Capítulo Tres

Kerttu no sabía dónde se metía cuando aceptó la propuesta de su madre, pero cuando quiso darse cuenta, ya era tarde.

El palacio fue un torbellino de gente en los días venideros, todos corriendo de un lado a otro y cuidando cada detalle para la llegada de los seleccionados.

Los criados querían saber qué tipo de textura tenían que tener las cortinas de las habitaciones de los Seleccionados, pero Kerttu sólo quería saber cuándo acabaría todo aquello.

No le dejaban siquiera respirar, mientras le hacían opinar entre los distintos arreglos florales que podían poner sobre las mesas del comedor o sobre el menú.

El país se había vuelto loco por la noticia. Kerttu había leído en una revista que sólo el primer día ya se habían presentado miles de chicos.

Por las noches, mientras daba vueltas en su cama incapaz de dormirse, pensaba en la selección.

¿Conseguiría realmente encontrar al amor de su vida entre treinta y cinco chicos?

Kerttu opinaba que tendría suerte si encontraba al menos a uno que le aguantase.

Y llegó el viernes, día en que se anunciarían los seleccionados.

Kerttu se puso su vestido favorito para el Report. Era de color verde y la princesa se sentía muy cómoda con él, al contrario que con la mayoría del resto de sus vestidos.

— Estás muy guapa, Ker —le dijo su padre, cuando se sentó a su lado en el Report.

— Gracias —respondió, alisándose la falda del vestido.

— Empezamos en 3...2...1 —anunció el productor del programa.

La reina Eadlyn dio comienzo al report comentando los asuntos más relevantes de la semana en los ámbitos políticos y económicos.

A Kerttu el discurso de su madre se le pasó demasiado rápido, y llegó su turno de hablar.

Se puso en pie y se plantó en el centro del escenario.

— Y ahora, lo que todos estábamos esperando: llega el momento de conocer a los 35 Seleccionados —Kerttu hizo una pausa. Estaba muy nerviosa—. Ayer se eligió un sobre por cada provincia. Hoy se abrirán los sobres y se descubrirán a los candidatos.

Kerttu cogió aire mientras se preparaba para abrir los sobres.

Sabía, que una vez conocidos los nombres de los seleccionados, sería oficial y ya nada podría hacer para impedir que la Selección comenzara.

Comenzó a leer.

— Desde Whites, Allen Evans —la foto de un chico rubio apareció en la pantalla.

Aaron García de Dominica. Alexander Loon de Atlin. Ben Adams de Baffin. Byron Smith de Bankstone. Charles Goodlove de Lakedon. Carlo Dimetrio de St. George

¿Cómo iba a acordarse de treinta y cinco nombres? Los acababa de leer y no se había quedado con ninguno.

— Dominic Woodwork, de Honduragua —Kerttu apretó los labios para no soltar una carcajada. Trató de seguir impasible, pero todos habían notado su cambio de expresión.

Dominic Woodwork, a quien Kerttu conocía más bien como simplemente Dom, era el hijo de Kile Woodwork.

No se llevaban mal, simplemente no se veían lo suficiente para ser amigos íntimos.

Kile había rehecho su vida en torno a la construcción de casas para personas sin hogar. Viajaban por todo el país, sin establecerse en ningún sitio. Sólo visitaban el palacio unas pocas veces al año.

La última vez que lo había visto había sido en el funeral del abuelo de Dom, Carter Woodwork, dos años atrás. Se habían quedados por una temporada, pero no habían hablado demasiado.

Siguió con la lista de nombres, pero su mente se había quedado en uno: Dominic.

Tras finalizar el programa, se reunió con el resto de su familia, pensando sólo en una cosa: ya no había marcha atrás.

Ya era oficial, todo el país lo sabía. Y pronto llegarían para desbaratar su vida entera.

— Te digo que esta vez no he sido yo —le decía Josie a su madre, Marlee—. Yo no he inscrito a Dom en la Selección.

— Mirad el lado positivo —comentó America—: al menos veremos a Dom más a menudo.

— No se como lo hacéis, pero los Woodwork siempre acabáis entre los Seleccionados.

— Es una tradición —comentó Marlee.

Todos se rieron.

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