✧ ₊‧ Casino claro de luna ₊ ⭒☾˚‧


Sostengo un vestido rojo.

—¿De todos los colores tenía que ser rojo? No se supone que resaltemos, un asesino siempre debe pasar desapercibido.

Estamos volteados. Yo me visto en dirección del librero y él está detrás de mí, también de espaldas.

—Resaltar ahí es lo mejor porque es lo normal, todos quieren resaltar ahí — escucho el sonido de ropa siendo movida—. Además, usar el color rojo te hace automáticamente más atractivo.

Miré de reojo por inercia.

Me volteé al instante que vi su espalda desnuda. 

No es posible.

Tiene una espalda muy marcada, supongo que poder correr por techos y pelear significa que sí entrena duro. 

La cosa es que hay muchas cicatrices de golpes ahí.

He torturado a incontables seres asquerosos desde hace un año. Sé que debió dolerle bastante, porque fueron hechas con latigazos.

¿Quién te hizo eso? Quiero preguntar pero solo me quedo callada viendo el suelo.

—¿Ya estás vestida?

Volví en mí— No espera, no te voltees.

Murmuró algo— Quién diría que tendría a la princesa de Edrielle detrás de mí desnuda...

Le lancé una daga que casi roza su cara, se clavó en el estante. Se volteó con una cara llena de gracia— Okey no más bromas.

Caminó hacía mí y me sorprendió que desatara mi cabello, deslizó por su mano uno de mis largos mechones blancos y lo dejó caer por mi hombro.

— Aún falta el toque final, debemos ocultar ese cabello tuyo, ¿de qué color lo quieres?

—Cualquiera está bien.

Sonrió— Me da curiosidad verte de negro. Veamos..— sentí frío un momento, apareció un espejo que Aslan tomó y sostuvo frente su cara, solo se ven sus ojos lilas. Me veo en un tono de cabello opuesto al mío, es extraño—. Solo me preocupa que reconozcan tu rostro, puedo hacer que te vean como alguien más, ¿está bien?

—No lo hagas, solo llévame a mi cuarto por un momento.

Subió sus cejas, aparecimos en mi cuarto— ¿Que harás?

Me senté en mi tocador, frente a un espejo, productos y cajones— Maquillarme.

No era la primera ves que lo hacía para misiones de asesinato. Cuando terminé mi rostro estaba distinto, el labial hace ver mis labios un poco más grandes. Tengo un delineado que hace ver mis ojos de otra forma y mi nariz se ve más delineada y respingada.

Me ví en el espejo. Suelo vestir recatadamente. Por ello cuando salgo en cubierto me visto más atrevida pero sin pasarme de la raya. Abrí un poco más el vestido de mi pecho. Se adhiere a mi cintura y cae por mis caderas. Es cómodo y puedo sentir la parte de mi espalda desnuda. Me puse mi gabardina negra y me giré cuando noté a Aslan en el espejo. Está sentado en el sofá con las piernas abiertas, recargando su mano en su barbilla. Me está viendo.

—¿Lista? —preguntó levantándose y asentí.

Chasqueó su dedo y de repente estábamos en un callejón. La luz de un faro nos ilumina. Hasta ahora observo bien a Aslan.

—¿Te gusta la moda verdad? — pregunté en un tono seguro.

—¿Tanto se nota? — me lo afirmó.

Tiene puesto un traje negro, una gabardina color vino y unos lentes oscuros que no dejan ver sus ojos. Lentes que solo los que siguen las tendencias usan. Su cabello está peinado hacía atrás, solo unos pequeños mechones rebeldes caen por su frente.

—Ni siquiera hay sol — le dije divertida con los brazos cruzados.

Se inclinó con las manos en su gabardina, sonríe burlón— Ay vamos sé que quieres unos, estás celosa.

—Para nada.

—Que sí — aparecieron unos lentes en sus manos y me los puso él mismo—. Uh la lá. Sin duda le da el toque además con esto tu rostro estará más oculto, déjalos puestos.

No dije nada, tenía razón. Con una sonrisa de triunfo me tendió su brazo y lo tomé. Caminamos por el callejón, tengo tacones negros, en mi muslo hay cuchillos escondidos. Extraño mis espadas y por estar acostumbrada a ese peso extra me siento más ligera. Tengo los labios pintados de labial, es un tono que hace que mis labios brillen, en un tono entre rosa y rojo, no demasiado fuerte.

Hay un guardia que nos miró totalmente serio— ¿Aslan? ¿Tú de nuevo? Llevaba que no venías.

No inventes. Lo miré de reojo, tiene una sonrisa tensa, puede sentir mi mirada. 

Rió un poco— No tenía mucho tiempo .

—Ah sí, supe que te volviste un hechicero real, ¿Eres tutor de la princesa verdad? Si los de aquí se enteran que tienes magia no te dejarán apostar más chico, te cubro por si acaso pero sabes que no es gratis,— que aprovechado— ¿Y cómo es ella? Escuché que es hermosa.

—Bastante, aunque no es tan dulce cómo se cree...— le puse mi tacón encima de su zapato e hice presión lentamente— ¡Pero es muy lista y encantadora! Te sorprendería lo rápido que aprende todo. Es una buena estudiante.

—Te deben pagar muy bien.

Asintió— Algo, bueno si me permites, no puedo esperar a apostar.

El guardia asintió— Claro, tengan una buena noche — hasta ahora me miró, me dio una sonrisa.

Entramos. Caminamos entre mucha gente que bailaba hasta llegar a un pasillo. Aslan tomó mi mano y me guió entre las personas hasta una puerta. Ahí hay más gente, aunque es menos y parece más VIP. Lo sé porque Aslan le dio una tarjeta blanca con un sello al portero. Hay luces, gente apostando en mesas, hay todo tipo de juegos, billar, cartas, ajedrez. Y un bar al que nos dirigimos, nos sentamos en este. Las sillas son circulares. Todo el lugar parece de lujo. Hay mujeres con vestidos escotados de colores brillantes sirviendo champán a hombres en mesas.

—¿Por qué no me dijiste que eres un cliente frecuente? —le pregunté nada más nos sentamos.

Susurró y pidió al mesero una bebida— No preguntaste y no ayuda mucho en la misión. Solo vengo a apostar, es mi pasatiempo ganar en juegos. De todas formas lo que sé no ayuda en la misión — me miró, no puedo ver sus ojos por esos lentes pero sé que está serio—. Y te juro que no sabía nada de esto, en serio. No conozco al dueño.

Lo miré seriamente— Te creo.

Lentamente se formó una sonrisa en él.

—Bailemos —le pedí y tomando su mano lo llevé al escenario.

—Espero que sepas bailar bien —me dijo.

—Claro que sí.

No es un secreto que es un requisito al tener mi título. Sufrí aprendiendo y estoy orgullosa de ser lo bastante buena.

—¿Mejor que yo? — tomó mi mano y mi cintura y me hizo girar— No fallas en sorprenderme mon amour. Una princesa en un casino ¿Te enseñaron a pasar desapercibida en tus clases o lo aprendiste en tu tiempo libre?

—Para nada, supongo que es un talento oculto, más cierto asesino me enseñó a clavar cuchillos a gente arrogante.

—¿Ah sí? — me hizo inclinarme quedando con una pierna colgando sobre la suya, tiene una mano en mi cintura y con la otra levanta mi brazo.

—No te cambiaste nada. ¿No tienes miedo de encontrarte a tus conocidos? En especial a los guardianes con los que entrenas.

Se ve más sonriente— ¿Me estuviste investigando?

—Sí pero no encontré mucho —admití—. Solo sé que eres de la tribu del aire, sobre tu trabajo con los guardianes y tu tutor. — miré a los lados buscando pistas—. Pero sé deducir, cómo por ejemplo sé que mientes sobre tu edad aquí, seguro usas magia.

—Touché. Solo ten cuidado con lo que investigas, capaz y terminas arrepintiéndote —sigue sonriente.

—¿Tu no has pensado en investigarme? seguro pasó por tu mente.

—Para nada, de todas formas no te culpo por investigarme a mí. Debe ser emocionante — me hizo girar—. Trabajar con un atractivo hechicero prodigio, debe ser difícil.

Nos separamos y seguimos bailando— He hecho cosas más emocionantes.

—Digo lo mismo.

Le alcé las cejas— ¿Cómo qué? ¿Ayudar a bajar gatos de árboles?

Dirijo mi mirada a las personas disimuladamente, buscando al dueño o alguien con autoridad. No quiero tener que bailar toda la noche.

—Te sorprendería lo que puedo hacer con una cuerda.

Estaba mirando a un hombre en un pasillo— Hmm — voltee a ver a Aslan cuando sus palabras llegaron a mi cabeza— ¿Que?

Su sonrisa es tan engreída— Atar criminales corazón.

—¿Aslan? — un chico nos interrumpió. Es alto, tiene el cabello rubio y ojos verdes. Lleva puesto una camiseta blanca holgada y un pantalón de lana que le llega hasta la cintura. Sonrió — ¿Te saltaste la práctica matutina estos dos días por una chica? No sabía que tenías pareja.

Pareja pero de crimen.

Me miró— Es un guardián, su nombre es Nathaniel —nos presentó —. Ella es...

Lo interrumpí porqué sé que lo esperaba por cómo me mira, le dí la mano a Nathaniel— Amaya, es un gusto.

Besó la palma de mi mano— El gusto es mío. Debe ser difícil soportar a este chico, ah ¿Se vistieron a juego?— tiene una copa en la mano, miró a Aslan, yo lo miré. No me ve, estoy segura de que agradece tener a alguien más que mirar. Nos vistió así a propósito, no me dí cuenta—. Creí que eras de los que estarían solteros por siempre por esa personalidad tuya, pobre de tu chica. ¿Por qué no me dijiste que tienes a alguien?

Aslan tomó una copa de vino que un mesero tenía en una charola. Eso no es legal.

—Creí que te lo había dicho antes — le dio un trago, parece que está algo frustrado, sonrió burlonamente—. Tu mamá y yo somos muy felices

Solté una risilla que no logré contener. Aslan solo le sonreía con gracia al tal Nathaniel que lo insultaba y decía que siempre era lo mismo. Parecen llevarse bien.

—Me voy —anunció el rubio—. Te veré mañana en el entrenamiento más te vale estar ahí — me miró a mí esta vez, su expresión cambió a una amable—. Lamento haberte confundido con su pareja, debió ser desagradable, que tengas un buen día bella dama.

Se fué y al instante Aslan me hizo bailar con él de nuevo.

Miré con gracia a Aslan— No tiene pelos en la lengua.

Me hizo hacía atrás, mi espalda se curvó— Nunca.

Miré hacía atrás de cabeza. Ahí esta quien buscamos, sentado con dos hombres, charla cómodamente mientras apuestan.  Me impulsé hacía adelante y me acerqué a Aslan. Me ve serio. Le hablé al oído.

—Lo encontré.

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