficiente.
Se que las personas con nuestra edad suelen decirlo bastante y muchas vecesantes de tiempo. Pero escucharlo decir eso me hizo sentir tan bien, tan querida. Que le creí, porque yo lo amaba. Lo supe en este momento cuando vino a abrazarme volando en plena tormenta. Es por eso y por como no podía dejar de preocuparme por él.
Él me había llevado dentro de sus largas piernas y abrazó mi pequeño cuerpo pegando su espalda a la pared. Parecía que me arrullaba como si fuera un bebé. Nunca me sentí tan vulnerable, tan débil.
Me relamí los labios, recargue mi cabeza en su pecho y su olor familiar me calmó.
Sin darme cuenta me quedé dormida en sus brazos pensando en que esto es el amor.
✧ ₊‧ ⭒˚₊ ⭒☾˚‧
Cuando desperté estaba en mi cama. Sin él a mi lado.
Me di cuenta que tenía lágrimas secas en mi cara, fui a bañarme, me vestí. Hice lo que hago cada mañana y Lucy entró con mi desayuno.
—Buenos días su alteza, ¿Durmió bien? —me preguntó en un tono dulce.
Me paré descalza y caminé hacía la bandeja que dejó en mi mesa.
—Si... llevaba que no dormía tan bien.
Ella sonrió— Qué bien, estaba preocupada por usted. Con todo lo que ha pasado...
La miré agradecida de su preocupación, comí la fruta que me dio— Gracias Lucy, estoy bien ahora — mi mirada se tornó seria mirando la fruta—. Ahora solo debo encontrar a Minerva.
—¿Eh? — pronunció confusa.
Voltee a verla.
—¿Qué sucede?
—¿No lo sabe?
Dejé mi tenedor en el plato— ¿Qué cosa?
—El hechicero real acaba de irse en su búsqueda— me sirvió el té y su personalidad siempre tan calmada no me pudo relajar—. Él trabaja con los guardianes, así que no te tendrás que ensuciarte las manos esta vez.
Es por eso que usaba su bata de hechicero anoche.
Me quedé callada pensando en cómo alguien tan despreocupado, que no parece tomarse en serio de repente decidió hacer su trabajo. Hasta ahora siempre evadía sus responsabilidades de hechicero, lo sabía por él mismo y las quejas que he oído.
Y ahora se ha ido en busca de una de las personas más importantes para mí. Me pregunto en qué momento fué que él se volvió uno de ellos.
—Es Minerva, tengo que ir.
Lucy me miró con tristeza— Es cierto, pero justo ahora hay otros problemas princesa. Tu hermano va a convertirse en el próximo rey y no estoy segura de que esté listo, es tan joven y... ya sabes que los veo cómo niños. En fin, tal vez debas apoyarlo, justo ahora quién conoce más el reino eres tú. Tú sabes cosas que si dices quizás podrían prepararnos para la guerra.
Lucy es la única persona —además de Aslan— que sabe todo lo que sé de Edrielle, está informada sobre los rebeldes.
La coronación sería en dos días y Damián estaba más que ansioso por ello.
Me dejé caer en el sofá y pensé...
Aslan Aslan Aslan.
Quisiera haber ido contigo, ahora me siento sola cuando no estás.
—Sé lo que piensas, pero incluso si vas allá cómo princesa no podrías mostrar tu fuerza, debes seguir ocultando quién eres.
Ella me aconsejó leyendo mi mente.
—Entonces no tendría que ir cómo princesa.. —le di un sorbo a mi té pensativa.
Lucy negó entendiendo mi indirecta— No puedes tampoco, si te atraparan... Irán los mejores guardianes. No debes.
Lucy se acercó a mí— Por favor, solo por esta vez déjaselo a alguien más, llevas tomando el papel de tu abuelo por un año, mereces un descanso.
La miré— Él hizo lo que yo por más tiempo y sin descansos.
—Tú eres más joven, sé que odias aceptarlo pero eres casi una niña —me tomó la mano—. Alguien tan joven no debería hacer y ver lo que tú.
Le di una mirada enigmática y dejé mi taza en su plato.
Cuando terminé de desayunar me tiré a mi cama y pensé en que hacer, quería salir de aquí. Quería ir por ella.
Pero mandar a Aslan también era cómo mandarme a mí, justo ahora él es en quién más confío. Incluso si me pedía algo imposible se lo daría.
Somos los más fuertes.
Lucy me había dejado en claro que no me dejaría ir, ya fuera por las buenas o las malas. Había más guardias de lo usual rondando por el palacio. Incluso cuando fui al balcón observé cómo había por debajo, vigilando aún más desde la muerte de mi padre.
Todo el palacio estaba siendo protegido.
No podía huir esta vez.
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