Capítulo 10
El evento había iniciado y el Sacerdocio no tuvo que hacer demasiado para llamar la atención. Todos eran hombres de negocios y sí, la mayoría quería asociarse en los asuntos legales que ellos manejaban. Por supuesto, se sabía que eran de la mafia, pero nadie esperaba meterse con ellos.
La sociedad era corrupta y ellos tenían lo mejor de ambos mundos.
El único casado era Fabrizio, pero hicieron acto de presencia los hermanos De Santis, junto a sus respectivas parejas.
La Cosa Nostra estaba en casa.
—Don, es bueno verlo por estos lados —saludó un hombre, llamando la atención de los mafiosos.
—Aysel, Alessandra, Emma y Kassia son las responsables de que nosotros estemos aquí —respondió Fabrizio, haciendo sentir incómodo al anfitrión y obligándolo a irse.
—Alessa... —Kassia abrazó a su amiga, ignorando los ojos asesinos de todos—, la maternidad te ha sentado bien.
—Dereck quería más, pero ya no podemos —se rieron—. Me han contado lo de Maksym...
—Ella viene con Kylian —dijo, con un nudo en la garganta.
—A veces solo debemos golpear al imbécil para que reaccione —intervino Aysel.
—¿Así domaste a Fabrizio? —el asombro de Sasha fue notorio.
—Te voy a dejar sin bolas —respondió el aludido.
La conversación entre ellos era la misma de siempre. Mafia con mafia y de vez en cuando se mezclaban para hacer algunos negocios. Los caballeros con trajes azules y grises, y las mujeres con vestidos largos realzando su belleza.
Alice había sido arreglada por Kassia y la chica le regaló un vestido largo de color rojo y corte de corazón en el pecho. No era adherido al cuerpo, después del corsé, era suelto.
Le daba un perfecto toque de realeza moderna. Su cabello fue peinado con ondas y recogido hasta la mitad. Unos pendientes de diamantes pequeños y unos zapatos de punta de color rojo con tacón alto.
—Se presenta, Kylian, heredero de la casa irlandesa. Por segundo año consecutivo nos complace con su presencia. Esperemos que este año quiera colaborar con nuestros niños —anunció el anfitrión.
La atención de todos cayó en él y la hermosa rubia que estaba a su lado. Maksym la vió a lo lejos y se arrepintió profundamente por no ser él, quien llevara de su brazo a Alice.
—Se considera traición al Sacerdocio si lo matas —la voz de Nikolas lo cabreó.
Maksym quiso demostrarle al rey de Finlandia qué el asesino de su amante y el que había dejado en libertad a su hija, ahora estaba aquí, en el mismo lugar, solo que ambos eran inalcanzables para ese monarca.
Alice llegó hacia los mafiosos y fue presentada a las mujeres.
—Princesa Alice —saludaron las chicas al unísono.
—Solo Alice, por favor... —y por primera vez, sintió la mezcla de acentos al escuchar a tanta gente hablar—. Están rodeados de muchas mujeres hermosas.
—Y tú eres una de ellas —Maksym maldijo al escuchar lo que dijo.
Sus amigos empezaron a burlarse y meterse con él. Era el único que no parecía darse cuenta de las cosas, pero no le importaba. No podía guardar esa realidad y le encantó la reacción de sorpresa por parte de Alice.
***
Ella no solía tomar en los eventos a los que se le permitía ir y conocía a la perfección los protocolos que se hacían. Estaba alejada de todos y esperaba poder comer algo porque moría de hambre.
—Es bastante difícil adaptarse al inicio —la voz de un hombre la sobresaltó—. Oh, no quería asustarte. Soy Dereck, el esposo de Alessandra De Santis.
Alice recordó un poco entre tantos nombres y pudo ponerle rostro al que el hombre le dijo.
—Esto no es nada en comparación a los que solía ir —respondió—. ¿También eres mafioso destripador?
—¿Qué?
—Maksym lo es —dejó el plato y se puso cómoda para hablar con él. Igual, ya no tenía hambre—. Ya debes saberlo, ¿no? Soy Alice, princesa de Finlandia...
—Me disculpo por no ser un destripador, pero trabajo para la policía internacional. Ingresé a la Cosa Nostra como espía y me enamoré de Alessandra.
Ella asintió conforme con esa respuesta.
—Hasta con la ley... ¿cómo es que no te han asesinado todavía? Yo sé qué pronto moriré en las manos de Mak.
—¿Por qué? ¿Necesitas ayuda?
Sonrió, llamando la atención de Maksym. La notó relajada y se preguntó las razones de que ella pudiese sonreír con todos menos con él.
—Ah, no. Yo acepté mi destino. Maksym dijo que me sacaría los ojos en cualquier momento. No importaba si yo lloraba o no —le sonrió con amabilidad.
—Te pareces a Emma. ¿Por qué tienes que ser amable cuando te han amenazado? —preguntó, viendo como Alessandro se acercaba.
—He visto cosas peores.
—Princesa... —la saludó—. Dereck, tenemos...
Alessandro no tuvo la oportunidad de terminar de hablar, cuando la asistente del rey de Finlandia, se acercó casi corriendo a Alice.
—¿Cómo es posible que tú estés aquí? ¿A caso quieres dejar a tu padre en ridículo? Nadie te invitó a ti. Era mi evento de presentación —la tomó por el brazo con fuerza.
—Hola para ti también, Lucy —amante número once o quince. Ya ella había perdido la cuenta—. Te recomiendo que me sueltes porque...
Lucy la abofeteo, haciendo un ruido seco en el salón. Alice se llevó la mano a su mejilla y cuando volvió a mirarla, Maksym estaba apuntando a la mujer en la cabeza.
—¿Qué les pasa? ¡Esto es un evento de caridad y esa mujer y yo nos conocemos! ¡Baja el arma, sucio plebeyo! —se enfrentó a Maksym—. ¡Soy de la realeza y no quieres problemas con nuestro reino!
—¿Acabas de ordenarme? —miró a Alice—. ¿Es tu amiga, conocida o le tienes algún afecto?
Solo podía mirar como la atención de todos estaba puesta en ella.
—Hermano, no es el lugar...
—¡Alice, te estoy hablando, maldición! —le gritó el polaco, interrumpiendo a Kassia.
—Yo... —varios hombres se pusieron detrás de Lucy. Eran los guardias de su familia y estaban protegiendo a una amante... siempre perdía ante cualquiera—. Ella es la amante de mi padre.
Lucy abrió los ojos y entendió la relación entre ellos.
—No... Alice...
—Lo mío nadie lo toca —y sin decir nada más, Maksym le disparó a la mujer en el pecho—. Y agradece que no te maté. Mereces morir lentamente.
Los guardias rodearon a la amante del rey y sacaron sus armas para llevarse a Alice. Maksym no se inmutó y se puso frente a la rubia para protegerla. El resto de los mafiosos sacaron sus armas para proteger a la princesa de Mak. Los gritos de la gente eran de terror, pero Alessandro y Dereck impidieron que la gente saliera.
—Les recomiendo que nos entregue a Alice —habló un guardaespaldas.
—Princesa Alice, maldito ignorante —le corrigió Maksym, cargando el arma nuevamente.
—¡Deme a la princesa! —el guardia intentó tocarla y Maksym le voló la mano.
—Dile a tu rey que Alice, ya no pertenece a Finlandia —lo tomó del cuello, obviando los gritos del hombre—. Dile a tu rey que Maksym, es dueño de Alice —lo soltó.
—¿Quién se supone que eres? ¿Y como te atreves a disparar a monarcas?
—Maksym, líder de la mafia polaca y uno de los cinco integrantes del Sacerdocio. Ellos —señaló a los cuatro hombres que los estaban apuntando—. Son también del Sacerdocio. Dile a tu rey que tiene a cinco líderes de la mafia detrás de su cabeza.
Alice lo tomó de la mano y él la notó fría, se giró a verla y sus ojos estaban llenos de miedo y sorpresa.
—Me... quiero... ir... —tartamudeó asustada.
Él iba a empezar a caminar con Alice cuando Fabrizio lo detuvo.
—El rey recibió la foto de Alice y Kylian. Esto que sucedió no saldrá a la luz, pero debes de tener cuidado la próxima vez. El rey va a querer de vuelta a su hija y no sabemos qué pasará con la amante.
—Ella no está bien...
—Vete. Nos haremos cargo.
—Bueno, bueno... hoy voy a jugar con sus intestinos —escuchó a Sasha decir.
Maksym miró a las mujeres con Dereck y Alessandro, iban por el pasillo lejos del escándalo cuando las piernas a Alice la obligaron a caer al suelo. El polaco estuvo frente a ella rápidamente y la tomó por sus mejillas para ver que estaba llorando.
—Soy tan reemplazable. ¡Una estúpida amante es más importante que yo! ¡¿Para qué nací princesa si mi padre no me daría nada!? —él la abrazó y la levantó del suelo.
La sacó de ahí y la llevó a una habitación qué se había preparado específicamente para los mafiosos.
—Eres la princesa del mafioso, Alice —dijo con voz ronca—. Hoy estás jodidamente hermosa y quise quitarle el brazo a Kylian al verte con él.
—No estoy jugando...
—Y yo tampoco —acarició sus mejillas, poniéndola en la cama y cerrando la puerta con llave—. ¿Me tienes miedo? Puedo hacer cosas peores de las que viste.
—Me asusté, pero no te tengo miedo —admitió, él revisó su celular y sonrió.
—Sasha se excedió... —murmuró, yendo hacia ella y besándola con desespero. Alice respondió el beso y la acostó en la cama mientras la tocaba con delicadeza—. Dime que me detenga y...
—Hazme olvidar lo que pasó hoy y se mi primer hombre, Mak.
Los ojos del polaco se oscurecieron de deseo y su entrepierna se despertó rápidamente.
Alice no lo sabía, pero Maksym sería el primer y el último hombre con el que ella estaría.
Desde ese instante, ella se convertiría en la princesa del mafioso y nadie se la iba a quitar.
Ni siquiera un reino.
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