✧ ₊‧ Compañeros de crimen₊ ⭒☾˚‧
Estaba vestida. Con toda la ropa encima me acosté en mi cama boca arriba, tengo mis espadas en mi espalda así que es incómodo pero no me importa, tengo la máscara que oculta mi cara a excepción de mis ojos oscuros que hacen juego con mi ropa, mi pálida piel resalta. Pensé en que Aslan llegaría en cualquier momento, en que podría hacerme una broma con su magia y solo aparecer donde está él. En que debía estar lista para cualquier cosa, tan solo pensar en todo lo que es capaz de hacerme me da ansiedad. Aún así, muy dentro de mí... odio admitirlo pero hacer esto con alguien más después de tanto tiempo ocultando se siente bien. Tener a alguien en esto lo hace mejor. Me siento algo emocionada.
Estuve asesinando desde los trece años y oficialmente sola como asesina desde hace un año. Desde que el incidente ocurrió y decidí convertirme en esto. Aún recuerdo los primeros entrenamientos que tuve con él. Lo extraño tanto.
Decidí esperar a Aslan en mi balcón. Ya son más de las doce y nadie me vería. El aire me azotó en la cara, hoy hace algo de frío. Hay un árbol con hojas naranjas en las ramas frente a mí. Recargé mis codos en el barandal y me cerré más la capucha.
Aún no le he preguntado sobre el rumor que hay sobre él.
Como si lo hubiera invocado apareció encima del barandal, justo frente a mí. Con sus manos en medio de sus piernas flexionadas, su cara está frente a mí, muy cerca. Me eché hacía atrás al instante.
Él solo sonrió. ¿No se cansa de sonreír?
—Antes de ir quería preguntarte algo.
—Habla.
—¿Al final no podrías solo matarlo? No es cómo que tenga alguien que llore por él.
Le dí mi peor mirada. Siguió hablando intentando excusarse.
—Bueno, eres la asesina más temida en todo Edrielle.
Y tú el hechicero más temido.
Me senté contra mi ventana— No asesino a menos que sea necesario o que sea un pedido.
Se acercó hacía mí, con ojos curiosos— ¿Cómo funciona?
—¿Qué cosa?
—El ser asesina.
Sonreí involuntariamente— Supongo que cualquiera estaría curioso, soy una princesa asesina.
No sonrió, eso me extrañó— Hablo en serio, no te juzgo, todos tienen sus motivos para estas cosas. No te pido que me digas cómo terminaste así... solo siento bastante curiosidad sobre quién te da trabajos.
Lo miré a los ojos y no pude ver más que curiosidad pura, decidí confiar en él, ya habíamos hecho un trato de sangre— Quién me entrenó desde niña fué un asesino, me metió en este mundo hace un año, me presentó el bar y a quién da los trabajos, cada cierto tiempo voy y checo los pedidos, solo acepto los que tienen que ver con la caza de hada o los que me parecen justos. El dinero lo regalo. Nadie sabe que soy la princesa obviamente, siempre estoy oculta en mi ropa—sonreí al recordar cómo comenzó—. Al principio no hablaba y creían que era muda pero con el tiempo aprendí a cambiar mi voz. Solo ellos saben que soy una chica.
—Y yo.
Y mi mucama Lucy que es cómplice.
No supe en qué momento se sentó a mi lado—. ¿Solo lo saben los del bar también?
—Son los demás asesinos y quién da los trabajos nada más, es seguro.
No parece muy impresionado— Ya veo.
Lo miré de reojo, parece muy relajado a pesar de lo que haremos hoy.
—¿No estás nervioso por lo de hoy?
Sonrió— ¿Te preocupa que lo arruine? Tranquila estoy bien — se levantó, tiene una gabardina negra, se subió el cuello que cubre su rostro y bajó su capucha—, ¿Nos vamos?
Le dí mi mano y dejé de sentir el viento.
Esta vez no me maree, ya me había acostumbrado. Estamos en un cuarto oscuro con velas, libros y un escritorio.
Aslan se quitó la máscara.
—¿Qué haces?
—Es súper molesta, no sé cómo la usas —notó cómo lo miraba—. Ah no te preocupes. Puedo hacer que no vea nuestros rostros ni que escuche nuestras voces. Cuando le hablemos escuchara una voz distinta.
Chasqueó un dedo y un hombre calvo en pijama apareció amarrado en la silla del escritorio. Tiene los ojos vendados.
Joder no pude evitar sonreír, lo miré impresionada.
Soltó una pequeña risita ronca— Me gusta cómo me miras.
Negué la cabeza y caminé hacía el hombre que intentaba hablar. Luce completamente aterrado. Parece que no puede hablar— ¿También lo hiciste mudo? No sabes todo el trabajo que me ahorraste, es bueno tenerte.
—¿Hasta ahora notas lo valioso que soy?
Moví el escritorio hacía un lado donde estaba Aslan que se teletransportó hacía mi otro lado y me miró indignado.
—En fin — me senté en la silla volteada, con mi piernas alrededor de esta, me recargue en la espalda de esta y me incliné hacía el hombre. También me quité el antifaz porque Aslan tiene razón en eso, es molesto—. Quiero que nos digas un nombre, las personas que conoces que venden la droga de las hadas. Todo lo que sepas.
Aslan chasqueó un dedo y el hombre soltó un suspiro, ya puede hablar. De pronto pareció relajarse— Yo no sé de qué hablan.
— Ya canta amigo, mi querido amigo no es muy piadoso — le había pedido que me hiciera pasar por hombre, sería más fácil— Una vez lo vi comerse un animal vivo a mordidas. Tenemos prisa así que mientras más rápido hables te ahorrarás la tortura y podremos irnos de tu bonita casa.
—Yo no sé nada...
Enterré un cuchillo en su escritorio y tanto Aslan cómo el hombre brincaron.
—Tienes tres segundos o empezaré.
—En este tipo de trabajos no tenemos familia por ello. Soy viudo y no tuve hijos —escupió.
—Entonces supongo que tendremos que comenzar. Que pena tus uñas se ven bien cuidadas —pasé mi cuchillo por cuello y este lo estiró—. ¿Sabes una de las peores formas de morir?, se hace un solo corte. Solo tengo que cortar una línea en diagonal por tu muslo y dejarte aquí. Morirás desangrado y tardarás bastante, sentirás cada segundo eterno... y para hacerlo peor, te lanzaría a los puercos, ellos comen de todo, esté vivo o no— miré a Aslan, luce rígido—. Por favor voltéate compañero.
Parece que quiere decir algo pero me hizo caso.
Cuando miré a mi víctima este estaba ya sudando. Que le dijera a Aslan que se volteara le asustó. Sabe que voy por él.
—¿Qué dedo usa menos?
—Ambrose Smith — dijo por fin y Aslan se volteó—. Es quién hace la droga, el dealer que me lo da solo es su mensajero. Tiene un casino en el pueblo, siempre está ahí de noche.
—¿Qué casino?
—Claro de luna.
Me levanté del asiento y sonreí satisfecha. Aslan tocó mi hombro.
—Bien hecho princesa.
Me asustó que me llamara princesa, él aún escuchaba. Notó mi preocupación—Borraré su memoria de todas formas — chasqueó su dedo, así de fácil desapareció el hombre— . Para él, esto nunca sucedió.
Esto era tan fácil que me preocupaba, intentaba no pensar en ello. Verlo me hacía pensar que todo era muy fácil, debió ser así toda su vida, es tan relajado porque sus poderes lo dejan hacer lo que quiera.
Puede hacer lo que quiera.
Me preocupa que use esos poderes en mí, debo llevarme bien con él sin duda. Porque sería un enemigo muy difícil.
Crucé mis brazos y lo miré.
— ¿Qué? —preguntó con esa sonrisa. Confundido.
—Nada, dijiste que te gustaba que te mirara así. Es tu premio.
Soltó una pequeña risa recargado en la pared, me miró fijamente— No soy un perro que quiere su galleta especial — se acercó—. Y esa no es la mirada que quiero de tí.
Que atrevido puede llegar a ser.
Me alejé cortando el contacto visual— Deja las bromas, ahora debemos ir a un casino, ¿Puedes darnos otra ropa verdad? ¿Y puedes cambiar el color de mi cabello?
No supe interpretar su mirada— Sin problemas princesa.
Sin duda hacer un trato con él fué una buena decisión.
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