Capítulo 30

Alice abrió los ojos y miró hacia su lado izquierdo porque sentía que no podía moverse. Su cerebro no se había despertado lo suficiente para pensar que podía ser algo paranormal. Normalmente, los hospitales tenían historias tenebrosas, pero el hombre que estaba acostado en su cama, era todo, menos un fantasma. Mak estaba profundamente dormido sin moverse de ahí. Parecía un niño abandonado en busca de afecto. La mano de Alice tomó vida propia y sin darse cuenta, estaba acariciando el rostro del mafioso.

Maksym suspiró y se removió en su lugar. La rubia sonrió levemente, al darse cuenta de que el profundamente dormido de él, tenía un significado diferente al del resto de los seres humanos.

—Te creía dormido —comentó, al verlo empezar a abrir los ojos—. ¿Estás bien, Mak? —le preguntó, al ver el rostro desmejorado del polaco. Tenía ojeras y expresión triste.

—¿Cómo te sientes tú y el bebé? —ignoró las preguntas y se subió un poco más para estar cerca de su boca.

—Estamos bien. Solo debo permanecer en cama unos días y evitar emociones fuertes. Aysel se hará cargo del viaje de regreso a Polonia —lo miró a los ojos—. Estamos bien. Solo fue un susto. Ella me ha explicado un poco sobre el bebé y los cuidados que debo tener —pasó su dedo por las cejas pobladas del hombre—. ¿Qué pasó, Mak? Tus ojos me miran, pero a la vez, no me estás viendo.

Él sonrió de medio lado y besó fugazmente sus labios. La necesitaba. Alice era el agua en su desierto y la única que calmaba su sed. El dolor no se apagaba, pero se hacía más llevadero con el saber sobre ella y su bebé.

—Kassia será llevada a una provincia en algún país que el Sacerdocio decida... casi se rompe la hermandad entre nosotros y ella dijo cosas que no entiendo por qué se empeñó en que debía ser su verdad. Primero nos da a entender de que es mala y después dice que todo es mentira —Alice acaricia su rostro mientras lo escucha hablar—. No sé cuando mi hermana dice mentira o cuando está diciendo la verdad... pero por lo menos estará viva.

—Y todo eso pasó mientras dormía —él sonrió—. Quiero que ella sea parte de la vida de nuestro bebé. No ahora porque sé qué ustedes tienen mucho por sanar, pero siguen siendo familia. Tal vez necesitaban separarse para saber que tan importantes son el uno del otro.

Alice no entendería lo que significaba lo que había hecho Kassia. Se le perdonó la vida por el amor que los mafiosos sentían por ella, pero eso no significaba que perdonarían su manera de actuar. Había límites y sin importar que tan malo fueran ellos, la familia era sagrada y ellos, al ser mafiosos, debían tener a su lado gente leal y en quien confiar. Lamentablemente, ella, ya no pertenecía a ese círculo.

—Cásate conmigo, Alice —dijo de la nada, la chica abrió los ojos con sorpresa y se sentó en la cama, él imitó su acción y volvió a hablar—. Cásate conmigo...

—¿Por qué quieres hacer eso conmigo? Yo no sé cocinar y mantener una mansión.

—Si lo sabes. Recuerda que la primera semana fuiste mi sirvienta —bromeó, ella lo miró mal—. Te amo, Alice. Quiero que seas mi esposa. No me importa que no sepas hacer nada porque juntos podemos aprender sobre la vida... —se quedó callado unos segundos—, pero en la mafia. Quiero que seas la madre de todos mis hijos y que lleves mi apellido. No quiero que seas princesa de tu nación, quiero que seas la reina de Polonia y gobiernes la vida de tus súbditos. Quiero que estés a mi lado para siempre y seas ese pizca de humanidad que yo no tengo. Que veas lo que yo no logro ver y me enseñes cada día lo mucho que se puede amar a alguien con tantos defectos, y te siga pareciendo perfecto —sacó una cajita de terciopelo amarilla y al abrirla, se mostró un hermoso anillo de diamantes azul—. Cásate conmigo, Alice.

Ella miró el anillo y luego a él. 

—Pero soy una loca psicótica por cualquier tema. Divago más de lo que te puedes imaginar. No soy una princesa querida y mi padre... él puede venir en cualquier momento. No quiero gobernar un país ni a su gente. Suficiente locura tienen contigo. Me voy a cansar de ti y tú de mí. Probablemente, vamos a discutir y en estos momentos me estás resultando insoportable. Es más, verte me produce molestias, pero hace unos segundos te amaba —se le llenaron los ojos de lágrimas—. Las probabilidades de que yo me case contigo son extremadamente amplias, pero nunca me he casado. Tu apellido es tentativo y difícil de pronunciar que debemos ponerle nombre a nuestros hijos sencillos... quiero dos, no podría con más porque le tengo miedo al embarazo —empezó a asentir mientras estiraba su mano para que le pusiera el anillo—. Ronco y me tiro pedos, pero que sepas qué dormida no controlo mi organismo.

—No podía tener una mejor respuesta de tu parte —le puso el anillo y la besó—. Nos casaremos el día que nos digan el sexo de nuestro bebé.

—¿Tres semanas? —lo miró asombrada—. ¿Cómo puedo hacer todo eso tan rápido? 

—Todo es gracias a la mafia —volvió a besarla. La amaba profundamente.

—El anillo...

—Era de mi madre y tenía planeado pedirte matrimonio en este viaje. Bueno, estaba empezando a pensarlo. El anillo viajó conmigo, pero no sabía que iban a suceder tantas cosas en tan poco tiempo —le limpió las lágrimas—. ¿Está mal que yo pidiera matrimonio así?

—No, no lo está, pero quiero que nos casemos cuando esto —puso la mano en su pecho—, se encuentre tranquilo y sin temor de su hermana. Me caso contigo porque te amo, pero te duele lo que está sucediendo. No quiero que nuestro momento se vea empañado de sufrimiento. Cada uno de nuestros pasos debe ser dado firme y con alegría. Te amo, Mak y quiero que el día de nuestra boda tus pensamientos sean solo míos.

—Mis pensamientos llevan tu nombre tatuado —ella negó con la cabeza y lo abrazó—. Serás la novia más hermosa del mundo...

—No, te odio y tengo hambre. ¿Y si me traes una manzana con mango y mostaza? —se separaron y la vió como se le hacía agua la boca—. Trae una hamburguesa de pollo con mostaza nada más y pide un burrito lleno de mostaza con frijoles rojos y mucha carne.

—Quiero vomitar... —se levantó de la cama y la puerta se abrió mostrando a los cuatro hombres del Sacerdocio.

—Trae la pieza de pollo más grande que consigas y pide que la bañen en mostaza también —vió a los chicos mirarla extraño—. ¿Qué? Se me antojan esas pequeñas cosas —vió entrar a Aysel con alguien.

—Alice, ella es Selene, amiga de Nikolas —Mak las presentó—. Es chef, así que puedes preguntarle sobre cualquier comida saludable que no contenga...

—¿Puedes hacer galletas? Las quiero comer con mostaza —miró a la mujer con ilusión—. Me voy a casar con Mak en tres semanas.

El rostro de todos volvió a la vida ante esa noticia. Ninguno la estaba pasando bien, pero la vida debía continuar. Un matrimonio después de tantos años y que mejor que fuera el de Mak. Un hombre que se había desvivido por su hermana menor durante mucho tiempo y hoy, por esa misma persona, decidió seguir sin ella. Las felicitaciones y abrazos llenaron la habitación, hasta que una chica con ojos hinchados tocó la puerta interrumpiendo el momento.

—Quiero disculparme por venir así —se limpió las lágrimas y miró a Kylian—. Estaba esperando poder verte.

—Mierda... —murmuró el irlandés.

—Gracias por ayudar a mi tío mientras no estuve. Me ha llamado y me informó que ayudaste a Alberto... —guardó silencio al tragar grueso—. Mi pavo real murió por una bala perdida de alguien sin corazón. Pero ayudaste a mi tío a levantar a Alberto —miró a Alice y le sonrió—. Me llamo Nicole y solo quería agradecer el acto de amabilidad del señor.

—Oye, ¿tu fuiste quien hizo las galletas que le entregaste a Nikolas? —la chica miró a Aysel con confusión—. Ese tipo que parece matón.

—Sí... no sé si son matones, pero parece que trabajan como guardaespaldas de gente poderosa —sonrió—. Fui yo quien las hizo. ¿Por qué? Tuvo alguna reacción a...

—¿Puedes hacerme galletas? Estoy embarazada y quisiera comer en estos momentos una —interrumpió Alice.

—Estaría encantada de poder darte las galletas —se limpió las lágrimas—. Mis tíos al parecer son vecinos de este señor. Así que podré dejar las galletas antes de irme de aquí si todavía estás en el hospital.

—¿Para dónde te vas? —preguntó Aysel, llamando la atención de todos.

—Dubai. Estaré volando en dentro de unas semanas para allá —respondió la chica, Alice ladeo la cabeza y observó el leve interés de Nikolas y Kylian por ella—. Claro que también tendría mis últimas clases, pero no importa, es el trabajo soñado por cualquier azafata.

—Me caso en tres semanas, ¿te gustaría venir a mi boda? —le preguntó la rubia, los ojos de Mak se abrieron al ver la interacción de Alice.

—La acabas de conocer... —le dijo obvio.

—Nicole, me dará galletas y la quiero en mi boda —respondió con simpleza—. Selene, ¿puedes trabajar con ella mientras preparas algunos aperitivos para la fiesta?

—Por supuesto que sí —respondió la chica—. ¿Irás a Emirates Airlines? Espero verte mucho en el aire.

—¿También vuelas?

—No, mi novio es piloto y viajo gratis cuando no estoy trabajando —miró a Nikolas, que se tensaba ante su mentira—. Son los únicos que no son idiotas.

Alice sonrió, al final Nicole se unió a las chicas y empezaron a hablar. Era la primera vez que interactuaba con tantas personas. Se intercambiaron números y decidieron desde ese día, ser amigas.

No sabía qué pasaría con su padre y si el Sacerdocio seguiría unido, pero se iba a casar y por primera vez en mucho tiempo, Alice se sintió bien. Había unos hombres que la protegían, tenía nuevas amigas que rápidamente se compenetraron como si se conocieran de toda la vida, tenía un bebé en camino y un hombre que amaba profundamente.

Lo único que lamentaba es que Kassia, la única a la que consideraría mejor amiga para siempre, tomara la decisión de perderse del mundo que con mucho cuidado, cinco hombres decidieron crear para las personas que ellos amaban.

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