Epílogo
___ estaba sentada bajo la copa del cerezo que resplandecía más bella que nunca. Aún su piel no está acostumbrada al sol, aunque haya despertado su magia. Por ende, está resguardándose en la sombra, como siempre lo ha hecho. En cambio, su hijo Vento de cinco meses no tenía dificultades porque gateaba libremente por el pasto ante la bola de fuego.
Sí, el tiempo pasó y Vento heredó la resistencia de los humanos. Es un híbrido poco común. Si es cierto que nació teniendo vulnerabilidad hacia el sol, pero el paso del tiempo lo convirtió en un demonio capaz de aguantar. Si su padre hubiera esperado, tal vez hubiera conseguido su gran objetivo. Ya él descansa en paz.
El pequeño Vento gateó hasta su madre apoyando sus pequeñas manos en las piernas de ella. ___ amaba a su hijo con todo su ser y está feliz de tenerlo. Y de haberlo concebido con su actual esposo. Con sutileza acarició la mejilla izquierda de Vento y este respondió con una risa. El corazón de la princesa se ablandó mucho. Es una criatura muy pequeña que no haría daño a una mosca. El rostro de Vento es igualito a su padre, pero heredó los ojos y el cabello de su madre.
Aún no ha desarrollado su personalidad porque es un bebé de cinco meses, no obstante, heredó los rasgos de su difunta madre. Despreocupada y llena de felicidad. Eso alegraba mucho a ___. El pequeño usó sus fuerzas para sentarse entre las piernas de su madre. Vento se sentía seguro con ella. Es su madre, al fin y al cabo.
Ella junto con él y otros pocos más son los únicos supervivientes en la raza de los demonios. Kamado Nezuko volvió a la normalidad gracias a la derrota de Muzan. Es la única. El resto, al vivir mucho tiempo en estas tierras, no pudieron volver a ser humanos. El hombre a quienes proclaman como Oyakata impuso una orden de no matar a los supervivientes porque no serán una gran amenaza.
La paz reinó.
Ese fue el gran deseo de ___ y se cumplió.
—Ya decía yo donde estaba mi esposa.
La voz de Sanemi llamó la atención de ___. Él estaba caminando en dirección hacia ellos para sentarse a su lado.
—Vento estaba empeñado en estar aquí.
—Solo es un bebé —musitó.
—Y yo soy su madre y sé lo que quiere.
Sanemi no discutirá. Ella siempre tiene la razón. Los balbuceos de Vento empezaron porque quería la atención de su padre. El peli-blanco tomó al pequeño en brazos y lo alzó hacia arriba, como si estuviera volando. El bebé reía con mucha ilusión.
—Vento te quiere mucho.
—Y a ti también —recalcó—. Me siento… feliz de tener una familia.
—¿Aunque seamos demonios? —preguntó.
—No lo sois para mí —corrigió. Esa respuesta sorprendió mucho a ___—. Es cierto que tengo un odio profundo por lo ocurrido con mi familia. Pero, sinceramente, creo que el destino quería que estuviésemos juntos.
—Tú nunca crees nada.
—Esta vez sí. El idiota de mi hermano piensa que esto es una señal de madre.
___ miró con mucho interés a Sanemi ante su respuesta. Este desvió la cara con mucha vergüenza.
—N-No me mires de esa manera.
—... Te ves muy lindo cuando te pones así —rio con dulzura.
—¡Calla! —gritó, poniéndose más rojo todavía.
Ella aprovechó el momento para implantar un beso en su mejilla derecha. Sanemi no podía ponerse más rojo porque esa capacidad no existe. Vento solo reía el momento tierno entre sus padres.
—No te burles de tu padre, mocoso —gruñó con mucha molestia.
—Solo es un bebé. Le gusta ver tus expresiones lindas.
—¡___!
Ahora es ella quien reía. A Sanemi le gustaba verla llena de vida y de felicidad. Aún tenía recuerdos cuando la conoció. Una chica tímida y sumisa que tenía miedo a todo, sobre todo de él. En un principio, la relación no fue bastante buena sabiendo la naturaleza de la princesa demonio. Ahora todo es distinto. Sanemi poco a poco comprendía los sentimientos de la joven. Se prometió no hacerle daño junto con su hijo.
—Tengo que decirte algo —murmuró ella. Sus ojos miran los cerezos del árbol—. Por primera vez, me siento liberada de una carga que llevo durante muchísimo tiempo.
—Has vivido en una época dura.
—Pensé que iba a morir en tus manos.
—Yo también —confesó—. Y no pude porque te veías indefensa y confundida con ciertas cosas que no has experimentado. Yo… no puedo matar a alguien así.
—Me alegra ser la esposa del Señor del Viento. —Ella sonrió ampliamente—. Y el padre de mis hijos.
—Solamente tenemos uno, ___ —corrigió.
Ella tomó su mano suavemente para guiarla hasta el vientre. Sanemi no comprendió, pero en cuestión de segundos sus ojos se ampliaron. La princesa estaba embarazada de nuevo. No resistió en abrazarla con mucha fuerza porque es una gran bendición para ambos.
—Te cuidaré y te protegeré.
—Sé cuidarme sola, pero agradezco tu preocupación.
—Eres la luz que me ha guiado en el camino.
Otras palabras sinceras provenientes de Sanemi. Lágrimas recorren el rostro de ___ porque halló su felicidad en el rincón más oscuro del planeta Tierra.
Ahora velará por ello hasta la muerte.
Muchas gracias a aquellos que hayan seguido y valorado esta obra, pero siempre tiene que haber un final.
Los que me conocen, saben bien que mis historias no son largas porque tengo un montón de proyectos que se me han acumulado a lo largo de los años y espero que lo disfruten igualmente.
Como siempre, ¡gracias!
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