Capítulo 33

El amor se respiraba en el aire, todos estaban felices de ver como Maksym y Alice bailaban. Estaban en un mundo irreal, la fantasía abundaba y el amor en las parejas de mafiosos ya formadas, reiteraba una vez más las elecciones perfectas que hicieron con sus esposas.

Bueno, ellas los eligieron a ellos.

La canción terminó y la pareja se acercó a sus amigos. Felicitaciones por la niña que venía en camino y un sin fin de buenos deseos fueron escuchados. Las damas de honor de Alice estaban hermosas y radiantes. Los vestidos de las chicas eran de corte sirena y sí, vestidas de color beige. Ninguna se opacó y cada una brilló con luz propia.

—Por un momento pensé que tu boda sería como la de mi hermano, pero realmente esta la superó —bromeó Alessandra, cuando ellos llegaron. Todos menos Fabrizio se rieron, ya que era el momento de decir unas palabras.

El italiano estaba vestido de negro con una corbata roja, al igual que los otros tres mafiosos. El único diferente era Maksym, pero la belleza y el poder que cada uno de ellos desprendía, era aterrador. Nicole fue sacada del salón de fiesta por un momento. La madre de Maksym y Fabrizio, quisieron mostrarle algo con referente a una fundación. La llevaron a un lugar donde la chica no pudiera escuchar las palabras del hombre.

—No soy un tipo de muchas palabras y todos estamos acostumbrados a hacer nuestra voluntad —las risas inundaron el lugar—. Para nadie es un secreto lo que significa para nosotros el término de famiglia. Saber que todos empezamos con un ideal de lo que queríamos y hoy en día, hemos hecho más de lo que imaginamos. El Sacerdocio es famiglia, la mafia es famiglia, pero nuestras esposas... ellas son nuestros hogares —miró a la nueva pareja de esposos y le hizo señas a los mafiosos para que se acercaran—. Alice, hoy no solo te uniste a Maksym como esposa. Te ganaste una famiglia numerosa. Si un día quieres alejarte, solo llámanos y vendremos a tu rescate.

Alice se limpió las lágrimas y sonrió ante la vista que tenía. No podía creer lo afortunada que era.

—Como líder del Sacerdocio, te doy la bienvenida a nuestro mundo —los aplausos y gritos de su gente resonó por el salón. Las chicas abrazaron a Alice con mucho amor.

—Eres la nueva reina de la mafia polaca, Alice. Eres mi reina y tu palabra siempre será ley a donde sea que vayas. Nadie te lastimará nuevamente y aunque debamos estar quietos en todos los sentidos por nuestra hija, eres libre de hacer lo que quieras. No necesitas seguir huyendo. Tienes amigas y mucha gente que te respeta y ama al mismo tiempo. En la mafia no se acostumbra a hablar de sentimientos, pero tú, Alice... mi señora esposa y haces que cada día te ame más —ella se levantó y fue con su esposo.

Le plantó un beso lleno de amor y alegría. La felicidad no les cabía en el pecho hasta que una sorpresa fue anunciada.

—El Sacerdocio te quiere dar un regalo. Espero que lo aprecies y después nos digas que quieres hacer con él —la voz de Kylian los interrumpió, ella frunció el ceño y lo miró.

—Tenemos dos monumentos exclusivos para ti, mi querida cuñada —bromeó Sasha—. Traigan a las presas.

Dos enormes cajas fueron llevadas al centro del salón de fiesta. Cuando fueron abiertas, Alice casi perdió la respiración por completo.

—¿Maksym? —lo miró asustada.

—Te dije que nadie te volvería a hacer daño, mi amor —señaló a los dos hombres que hace unos segundos estuvieron en las cajas—. No me sabía la historia, pero las circunstancias nos trajo a esto.

Alice casi pierde el equilibrio cuando los cinco hombres se pusieron frente a su padre y el rey con el que se iba a casar antes de huir de Finlandia. Aysel y Selene fueron a socorrerla, mientras Emma y Alessandra fueron a buscar un botiquín de primeros auxilios.

—¿Qué significa esto? —el padre de Alice la miró con furia.

—Es la boda de tu hija —se burló Maksym—. Hiciste tu trabajo al lavarle el cerebro a mi hermana y esa deuda la tengo pendiente contigo, pero tienes que pagar lo que le hiciste a mi esposa.

—¡¿Quién mierda eres tú?! ¡Soy el rey de Finlandia!

—No, cariño. Finlandia le pertenece nuevamente a Alemania. Eras rey. La única monarca aquí es Alice —respondió Sasha.

—¡¿Pregunté quién eras?! —miró a Mak. El hombre estaba atado a una silla con cadenas, visiblemente golpeado y con ojos inyectados de ira.

—Soy Maksym, líder de la mafia polaca y esposo de Alice. Vuelve a gritarme y te corto la lengua —lo amenazó, logrando el terror del rey—. Vuelve a ver a Alice de esa manera y te saco los ojos. Mide tu maldito temperamento y guarda silencio.

Alice miró al hombre que amaba como la defendía y sí, el síndrome de Estocolmo siempre estuvo en ella. Se enamoró de su secuestrador. Esperaba que su hija fuera más juiciosa y se enamorara de la vida. No se atara a un hombre y estudiara primero. Alice se imaginaba un mundo con su familia mientras su padre era amenazado por su héroe...

Sacudió la cabeza y miró al otro hombre que no decía nada, pero tampoco estaba golpeado.

—¿En serio te querías casar con alguien de la edad de tus hijos? —el silencio invadió el salón, ante su pregunta—. Nunca nos vimos y...

—Quería casarme, pero no con alguien tan joven. Tu padre me dijo que tenía a una duquesa para mí, pero ella nunca apareció. Mis hijos y yo te vimos en una recaudación de fondos en Alemania y mi hijo mayor quedó flechado contigo. Mi error fue creer que podía casarte con mi heredero, fuimos a buscar a tu padre con las intenciones de ofrecerte conocer a mi hijo, pero nos encontramos con un hombre que maltrataba a su hija.

Maksym fue hacia Alice qué estaba pálida, pero no se veía débil. Estaba rígida y su expresión era fría ante las palabras de ese hombre.

—Mi hijo no tendría el poder suficiente hasta que yo dejara el trono. Así que en vez de pedirte como esposa para mi hijo, decidí llevarte a mi reino. Cuando le hice la propuesta a tu padre... él tomó la decisión de casarte conmigo. Me negué muchas veces y lo único que me puso de condición para aceptar fue... —tragó grueso y sintió tristeza por la chica—. Tenía que darle una dote de dinero por ti. No somos una nación grande, pero necesitábamos salvarte. Así que aceptamos. Le di más de la mitad del dinero de mi reino, pero no quería el matrimonio. Él decidió hacerlo una farsa. Así que nunca nos íbamos a casar, princesa. Solo ibas a vivir en mi país y si la vida era buena, dejar que conocieras a mi hijo —confesó el hombre.

—Cómo... ¿Cómo puedo creerte? —dijo, con voz entrecortada.

—La emperatriz Amaya me ayudó a encontrarlo. El Sacerdocio se puso en contacto con él y... bueno, decidió vivir —comentó Mak, ella asintió.

—Papá...

—¡Soy tu rey, Alice!

—Y ella es mi reina. Aquí tú no tienes poder —lo enfrentó—. Te dije que midieras tu manera de hablar.

—Me hiciste creer que ese rey era malo. Me hiciste sentir basura por años. Fui tu saco de boxeo personal. Me creaste miedos qué nunca tuve. Me alejaste de mi madre. Contrataste a Kylian para matarme... yo no quería ser reina de Finlandia. Yo nunca quise ser princesa o monarca. Solo quería estar con Pame —abrió los ojos y miró a Maksym—. ¿En dónde está ella?

—Se está terminando de arreglar para venir a tu fiesta de boda —intervino Aysel.

—Alice, tienes toda la autorización de hacer lo que desees con tus regalos —habló Fabrizio.

—¿Eso implica quitarles la vida? —ellas los miró seriamente.

—Tu padre tiene deudas pendientes con nosotros, amor —Mak dijo obvio.

—Pero el Sacerdocio te da la opción de salvar la vida de uno —comentó Nikolas—. Pero no sabrás qué sucedió con la otra persona. No puedes preguntar ni participar en nuestras conversaciones con él. Debes ser neutral.

Alice los miró a los dos y aunque al inicio tuvo miedo, ahora se encontraba más tranquila.

—Quiero al rey que me intentó salvar vivo. No deseo tener deudas con nadie y también le daré la dote que me correspondía como princesa. Pagaré lo que él le dió a mi padre y una compensación por los daños ocasionados sin necesidad. También espero que la fiesta siga. Es mi matrimonio y no quiero que ninguno de ustedes falte. Mínimo hasta el amanecer —les pidió.

La risa de Maksym se amplió y besó la frente de su mujer.

—¿Qué quieres que hagamos con tu padre, Alice? —la miró fijamente.

—No lo quiero libre. Necesita pagar por sus daños.

—Debe pagar por meterse contigo —le recordó—. ¿Qué quieres hacer con tu padre, Alice? —le volvió a preguntar.

—Quiero que sienta el mismo miedo que yo sentí por años —susurró.

—¿Quieres que lo mate, Alice? —ella tragó grueso y miró como la cara de los cinco mafiosos estaba llena de maldad.

—No quiero saber su final. Con que sufra lo mismo que yo, eso es suficiente —les sonrió—. Ha sido una hermosa sorpresa. Mi pequeña hija nunca tendrá que sufrir por ese hombre.

Se giró y se fue a sentar con Selene y Aysel. La música volvió a sonar y los hombres fueron sacados del salón de fiesta. Nicole volvió y todo se volvió a animar.

La caída de un rey y el triunfo de una reina, acababa de llegar.

Maksym lo haría pagar.

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