Salida

­ -¿Y que eres de ella?­ -dijo en tono serio el caballero de escorpio, mientras le soltaba el agarre al recién llegado y se hacía a un lado

-Yo soy el...

-¡CHRIS!-­ grito la menor guindándose del cuello del castaño

El aludido la recibió alegre, abrazándola por la cintura provocando que ella se elevara a algunos centímetros del suelo.

-Hola princesa. ¿Como estas?

-Mucho mejor ahora-­ le susurro en el oído, luego le dio un beso en la mejilla, bajo y le tomo las manos mientras lo veía fija pero dulcemente a los ojos­ -¿Vamos?

-¿Vas a ir así?­ -la observo de arriba a bajo.

-Si. ¿Que tiene?­ pregunto con gesto inocente.

-Te dará frío cuando regresemos.

-Sabes que nunca tengo frío, además si me da frío me prestas tu campera y listo.

-Como siempre. ¿Verdad?

-Exacto­- se contuvo una sonrisa­- ¿Vamos?

-¿No vas a decirles nada?­ -pregunto señalando con los ojos a los tres caballeros. Shiori volteo y los observo por un instante para luego volver a ver a Chris.

-Dudo que me contesten. Anda vamos­ -le soltó la mano izquierda y comenzó a llevarlo fuera del templo­ adiós.

-Hasta luego.

Ninguno de los caballeros daba crédito a lo que sus ojos acababan de ver: de un instante a otro Shiori se había cambiado, no llevaba nada negro sino todo lo contrario, salió corriendo en busca de un, para ellos, desconocido, se "colgó" literalmente de su cuello y se había ido sin decir nada.
En verdad no entendían ni jota de lo que pasaba.

-Lo siento. ¿Te incomodaron mucho?­ -cuestiono la menor mientras bajaban las 12 casas.

-Claro que no-­ le dijo con una dulce sonrisa-­ son simpáticos y además solo se estaban preocupando por ti. No me quiero ni imaginar cómo van a ser más adelante.

-No digas tonterías quieres.­- suspiro-­ debí haberte dicho que esperaras abajo pero no creí que se comportarían así.

-Ya te dije que no importa pero me sorprendió mucho el cuestionario de tu "tío".

-¿Milo? A mí también me hizo muchas preguntas; es el mejor amigo de Camus por eso dice que es mi tío.

-¿Y el rubio? como era...

-Hyoga, no se mucho de él. Llego anoche, aparentemente estudio con Camus

-Mmm... entiendo.­ -dijo al tiempo que ponía un gesto pensativo. Shiori lo observo curiosa pero le resto importancia.

-Y ¿donde vamos?

-No se. ¿Donde quieres ir?

-Mmm... la verdad es que no tengo ganas de ir a un lugar preciso. ¿Te parece si solo paseamos por ahí?

-Ok.

-¡YO CONDUSCO!­ exclamo sumamente feliz la chica.

-Claro que no.

-¿Porque no?

-Porque no quiero morir joven.

-¡UUUUUFA!­ se cruzo de brazos en gesto infantil mientras hacia un puchero­ al final nunca me prestas la moto.

-Mientras seas un peligro como peatón no más, olvídalo.

-Eso no es justo. No tiene nada que ver una cosa con la otra.

-Si para mi señorita­ -se le acerco y toco su dedo índice con la nariz de la menor.

Shiori le saco la lengua en forma infantil y sin decir nada se echo a correr escaleras abajo.

-¡Shiori no­! -salió tras ella con una gran sonrisa en su rostro.


Para este momento los caballeros ya habían salido de su estado de shock y uno en particular estaba muy apurado...

-Milo ¿Donde vas?­ cuestiono extrañado el caballero de acuario

-A clavarle mi Antares a ese tipo. Enseguida vuelvo.­ dijo ya casi cruzando el umbral.

-Déjalo.

-¿Como que déjalo?. Se acaba de llevar a Shiori.

-Ella se fue porque quiso, no tiene nada de malo que salga con su amigo.

-¡¿AMIGO?! ¿Viste como la abrazo? No pienso dejar que le ponga un solo dedo encima a mi sobrina.

-Milo dije que basta.-­ su tono se hizo mas serio y profundo.

-Pero...

-Nada­-se dio media vuelta y emprendió una caminata hacia su cuarto.

-¿Y tú no vas a hacer nada?­ -miro con algo de enojo al rubio que miraba en silencio la escena. 

Hyoga lo vio algo de sorpresa y asustado al mismo tiempo

-¿Y yo que puedo hacer si mi maestro dice que está bien? ni siquiera la conozco­- dijo encogiéndose de hombros a lo que Milo suspiro

-Si supongo que tienes razón después de todo él es el padre y sabrá lo que hace.

***

La tarde paso rápidamente para Shiori y Chris, quienes dieron varias vueltas por el centro del pueblo y pasearon un rato sin rumbo fijo.

Cuando ya los rayos del sol comenzaban a hacerse más débiles anunciando la pronta llegada de la noche, los jóvenes estaban sentados en una playa muy cerca de la orilla, uno al lado del otro.

Hacia rato que estaban en completo silencio y es que no había necesidad de hablar porque no había nada que decir.

Shiori apoyo la cabeza en las faldas de Christian, con la mirada fija en el mar. El chico le beso la mejilla y le acaricio el pelo

-La extraño y también a Na­ -adiciono con voz suave.

-Sabes que no estás sola. ¿Verdad?

-Si, siempre los tendré a ustedes.

-Siempre.-espero unos momentos en silencio y luego cuestiono-te arrepientes de haberlo buscado tan pronto ¿Cierto?

-Si, pero en verdad creía que no iba a aceptar por lo que quería sacarme de encima ese asunto lo antes posible. Lastima que no me salió bien-suspiro.

Shiori cerró los ojos y se dejo envolver por la tranquilidad que le brindaba el sonido de las olas del mar. Christian aguardo tranquilo largos minutos sintiendo la suave respiración de la menor para luego preguntar

-¿Tienes hambre?

-¿Cómo?­- cuestiono incorporándose a su lado y viéndolo al no haber escuchado bien.

-Que si quieres comer algo.

-Aún es temprano, pero si me haces pizzas acepto­ -le sonrío dulcemente. Christian imito el gesto

-Hecho pero que terminen como pizzas no como la última vez que lo único que tenia harina encima éramos nosotros.

-Jajaja ok, ok pero no fue solo culpa mía una guerra es de dos.

-Si tienes razón. Bueno vamos que tienes que volver temprano.­- se levanto y le tendió la mano.

-Si, mañana tengo mucho que hacer. –agrego tomando la mano del otro y levantándose también

El mismo periodo de tiempo y algo más había pasado un poco lento por no decir muy lento para cierto peliazul de nombre Milo que estaba más que preocupado por su ya querida "sobrina", la cual no había vuelto aun.

Una vez terminados los entrenamientos vespertinos, se sentó en las escaleras traseras del octavo templo a esperarla hasta que luego de varias horas ella subió.

-Buenas noches Milo-­ saludo cortésmente al verlo.

-Hola­ -contesto en tono seco.

-¿Ocurre algo?­ -le pregunto algo extrañada

-Estoy enojado contigo.

-¿Y eso porque?

-Por irte sin avisar.

-No sabía que tenía que pasar tarjeta.

-¿Sabes lo tarde que es?

-¿Tarde? Son las 11 PM.

-Exacto y te fuiste a las 3.

Shiori suspiro al tiempo que negaba con la cabeza no pudiendo creer el planteo del caballero

-¿Algo más?

-Si ¿como es eso de que haces reír a Afrodita y yo que soy tu "tío favorito" aun no te he visto reír?

-¿Mi tío favorito? ¿Eso no debería decidirlo yo?

-No me cambies el tema.

-No fue con intención solo se dio además­ bostezó­ solo él se rió no yo.

-Mmm... está bien creeré en ti.

-¿Ya puedo seguir?­- pronuncio ya cansada en tono algo irónico.

-Claro. Hasta mañana.

-Hasta mañana-­ comenzó a subir las escaleras de nuevo hacia el onceavo templo­- desde cuando tengo que dar tantas explicaciones? Solo espero que a Camus no se le ocurra hacer lo mismo...no lo creo de seguro me dará unas de sus frías miradas cuando entre, otra extrañada cuando le diga que ya cene y ya.

Efectivamente tuvo razón: ambos acuarios la saludaron como si nada al entrar y les pareció algo raro que se fuera a dormir a esas horas ya que la noche anterior no lo había hecho.

Ya pasada la media noche, todo el santuario estaba en perfecto silencio y obscuridad. Aun así, Shiori se había despertado y por ausencia de sueño salió al patio trasero del templo en busca de aire fresco y del sueño perdido. Linda sorpresa se llevo al notar que en aquel lugar había un árbol, sonrío para sí misma y subió en el para poder observar el firmamento nocturno un poco más cerca.

Después de unos momentos de plana tranquilidad, una voz cuestiono bajo el árbol:

-¿Que haces aquí? Es tarde para que estés afuera. -Shiori miro algo sorprendida hacia abajo

-Podría preguntarte lo mismo Hyoga.

-... No podía dormir. ¿Y cuál es tu excusa?­ -se sentó con la espalda contra el tronco

-Tampoco podía dormir. Y no es escusa.­ -volvió su vista al cielo

-¿Tienes problemas para dormir?.-­fijo su vista al frente

-Ultimamente parece que sí.

-¿Y otra causa?­ -pregunto al percibir que la menor no le decía toda la verdad.

-Todos en este lugar son muy insistentes­ -suspiro­- mañana tengo colegio y creo que estoy algo nerviosa.

-No vas a dormir nada.

-Lo sé, pero siempre me pasa en estos casos.

-¿Puedo preguntarte algo?

-Si, pero depende lo que sea veo si te respondo.

-Sabes la versión de Camus.

-No y no me interesa.

-Eso no es justo. Tienes que saber ambas versiones...

-O ninguna.-­ lo interrumpió.

-¿Ninguna? ¿Que quieres decir con eso?

-Que mi madre nunca me dijo nada malo de él, incluso lo justifico. Fui yo quien saque mis propias conclusiones. Ella solo las confirmo con su silencio.

-Es decir que ¿Nunca te hablo de Camus?

-Nunca hablo mal de él. Cuando era niña y le preguntaba siempre me decía que era un buen hombre que no estaba con nosotras porque tenía que proteger al mundo. Solo sabía hablar cosas buenas de él.­- hizo una pausa y bajo la vista­ -le brillaban los ojos cuando se refería a él y nunca dejo que mis abuelos lo criticaran frente a mí de hecho jamás escuche nada malo sobre Camus. Pero no significa que haya hecho bien.

-Estoy de acuerdo, pero ¿No crees que debió tener algún motivo?- Shiori dio un leve salto quedando delante y de espaldas al rubio.

-Si lo tuvo no me importa, debió decírselos a mi madre no a mi­ emitió seriamente sin verlo para después emprender la vuelta al interior del recinto.

-Shiori espera-­se incorporo rápidamente, dándole alcance y la sostuvo de la muñeca. Ella giro sin levantar la vista­ lo siento­ pronuncio en tono suave al notar la tristeza en los ojos de la menor.

-Está bien. Si me disculpas me quiero ir a dormir.-­ agrego alzando la vista

-Claro.

-¿Me sueltas? –señalo su muñeca con los ojos

-Ah sí disculpa­ --pronuncio dubitativo mientras un leve sonrojo se asomaba a ambos rostros.

-Que descanses.

-Igualmente.

Shiori entro en su cuarto y se detuvo tras la puerta observando la muñeca que había sido apresada hasta hace poco, la rodeo con la otra mano y la llevo a su pecho.

-¿Que fue esa extraña corriente que sentí cuando me sostuvo?


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