Capítulo 2. Una falsa boda

La princesa demonio se miraba al espejo viendo como las criadas de Ubuyashiki Kagaya la ayudaban a colocar el traje de novia. Uno de color blanco que destacaba mucho su piel. La joven se dio cuenta que estas mujeres la miraban mal. No era bienvenida en ese lugar. No iba a ser feliz, pero estaba segura que si se casaba con el Señor del Viento, la respetarán y no la temerán.

Una de ellas le entregó con mala gana un ramo de flores. Sí, esto iba a ser duro para ___. Todo estaba listo y las sirvientas guiaron a la demonio hacia el altar, donde la estaba esperando todo el mundo. Ella estaba un poco nerviosa porque no estaba segura que pasos seguir en el casamiento. Lo más inteligente sería seguir el juego. Ya estaba enfrente de las grandes puertas y poco a poco se abrieron.

La sala estaba decorada con velos y jarrones con flores. Los asientos estaban ocupados por los ciudadanos de aquel reino. Todos estaban levantados para recibir a la futura esposa del Señor del Viento. La música empezó a sonar y ___ caminó con mucha suavidad. Esas miradas de repugnancia se percibían detrás de aquel velo. Ellos no estaban de acuerdo ante la decisión que ha tomado Kagaya de aceptar el tratado de paz con Kibutsuji Muzan.

Ya enfrente del padre nombrado por su Dios, a su lado estaba Sanemi que nunca vio la llegada de su futura esposa. La mirada de ese chico también presentaba cierto odio hacia la princesa. Ella no dijo nada. Solo se dedicaba a escuchar los votos del padre ante la presencia de todo el público y del rey y la reina. ___ mantenía en todo momento la cabeza agachada.

Cuando llegó el momento de que el novio besara a la novia, no ocurrió. Sanemi se negaba con creces a besar a la hija del Rey de los Demonios. El padre miró a su majestad y este asintió la cabeza para que prosiguiera con la ceremonia. Las sirvientas echaron arroz para bendecir esta boda, pero nadie aplaudió. ¿Por qué? ¿Por qué todos la odian? Ser hija de Muzan no estaba siendo fácil para la joven adulta.

En la cena todos festejaban, pero ninguno se acercaba a la princesa demonio para entablar conversación. Ella ni se atrevió a mirar a su esposo porque estaba comiendo con cierto malhumor. Su libertad se estaba convirtiendo en una tortura. Apenas pudo disfrutar de la comida que le ofrecieron los cocineros. No tenía ningún tipo de apetito. Sin embargo, le daba pena no comerlo porque su olfato le indicaba que era sumamente delicioso.

Después de todo aquello, las sirvientas la llevaron a la habitación del Señor del Viento y la empezaron a desvestirla y colocar un vestido de dormir. Esto no estaba entendiendo mucho ___. A ella le gustó mucho aquel vestido y no dudaría en dormir con ella. No obstante, no podía decir nada, simplemente le dijeron que esta noche debía consumar matrimonio con el Señor del Viento.

¿Consumar? ¿Comerlo? ¡No! Ella no se atrevería a comérselo. La puerta de aquella habitación se abrió creando una tensión que pone los pelos de punta a cualquier persona. La princesa miró de reojo y era Shinazugawa Sanemi. Esos ojos sin vida y llenos de rabia daban mal presagio. Él dio una orden a las sirvientas para que se largaran y ellas obedecieron, saliendo corriendo porque sabían lo que iba a pasar.

La princesa demonio y el Señor del Viento estaban a solas en aquella habitación. ___ no paraba de temblar de miedo porque no quería probar la carne humana. No se atrevería hacer daño a ningún ser humano. Ella estuvo a punto de decir algo, no obstante, la mano de Sanemi agarró su cuello realizando una gran asfixia. El oxígeno no le estaba llegando a los pulmones.

—Escúchame, criatura repugnante —escupió—. No pienses que vas a vivir como una princesa feliz en este reino. Odio a los demonios. Odio a tu especie. Te odio. Así que pon en tu cerebro asqueroso que no te besaré, no te tocaré. No vamos a consumir este falso matrimonio. ¡Me das asco! —gritó y tiró a la criatura al suelo cerca de la puerta. Su fuerza es descomunal—. ¡Ahora, largo de mi cuarto antes de que decapite tu cabeza!

Ese miedo se apoderó de la joven y tuvo que salir corriendo porque esas palabras de Sanemi se cumplirían. Al cerrar la puerta con fuerza, su espalda quedó apoyada ahí e iba resbalando. Unas cuantas lágrimas se apoderaron de su rostro. Todos la odian por ser hija del Rey de los Demonios. ¿Por qué tuvo que nacer en el lado opuesto? Su padre la odiaba por ser una niña débil y que no sentía rencor hacia los humanos. ¿Por qué tenerlo? Todos pueden vivir en paz.

Con todas las fuerzas del mundo, ___ se iba levantando poco a poco para deambular por el pasillo a buscar un lugar donde dormir. Cada vez que se retiraba las lágrimas, salían más declarando que deseaba desahogar sus penas. No iba a ser feliz en este lugar. Estaba pasando por un lugar de ventanales y la luz de la luna iluminaba ese sitio. Sus ojos (c/o) se quedaron fijos en aquella bola luminante. Siempre la relajaba y la hacía olvidar de todo su dolor.

Sus oídos desarrollados escucharon pasos aproximarse y, por instinto, miró al causante. Un chico de cabellos dorados y con puntas rojas, ojos de un color intenso al fuego y su figura era casi igual a la de su actual esposo. Esa persona se dio cuenta de la presencia de la princesa demonio. Para él fue una sorpresa ver a una criatura como ella llorar. Los demonios no reflejan ese sentimiento. Mantuvo la distancia a modo de respeto.

—Princesa Kibutsuji, debería estar en la habitación del Señor del Viento —le recordó.

—... Me echó —confesó, intentando limpiar aquellas lágrimas—. Si no lo hacía, me decapita la cabeza. Esa mirada que me echó… —Ese recuerdo provocaba en ella más dolor y más lágrimas. Sus manos ocultaron su bello rostro.

Ese caballero se aproximó un poco más sintiendo curiosidad ante esa criatura tan especial. Sí, diría que lo era porque era un caso único. El Rey de los Humanos, Ubuyashiki Kagaya, capaz de ver el futuro gracias a su habilidad, les dijo que cierto demonio cercano a su enemigo letal llegará al reino para ablandar los corazones de los humanos y ver que era posible encontrar a demonios buenos que no desean dañar. ¿Será ella quien hablaba?

—Entonces, ¿no consumaron el matrimonio?

—¡Yo jamás comeré a un ser humano! ¡No soy como mi padre ni sus lacayos!

Esa respuesta confundió un poco al caballero. Sin embargo, llegó a la conclusión de que no se hizo. Si pasa más de un mes, este matrimonio será inválido y el tratado de paz no hubiera existido. Su compañero no está realizando los pasos correctos.

—¿El Señor del Viento le tocó? —preguntó con suavidad. ___ se tocó el cuello recordando ese momento—. Entiendo, siento que haya pasado eso.

Esas palabras sorprendieron mucho a ___. De todos los humanos que se ha topado, ese caballero se portando bien con ella, salvo Kagaya. Solo un poco. Ese muchacho le ofreció la mano a la princesa y ella se lo tomó. Con mucha suavidad la levantó porque estaba en el suelo hace unos segundos por la llantina.

—Sígame, la llevaré a un cuarto para que pueda dormir cómodamente.

La joven asintió con suavidad. Cuando tocó aquel guantelete no sintió frío, sino todo lo contrario. ¿Quién era esa persona? ¿Por qué la estaba ayudando? Ese hombre se comportaba todo lo contrario a Sanemi. Su olor corporal era fuerte y sumamente atrayente. Sin embargo, no debe bajar la guardia porque seguramente será una trampa. Realmente ella aprendió a desconfiar porque no todos eran buenos.

Unos minutos pasaron y llegaron a una habitación vacía. Ese caballero le abrió la puerta para que pudiera pasar. No era grande, pero acogedor. Suficiente para poder dormir con mucha tranquilidad.

—Espero que sea de su agrado. Le informaré a su majestad de lo sucedido.

—¡Espera! —alzó la voz. Ese chico se paró para mirarla—. Q-Quisiera saber tu nombre. Has sido muy bueno conmigo. Creo que… eres el único que se ha portado bien, aparte de Oyokata-sama.

—Rengoku Kyojuro, el Señor del Fuego —se presentó, haciendo una pequeña reverencia a modo de respeto—. Solo cumplo mi deber para que este tratado salga bien. La amabilidad se gana a base de esfuerzo. Que tenga una buena noche, princesa Kibutsuji.

¿Por qué no la casaron con él? Parecía comportarse de una manera distinta y justa. Todo no es de colores, ¿verdad? ___ se aproximó a la cama para sentarse en el borde y acostarse completamente. No evitó llorar en silencio porque esta vida iba a ser muy dura.

Al día siguiente, alguien abrió la puerta de golpe asustando a la criatura nocturna. Eran las sirvientas que venían con una bañera grande. Es la hora del baño. Una de las jefas le pidió que se desvistiera para proceder al baño. ___ no estaba acostumbrada a este tipo de cosas, sin embargo, le relajaba por el olor de las flores aromáticas que echaban al agua. Estaba notando que esas srivientas la estaban tratando con delicadeza. Extraño. Estaba siendo extraño.

Un vestido negro y blanco con velos. Representación de la noche absoluta. Las sirvientas la ayudaron a vestirse y también a peinarla. Una trenza holandesa. Se veía bonita y le gustaba muchísimo hasta se notó ilusión en su rostro, algo que extrañó muchísimo a las chicas presentes. Una de ellas le ofreció un manto especial para protegerse del sol, si tenía pensamiento de salir al jardín. ¡Esa idea le gustó muchísimo a ___! Pero antes debe desayunar que, para ello, se lo trajeron.

Todas estaban esperando a que la princesa dijera las palabras “carne humana”, no obstante, se llevaron la grata sorpresa de que la joven estaba disfrutando de su desayuno, que consistía de bacon de cerdo, pan y leche de vaca. Tal vez estaban tratando mal a un demonio de buen corazón. Esas son sus teorías.

Luego de eso, una de las sirvientas le indicó donde estaba el jardín. ___ no tardó un segundo en caminar con cierta prisa por el pasillo. El castillo es grande, pero su olfato estaba bien desarrollado y no tenía dificultades para encontrar el lugar. Solo tardó unos minutos. Sus ojos (c/o) se agrandaron al ver un árbol grande. Sentía curiosidad por saber cuál es su nombre.

Se acercó a un terreno de flores. Se quedó mirando una rosa de pétalos rojo intenso. Ojalá pudiera sacar los brazos del todo para poder tocarlo, pero se conformaba con su olor. Dulce y apetecible. Le gustaría poder darse un baño con esa flor.

Desde arriba del castillo cierta figura estaba observando los movimientos de la princesa demonio. Sanemi estaba con los brazos cruzados vigilando a su esposa. Hace una hora, el Rey de los Humanos habló con él en privado explicando la situación y pidiendo que no volviera a cometer ese fallo. A eso no le importaba Sanemi. No va a amar a ese demonio. Por encima de su cadáver. Sin embargo, respeta mucho a Kagaya y hará todo lo posible para obedecer.

Sus ojos le estaban mostrando un comportamiento extraño proveniente de la princesa. Ella parece tener indicios de querer tocar esas flores o disfrutar un poco de aquel jardín. Tonterías. Un demonio no puede mostrar ningún tipo de emoción. Suena absurdo.

—¿Vigilando a tu esposa, Shinazugawa?

La voz de Kyojuro hizo que mirase por el rabillo del ojo. Ese muchacho siempre irradiaba un aura de esperanza y de justicia. Todo lo contrario a su padre desde que murió su madre.

—¿Y a ti qué te importa? —gruñó.

—Me importa demasiado sabiendo que debes cumplir tu misión. No has consumado el matrimonio con ella. —Le recordó.

—¡Ya Oyakata-sama me reprendió por ello! —le gritó—. ¡Y sabes perfectamente que odio a los demonios!

—Ella es diferente —le aseguró—. Ayer estaba llorando y…

—¡Ningún puto demonio muestra ese tipo de sentimientos, Rengoku!

Kyojuro sabía que esto sería complicado porque estamos hablando de una persona que no dudará en matar a todo demonio que se le cruce. Él no lo vio. Sanemi tenía una debilidad hacia las mujeres que lloran. Él no haría ningún daño a una dama, salvo que sea un demonio. Sanemi tenía un odio profundo por todo el daño que sufrió en la infancia.

Solo esperaba que cumpliera la misión dejando de lado ese remordimiento.

La noche cayó y las sirvientas guiaron a ___ hacia los aposentos del Señor del Viento. No. Ella pidió que no la llevasen ahí. Prefería estar en aquel cuarto que le indicó Kyojuro ayer. Pero las sirvientas insistían que debía consumar esta noche o si no el matrimonio sería inválido. ___ no quiere hacer daño a Sanemi; además, ese sujeto le transmitía un miedo atroz que supera con creces a su padre.

Esa puerta se abrió, dejando paso a un Sanemi malhumorado. Todas las señoritas se retiraron y ___ suplicó por lo bajo que no la dejasen con ese chico. Sanemi se estaba quitando la armadura ante la atenta mirada de la princesa demonio. Ella se estaba alejando más y más sin dejar de mirar con miedo al chico.

—Esta noche vamos a consumar el matrimonio y jamás te tocaré más.

—Por favor, no…

—¡Cierra la puta boca, criatura repugnante!

Sanemi tomó la muñeca de ___ y la tiró con violencia a la cama. El demonio se hizo daño en la cabeza. Iba a huir, pero ese tipo fue rápido colocándose encima de ella. Algo malo iba a suceder y no le gustaba para nada.

—¡No compliques más las cosas! —seguía gritando, tomando las ropas de la chica.

—N-No, para… —Su voz no era lo suficientemente alta. De verdad, no deseaba comérselo. ¿Por qué lo casaron con él?

—¡Tsk, no estás facilitando las cosas!

—Déjame… Déjame… ¡He dicho que me dejes!

Explotó. Y el Señor del Viento obedeció con los ojos puestos en su rostro. Unas gotas de agua salían de sus ojos. Estaba llorando. El comentario que le hizo Kyojuro se taladraba en su cabeza.

—¡Yo no quiero comerte! ¡No soy como mi padre ni el resto de demonios! ¡Mi padre siempre me ha repudiado por ser como soy! ¡¿Por qué los humanos no comprendéis que soy diferente?! —Más lágrimas resbalaban a lo que ocultó su rostro con las manos—. No quiero esto… por favor… me das miedo…

¿Por qué? ¿Por qué no puede pegarla y mandar todo a la mierda? ¿Por qué estaba llorando? ¿Estaba adolorida? ¿Tenía miedo? Un demonio no era capaz de experimentar tales emociones, pero esa princesa, tan pequeña a su lado, lo estaba haciendo. Esas palabras que dijo que era muy diferente al resto le hicieron recordar aquellas palabras de Kagaya, gracias a su poder de ver el futuro. Él no se atrevería a pegar a una mujer, salvo un demonio. No quiere ser como ese hombre que atormentó a su madre por años.

Ese sentimiento de culpabilidad se apoderó. Sanemi apartó su cuerpo sin dejar de mirarla. Ahora sus ojos no mostraban ni una pizca de vida. Algo en él estaba cambiando. No quería pegarla. No desea asustarla. Él era un verdadero monstruo con esas cicatrices.

—Vete —susurró—. Antes de que me arrepienta.

___ no dudó un segundo y salió de aquella habitación para ir a ese sitio seguro. Sanemi, a quien repudia a los demonios, ya no podía mirar a la cara a la princesa demonio. Realmente se estaba sintiendo mal. No. Él era un asesino de esas criaturas que le arrebataron todo convirtiéndolo en un ser despiadado.

No podía sentir pena hacia la princesa.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top