Capítulo 15

Alice salió de la celda echando humo por la cabeza. Era literalmente imposible, pero fue la mejor manera de hacer la comparación para el sentimiento de ese momento. No podía creer que él tuviera las agallas para decir —me equivoqué—. ¿Qué se supone que hacía ahora con toda la rabia que tenía?

La manera en la que Maksym la hizo sentir durante días por sus palabras hirientes, la carcomía por dentro. ¿Cómo es que podía ser tan tonta y aceptar simplemente una disculpa? Sentía que carecía de sentido común. Sí, el noventa por ciento de las veces ella era una hipocondríaca sin remedio, pero cuando no pensaba en que moriría por una enfermedad, utilizaba su cerebro.

No le volvería a hablar a nadie y como es que la rabia se le estaba pasando tan pronto si apenas había empezado a odiarlo.

Alice desapareció del radar de Maksym por casi tres semanas. En donde él estaba, ella no iba y cada vez que podía, se escondía del mafioso. Maksym sabía el juego que estaba haciendo la rubia y la dejó ser. Más que todo porque se sentía culpable del malentendido. Obviamente, fue su culpa, pero ahora que su organización y él sabían como tener diálogos fluidos en el idioma de Alice, no encontraba la manera de disculparse.

No sentía vergüenza o culpa por los demás, pero Alice le causaba sentimientos qué quería enterrar.

—Es bueno verte, cariño —su madre besó su mejilla y le regaló una sonrisa—. Tienes mejor aspecto que hace un año.

—La vida mejora en la organización, madre —le respondió la sonrisa con una mueca, cosa que siempre hacía para ella—. El compromiso de Kassia...

—Esto es debido a tus absurdas decisiones. Kassia debía casarse con un hombre de verdad —intervino su padre.

—Mi madre se casó contigo con una diferencia de siete años. No me vengas a decir que mi hermana menor debía casarse con un hombre que le triplicaba la edad. Sí, quería que ella se casara pronto para alejarla de ti, pero eso no significaba que la entregaría a cualquiera —espetó entre dientes.

—Por lo menos con él tendríamos una alianza con los neozelandeses, Maksym —señaló a Kassia, que estaba con Alice—. ¿Qué conexiones tiene Jack?

—¡Es mi maldito capitán y es jodidamente bueno en lo que hace! ¡Era él o Kylian! —le gritó—. Pero tú te aseguraste de que los irlandeses y nosotros solo pudiésemos tener una alianza por el Sacerdocio. Jodiste a tu hija y sí, yo si defiendo y ruego por Kassia.

La tensión en el salón de fiesta en donde se celebraba el compromiso de su hermana menor, fue la misma que siempre había cuando ellos se veían. Era algo pequeño. Unos cuantos amigos y por supuesto, el Sacerdocio.

—¿Por eso robaste a la princesa de Finlandia, Maksym? ¿Deseas morir y seguirme avergonzado? —dijo con desprecio—. Tengo un maldito hijo y resultó ser un maldito desastre.

—No te metas en mis asuntos, viejo. Deberías ser como mamá. No opina ni se mete en mi vida. Y sí, la diferencia es que yo no me robé a la madrastra de Kylian y la hice mi esposa.

Su padre sacó su arma y apuntó la cabeza de Maksym. Kassia fue corriendo hacia su padre porque sabía lo que estaba sucediendo. Siempre era lo mismo con ellos.

—¿Por qué nadie se mete? —Alice los miraba con preocupación, intentó preguntar a alguien más, pero al parecer, todos estaban preparados para lo peor.

—¡Papá, basta! Es mi momento especial, no lo arruines. No lo hagas otra vez...

—¿Vas a defender a ese bastardo? —y el arma fue hacia su rostro.

Alice salió corriendo a socorrerla sin importarle nada. Ella era su única amiga aquí y no podía soportar que Kassia siguiera sufriendo. Se interpuso entre el arma y su amiga.

—Alice... —murmuró la chica—. Papá, se te permitió venir a la mansión para el compromiso porque te correspondía, pero por favor, basta...

—¿Tú eres la nueva puta de mi hijo? —sonrió—. Debería matarlos a todos. Son unos bastardos de mierda.

—Baja el arma y vete de mi organización. Te llevas a tu puta y te olvidas de que nosotros existimos. Mamá se queda en casa —le pidió Maksym, con voz fría y llena de mucha calma.

—Un maricón, una puta y una buena para nada. Eso es lo que tengo enfrente de mí —cargó el arma—. El compromiso es rechazado por tu padre y tienes terminantemente prohibido mirar a Jack. Hablaré con mi gente y vendré por lo que es mío. Tú no sabes liderar Polonia y tú... —miró a Alice con desprecio—. Tu padre viene por ti en unas horas.

El rostro de Alice perdió el color. Maksym la miró y sonrió. Ella lo iba a odiar.

—No mires lo que no es tuyo —Maksym sacó su arma, apuntó a la mujer detrás de su padre y le disparó en la cabeza—. Tu puta está muerta.

El hombre bajó el brazo y se giró al ver a su esposa tirada en el suelo. La madre de Mak se acercó a Kassia y a Alice e intentó moverlas del lugar. Maksym volvió a disparar y esta vez, mató al guardaespaldas de su padre.

—La sangre de tu puta está manchando mi casa. Resultó ser una inútil que ni siquiera muerta puede controlar la cantidad de sangre qué sale de su cuerpo.

El hombre no entendía nada. Estaba en shock. Su hijo había matado a la mujer que estuvo con él por dieciocho años. Era casi su madre y se llevaban bien.

—Tú...

—No vengas a imponer leyes que no te corresponden, viejo. Te lo advertí. Y si veo que vienes a invadir mi territorio para quitarme lo que yo me gané —le disparó nuevamente a la mujer en el suelo—. Te quito lo poco que te queda. No soy un maldito débil. Ser maricón no es pecado. Pero joderle la vida a tus hijos por tus decisiones, ni siquiera tiene perdón de Dios.

—Tú no crees en él...

—Pero Emma sí. Ella fue monja y ora por el alma podrida de todos nosotros —el hombre cayó al suelo de rodillas, el dolor lo empezó a consumir y se arrastró hacia su mujer—. ¿Qué le dijiste al padre de Alice?

—Le di la dirección de la mansión...

Maksym asintió y miró a las tres mujeres a su lado. Kassia estaba acostumbrada a eso, pero esa señora no fue mala con ellos. Era lo único bueno que tenía su padre. Y Alice, la pobre chica no sabía qué hacer. Nunca había visto como le quitaban la vida a alguien.

—¿Por qué dejaron que mi hermano la asesinara? —Kassia se giró y enfrentó a los cuatro hombres que estaban en el fondo.

—Porque por culpa de él, mi padre solo acepta negocios con tu familia y en los problemas de como un líder lleva su organización, no nos metemos —respondió Kylian con indiferencia—. Igual ya no te vas a casar. Disfruta tu nueva libertad.

Kassia salió corriendo de la mansión y la música volvió a sonar. Alice reaccionó y vió a la mujer que le sonreía frente a ella.

—¿Quieres ir al jardín?

—Su hijo...

—Mi bebé está un poco tenso. Deja que ellos se hagan cargo. Vamos a tomar un té en el jardín —la madre de Maksym no decía nada, pero la chica frente a ella estaba a nada de colapsar. Sus manos y cuerpo temblaban de miedo. Pero no sabía si era porque venía su padre o lo que acababa de ver.

—Alice... —miró a Mak por primera vez después de semanas—. Aquí estas a salvo.

Sus ojos se llenaron de lágrimas.

—Aún no me pides disculpas en mi idioma y no te he perdonado —se dió la vuelta y se fue.

—Mucho mejor así —suspiró—. Madre...

—No debiste matarla —lo reprendió y se fue con Alice.

—Creo que Alice tiene razón. Soy un bruto —se empezó a reír.

Sus amigos lo habían escuchado y se unieron a él.

—Bienvenido a la famiglia —dijo Fabrizio.

—Quiero tener sexo con una psicóloga —habló Sasha.

—Hay un muerto frente a ti, respeta su memoria —se quejó Nikolas.

—Bueno, dos muertos y este viejo. ¿Puedo matarlo? —preguntó Kylian.

—¡No! —dijeron los cuatro al unísono.

—Ni jugar lo dejan a uno.

Maksym suspiró y supo que las cosas se complicarían, pero por lo menos su hermana seguiría comprometida y estaría segura.

¿Y Alice?

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