Capitulo 2

Diana asintió, agradecida por la ayuda del guardia. Pero todavía tenía muchas preguntas sin respuesta. ¿Quién había tratado de atacarla y por qué? ¿Había algo más que no sabía acerca de su situación?

Decidió que necesitaba respuestas, y que la única forma de obtenerlas era investigando por su cuenta. A pesar del peligro, estaba decidida a descubrir la verdad detrás de lo que estaba sucediendo

La princesa Diana no podía creer lo que estaba escuchando. ¿Un mundo en el que el Tercer Reich nunca había perdido la guerra? ¿Una guerra fría entre Alemania y los aliados? Era difícil de imaginar.

Sin embargo, a medida que exploraba este nuevo mundo, encontraba más y más pruebas de que era real. Las calles de Berlín estaban llenas de propaganda nazi, con grandes pancartas y retratos de Adolf Hitler adornando los edificios.

Diana estaba decidida a averiguar cómo había llegado allí y por qué. Se dirigió a la Embajada Británica en Berlín, buscando respuestas. Sin embargo, cuando llegó, se encontró con una sorpresa desagradable.

La embajada estaba cerrada y rodeada por soldados armados. Diana intentó hablar con ellos, pero se le negó la entrada y se le dijo que abandonara el área de inmediato.

Frustrada y confundida, Diana decidió buscar información por su cuenta. Recorrió las calles de Berlín, hablando con la gente y tratando de averiguar qué había sucedido en este nuevo mundo.

Descubrió que el Tercer Reich había firmado un tratado de paz con los aliados en 1942, después de una serie de victorias impresionantes en Europa. Como resultado, el régimen nazi se había fortalecido aún más y había extendido su influencia a gran parte del mundo.

Sin embargo, no todos los países habían sucumbido al fascismo. Estados Unidos y Gran Bretaña, aunque debilitados por la guerra, seguían siendo importantes potencias mundiales y continuaban oponiéndose al régimen nazi.

Mientras Diana aprendía más sobre este nuevo mundo, también comenzó a darse cuenta de que su presencia allí no era accidental. Alguien la había traído aquí por una razón desconocida, y estaba decidida a descubrir quién y por qué.

Mientras tanto, la princesa también estaba preocupada por su familia en Inglaterra. ¿Cómo estarían lidiando con su desaparición? ¿La estarían buscando? Diana sabía que tenía que encontrar una manera de volver a su propio mundo, pero primero tenía que descubrir la verdad detrás de su presencia en este mundo alternativo.

Con esa determinación en mente, Diana continuó su búsqueda de respuestas.

Diana estaba abrumada con todo lo que estaba viendo y escuchando. Se había dado cuenta de que, de alguna manera, había viajado en el tiempo y había aterrizado en una realidad alternativa. Intentaba recordar su vida anterior, pero todo parecía borroso y lejano, como si hubiera sido solo un sueño. Mientras tanto, la música y los fuegos artificiales llenaban el aire, indicando que la gente estaba celebrando el Año Nuevo.

"¿Dónde estoy?", preguntó Diana a un joven que pasaba por allí, vestido con un uniforme del ejército.

"Estás en Berlín, Fräulein", respondió el joven con un acento alemán pronunciado.

"¿Berlín? ¿En qué año estamos?", preguntó Diana con curiosidad.

"Estamos en 1981, Fräulein. ¿Es usted una turista?"

Diana no sabía cómo responder. ¿Cómo podía explicar que había aparecido de la nada en medio de una celebración de Año Nuevo en Berlín, cuando se suponía que estaba en Londres en 1997? Decidió mantener la calma y tratar de averiguar más sobre su situación.

"No, no soy una turista. Me perdí y me gustaría saber cómo puedo volver a casa", dijo Diana con una sonrisa forzada.

El joven la miró con extrañeza, pero luego le indicó cómo llegar a una estación de tren cercana. Diana siguió sus instrucciones y abordó un tren con la esperanza de llegar a un lugar donde pudiera obtener más información sobre su paradero.

Durante el viaje, Diana miró por la ventana y observó el paisaje. Notó que Berlín parecía muy diferente a como la recordaba de sus viajes en la década de 1990. Había menos edificios altos y más construcciones en estilo soviético. También había menos tráfico en las calles y menos personas caminando por la acera. El ambiente era mucho más austero y sombrío de lo que ella recordaba.

Finalmente, llegó a una pequeña ciudad donde vio un cartel que decía "Oficina de Asuntos Exteriores". Decidió que era el mejor lugar para averiguar más sobre su situación. Entró en el edificio y se encontró con una mujer de mediana edad sentada detrás de un escritorio. La mujer levantó la vista y la miró con una expresión de sorpresa.

"¿Puedo ayudarle?", preguntó la mujer en alemán.

"¿Habla usted inglés?", preguntó Diana en su mejor alemán.

"Sí, hablo inglés", respondió la mujer con una sonrisa.

Diana se sintió aliviada y le explicó su situación. La mujer la miró con incredulidad, pero finalmente decidió ayudarla. Le dio a Diana un folleto turístico y le explicó cómo podía obtener ayuda en la embajada británica.

Diana salió del edificio con el folleto en la mano y se dirigió a la embajada. A medida que avanzaba por las calles de la ciudad, se dio cuenta de que algo estaba mal. La gente la miraba con desconfianza y evitaba acercarse a ella. 

Diana se sentía abrumada por toda la información que le habían dado. Apenas podía procesar el hecho de que estaba en una realidad alternativa en la que el curso de la historia había sido completamente diferente. Trató de asimilar todo lo que le habían dicho, pero le resultaba difícil.

Mientras tanto, las celebraciones del Año Nuevo estaban en pleno apogeo en Berlín. Las calles estaban llenas de gente feliz, que brindaba con champán y hacía ruidos con petardos. Diana se sintió un poco incómoda al ver tanta alegría en medio de todo lo que estaba sucediendo en el mundo.

Decidió dar un paseo por la ciudad para despejar su mente y tratar de entender mejor su situación. A medida que caminaba, se dio cuenta de que la ciudad estaba muy diferente a como ella la recordaba. Los edificios eran más modernos y los coches parecían ser de modelos más recientes.

Se acercó a una cafetería para tomar algo caliente y sentarse a reflexionar. Al entrar, se dio cuenta de que el lugar estaba lleno de gente joven, vestida con ropa moderna y con peinados extravagantes. Algo en ella le recordó a los jóvenes que había visto en las calles, parecían rebeldes y diferentes a los que ella conocía.

Diana se acercó a la barra y pidió un té caliente. Mientras esperaba, escuchó las conversaciones de los jóvenes que la rodeaban. Hablaban de música, arte, moda y política. Era una conversación que nunca había oído antes.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que estaba en un mundo completamente diferente al suyo. Un mundo donde la cultura y la sociedad eran muy distintas. Un mundo que había evolucionado de una manera que ella nunca había imaginado.

Diana se sintió perdida y asustada, pero también curiosa y fascinada. Quería saber más sobre este nuevo mundo en el que había sido transportada y cómo había llegado allí.

Terminó su té y salió de la cafetería, dispuesta a explorar más la ciudad y descubrir los secretos de su nueva vida en Berlín.

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