Capítulo 6. Desvelando el motivo

El canto de los pájaros hizo despertar a la princesa demonio que empezó a sentirse adolorida entre sus muslos. Cuando se dio la vuelta, su rostro se sonrojó de golpe al encontrarse a Sanemi durmiendo con suma tranquilidad. Ella pensó que el chico se había marchado para entrenar o vigilar a los soldados. ___ sintió cierta curiosidad en tocar la piel de este, pero le daba miedo que.

Entonces recordó lo sucedido anoche. Le gustó demasiado. La verdad pensó que le iba a desagradar ese momento, pero es todo lo contrario. Un sonido hizo que se alertara demasiado por lo que cerró los ojos imaginando que estaba aún durmiendo. En efecto, Sanemi se había despertado por el cantar de los pájaros también. Sus ojos se fijaron en el techo para luego en la joven.

No podía creer lo que había sucedido entre ellos. Han consumado el matrimonio. No obstante, eso no significa que sientiera algo por ella porque es un demonio. Lo ves estúpido y sería repugnante por su parte de enamorarse de una criatura como ella. Pero sus pensamientos se esfumaron porque empezaba a sentirse extraño cada vez que la veía. Sanemi se acostó de lado y, con atrevimiento, sus dedos tomaron un mechón de cabello para acariciarlo.

Eso causó que la princesa abriera los ojos y se sorprendiera bastante ante ese gesto. Cada vez entendía menos a este chico. Sanemi se fijó que las mejillas de ___ estaban sonrojadas por la vergüenza. No evitó sonreír con cierta dulzura. No sé si tuvo la capacidad de escuchar un latido de corazón, pero creyó al oírlo desde el pecho de ___.

—B-Buenos días —saludó con cierta educación la princesa.

Él no dijo nada. Simplemente analizó la situación. No iba a olvidar lo sucedido anoche. ___ sacó al verdadero demonio en su interior, pero relacionado con el placer. No sabe cómo describirlo. Una emoción bastante excitante. Sanemi seguía acariciando aquel mechón y ___ extendió el brazo para tocar las cicatrices de su rostro. De verdad, se veía atractivo. ¿Se sentía atraída por él?

—M-Me duelen las piernas —confesó.

—Es normal —respondió casi con la voz ronca capaz de erizar la piel de cualquier mujer.

Todo fue tan rápido para ___ que él se movió con cierta agilidad para ponerse encima de ella. La princes demonio no movió un dedo porque tenía miedo de meter la pata. No obstante, un sonido electrizante soltó de su boca porque Sanemi estaba iniciando unas pequeñas caricias. No. Esa sensación estaba volviendo porque notaba cierta incomodidad en su entrepierna. Y parece que no es la única.

—No sé porqué, pero quisiera jugar un poco contigo —ronroneó.

Sanemi no parece ser el mismo cada vez que estaba con ella. Tal vez porque es capaz de sacar su lado demoníaco con ___. Él estuvo a punto de morder en la zona de la yugular, sin embargo, unos toques en la puerta interrumpieron ese momento por lo que el chico cicatrizado gruñó por lo bajo porque odiaba esas situaciones.

Él se levantó de la cama con la urgencia a la vista y tuvo que coger unos pantalones para ponérselos y que nadie se fijara en su entrepierna. ___ estaba sorprendida ante la musculación de Sanemi y no pensar de su trasero. ¿Por qué estaba diciendo esas cosas en su mente? Ella misma no estaba segura de ello. Sanemi abrió la puerta encontrándose con las sirvientas junto con la gran bañera. No le quedaba de otra que dejarlas pasar.

Las sirvientas hicieron una pequeña reverencia hacia la princesa demonio. Sí, Sanemi se dio cuenta de ello. No. Sus sospechas eran inequívocas, es decir, ___ no parece ser peligrosa. La chica tuvo que levantarse porque se lo pidió una de las sirvientas porque iba a quitar las sábanas. La princesa se fijó en una mancha de sangre. ¿Es de ella? Por su olor parece ser que sí, pero no estaba segura de que será. ¿De su entrepierna tal vez?

—Dejadnos a solas.

El Señor del Viento dio una orden y las sirvientas hicieron caso. ___ no comprendió demasiado, pero es mejor no decir nada. Ya la bañera estaba lista con el agua caliente con espuma. El primero en meterse fue Sanemi. ___ estaba dudando un poco si hacerlo o no. Sin embargo, se acercó con lentitud y también entró a la bañera, pero quedándose enfrente del Señor del Viento.

Sus piernas estaban recogidas porque no deseaba crear cierta incomodidad. Desde esa posición observaba el cuerpo de Sanemi con total relajo. Sus ojos estaban cerrados, pero es cierto que notaba la mirada del demonio por lo que los abrió de nuevo para verla. ___ enseguida desvió la mirada con cierta vergüenza.

—Dime, ¿en qué piensas? —preguntó el chico.

Esa cuestión sorprendió muchísimo a ___. Ella ladeó la cabeza.

—Que hubiera sido si… habría nacido como humana y no como demonio.

Esa respuesta se lo esperó.

—Tal vez hubieras tenido una vida normal con el temor de que un demonio aparezca e intente devorarte —dijo con cierta expectativa en su voz—. Pero detrás de todo eso, tendrás una familia bonita y con muchos hijos.

—... Ese sería mi sueño —murmuró la princesa.

Otra respuesta muy obvia. Sanemi se acercó demasiado causando que ___ se encogiera en su sitio porque no quería hacer ninguna estupidez, sin embargo, no se esperó que él le implantara un beso. No lo estaba comprendiendo. Sanemi odia a los demonios y ahora se comportaba de una manera extraña. Cuando se separó, la mirada de ese chico se quedó clavada en ella.

Sus manos se acercaron a su cabeza para masajear con suavidad sus cabellos. La princesa soltó un suspiro porque su cuerpo comenzaba a relajarse completamente. Realmente le empezaba a gustar demasiado. ___ poco a poco ascendía las manos para tocar la espalda cicatrizada de este hombre. Él también suspiró.

—¿Me sigues odiando? —cuestionó ___ queriendo estar segura de ello.

—... Estoy bastante dudoso —respondió—. Tengo sentimientos encontrados. Eres un demonio, pero no veo maldad en ti. ¿De verdad eres uno de ellos?

—Yo a veces me hago la misma pregunta. Por eso, mi padre me ha repudiado desde que nací.

—Yo… sentí lo mismo —añadió. ___ estaba atenta a la conversación—. Mi padre era un borracho que me maltrataba a mí, a mis hermanos, pero principalmente a mi madre. Él desapareció y… sucedió una tragedia.

___ no quiso preguntar porque no quería indagar la situación. Tal vez el silencio era la mejor arma que puede hacer la chica.

—A mi madre la transformaron en demonio y mató a la gran mayoría de mis hermanos. Yo… no tuve más remedio que matarla.

Y no esperó que Sanemi sacara esa bomba. Ahora entendió el inicio del odio hacia los demonios. Los culpaba por haber causado tal tragedia. ___ no tuvo más opción que abrazar al chico y atraerlo a su pecho para reconfortarlo. Esa reacción sorprendió muchísimo a Sanemi. Ese demonio estaba transmitiendo calor. Qué sensación más extraña, ¿no? Él correspondió el abrazo manteniendo los ojos cerrados.

Los dos estaban sumamente relajados en la bañera. No deseaban que esto se acabara pronto.

Esto es el inicio de una relación en paz.

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