Capítulo 13. No abandonar a la princesa

El olor nauseabundo inundó todos sus sentidos. Lo conoce perfectamente. Ese es el aroma que desprende los humanos cadavéricos devorados por los demonios. La princesa demonio se encontraba en el castillo de su padre. Está de vuelta a casa: al reino de los demonios.

Ella instintivamente tocó su vientre asegurándose de que su bebé estaba bien. No podía creer que su padre haya planeado todo esto. La peli-(c/c) apretó los labios deseando gritar afuera. Solo una persona puede salvarla. El nombre de su esposo pasó por su cabeza. ¿Dónde estará? ¿La estará buscando? Una lágrima iba resbalando por su rostro rezando por su liberación.

La puerta de la habitación se abrió. Ella se mantuvo firme porque no iba a mirar a su secuestrador.

—Su majestad le espera, princesa.

—No pienso ir —aclaró.

—No tenéis más opción —dijo Kokushibo.

—¡Tú no eres nadie para decirme lo que tengo que hacer! —le gritó, teniendo el valor de mirarlo—. ¡Yo no veré a la persona que me ha abandonado y repudiado durante años!

—Ahora os necesita.

—¡Quiere matar a mi bebé! ¡A mi primer hijo!

—No me importa, sí. —Los pasos de Kokushibo resuenan en aquella sala. Ella dio un paso hacia atrás—. Para mí es mejor porque podré engendrar un hijo en ti —murmuró.

—No pienso… acostarme contigo —volvió a aclarar.

Eso le importaba a Kokushibo. Él agarró la muñeca de la joven y la tiró suavemente. ___ peleó con todas sus fuerzas no queriendo salir en aquella habitación, pero su estado no la ayudaba. Dejó de luchar. Kokushibo no andaba con juegos. Ya se notaba en sus tres pares de ojos.

Todos los soldados se inclinaban ante la princesa a modo de respeto. No. No deberían. Ellos no tuvieron piedad en abandonarla durante mucho tiempo. Ahora la respetan. Los demonios son criaturas difíciles de entender. Será porque en sus venas corre sangre humana. Realmente ___ no lo entenderá. Ahora entiende porque los humanos no pueden comprender a estas bestias nocturnas.

No tardaron mucho en llegar a la sala real. Los ojos rojos como la sangre de Muzan se centraron en su joven hija. Kokushibo empujó suavemente a ___ para que estuviera cerca de su padre.

—Bienvenida a tu hogar, ___.

—¡Quiero volver! —reclamó.

—¿Así recibes a tu padre? Que niña tan malcriada —gruñó por lo bajo.

—¡Aún estoy molesta por el trato que me has dado!

Muzan está sorprendido de cómo le está hablando su hija. ¿Dónde está la niña sumisa y callada? El moreno se levantó de su trono y con un simple movimiento estuvo enfrente de su hija, y agarró su cuello. Casi ___ se queda sin aliento.

—No te atrevas a levantarme la voz, mocosa —le advirtió—. Sabes perfectamente de lo que soy capaz.

Sí, ___ lo sabe muy bien. Si desea que su bebé sobreviviera, entonces es mejor calmarse. Muzan aflojó un poco más el agarre hasta que la soltó porque vio que se había vuelto un poco sumisa. Ese comportamiento le gustaba porque Muzan tiene el control de su mente. No del todo porque su conexión no es la misma.

—¿Por qué estoy aquí? —preguntas.

—Es simple. Estás embarazada —dijo, tocando su vientre. Ella se encogió—. Esta es una oportunidad para mí. Descubrir si mi nieto es inmune al sol.

—¿Por qué? —preguntó, muy confundida.

—Los demonios odiamos la luz del sol. Siempre he buscado la forma de ser inmune a ella. Lo probé con tu madre, pero mi experimento falló debido a que tú naciste teniendo genes de demonio —iba explicando—. Eres inmune en minutos, pero no siempre. Es por eso que te encerré en la torre para que nadie se acercara a ti. Mandé a mis mejores hombres en busca de una flor. Nada.

___ está analizando las palabras de su padre. Su madre fue un experimento todo este tiempo. Por eso, nunca tuvo la oportunidad de estar más tiempo con ella. Unas cuantas lágrimas iban resbalando por su rostro. Muzan no tuvo remordimiento en retirarlas. Es un ser frío y despreciable.

—Hasta que una idea me vino —siguió hablando—. Que mi única heredera se casara con un humano y quedarse embarazada. Claro, cuando el Rey de los Humanos me dijo que tu casamiento sería con el Señor del Viento, ya me rendí porque ibas a ser asesinada por un tipo que odia a los demonios. Sin embargo, estás vivita, coleando y embarazada de ese humano.

—... ¿Qué quieres de mi bebé?

—Devorarlo y así ser inmune al sol.

Ahí los ojos de ___ se agrandaron ante tal confesión. No. No podía permitir que eso ocurriese. Tiene que huir de ahí. Dio un paso hacia atrás, pero la presencia de Kokushibo es imposible. Estaba atrapada ante dos hombres sumamente peligrosos. ¿Por qué la vida es injusta con ella? ¿Qué hizo para merecerse esto?

—No tocarás a mi niño —le amenazó.

—Tú no das órdenes —susurró el rey para luego mirar a Kokushibo—. Llévala a sus aposentos. Pronto la luna se tiñerá de rojo, símbolo del nacimiento del bebé que solo vivirá unos minutos.

Kokushibo asintió levemente agarrando el brazo de la princesa. Ella pataleó con todas sus fuerzas no queriendo estar encerrada. No de nuevo. La vida de su hijo corre peligro y no podía hacer nada porque todo el lugar estaba rodeado de demonios, que no dudarán en seguir las órdenes de su rey.

No le dio tiempo a correr hacia la salida de su cuarto porque Kokushibo se puso en medio. Ese demonio mostraba un aura de cierta peligrosidad. ___ no correspondería los sentimientos de un ser que dejó ser un humano para ser la mano derecha de su padre. Está claro que no será tarea fácil esquivar a la Primera Luna Superior.

—No hagáis las cosas difíciles, princesa.

—¿Por qué no queréis que sea feliz? —preguntó. Sus nudillos están apretados, sintiendo frustración.

—Será feliz cuando Muzan-sama se deshaga del bebé. —Sus tres pares de ojos se clavaron en el vientre de la chica—. Y lo estará aún cuando esté conmigo.

—Yo nunca tendré sentimientos hacia ti.

—El tiempo decidirá.

—Deja de atosigarla.

Una voz desconocida para ___ resonó por detrás de Kokushibo. La joven peli-(c/c) miró hacia atrás encontrándose con un demonio con aspecto juvenil. Piel pálida, marcas en todo su cuerpo y su cabello rojizo o rosado. Su vestimenta es bastante peculiar.

—Una cosa que odio de nuestra especie es que tengamos que hacer daño a las mujeres. ¿Por qué no vas a otra parte y me dejas a cargo de la princesa? Soy el único de los demonios que la respeta.

—... Akaza, Tercera Luna Superior —dijo su nombre. Este respondió con un gruñido—, Muzan-sama no te pidió que vinieras.

—No, me he autoinvitado. Y creo que estoy haciendo lo correcto. La princesa no quiere ver tu cara.

—Eres débil. Nunca llegarás a superarme porque no comes mujeres.

—... Tengo mis razones.

Esa noticia sorprendió mucho a ___. ¿Un demonio que no devora a mujeres? Y tampoco pegarlas, al parecer. Kokushibo no iba a perder el tiempo. Sabe perfectamente que su compañero lucharía con uñas y dientes para defender a una dama en apuros, aunque este perdería por la diferencia de poder. La mano derecha del Rey de los Demonios tomó la decisión de retirarse de la habitación, no sin antes comunicarse telepáticamente con su superior.

___ no salió, es más, dejó entrar al joven demonio. Es muy apuesto y seguro que su forma humana también. Este cerró la puerta tras de sí convirtiéndose en la barrera que prohíbe la entrada y la salida hacia la princesa. La peli-(c/c) lo miraba de pies a cabeza intentando comprender el motivo de su comportamiento.

—¿Curiosidad? —preguntó. El vello de la chica se erizó.

—... ¿De verdad que no comes mujeres?

—Como ya le respondí a ese viejo, tengo mis razones para no hacerlo.

—Entonces eres como yo. Quiero decir, yo no como carne humana por ser uno de ellos —rectificó.

—No porque como niños y hombres —corrigió con una sonrisa cínica—. Estos últimos si son muy fuertes. Me gusta pelear y siempre me motiva en buscar un digno rival.

—¿Y los niños?

—Solo a los enfermos. A los que no duran cinco años de vida.

Otro escalofrío. Este demonio es sumamente extraño. ¿Por qué su padre lo eligió? ¿Su determinación? ¿Su fuerza? No. Hay algo más en todo esto. La manipulación será otro motivo.

—¿Y recuerdas la razón por la que decidiste no hacer daño a ninguna mujer?

El rostro de Akaza se puso serio. Eso es mala señal.

—¿Recuerdas siendo un humano?

—No. Lo único que sé es que era débil —respondió con un tono de desagrado—. Por ello, dejé que su padre me transformara en lo que soy ahora. Una máquina perfecta de matar.

—Menos a las mujeres. Aquellos humanos que se convierten en demonios aún tienen el remordimiento de su pasado —iba hablando—. Tú consciencia no está tranquila.

—Tengo la mente calmada —le corrigió—. Y le aconsejo que no vaya a donde no le llaman.

Esto para ___ es una oportunidad. Solo debe aprovecharla en el momento adecuado.

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—¡Oyakata-sama debemos rescatar a la princesa!

El Rey de los Humanos está sentado en su trono escuchando las plegarias de Genya. Él no se está perdonando por haber fallado en la misión. También Kyojuro, quién estaba presente junto con los guerreros, se sentía igual.

—No podemos entrar en su juego —dijo.

—¡¿Y permitirá que ese demonio juegue con ella?!

—Desconozco los planes que tiene Muzan con ___. Lo único que sé es que si vamos allí, el tratado de paz…

—¡El tratado de paz lo rompió él, Oyakata-sama!

La voz del hombre puede calmar a una persona enfadada, pero en este caso es diferente porque se notaba la rabia de Genya de haber fallado en la misión. Fallar a su único hermano vivo le carcomía demasiado. Kagaya se levantó de su trono para caminar hasta el joven moreno. Esa mirada representaba perfectamente a un Shinazugawa llena de ira. Ya lo vio un par de veces.

Los Señores están de acuerdo con Genya. No podían permitir que Muzan se saliera con la suya. Desconocen sus motivos y no será nada bueno. Una nueva conquista o un mal presagio.

En un instante, las grandes puertas se abrieron, dejando pasar una figura desconocida. Una persona que es capaz de crear un huracán si lo hacen enfadar. Es la persona quién menos querían encontrarse.

Shinazugawa Samemi ha vuelto de su misión.

—Oyakata-sama, he cumplido la misión —informó—. Los demonios del este ya no molestarán más. Eran… unos rebeldes que no cumplían el tratado.

—Eso es espléndido, Sanemi.

—Me gustaría pedirle si fuera posible no tener más misiones hasta que mi hijo nazca.

Un silencio sepulcral notó Sanemi. Cuando pasaba algo así, un sentimiento raro creció en él. Sus ojos miraron a cada uno. Podía ver que sus cuerpos estaban temblando un poco y, además, no tenían contacto directo con él. Ese comportamiento le estaba molestando a Sanemi. Decidió ver a su rey, quien mantuvo la cabeza baja.

—Sanemi —lo llamó suavemente. Sabe las consecuencias de enfadar al chico—, raptaron a ___.

Esa noticia fue como una patada bien fuerte en el estómago de Sanemi. Sus ojos se oscurecieron.

—Ella tuvo la sospecha de que algo malo pasaba. Ordené a todos que estuvieran vigilando por si ocurría alguna incidencia. No pensábamos que las intenciones de Muzan eran secuestrar a ___.

Sanemi tuvo que apretar los puños con fuerza conteniéndose en golpear a alguien. Ninguno tiene la culpa. Solo él mismo porque le da mucha rabia que esto haya pasado sin su presencia. Sus ojos miraron fijamente a su rey.

—Entonces han incumplido el tratado de paz —murmuró.

—Me temo que sí. Hemos tenido muchas bajas.

—¿Por qué entregar a su hija para luego raptarla? —se preguntó.

—Aún estamos indagando, pero entrar en el terreno de los demonios es sumamente peligroso.

—¡Me da igual! —gritó con furia—. ¡Si yo hubiera estado presente, esto no hubiera sucedido! ¡Ella aún seguiría aquí con nuestro hijo a salvo! ¡No voy a tolerar que ese hijo de puta se la haya llevado así sin más! ¡Tiene que haber una explicación!

Todos se hacen la misma pregunta. Cuáles son las intenciones del Rey de los Demonios con su hija. Todo está siendo confuso para todos los presentes de esa sala. No tienen ninguna prueba ante los pensamientos de Muzan. Sanemi está sintiéndose estúpido ante todo esto. Su amada está en peligro ante las garras de ese psicópata. Y matará al desgraciado quien la ha secuestrado.

Unos ruidos de unas botas metálicas alertaron a todos. Un soldado entró a la sala sin ninguna invitación. Este había corrido. Se notaba su respiración exhausta. Cuando recuperó el aliento, miró a su rey.

—S-Su majestad, una mujer demonio desea verle.

—¿Una mujer demonio? —repitió a modo de pregunta.

—Ella nos dijo que sabe la razón del secuestro de la princesa Kibutsuji.

Eso causó intriga a todos.

—... Dejadla pasar.

—Ya no hace falta. Me he invitado yo sola.

La voz femenina resonó por toda la habitación. Kagaya se sorprendió mucho al ver a una persona que ya está bajo las órdenes de Muzan. Un demonio que decidió tomar su camino siendo acompañada por su más fiel compañero.

Ella es Tamayo.

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