Capítulo 9. Déjame abrazarte

—Aquí lo tienes.

Shinobu apartó la mirada del libro para ver a Sanemi con el brazo estirado y mostrando en la palma de su mano la probeta. La sangre de la princesa demonio. Los ojos de la Señora del Insecto se iluminaron a más no poder, no creyendo que Sanemi lo hubiera conseguido.

—Buen trabajo —elogió al muchacho—. No pensé que lo lograras.

—No ha sido difícil —bufó un poco. Sus ojos se clavan en el rostro de la joven que le estaba dedicando una sonrisa picarona. Él chasqueó la lengua—. ¿Cuánto tiempo te vas a demorar?

—No lo sé porque tengo otros asuntos pendientes —comunicó—, pero intentaré ir lo más rápido que pueda.

Sanemi se conformó con aquella respuesta. Luego de esa pequeña conversación se retiró del lugar dejándola a solas con sus ayudantes. Esta mañana fue el primero en despertarse. Siempre tiene la costumbre de levantarse más temprano para entrenar. En ningún momento, pudo apreciar con detalle a la princesa dormir plácidamente y no tenía tiempo para esas cosas.

Hoy no iba a entrenar. Su mente está divagando, como si hiciera falta a alguien. No esperó que volviera a su cuarto. Un suspiro soltó y abrió la puerta. Todo está tranquilo en el lugar. ___ aún seguía durmiendo en la cama. Vaya, tiene que estar k.o. Normal, anoche fue espectacular para Sanemi. El joven Señor del Viento caminó con mucha cautela para no hacer ningún tipo de ruido y sentarse en la cama.

Un demonio calmado. No parece una criatura problemática. Sanemi se retiró el guante para poder acariciar el rostro de la joven. Aún está fría. Es una sensación que no sabe cómo describir porque la temperatura va variando un poco. Sus dedos tomaron con gentileza un mechón de su pelo e hizo tirabuzones con él. Suave como la seda y el olor que desprende es jazmín. No resistió en olerlo un poco.

Cuando abrió los ojos se encontró con los de ___ que se sorprendió bastante. Su piel blanca se combinó con el rojo carmín de sus mejillas. Se veía adorable. ___ miraba confusa ante ese gesto de Sanemi, pero no dijo nada. Simplemente cerró los párpados para disfrutar de ese momento. Este cariño es nuevo para ___. Ese sentimiento llamado amor crecía lentamente. Su corazón late con fuerza cada vez que él estaba cerca.

Encontró a alguien que la sintiera así.

___ se sentó en la cama ante la mirada de Sanemi y se aproximó su rostro para implantar un beso en sus labios. Él no la rechazó. Todo lo contrario. Aún su mano seguía acariciando su mejilla para luego pasar a su nuca con la intención de profundizar aquel beso. ___ no tuvo miedo en apoyar las suyas en sus cachetes cicatrizados. Pero ese momento mágico fue interrumpido por unos toques en la puerta. Una de las sirvientas abrió la puerta.

—Disculpe, Shinazugawa-sama. Hemos traído la bañera para bañar a su esposa.

Esa palabra se le hacía rara a Sanemi, pero se está acostumbrando poco a poco.

—Entrad. Yo me ocuparé de bañarla.

Ante esa noticia, la joven demonio se sonrojó aún más y ninguna de las sirvientas se negó a tal cosa. Solo tardaron unos minutos en colocar todo, llenar la bañera de agua y esparcir rosas para aromatizar el ambiente. Todas hicieron una pequeña reverencia hacia Sanemi y se retiraron.

—S-Sé bañarme sola —informó con timidez.

—Lo sé, pero quiero hacer la excepción hoy —dijo, quitándose la armadura de sus antebrazos y la pechera para estar más cómodo.

___ se puso un poco nerviosa y duda, pero estamos hablando de Sanemi. Él la vio desnuda. Entonces se levantó de la cama para dirigirse a la bañera y meterse lentamente. El agua estaba caliente. Perfecta para la musculación. Escuchó los pasos de Sanemi aproximarse. Él tomó una silla pequeña para sentarse detrás de ___ y luego cogió un pequeño balde llenándolo de agua y tirar suavemente por la cabeza del demonio.

Ella encogió un poco su cuerpo cuando notó las manos del chico enjabonar sus cabellos. Él estaba teniendo un cuidado especial porque no deseaba dar pequeños tirones. ___ cerró los ojos y soltaba algún que otro suspiro. Se estaba relajando demasiado. Diríamos que está en el paraíso.

—Siento si mis manos están llenas de callos.

—N-No, a mí me gusta —confesó—. ¿Has llevado la muestra a la Señora del Insecto?

—Sí, me dijo que tardará en investigar tu ADN.

—... ¿Mi padre me repudia por ser una híbrida? ¿O tiene otras intenciones conmigo?

Eso confundió un poco a Sanemi.

—¿A qué te refieres?

—En la torre escuchaba a los soldados hablar, diciendo que mi padre está obsesionado, buscando una flor que lo haga invencible al sol. Una flor sumamente rara —iba informando—. Nunca supe si mi madre fue humana por mi instinto de querer proteger a la humanidad. ¿Mi padre quiere experimentar conmigo? Para averiguar si soy resistente o no.

—Él tuvo la ocasión de hacerlo, ¿no?

—Sí, pero nunca olvidaré su rostro de repudio. —Sus ojos se llenaron de lágrimas—. Nunca supe el significado de ser amada por alguien. Solo pienso que… soy una miserable criatura que tiene que ser odiada por todo el mundo.

De pronto, los brazos de Sanemi rodearon su pequeño y frágil cuerpo. Su rostro se oculta en el hueco del hombro y del cuello de la joven. Ella no se esperaba tal reacción.

—No lo eres —rectificó—. Solo eres alguien que busca a una persona que le proporcione ese amor que tanto quieres experimentar.

___ correspondió ese abrazo porque notó el cariño de Sanemi en ella. Un sentimiento que no conoce. Ese olor embriagador de hombre inundó sus sentidos a lo que cerró los ojos dejándose llevar por la sensación. Sanemi cómo tranquilizar la situación acariciando con dulzura la cabeza de la princesa. Ella lentamente se giró para verlo y tocar su rostro con sus manos frías. Está claro que la temperatura corporal no cambiará, aunque esté en una tina de agua caliente.

Él hizo el mismo gesto. Adoraba tocar sus mejillas y sentir ese pequeño calor que sobresalta. Es lo único que se destacaba en ___. Luego apoyó la frente con el suyo mostrando cierto afecto. La princesa está agradecida de que el comportamiento de Sanemi haya cambiado a lo largo de los días.

—Seré terca, pero ¿aún me sigues odiando? —preguntó con seguridad.

—No —respondió a modo de susurro, como si un secreto se tratara para que nadie escuchara. Luego él tomó su mano para que la apoyara en su pecho. Latidos de corazón sentía—. No soy muy expresivo en estas cosas, pero así me siento yo cuando estoy cerca de ti.

___ no aguantó la emoción de salir de la tina y abrazarlo con mucha fuerza. A Sanemi no le importó que sus ropas estén mojadas por culpa suya y correspondió aquel abrazo. No podía ver su rostro que portaba una sonrisa de oreja a oreja y con unas lágrimas en sus ojos. Luego ella se apartó un poco para hacer lo mismo, pero al revés. Ahí Sanemi se sorprendió de que los demonios tuvieran corazón. Un corazón que late con fuerza, a punto de salir de su pecho.

—¡E-Es igual que el mío! —exclamó con felicidad.

Sanemi esbozó una pequeña sonrisa. Una sonrisa cálida capaz de derretir la propia nieve del infierno. Ahí el corazón de ___, esta vez, le latía con más fuerza. Le enternece los gestos de este demonio. Le recuerdan un poco a sus hermanas pequeñas. Echaba de menos sus risas y sus pequeñas peleas.

Ese mágico momento fue interrumpido porque alguien tocó la puerta. ___ se metió de golpe en la tina no deseando que alguien la viese en esas condiciones. Escuchó a Sanemi bufar por lo bajo y fue directo a la puerta abriendo un poco. Ahí se encontró a Rengoku Kyojuro.

—Buenos días, Señor del Viento —exclamó con mucha energía—. ¿No vas al entrenamiento de hoy?

—... Voy enseguida.

Él volvió a cerrar la puerta. Al girar vio por unos segundos el cuerpo de ___ de pie y fuera de la tina buscando una toalla. Se pasaría toda la vida admirando la belleza que desprende ese demonio hasta él le dieron ganas de abrazarla para sentir su piel entre sus brazos. Sin embargo, Kyojuro lo estaba esperando y no puede hacerlo. Ya lo hará en otro momento.

Sanemi toma el resto de la vestimenta y, antes de marcharse, le implanta un beso en la frente de la princesa. A ___ casi se le escapa un gemido de la emoción. Él rio por lo bajo ante la dulzura reacción y se retiró de la habitación. Ahora la joven tendrá que buscar una manera de entretenerse un buen rato.

A lo lejos del reino de los humanos, se encontraba Kibutsuji Muzan mirando con desdén una bola de cristal que portaba en su poder. Gracias a ella podía ver los movimientos de su hija. La relación que estaba teniendo la princesa con aquel caballero lo repudiaba demasiado, pero esto es una manera de comprobar que tan cierto es que pueda ocurrir que la joven quedara embarazada.

Si eso pasara y el bebé, él obtendrá la invulnerabilidad devorando a su propio nieto.

Sí, él siempre supo que su hija es una híbrida, pero nunca lo reveló. La protegió de otros demonios porque tenía otras intenciones con ella. Nunca la dejó de alimentar, aunque fuese minucias. No conseguirá aquella flor que tanto escuchó hablar para ser inmune al sol. La única opción que le queda, que es viable, es devorar a un ser humano con ADN de demonio. Es decir, que pueda resistir ante los rayos de aquella estrella iluminante.

___ fue una decepción. Puede que soportara unos minutos al sol, pero no es suficiente. Es por eso que la vendió al reino de los humanos y vigilarla. Esa mocosa es capaz de entablar fácilmente conversación con un mortal y que todas la cogiesen cariño.

—Solo un poco más y seré el Rey de los Demonios más fuerte.

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